"Oda a Perón - Alberto Marino" NAVEGANDO CON WALREY

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Mar 3, 2021, 9:34:21 PM3/3/21
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"Oda a Perón - Alberto Marino"

      DIARIO DE BITÁCORA DEL CORSARIO WALREY

Oda a Perón

Oligarca caballero prototipo de negrero,

que explotaste al obrero sin tenerle compasión,

ha sonado la campana anunciando el nuevo día

para el pueblo que veía en Perón su salvación.

 

Oligarca caballero que fumás cigarro habano,

que vivís en la abundancia porque sos explotador,

que jamás supo tu mano ni de pico ni de pala,

para vos de entrañas malas sólo queda la prisión.

~ ~

Vendepatria que entregaste el transporte al extranjero,

que te nutres con dinero del sudor de los demás,

democrático exiliado sos allá en Montevideo,

pero aquí te llaman reo por el código penal.

 

La Argentina tiene un líder, un patriota esclarecido

que gobierna para el pueblo y se llama Juan Perón,

que por ser hombre derecho con los hechos ha respondido

al llamado de la Patria para el bien de la Nación.

~ ~

¡Viva Evita! gritan todas las mujeres argentinas.

¡Viva Evita eternamente, nuestra jefa espiritual!,

que en la obra más humana, más cristiana, más divina,

ha luchado junto al líder por justicia y libertad.

 

Menos pobres, menos ricos, sin mezquinos sentimientos:

es el lema del gobierno hecho carne en la Nación

de este pueblo de argentinos de elevados pensamientos

que jugándose el destino da la vida por Perón.

El Tango, Perón y la Sociedad Rural

 

(Investigación Histórica Sobre un Polémico Tema Grabado por Alberto Marino)

 

 

Pocos tipos ha habido en el mundo del tango tan manso, sosegado y tranquilo como Alberto Marino, el Tano a quien nada menos que Alfredo Gobbi, el “Violín Romántico del Tango”, rebautizara como “La Voz de Oro” del género. Nunca un gesto polémico, jamás una controversia, incluso cuando Aníbal Troilo, para quien cantó entre 1943 y 1947 erigiéndose en lo que es hoy, un ídolo inolvidable, le ponía en tela de juicio algún excesivo registro de tenor, consecuencia de la escuela italiana del “bel canto” que había aprendido en su país de origen. Sucede que le sobraba voz para el desafío que podría presentarle cualquier letra de tango.

Además, era apolítico. Por eso sorprende que en 1947 -no está claro si todavía integrante de la orquesta de Pichuco o ya separado de ella, para iniciar su carrera de solista- haya grabado “Oda a Perón”, que terminaría años más tarde en un CD titulado “Marchas del Nacional Justicialismo”. La acopló a la melodía de la popularísima canción “Mis Harapos”, cuya melodía pegadiza era obra de Marino García y la letra del escritor anarquista Alberto Ghiraldo. En cambio, no se conoce el autor de los versos que Marino canta.

 

Alberto Marino y su “Oda a Perón”

 

Se trata de un texto altamente controverso, polémico, con incursiones fuertemente agresivas, casi insultantes, contra el personaje al que le adjudica, como un latigazo, todos los males de la Argentina previa a Perón: el “oligarca caballero prototipo de negrero/que explotaste al obrero sin tenerle compasión”. El tema tuvo una enorme difusión, ayudado por la propaganda oficial, pero resulta difícil explicarse cómo Marino, tan apacible y calmo, tan lejos de la fácil agitación, se haya prestado a interpretar una letra que incluye adjetivaciones de trazo grueso, como “vendepatria que te nutres del sudor de los demás” y cuyas “malas entrañas” solo merecen la prisión.

 

¿Cómo fue que un verdadero gentilhombre como Marino se dejó llevar a este aluvión de imprecaciones? Es algo que parece inaudito y a lo que esta investigación histórica pretende acercar una explicación temporal y ambiental en la tensa relación que en ese año 1946 existía entre Perón, flamante elegido en el comicio presidencial del 24 de febrero, y la Sociedad Rural, asociación de estricto corte clasista que nucleaba sobre todo a los cabañeros e invernadores directamente vinculados al mercado foráneo. En suma, lo más rancio de la oligarquía vernácula. A esto apunta la presente investigación histórica.

