«Para familiarizamos con la profecía personal auténtica, debemos retornar a las Escrituras para una mejor comprensión.»
CAPITULO 6 - LA PROFECÍA PERSONAL
LA PROFECÍA PERSONAL ha aumentado su popularidad en los últimos años. El patrón típico comienza con la revelación profética del ministro de una situación o evento que ha ocurrido o está presente ahora en la vida de alguna persona en particular, y con frecuencia apunta a heridas o rechazos del pasado. Usualmente, suele venir seguida de una declaración de bendiciones o promesas de lo que Dios hará en el futuro. No todas son iguales, pero ese es el formato común.
Con frecuencia se le llama «una palabra». Por eso es común escuchar a una persona decir: «Él tuvo una palabra para mí», o «¿Tuviste una palabra?»
El individuo que da estas palabras puede ser un profeta u otro creyente. En los años recientes, la propagación de las profecías personales a propulsado a muchos ministerios de reconocimiento nacional.
Muchos de esos profetas o profetisas no solo dan palabras proféticas, sino que también enseñan a otros a hacer lo mismo, a través de libros, seminarios, casetes o conferencias. Por el precio de la inscripción y un par de sesiones en un fin de semana, usted puede convertirse en un profeta o, por lo menos, aprender a profetizar a voluntad. En la mayoría de las reuniones de profecía se preparan casetes individuales de corta duración, para que la gente pueda llevárselos a la casa con sus «palabras» personales.
Es triste, pero estamos tan desesperadamente hambrientos por lo sobrenatural y la profecía verdadera que muchos no han ejercitado el juicio espiritual, y en su lugar han abrazado, sin cuidado, todas las formas de este ministerio. Jesús lo dijo en forma clara: «Mirad que nadie os engañe» (Mateo 24.4 AMP Jesús les respondió: Tened cuidado de que nadie os engañe. [engañándoos y llevándoos al error]).
Necesitamos preguntar: «¿Por qué tantos son llevados tan fácilmente por mal camino, por profecías que no son genuinas?» Primero, con frecuencia somos ignorantes de lo auténtico. Para llegar a familiarizarnos con la profecía personal auténtica debemos retornar a las Escrituras para una mejor comprensión. Específicamente, quiero repasar las profecías personales del Nuevo Testamento. Ya que solo hay una pocas comparadas con el Antiguo Testamento, veamos todas las principales.
Simón y Andrés
Jesús caminó hacia el bote y les dijo: «Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.»
Él no dijo: «Venid en pos de mí y les daré gozo y felicidad.» Tampoco dijo: «Los haré ricos y prósperos.» ¿Por qué? Porque Jesús nunca uso las bendiciones o los beneficios del Reino para inducir a sus seguidores a la obediencia. No hubo promesas de logros personales o de éxito; solo la promesa de que los haría siervos (Mateo 4.18,19 vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, que echaban la red en el mar, porque eran pescadores. Y les dijo: --Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres).
Santiago y Juan
Santiago y Juan fueron a Jesús pidiéndole que les garantizara el privilegio de, ya en gloria, sentarse a su mano derecha y a su mano izquierda. Jesús, entonces, les preguntó si eran capaces de beber de la copa que Él bebería y bautizarse con el bautismo con que Él era bautizado. Con confianza, ellos dijeron: «Podemos.»
Entonces Jesús les profetizó estas palabras: «A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre» (Mateo 20.23).
