Odabo
Ifa Bí
Awo Ni Orunmila Ofun Yemilo
On 26 ago, 18:07, david Ramos <lianda...@hotmail.com> wrote:
> Hola Omo elegua
> Ashe para todos los del foro y si no les molesta si alguien me puede decir el nombre del Elegua de Dos Cara.
> Bedicion a mis mayores y menores que la bendicion de Yemaya los alcance.Omioka.> From: alen.cor...@gmail.com> To: cubay...@googlegroups.com> Subject: Venganzas y castigos de los Orishas> Date: Fri, 15 Jun 2007 03:59:38 +0000> > > VENGANZAS Y CASTIGOS DE LOS ORISHAS-> LYDIA CABRERA> > Los santos, airados, no solamente envían las enfermedades sino todo> género de calamidades. Del caso de Papá Colás conocido en la Habana a> fines del siglo pasado, se acordarán los viejos. Era "omó Obatalá".> Tenía la incalificable costumbre de enojarse y conducirse soezmente> con su Santo, de insultarle cuando no tenía dinero. Conozco la> historia por varios conductos: sabido es que Obatalá, el dios puro por> excelencia -es el Inmaculado, el dios de la blancura, el dueño de todo> lo que es blanco o participa esencialmente de lo blanco-, exige un> trato delicadísimo. La piedra que habita Obatalá no puede sufrir> inclemencias de sol, de aire, de sereno. A Obatalá es menester tenerle> siempre envuelto en algodón -Oú- cubrirlo con un género de una> blancura impecable. En sus accesos de rabia, Papá Colás asía a> Obatalá, lo liaba en un trapo sucio o negro, y para mayor sacrilegio,> lo relegaba al retrete. Obatalá es el Misericordioso; es el gran> Orisha omnipotente que dice "yo siempre perdono a mis hijos"; pero a> la larga se hartó de un trato tan canallesco e injustificable. Un día> que a Papá Colás le bajó el Santo, este le dejó dicho que en> penitencia por su irreverencia se diera por preso, permaneciendo en su> cuarto durante diez y seis días junto a los orishas. Papá Colás se> encogió de hombros, y muy lejos de obedecer la voluntad del dios,> soltando un rosario de atrocidades, se marchó a la calle sin ponerse> un distintivo de Obatalá, sin llevar siquiera una cinta blanca de> hiladillo.> "Yo que conocí a sus hermanas, doy fe que todo eso es verdad; las> pobres siempre tenían el corazón temblando en la boca, comentando su> mala conducta y esperando que el Santo lo revolcara. Colás se portaba> con los Santos como un mogrolón (sic) y ellas decían: El Angel lo va a> tumbar". Y así fue. Dormía Papá Colás frente a la ventana de su> habitación, que daba a la calle, y sin saberse poqué, al pasar el> carretón de la basura, el negro, como un loco (recuérdese que Obatalá,> "el amo de las cabezas", castiga con la cabeza y arrebata el juicio)> armándose de la tranca de la puerta mató al carretonero. Así diez y> seis días de retiro se convirtieron en diez y seis años de presidio> para el desobediente. Un contemporáneo de este santero, tan conocido> por sus blasfemias y rebeldías como por su clarividencia -dicen que> para adivinar no tenía necesidad de consultar sus caracoles, "tan> fuerte era su vista"- nos cuenta que los jueces iban a condenarlo a> pena de muerte (garrote); que hubo junta de babalawos y que Orula,> Oshún y Obatalá se negaban a acceder a los ruegos de los demás Santos> que pedían su gracia. Obatalá, después de largas súplicas, solo> perdonó y consintió en salvarle la vida "cuando los blancos pensaron> en sentenciarlo con pena de orí (cabeza), y Obatalá, por tratarse de> la cabeza de un hijo suyo, conmutó la pena". Este Papá Colás, que ha> dejado tantos recuerdos entre los viejos, era famoso invertido y> sorprendiendo la candidez de un cura, casó disfrazado de mujer, con> otro invertido, motivando el escándalo que puede presumirse.