Hay un adjetivo (“golpista”) que los sectores populares utilizaban para identificar a la Sociedad Rural y que se ha olvidado, envuelto en las nieblas del tiempo. Pero de él habla la historia. En el año 1930, el presidente Hipólito Yrigoyen venía siendo víctima de una aviesa campaña de denigración. Ante tantas ofensas acumuladas, decidió no concurrir a la anual inauguración de la Exposición Rural de Palermo, que se haría el 31 de agosto, y envió en su representación a su ministro de Agricultura, Juan B. Fleitas.

Fueron tantos los abucheos, los silbidos y los insultos que Fleitas se vio obligado a retirarse. El día siguiente el diario “La Nación”, a quien se le atribuía ser vocero de la Rural, escribió que esa repulsa “se interpreta como un prenuncio de la revolución (sic) contra Yrigoyen”. Y, en efecto, esa revolución (un golpe de estado fascistizante) se produjo regularmente seis días después, el 6 de septiembre, y puso en el poder al general José Félix Uriburu.

 

 

El conflicto entre Perón y la Sociedad Rural había empezado en 1944, con mayor precisión el 8 de octubre. Ese día, por iniciativa del coronel que estaba al frente de la Secretaría de Trabajo y con el apoyo de las organizaciones sindicales, el presidente de facto Edelmiro J. Farrell, sancionó el Estatuto del Peón Agrario (Decreto Ley 28.169/44), estableciendo por primera vez derechos laborales para los trabajadores rurales. Era un instrumento inédito que tocaba el nervio más sensible de los grandes estancieros, pues le daba a los peones, a través de sus gremios, un poder de negociación que hasta entonces no poseían.

Fue el entonces coronel Perón, verdadero cerebro de aquel gobierno militar que se había ido alejando de sus orígenes fascistoides de 1943, el que explicó los alcances de la medida: “La Constitución del 53 absolvió la esclavitud pero es una situación todavía peor la que sufre el peón de nuestros días, expuesto a todo tipo de arbitrios”. Palabras que cayeron como un mazazo en los sectores dominantes que las interpretaron como una verdadera declaración de guerra.

Se trató de un severo cimbronazo en una Argentina que aún seguía siendo una economía agropecuaria, dependiente y elitista, la misma que el presidente Mauricio Macri, con orgullo, recordó en su visita a la asociación como el añorado “granero del mundo”. Pero se había puesto en marcha un proceso de cambio que la transformaría en pocos años en un país semiindustrial, con las masas urbanas cada vez dueñas de protagonismo.

Las paredes de Buenos Aires aparecieron cubiertas de carteles como éste tras la sanción del Estatuto del Peón.

 

Los muros de Buenos Aires fueron tapizados con carteles de apoyo al Estatuto del Peón, con las imágenes de Perón y Evita y el slogan “Perón Cumple” que ya entonces se había vuelto clásico. Y la Sociedad Rural, atribuyéndose la representación de todas las organizaciones patronales del campo, no tuvo peor idea que decretar el primer “lockout” contra el gobierno y decidir no pagar en diciembre el aguinaldo o sueldo anual complementario que el Decreto oficial imponía.

Fue la chispa que desató el incendio. Se produjo una fuerte reacción de los sectores populares, del campo y no, que ya se habían encolumnado detrás de Perón. Pero la indignación llegó al paroxismo porque significaba querer retrotraer a los obreros rurales al estado feudal de “siervos de la gleba”, aún presentándolo con palabras edulcoradas. El desdén se difundió como una epidemia entre los trabajadores de las fábricas, cada vez más conscientes del rol que tenían en aquella Argentina que se estaba consolidando en su estructura de país semiindustrial. Y expresaron su solidaridad incondicional a sus hermanos del campo.

¡No era para menos!!!! A cualquiera le bastaría leer la declaración que difundió la Sociedad Rural, anunciando con conceptos hoy inaceptables que no reconocía el Estatuto del Peón y que, por tanto, el aguinaldo no lo pagaría.