El vaso y el bautismo del que hablaba representaban los sufrimientos que enfrentarían en Jerusalén (Mateo 26.42 Otra vez fue y oró por segunda vez, diciendo: "Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad"; Lucas 12.50 de un bautismo tengo que ser bautizado. ¡Y cómo me angustio hasta que se cumpla!; Juan 12.23-27 Jesús les respondió diciendo: --Ha llegado la hora para que el Hijo del hombre sea glorificado.[20] De cierto, de cierto os digo que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que odia su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo esté, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará. "Ahora está turbada mi alma, ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Pero para esto he llegado a esta hora). Les profetizó que sufrirían igual que Él. Esta no era una promesa o palabra agradable para estos dos preguntones. No escucharon lo que esperaban. De hecho, mientras buscaban emocionadamente un privilegio, recibieron un pronunciamiento que podría apretar sus corazones y poner seriedad a sus mentes. Les fue dicho que estaban pidiéndole a la persona equivocada, y luego se les prometió sufrimiento (Marcos 10.35-40 Jesús les respondió diciendo: --Ha llegado la hora para que el Hijo del hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida la perderá; y el que odia su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo esté, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará. "Ahora está turbada mi alma, ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Pero para esto he llegado a esta hora. Mateo 20.20-23 Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. Él le dijo: --¿Qué quieres? Ella le dijo: --Ordena que en tu Reino estos dos hijos míos se sienten el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. Entonces Jesús, respondiendo, dijo: --No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Ellos le respondieron: --Podemos. Él les dijo: --A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre).
Simón Pedro
Jesús le dijo a Simón Pedro: «Satanás ha pedido que se le permita zarandearte como a trigo.» Luego el Señor dijo: «He orado que no falles completamente. Cuando te hayas arrepentido, Pedro, y hayas vuelto a mí, fortalece y cultiva la fe de tus hermanos.»
Note que Jesús no dijo: «Pedro, te estoy diciendo que el Padre no permitirá esto. Y lo escucho decir: "Haré que pases esto en gran victoria, y todos conocerán de tu gran amor por el Padre y por su Hijo. Y a partir de esto tu ministerio será lanzado a las naciones. Serás líder de líderes, y hablaré con aquellos que tienen dinero para que den para tu ministerio, y gozarás de abundancia financiera para hacer este gran trabajo para el que te he llamado a hacer..." ¡Aleluya!»
Estas hubieran sido palabras excelentes, pero no las que Dios estaba diciendo. No lo hubieran fortalecido para mantenerse durante las pruebas. Aunque Pedro llegó a ser líder de líderes, y la gente puso dinero para los pobres a sus pies, esto no era el centro de ninguna palabra profética que Jesús le hubiera dado.
Cuando Jesús profetizó su negación, Pedro rechazó eso, afirmando su compromiso. No obstante, Jesús respondió a su apasionada promesa de lealtad con: «— Pedro —le respondió el Señor— déjame decirte algo. ¡Antes que el gallo cante, negarás tres veces que me conoces!» (Lucas 22.31-34, BD Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo. Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falle. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos. Él le dijo: —Señor, estoy listo para ir contigo aun a la cárcel y a la muerte. Pero él dijo: —Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú hayas negado tres veces que me conoces).
¡Qué palabras proféticas tan fuertes! ¿Por qué Jesús no dijo: «Pedro, mi Padre dice: “Tú eres el más fiel de todos mis discípulos" Sé que nunca te apartaras de mí»?
Una segunda profecía para Simón Pedro
Luego de su resurrección, Jesús tuvo nuevamente una palabra para Simón Pedro. Fue la siguiente: «Cuando eras joven podías hacer lo que te parecía e ir a donde querías; más cuando seas viejo, estirarás los brazos y otros te conducirán y te llevarán a donde no quieras ir.» Jesús le dijo esto para dejarle conocer qué clase de muerte tendría para glorificar a Dios. Entonces Jesús le dijo: «Sígueme» (Juan 21.18,19, BD).
Note que Jesús no llamó la atención sobre el pasado de Pedro. No dijo: «Pedro, cuando eras joven fuiste abusado y maltratado por tus padres. Los pastores y amigos te rechazaron. Pero ahora te digo: "Sanaré todas esas heridas y te traeré a un lugar de autoridad, para que aquellos que te maltrataron te pidan disculpas y sirvan en tu ministerio internacional. Y sí, vivirás libre de las pruebas por todo lo que has soportado en tu infancia. ¡Aleluya!"»