> Desde muy atrás se registra el pecado nefando como algo muy frecuente> en la Regla lucumí. Sin embargo, muchos babalochas, omó-Changó,> murieron castigados por un orisha tan varonil y mujeriego como Changó,> que repudia este vicio. Actualmente la proporción de pederastas en> Ocha (no así en las sectas que se reclaman de congos, en las que se> les desprecia profundamente y de las que se les expulsa) parece ser> tan numerosa que es motivo continuo de indignación para los viejos> santeros y devotos. "¡A cada paso se tropieza uno un partido con su> merengueteo!"> "En esto de los Addodis hay misterio", dice Sandoval, "porque Yemayá> tuvo que ver con uno... Se enamoró y vivió con uno de ellos. Fué en un> país, Laddó, donde todos los habitantes eran así, maricas, mitad> hombres, que dicen nafroditos (sic) y Yemayá los protegía". "Oddo es> tierra de Yemayá. ¡Cuántos hijos de Yemayá son maricas!" (y de Oshún).> Sin embargo, los Santos Hombres, Changó, Oggún, Elegguá, Ochosi,> Orula, y no digamos Obatalá, no ven con buenos ojos a los pederastas.> No hace muchos años, Tiyo asistió a la escena que costó la vida a un> afeminado que llamaban por mofa María Luisa, y que era hijo de Changó> Terddún. "La pena era que aquel desgraciado le bajaba un Changó> magnífico. Cuando para sacar a cualquiera de un aprieto lo mandaba a> que se jugase el dinero de la comida o del alquiler del cuarto al> número que le decía, nunca lo engañaba. Ese número que daba Changó> Terddún salía seguro. ¡Ah! Pero Changó no lo quería amujerado, y ya> había declarado en público que su hijo lo tenía muy avergonzado. Fué> en una fiesta de la Virgen de la Regla, María Luisa estaba allí y> todos nosotros bromeando con él, ridiculizándolo. En eso, cuando a> María Luisa le estaba subiendo el Santo, llegó otro negrito, un cojo,> Biyikén, y le dio un pellizco en salva sea la parte. Ahí Changó mismo> se viró como un toro furioso y gritó: ¡Ya está bueno! Mandó a traer> una palangana grande con un poco de agua y nos ordenó que todos> escupiésemos dentro y que el que no escupiese recibiría el mismo> castigo que le iba a dar a su hijo. María Luisa estaba sano. Era> bonito el negrito, y simpático... ¡Una lástima! Cuando se llenó de> escupitajos la palangana, se le vació en la cabeza. Al otro día, María> Luisa amaneció con fiebre. A los diez y seis días, lo llevamos al> cementerio. Changó Terddún lo dejó como un higuito".> No menos extraña y ejemplar la historia de los Santeros R. y Ch... Ch.> Con un mantón amarillo de seda enredado a la cintura era la Caridad> del Cobre, Oshún panchággara, en persona.> En Gervasio, en el solar de los Catalanes, celebró una gran fiesta en> honor de Oshún. Era espléndida la "plaza" que le hizo a la diosa> (plaza se llama a las ofrendas de frutas, que después de exponerlas un> rato ante las soperas del Orisha, se reparten entre los devotos y> asistentes a la fiesta). "Todo lo que se daba allí era por canastas",> me cuenta un testigo, "las naranjas, los cocos, los canisteles, las> ciruelas, los mangos, los plátanos manzanos, las frutas bombas, todas> las frutas predilectas de Oshún, los huevos, además de los platos de> bollos, palanquetas, panetelas borrachas, miel, natillas, harina dulce> con leche y mantequilla, pasas, almendras y azúcar blanca espolvoreada> con canela, y rositas de maíz... Ch. Había gastado en grande para su> Santa. La casa estaba llena de bote en bote. A las doce, cae Ch. con> Oshún. R. que está en la puerta borracho, dice: a mí también ahora> mismo me va a dar Santo, y lo fingió. Entra al cuarto, va a la canasta> de los bollos, y se pone a comer bollos con miel. Viene Ch. con Oshún> a saludarlo y éste le manda un galletazo. Lo agarran, y le pega una> patada. Le gritamos ¡R. tírate al suelo! ¡Pídele perdón a Mamá!> -¡Bah! ese es un maricón...> -No es Ch. ¡Es nuestra Mamá!> Oshún no se movió. Abrió el mantón, un mantón muy bueno que le habían> regalado a Ch. los ahijados, y se rió. Levantó la mano derecha y> apuntando para R. tocándose el pecho dijo:> -Cinco irolé para mi hijo, y cinco irolé para mi otro hijo.