Decía:

– El Estatuto del Peón no hará sino sembrar el germen del desorden social al inculcar en gente de limitada cultura aspiraciones irrealizables, las que en muchos casos pretenden colocar al jornalero por encima del mismo patrón, en condiciones y remuneraciones…

– La Sociedad Rural Argentina no puede silenciar su voz cuando los estancieros se ven presentados como seres egoístas y brutales que satisfacen su inhumano sensualismo a costa de la miseria y del abandono en que mantienen a quienes colaboran con su trabajo…

– El trabajo de campo fue siempre y sigue siendo, por su propia índole, acción personal del patrón, que establece una camaradería de trato que alguien puede confundir con el que da el amo al esclavo, cuando en realidad, se parece más bien al de un padre al hijo…

 

Fue una declaración que tensó aún más la cuerda y se interpretó como un desafío, al que la Confederación General del Trabajo (CGT) respondió declarando una huelga general. Pero la Sociedad Rural no aflojó, quizás convencida de que en los comicios inminentes las demandas que nacían de la Secretaría de Trabajo se derrumbarían como un castillo de naipes, con el suceso de la fórmula Tamborini-Mosca sobre Perón-Quijano. Y confirmó que no pagaría el aguinaldo de fines de 1945.

Siguió un duro tira y afloje al cabo del cuál los ruralistas no tuvieron otro remedio que dar paso atrás:  pagarían, pero en dos cuotas, el sueldo anual complementario pertinente. Era un triunfo para los peones y para el Movimiento Obrero. Pero, sobre todo, para Perón. Y, momentáneamente, las aguas se aquietaron. Ahora, el principal objetivo era vencer el 24 de febrero de 1946 en el acto comicial ya marcado a fuego por la opción “Braden o Perón” y hacerles morder el polvo a los grandes estancieros y a las fuerzas políticas tradicionales a quienes el descarado embajador yanqui apoyaba sin el más mínimo pudor.

 

Como se sabe, la fórmula Perón-Quijano ganó. Una vez instalado en el poder, Perón volvió sobre el tema rural. Y en diciembre de 1946 hizo que el Congreso sancionara la Ley 12.921, promulgada en junio de 1947, que ratificaba el Estatuto del Peón, al que pocos meses después se agregó la sanción de la Ley 13.020 que reglamentaba el trabajo de la cosecha. Estas leyes se tradujeron en un enorme cambio en la vida de las estancias, en la mayoría de las cuáles se mantenían las prácticas semiserviles y paternalistas heredadas de la época colonial. Además, favorecieron una evolución moderada del sindicalismo, con la creación en 1947 de una central única de trabajadores  rurales que fue denominada Federación Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (FATRE).

Pero para Perón y para Evita se acercaba la fatídica fecha en la que, entre julio y agosto de cada año, se inauguraba en el Predio Ferial de Palermo la tradicional Exposición Rural, con la presencia del Presidente de turno. Un ritual obligado, al que desde su creación en 1866 solo había faltado Yrigoyen, en las circunstancias que hemos narrado.

En aquel 1946 la fecha elegida fue el 17 de julio. Contó Lillin Lagomarsino, esposa de Ricardo Guardo, presidente de la Cámara de Diputados, y ama de compañía de Evita, que el tema motivó un durísimo entredicho entre Perón y Eva.

 

 

Los rostros de Perón y de Evita lo dicen todo ante el discurso que está pronunciando José Martínez de Hoz (hijo), presidente de la Sociedad Rural.

 

Esta última era absolutamente contraria a la participación de su esposo. Con toda la vehemencia de que era capaz, le recordaba no solo la oposición a ultranza de la Sociedad Rural a sus iniciativas a favor de los trabajadores rurales sino el origen clasista, elitista y de la más rancia estirpe oligárquica de sus integrantes. Perón dudaba, entre el respeto al protocolo (militar al fin) y las razones que le tiraba en la cara Evita. Y sabía del odio ancestral que ella sentía por aquella casta social, uno de cuyos integrantes la había transformado en una hija ilegítima. Como es sabido, Eva nació de la relación carnal furtiva entre Juan Duarte, un estanciero de Los Toldos, localidad bonaerense cerca de Junín, con su cocinera Juana Ibarguren, con la que tuvo -en idénticas condiciones- otras tres hijas y un hijo.

Finalmente, Perón impuso su criterio y la pareja presidencial asistió al acto. Hay una fotografía que, con impagable elocuencia, revela claramente lo que fue aquéllo. Perón vistió, con todos sus galones y condecoraciones, el uniforme de general de la Nación. Y Evita apareció elegantísima, con un tapado de piel, toda alhajada y un simpático sombrero de alas anchas. Pero de movida nomás tuvo motivos para el disgusto: le tocó sentarse junto al presidente de la Rural, José Martínez de Hoz, a su vez ubicado delante de su esposa, del tipo de las que Landrú, años más tarde, identificaría como sus patéticas “señoras gordas”.