Una miembro de una iglesia, llamada Safira
Una profecía personal le fue dada a una mujer llamada Safira, luego de que ella y su esposo habían conspirado y mentido al Espíritu Santo. Pedro le dijo: «¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu de Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti» (Hechos 5.1-11 Pero cierto hombre llamado Ananías, juntamente con Safira su mujer, vendió una posesión. Con el conocimiento de su mujer, sustrajo del precio; y llevando una parte, la puso a los pies de los apóstoles. Y Pedro dijo: —Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para mentir al Espíritu Santo y sustraer del precio del campo? Reteniéndolo, ¿acaso no seguía siendo tuyo? Y una vez vendido, ¿no estaba bajo tu autoridad? ¿Por qué propusiste en tu corazón hacer esto? No has mentido a los hombres, sino a Dios. Entonces Ananías, oyendo estas palabras, cayó y expiró. Y gran temor sobrevino a todos los que lo oían. Luego se levantaron los jóvenes y le envolvieron. Y sacándole fuera, lo sepultaron. Después de un intervalo de unas tres horas, sucedió que entró su mujer, sin saber lo que había acontecido. Entonces Pedro le preguntó: —Dime, ¿vendisteis en tanto el campo? Ella dijo: —Sí, en tanto. Y Pedro le dijo: —¿Por qué os pusisteis de acuerdo para tentar al Espíritu del Señor? He aquí los pies de los que han sepultado a tu marido están a la puerta, y te sacarán a ti. De inmediato, ella cayó a los pies de él y expiró. Cuando los jóvenes entraron, la hallaron muerta; la sacaron y la sepultaron junto a su marido. Y gran temor sobrevino a la iglesia entera y a todos los que oían de estas cosas).
Note que Pedro no le dijo: «Y el Señor dice: "Tú eres mi hija y yo soy el Dios de las segundas oportunidades. ¿Quieres volver a pensar lo que dijiste? Yo sé que no fue en serio."»
Pablo, el apóstol
Una profecía personal le fue dada a Pablo en Tiro. El profeta Agabo vino y tomó el cinturón de Pablo y ató sus manos y sus pies, y le dijo: «Esto dice el Espíritu Santo: Así te atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en mano de los gentiles» (Hechos 21.10,11 Y mientras permanecíamos allí por varios días, un profeta llamado Agabo descendió de Judea. Al llegar a nosotros, tomó el cinto de Pablo, se ató los pies y las manos, y dijo: —Esto dice el Espíritu Santo: "Al hombre a quien pertenece este cinto, lo atarán así los judíos en Jerusalén, y le entregarán en manos de los gentiles").
Note que Agabo no dice: «Así dice el Espíritu Santo: "Hay algunos que tratarán de impedir tu ministerio en Jerusalén, pero yo me levantaré contra ellos y evitaré que te encadenen y te lleven preso."»
Los patrones del Nuevo Testamento
Estas profecías del Nuevo Testamento que usted acaba de leer no siguen los patrones o los contenidos de las palabras que con tanta frecuencia escuchamos en la actualidad. En el presente, usted puede asistir a lo que muchos llaman «conferencias o reuniones proféticas». En algunas de esas reuniones, numerosas personas son llamadas y se les dan «palabras personales». Con mucha frecuencia están precedidas por: «Así dice el Señor...», o «Escuché al Señor decir...», o «Dios dice...» etc. Pero, ¿vienen todas esas palabras, realmente, de la boca de Dios, cuando la mayoría de ellas siguen un patrón completamente diferente del establecido en las Escrituras?
Cuando alguien hablaba proféticamente en el Nuevo Testamento, con frecuencia era para traer corrección a la gente que había cambiado de curso. O si sus vidas estaban en el blanco, las palabras proféticas los fortalecían para las batallas y pruebas que tenían por delante. Es por esto que Pablo anima a Timoteo a pelear la buena batalla con las profecías que le habían sido dadas (1 Timoteo 1.18 Este mandamiento te encargo, hijo Timoteo, conforme a las profecías que antes se hicieron acerca de ti, para que milites por ellas la buena milicia). Timoteo tenía un corazón puro y su vida estaba en el blanco. Él fue equipado con la profecía cuando enfrentó las pruebas o batallas. Esto también fue verdad con Pablo cuando recibió palabra profética de Agabo. Las palabras proféticas fortalecieron la posición de Pablo al punto de poder decir: «Porque yo estoy dispuesto no solo a ser atado, más aún a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús» (Hechos 21.13).