> Y ahí mismo se fué.> Ch. amaneció con cuarenta grados de fiebre y el vientre inflamado. R.> amaneció con cuarenta grados de fiebre y el vientre inflamado... Cinco> días después murieron a la misma hora, el mismo día. No valió que los> ahijados trajeran un pavo real y cincuenta y cinco gallinas amarillas> y todo lo que hacía falta para hacerle ebbó. Cinco días después,> asistiendo yo al entierro de Ch., pasaba al mismo tiempo la puerta del> cementerio el entierro de R. Las tumbas están cerca. La madre de Ch.,> que también era hija de Oshún, y veinticuatro personas más que eran> hijos e hijas de Oshún, en uno y otro cortejo se subieron y usted las> veía reirse y reirse, sin hablar... Hasta que echaron la última> paletada de tierra, las Oshún al lado de la fosa, no dejaron de reir,> pero no a carcajadas como se ríe la Santa, sino con una risa fría y> burlona que helaba la sangre, en un silencio en que no se oía más que> la pala y el puñado de tierra cayendo en el hoyo".> Abundan también las lesbias en Ocha (alacuattá) que antaño tenían por> patrón a Inle, el médico, Kukufago, San Rafael, "Santo muy fuerte y> misterioso" y a cuya fiesta tradicional en la loma del Angel, en los> días de la colonia, al decir de los viejos, todas acudían. Invertidos,> -Addóddis, Obini-Toyo, Obini-Naña o Erán Kibá, Wassicúndi o Diánkune,> como les llaman los Abakuás o Ñañigos- y Alácuattas u Oremi se daban> cita en el barrio del Angel el 24 de octubre. Los balcones de las> casas se quemaba un pez de paja relleno de pólvora y con cohetes en la> cola; la procesión y los fuegos artificiales resultaban espléndidos.> Allí estaba en el año 1887, "su capataza la Zumbáo", que vivía en la> misma loma. Armaba una mesa en la calle y vendía las famosas tortillas> de San Rafael. (Las del negro Papá Upa, su contemporáneo, fueron> también muy célebres, y aun las recuerdan algún viejo glotón).> De la Zumbáo, santera de Inle, me han hablado en efecto, varios> viejos. Era costurera con buena clientela, muy presumida y rumbosa.> Otros me hablan de una supuesta sociedad religiosa de Alacuattás. Lo> curioso es que Inle es un Santo tan casto y exigente, en lo que se> refiere a la moral de sus hijos y devotos, como Yewá. Es tan poco> mentado como ésta, como Abokú (Santiago Apóstol) y Naná, pues se le> teme y nadie se arriesga a servir a divinidades tan severas e> imperiosas. Ya en los últimos años del siglo pasado, en la Habana,> "Inle casi no visitaba las cabezas". Una sesentona me cuenta que una> vez fue al Palenque y bajó Inle. Todos los Santos le rindieron> pleitesía y todas las viejas y viejos de nación que estaban presentes> "se echaron a llorar de emoción". -"Desde entonces", me dice, "no he> vuelto a ver a Inle en cabeza de nadie" y tampoco recuerda más nada de> aquella inolvidable visita al Palenque que honró la bajada de San> Rafael, pues tarde, cuando había terminado la fiesta, se halló en el> fondo de la casa, en una habitación, atontada y con la ropa todavía> empapada de agua. Deduce que "le dio el Santo", Inle, y como es> costumbre cuando el Santo se manifiesta presentarle una jícara llena> de agua para que beba y espurrée abundantemente a los fieles, su traje> húmedo y su "sirímba", (atontamiento) serían prueba de haberla poseído> el Orisha.> A Inle se le tiene en Santa Clara por San Juan Bautista, (24 de junio)> que aquí es el día de Oggún, y no por San Rafael, (24 de octubre). Es> un adolescente, casi un niño; se le ofrecen juguetes, y es tan> travieso que lo emborrachan la noche del veinte y tres para que pase> durmiendo el día siguiente y no haga de las suyas. Amanece fresco el> veinte y cinco. Era el Santo del famoso villareño Blas Casanova, que> en él se manifestaba muy sereno y "leía el alma de todos".