Se impone decir que este Martínez de Hoz era el padre del que sería el todopoderoso ministro de Economía del “Proceso” que Videla y sus acólitos inauguraron en 1976. Y también subrayar que le correspondió a esta dictadura militar, como no podía ser de otro modo, cancelar en 1980 ese Estatuto del Peón que, entre peripecias de distinta índole, había sobrevivido hasta entonces y contra el que el padre del tristemente célebre “Oreja” se había opuesto hasta las últimas consecuencias.

El anfitrión intentó cambiar con Eva algunas palabras de circunstancias, pero no encontró en ella la más mínima respuesta. Fue absoluta y despreciativamente ignorado. Y después, cuando pronunció su discurso, desbordante de críticas y quejas contra la política ganadera y agraria del gobierno, tanto Perón como Eva no disimularon su malhumor con gestos de fastidio, semblantes por demás elocuentes y hasta intercambios de miradas que eran todo un programa. Cuando Martínez de Hoz terminó y se sentó, en medio del aplauso de sus conmilitones, Eva se puso de pie, le dio la espalda y, sin siquiera saludarlo, se dirigió a su esposo con un perentorio y seco: “Ya basta, Juan, vámonos”. Obviamente, no pusieron nunca más un pie en el recinto.

 

 

Videla huésped de honor de la Sociedad Rural. El criminal Proceso canceló el Estatuto del Peón.

 

Pocos meses después de aquel histórico 1946, y enmarcada en el tenso conflicto social que hemos detallado, Marino grababa con acompañamiento de guitarras su “Oda a Perón”, algunos de cuyos pasajes transcribimos:

 

– Oligarca caballero, prototipo del negrero,

que explotaste al obrero sin tenerle compasión,

ha sonado la campana anunciando el nuevo día

para el pueblo que veían en Perón su salvación. (…)

– Oligarca caballero que fumás cigarro habano,

que vivís en la abundancia porque sos explotador,

que jamás supo tu mano ni de pico ni de pala

para vos de entrañas malas solo queda la prisión (…)

– Menos pobres, menos ricos, sin mezquinos sentimientos:

es el lema del gobierno hecho carne en la Nación

de este pueblo de argentinos de elevados pensamientos

que jugándose el destino da la vida por Perón.

 

A poco más de 70 años del episodio protagonizado por Perón y Evita que aquí se ha evocado, el 29 de julio pasado el presidente Macri inauguró oficialmente la 131a Exposición Rural de Palermo. Comprensible su euforia, su inocultable y desbordante orgullo. Se sentía en su casa. En medio de los “como uno”. Y, naturalmente, se lo veía exultante, entusiasmado. Sus frases lo dicen todo:

– Cuando crece el campo, crece la Argentina…

– A Ustedes no les dimos una mano, lo que hicimos fue sacarle el pie de encima al campo y el campo respondió…

– Tenemos que pasar a ser del granero del mundo al supermercado del mundo…

Una propuesta que habrá hecho proferir un grito de alegría desde sus lujosas urnas funerarias donde descansan, en los lugares más selectos de Londres, a Lord Salisbury, George Canning y Benjamín Disraeli, paladines del colonialismo inglés que condenó a Argentina a ser su dependencia económica.

El pasado 8 de agosto la Sociedad Rural divulgó una durísima declaración contra la “Resistencia Ancestral Mapuche” (RAM), sin alusión alguna a Santiago Maldonado, el artesano desaparecido. Para que el lector tenga una cabal idea de cuál es su pensamiento se transcriben algunos pasajes del documento.

Se reclama que tenga fin “la impunidad para los grupos delictivos y violentos del Sur”, adjetivos que destina a la organización mapuche con la que colaboraba Maldonado, a la que atribuye llevar adelante “una acción violenta y una reiterada violación de la ley que nada tienen que ver con las reivindicaciones étnicas”. Y la responsabiliza por “los delitos de privación ilegítima de la libertad, abigeato, ocupación y daño a la propiedad privada”. Por último, expresa su apoyo irrestricto a lo actuado por la Gendarmería Nacional.

 

 

https://youtu.be/JWh7eFJkljY

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