Otras veces, las palabras proféticas fueron dadas para impartir dones o apartar a creyentes del ministerio. Estas palabras vinieron de líderes probados, que trabajaban entre los creyentes y conocían sus vidas —no por profetas que conocen muy poco o nada acerca de ellos (1 Timoteo 5.22 No impongas las manos a ninguno con ligereza, ni participes en pecados ajenos; consérvate puro; Hechos 13.1-4 Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, unos profetas y maestros: Bernabé, Simón llamado Níger, Lucio de Cirene, Manaén, que había sido criado con el tetrarca Herodes, y Saulo. Mientras ellos ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: "Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado." Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron. Por lo tanto, siendo enviados por el Espíritu Santo, ellos descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre). La Biblia es clara acerca de esto. Pablo escribe que antes que una persona sea nombrada diácono, debe ser probada. Solo los ministros que han observado la vida personal de los candidatos pueden hacer eso, no los extraños. Por ese motivo, Pablo dice: «No impongas con ligereza las manos a ninguno» (1 Timoteo 5.22). Hablaremos de esto en el capítulo 11.
En la actualidad, la mayoría de las profecías personales parecen edificar el yo y poner su énfasis en el dinero, las relaciones, el matrimonio, los negocios, los bebés o el ministerio. Cuando digo ministerio, no es nada parecido a lo que leímos en los pasajes anteriores. Las palabras actuales casi siempre parecen decir cuán estimulante será el llamado, o cuán grandemente los usará Dios, o cuán importantes son o serán. Entonces, tenemos palabras dadas a individuos relacionándolos a posiciones de liderazgo, de parte de «profetas» que no conocen nada acerca de la vida individual de ellos.
Miremos algunas palabras actuales dadas a individuos. Tenga en mente lo que hemos visto en las Escrituras, mientras lee estas palabras dichas como «directamente de la boca de Dios».
¿Un club campestre ungido?
Un hombre joven al que conozco personalmente me pidió que escuchara un casete de una palabra que había recibido de parte de un muy conocido profeta. Comenzaba diciéndosele a él que sería un profeta del Señor y que entrenaría gente en lo profético. Lo siguiente es una transcripción exacta del resto:
«Te veo en un club campestre, como en una cancha de tenis. Y el Señor dice que te enviará a través de esa puerta para ministrar a una multitud en el club campestre. No podrás ser comprado o vendido, porque el Señor te va a dar una riqueza independiente que te hará permanecer sin depender de la codicia en la que muchos han caído. El Señor construirá bajo tu cuidado una "máquina de hacer dinero", una organización y la habilidad de generar finanzas que generarán y desarrollarán una riqueza independiente. Pero el Señor te recuerda: El hará esto para que recuerdes que ningún hombre toma en cuenta las palabras de un hombre sabio pobre. "Así que te tomaré y te sacaré de la pobreza, entonces los hombres ricos escucharán. Al principio no escucharán por tu sabiduría; pero lo harán por tu altura, tu estilo de vida y la riqueza que te daré", dice el Señor. “Te he ungido en la habilidad de hacer dinero. "»
Estas palabras fueron dadas como si vinieran directamente de la boca de Dios.
Bien, veamos algunos puntos. Primero, «ningún hombre toma en cuenta las palabras de un hombre sabio pobre». ¿Es así? ¿Qué de Juan el Bautista, quien vivió en el desierto alimentándose de langostas y miel? ¿Han sido olvidadas sus palabras? Jesús hasta les preguntó a las multitudes por qué iban a escuchar al pobre Juan, en pobres vestimentas, cuando podían escuchar a los ricos reyes en los palacios.
¿Qué acerca de Elías, quien vivió en cuevas y desiertos? ¿Fueron sus palabras o las de Acab las que permanecieron frente a las pruebas del tiempo? ¿Qué acerca de los discípulos de Jerusalén, quienes tenían todas las cosas en común para que nadie sufriera necesidad? De todas formas, por lo general, no suelo relacionar a los profetas bíblicos con clubes campestres ungidos. Jeremías batalló en forma constante con el rechazo de los ricos e influyentes. ¡Tal vez necesitaba esa unción para hacer dinero...! Simplemente, no me imagino al Señor diciendo esto.
Por otra parte, ¿desde cuándo la abundancia de dinero asegura la libertad de la codicia? Mi Biblia dice que el rico no tiene descanso porque siempre está preocupado en cómo obtener más, pero el pobre duerme profundamente (Eclesiastés 5.12 Dulce es el sueño del trabajador, haya comido poco o haya comido mucho; pero al rico no le deja dormir la abundancia). No solo juzgo esta palabra como que no es del Señor, sino que tampoco es escritural. Sí puedo decir, al escuchar el casete, que el hombre que estaba dando la palabra estaba cargado de emoción, y escuché a la gente en el auditorio aplaudiendo y gritando. Aun así, no sentí unción o la presencia de Dios.
¿Qué efecto tuvieron estas palabras en este hombre joven? ¿Lo fortalecieron para las pruebas o las batallas? ¿Llevaron su corazón hacia Dios? Yo le pregunté:
— ¿Cómo te sentiste mientras se decía esto sobre ti? ¿Te hizo sentir bien?
Él dijo:
— Sí.
Le pregunté:
— ¿Hizo la palabra que quisieras abrazar al profeta que la estaba entregando?
Nuevamente, dijo:
— Sí.
El tiempo había pasado desde que la palabra había sido dada; entonces le pregunté un poco más:
— ¿Crees que esa fue una palabra de Dios?
— No —respondió.
La gente va a esta clase de reuniones deseando recibir una palabra de parte de Dios. Pero lo que realmente quieren tener es una vista de su futuro. Entonces, ¿es este ministro un profeta o un adivino cristiano?
No iglesias pequeñas
Un pastor me retransmitió una palabra que recibió su hijo de parte de un muy conocido profeta. El pastor me dijo: «John, si conoces a mi hijo sabrías que esa fue de las peores palabras que le podían haber dado. Alimentó una debilidad en él, ya que mi hijo, a veces, llega al extremo de ser muy confiado.»
El pastor compartió, entonces, cómo el profeta le dijo a su hijo que Dios lo había llamado al ministerio a tiempo completo. Continuó acerca de cuán grande y poderoso sería su ministerio. Entonces dijo: «Nunca tendrás que pastorear alguna pequeña iglesia de cincuenta miembros...»
¡Qué angustia! Muchas «pequeñas iglesias de cincuenta miembros» son preciosas para Dios, y están en obediencia a Él. Hay algunas iglesias de 5000 miembros que se han desviado del corazón y de los caminos de Dios mucho más que varios «pequeños» ministerios. Los números son importantes desde el punto de vista humano, pero Dios ve las cosas de manera diferente. Nuevamente, la palabra fue dada como si viniera directamente de la boca de Dios.
Para obedecer la palabra, los padres de este joven gastaron mucho dinero y tiempo en un seminario, y ahora su hijo está siguiendo una carrera en el mercado secular. Este pastor me confesó su presunción de que su hijo nunca fue llamado a dedicarse al ministerio a tiempo completo.
Bebés, bebés, bebés
Un profeta vino a la iglesia de un muy conocido pastor y profetizó ante la congregación entera que el pastor y su esposa iban a tener otro hijo. Esto perturbó al pastor, porque él y su esposa ya tenían varios hijos y habían tomado medidas quirúrgicas para prevenir el embarazo.
A mi esposa le fue profetizado que luego de nuestro tercer bebé, el siguiente sería mujer (aunque ella siempre quiso varones). Cuando quedó encinta un año después, asumió que sería mujer. El día anterior a su ecografía (prueba de ultrasonido) oró y le preguntó al Señor: «¿Es una niña, no es así?» Dios le contestó firmemente: «¡No!» Al día siguiente la ecografía confirmó que era un varón. Aun así, Lisa estaba constantemente acosada por personas que habían escuchado la palabra o que tenían palabras de que el bebé era mujer. La paraban en casi cada reunión y le decían que era una niña. Una mujer llamó con un sueño de que nosotros pensábamos que era un varón, pero que era una niña. Otra llamó diciendo que estaba orando que Dios cambiara el bebé adentro del vientre en niña (lo cual inmediatamente reprendimos y atamos). Lisa les dijo que la ecografía mostraba que era un varón, y ellas respondieron: «Las ecografías se han equivocado antes», a lo que Lisa respondió: «También las profetisas.» Las confrontaciones no pararon hasta el nacimiento de nuestro cuarto hijo, Arden; un precioso varón.
La profecía más trágica que conozco sobre bebés fue la que un ministro le dio a una joven soltera, virgen, y le dijo que el Señor le había mostrado que ella estaba encinta. Esta señorita estaba comprometida y visitando la iglesia de unos amigos. Esto la humilló delante de toda la congregación. Argumentó que era imposible, y él argumentó nuevamente que el Señor le había mostrado que era verdad. Cuando él fue confrontado luego del servicio, se volvió atrás y cambió sus palabras, diciendo que cuando ella se casara tendría una pequeña niña. Ella, actualmente, está casada y han pasado unos pocos años desde entonces. Nunca existió el bebé antes de casarse. En cuanto a la pequeña niña, bien, existe el 50% de probabilidades en cuanto a esto.
Campanas de boda
A una mujer que mi esposa conoce le fue dicho por dos diferentes y muy respetados «profetas» y un pastor que se iba a casar con el hombre con el que había comenzado a salir recientemente. Las profecías hablaban de los bebés que tendrían juntos y de cuánto tiempo pasaría antes que se casaran. Las profecías hablaban de los maravillosos planes de Dios para ellos.
El único problema era que este hombre estaba lleno de codicia, blasfemaba cuando estaba frustrado y era un vividor. No duraba en ningún trabajo, y ella terminó sosteniéndolo económicamente en varias áreas. Todo le decía que terminara con la relación, pero ella no quería ir en contra de la palabra que le había sido dada. Si ella lo dejaba, estaría yendo en contra de una relación ordenada por Dios.
Luego de dos años de pesadilla, finalmente terminó la relación. Ella estaba devastada. Tres años más tarde le pregunté si creía que hubiera sido la voluntad de Dios que se casaran. Su respuesta fue: «Absolutamente, no.» Gracias a Dios que ellos no se casaron.
Adiestrado en Harvard
Un hombre en sus cuarentas, al que mi familia y yo conocemos y amamos, es un dotado artesano y carpintero. Él ama los ministerios de servicio y nos ha ayudado a nosotros como también a muchos otros. Un par de años atrás, un muy conocido profeta le dijo que él sorprendería a los hombres del mundo con su conocimiento y sabiduría en los negocios. Para eso, él respondería que lo había aprendido de sus estudios en Harvard.
Luego de recibir estas palabras, nuestro amigo llamó queriendo saber cómo podría inscribirse en Harvard por correspondencia. Su pedido me afectó, porque yo sabía que él había pasado un tiempo muy difícil para graduarse de la escuela secundaria. Además, tenía un buen empleo en tareas de mantenimiento. Poco después no escuché más nada sobre él. Llamé hace poco a otro ministro y me enteré que está trabajando en dos empleos para cubrir sus necesidades, uno como maletero en un hotel y otro como cajero en una tienda por departamentos. La palabra lo sacó de curso y lo arrojó a la búsqueda de su cumplimiento.