> Yewá, "nuestra Señora de los Desamparados", virgen, prohibe a sus> hijas todo comercio sexual; de ahí que sus servidoras sean siempre> viejas, vírgenes o ya estériles, e Inle, "tan severo", tan poderoso y> delicado como Yewá, acaso exigía lo mismo de sus santeras, las cuales> se abstenían de mantener relaciones sexuales con los hombres.> No menos conocido que el caso de Papá Colás entre la vieja santería,> es el de P.S., hijo de una de las más consideradas y solicitadas> iyalochas habaneras, de O.O., quien en un momento de expansión, me lo> refiere como ejemplo de la inflexibilidad y del proceder de un dios> agraviado.> "P. era, como yo, hijo de Changó; y como tal era tamborero aunque de> afición. Si cogía un cajón para tocar, el cajón se volvía un tambor.> Cantaba que hacía bajar del cielo a todos los Santos. Pero mi hijo P.> se puso en falta con Changó y se perdió. En una fiesta le dijo así al> mismo Santo, en mi propia casa: si es verdad que usté es Santa Bárbara> y dice que hace y que torna, y que a mí me va a matar ¡máteme> enseguida! A ver, ¡que me parta un rayo ahora mismo! y déjese de más> historias. Santa Bárbara no le contestó. Se echó a reír. Yo me quedé> fría, y abochornada del atrevimiento del muchacho. Pasaron los años.> El siguió trabajando y divirtiéndose. En los toques que yo daba en mi> casa, Santa Bárbara recogía dinero y se lo daba . Bueno, con eso P.> creyó que a Changó se le había olvidado aquel incidente. Otra falta> que cometió fue la de sonar a varias mujeres de Changó: ¡digo, con lo> celoso que es él! Ponga otras cositas que hizo, unidas a la zoquetería> que tuvo con el propio Santo y arresultó que al cabo del tiempo, y> cuando menos se lo pensaba, Santa Bárbara saltó con que se las iba a> cobrar entonces todas juntas, y caro. Por que eso tienen los Santos,> esperan para vengarse, dan cordel y cordel, y arrancan cuando más> desprevenido está el que tiró la piedra. Primero Changó me lo puso> como bobo. Después loco. Un día se fué desnudo a la calle y volvió> tinto en sangre. Estuvo amarrado. Pedía perdón y Santa Bárbara lo que> contestaba siempre era: que sepa que yo los tengo más grandes que él,> que yo no he olvidado, aunque cuando me insultó me reía. Y yo su> madre, con ser yalocha, sin poder salvarlo. Tiraba los caracoles para> hacerle algo a mi hijo (ebbó) y Changó me contestaba que yo no podía> más que él, que me dejase de parejerías. Oigame, no logré hacerle ni> una limpieza a mi hijo. ¡Nada, con mi santería! Y a padecer como> madre. Al fin murió que no era ni su sombra. Un esqueleto. Cuando se> lo llevaron, lo que pesaba era la caja".> O.O. deja en silencio otro pecado imperdonable que cometió su> sacrílego hijo. Es una llegada suya quien me cuenta que lo que más> entristeció a O.O. -y "desde entonces ella empezó a declinar, eso> acabó con ella"- fue lo que hizo con su piedra de Oshún. "O.O. tenía> una piedra africana que era de su madrina lucumisa; su madrina la> trajo cuando vino a Cuba, y se la había dejado a ella. La piedra> creció. Se puso enorme. Parecía por la forma, un melón. Dos hombres no> podían moverla. Esa Caridad tenía un metro de ancho. Como que no había> sopera para ella. O.O. la tenía en una batea. En una mudada, P. se la> botó. Sí señora... Dicen muchos que la echó al río, pero no se sabe de> fijo adonde fué a parar la Caridad del Cobre".> No siempre los Santos, sin embargo, castigan con justicia. Si en el> caso de Papá Colás se comprende que Obatalá aplicara a su hijo un> correctivo más que merecido, en el de Luis S. el rigor de Changó> parece tan excesivo como gratuito. Contra el capricho despiadado de> los dioses, contra la antipatía divina que se ensaña en algún mortal,> "por que sí", no puede lucharse.