Una palabra restituida
Muchos años atrás, cuando mi esposa y yo viajamos por primera vez, enfrentamos varias desilusiones con una pareja de ministros. Se habían dicho cosas acerca nuestro que no eran verdad, lo cual creó una atmósfera de intensa prueba para nosotros.
Mi esposa asistió a una reunión de un muy conocido ministro profético, quien es considerado como muy exacto. En esa reunión Lisa fue llamada y se le pidió que se parara. El ministro reconoció saber poco acerca de nosotros o por lo que habíamos pasado, y entonces procedió a darle una palabra a mi esposa. La palabra fue de mucho ánimo y nos hizo ver y sentir mejor. Nos identificó dentro del ministerio y luego dijo palabras similares a esto: «El Señor dice: "Ellos han hablado en contra de ustedes en privado, pero yo voy a hacer que se disculpen en público."» Mi esposa estaba llorando. «Dios ha identificado mi herida y mi dolor, y está consolándome en esto», pensó ella. Salió de la reunión haciendo una lista mental de aquellos que le debían una disculpa, y pensando: «Esta bien; ahora conozco a todos los que están en mi contra, pero Dios está de mi lado.»
Cuando ella llegó a casa, puso el casete de su palabra personal, yo lo escuché y entonces dije: «Lisa, esto no viene de parte de Dios. Jesús dijo: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23.34). No dijo: "Padre, haz que se disculpen públicamente." Todo lo que esta palabra está haciendo es desviar el foco hacia nosotros y nuestro dolor pasado. Nosotros hemos perdonado y liberado a esta gente. Yo no estoy buscando ninguna disculpa.» Ella estuvo de acuerdo conmigo.
Hasta hoy, nadie se ha disculpado en forma privada, mucho menos públicamente.
Lo falso aceptado como real
Cientos de miles de esta clase de palabras han sido dadas a la iglesia en los últimos pocos años, y a todos los niveles; personal, local, en iglesias, conferencias y a nivel nacional. He usado ejemplos de palabras proféticas dadas por respetados profetas o ministros por la siguiente razón: para ilustrar cómo esto es tan fácilmente abrazado. Tampoco he elegido las palabras de las que es extremadamente obvio que están equivocadas, sino que traté de pintar un ejemplo de las palabras personales típicas que escuchamos con frecuencia en las iglesias.
Creo que, si usted examina la forma y función de la expresión profética en las referencias escriturales, y las compara con lo que tenemos actualmente, eso lo ayudará a restaurar la pauta correcta para discernir y juzgar la profecía.
Por tanto, tiempo nos hemos acostumbrado a la mentira que ya no tenemos estómago para la verdad. Pronto pensamos que lo anormal es normal. Si los líderes de la iglesia primitiva en el libro de Hechos asistieran a algunas de nuestras conferencias proféticas, sus bocas se quedarían abiertas en completo shock y asombro. Entonces llorarían como Jeremías, con sus corazones rotos por la contaminación del ministerio profético.
¿Qué ha sucedido? ¿Por qué la iglesia no solo ha tolerado sino también abrazado la perversión de este ministerio?
Necesitamos la profecía en la iglesia y somos fuertemente advertidos a no menospreciarla. Menospreciar algo es condenarlo u odiarlo. Hemos estado tan temerosos de menospreciar la profecía que hemos sido negligentes en juzgarla. Es importante que aprendamos a reconocer o discernir lo verdadero de lo falso.
No podemos aceptar lo falso como verdadero, solo porque tenemos miedo de rechazar la verdad como falsa; debemos aprender a separar lo bueno de lo malo. Tampoco es correcto ser tan cautelosos y críticos que rechazamos la verdad. Pablo dice que debemos analizar y probar todas las cosas hasta que aprendamos a reconocer lo que viene de Dios. Debemos hacer brillar la luz de la Palabra de Dios mientras examinamos la profecía en su contexto.