> Se ataja a tiempo el mal que desencadena el mayombero judío, este tipo> que aún inspira al pueblo un terror en el que hallaremos tan fuertes,> tan rancias reminiscencias africanas: todo se estrella, en cambio> contra la mala voluntad irreductible del Santo que "emperra", "se> vuelve de espaldas" y niega su protección o su perdón al hombre> infortunado, sin más pecado que el de haber incurrido en su desagrado,> "en caerle pesado". Si bien es cierto que el favor de los Orishas se> compra, pues son estos muy interesados, glotones y susceptibles al> halago, cuando el Orisha se enterca y se hace el sordo, no acepta> transacción alguna. Y aquí, si el adivino y conjurador, dueño de los> medios de que se vale -coco, diloggún, okpelé, vititi mensu o andilé-> para revelar al hombre el misterio del presente o la incógnita del> futuro, es honrado no insistirá en rogativas que arruinen al> sentenciado sin apelación con gastos que implican serios sacrificios y> de los que sólo él se beneficiará mterialmente.> "Cuando el Santo se vira y quiere perder a uno, ¿qué se va a hacer?"> Absolutamente nada. La enfermedad entonces lo saben el babalawo y el> gangángáme, no tiene remedio; ya no existe para este individuo la> posibilidad de "un cambio de vida" o de cabeza, esta operación mágica,> universal y milenaria que consiste en hacer pasar la enfermedad de una> persona a un animal, a un muñeco, al que se tratará de darle el mayor> parecido con el enfermo, o a otra persona sana, por lo que muchos se> guardan de estar en contacto directo y aún de visitar santeros e> iyalochas enfermos de gravedad, "no sea que cambien vida", pues el> espíritu más fuerte puede apoderarse de la vitalidad del más debil,> robarle la vida y recuperar la salud. ("Por eso vé Vd. que un santero> viejo, ya moribundo revive, y en cambio se muere el joven que está a> su lado").> Tampoco le salvaría la gracia que un orisha infundiera a una yerba. No> valen rogaciones ni ebbó, sacrificios de aves y cuadrúpedos, tan> eficaces que estipulan de antemano los Santos, especificando su> naturaleza en cada caso, mediante los caracoles o el Ifá.> Luis S., al revés que Papá Colás, no era santero. En un toque de> tambor Changó le pidió "agguddé" -plátano-, y Luis no lo entendió o se> hizo el distraido. Es verdad que no creía mucho en los Santos; detalle> de la mayor importancia. Un domingo que iba de compras al mercado> alguien se le acercó y le habló en lengua. En aquel instante perdió el> conocimiento y sin recobrarlo lo llevaron a su habitación en el solar.> No volvió en sí hasta transcurridas cinco horas. Estando aún> inconsciente en la cama, su mujer "cae" con Changó, éste la conduce a> casa de su madrina, y allí el Santo refiere lo ocurrido.> -"Alafi (Changó) ¿pero qué has hecho?" le preguntan. "Etie mi> cosinca", (No he hecho nada) responde el Santo maliciosamente dándose> en la rodilla y encogiéndose de hombros.> La madrina le retiró el Santo a la mujer de Luis. No se perdió tiempo;> se hicieron rogaciones para desagraviar a Changó. Advertido por la> madrina de su mujer, Luis le sacrificó un hermoso carnero. Pero> Changó... "de tan rencoroso, de tan caprichoso que es", no quedó> satisfecho. El hombre empeoró y su mujer no podía dejarlo solo pues> inmediatamente Alafi lo lanzaba al suelo y quedaba atontado, privado> de movimiento por mucho rato. Explicaba torpemente al volver en sí,> que un negro lo elevaba y lo dejaba caer. "Por la tirria de Santa> Bárbara, que se empeñó en acabar con él", Luis S. al fin murió de un> síncope.> > > _________________________________________________________________
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Echu Beddún Belá: Advocacion de Eleggua, tiene dos caras, una blanca y
la otra negra, como el dia y la noche.
saludos,
Omo Eleggua
El 26/08/07, david Ramos <lian...@hotmail.com> escribió:
saludos,
Omo Eleggua
El 27/08/07, alen cortes <alen....@gmail.com> escribió: