Tener una alimentación equilibrada, hacer ejercicio regular en la naturaleza, y disfrutar de un sueño reparador son las claves para alimentar el bienestar de tu cerebro
¿Sabías que estás perfectamente diseñado para ser feliz? Tu cerebro dispone de un sofisticado abanico de recursos naturales para generar felicidad. Te contamos las 4 moléculas determinantes para tu bienestar y cómo potenciarlas naturalmente.
Endorfinas
Son pequeñas cadenas de aminoácidos que se conocen como“opiáceos naturales” ESTO ES ANALGESICOS , y tienen un papel muy importante tanto en la salud como en la felicidad. Promueven la calma, mejoran el humor, aumentan el sistema inmunológico, contrarrestan la ansiedad, equilibran la presión sanguínea, retrasan el envejecimiento, nos hacen sentir capaces de todo lo que nos propongamos... ¡Y son hasta 20 veces más eficaces para aliviar el dolor que los analgésicos artificiales! Hay hasta 20 tipos diferentes y se suelen almacenar en el hipotálamo.
Cómo potenciarlas: Escuchando música, caminando, bailando, practicando yoga, riendo, con un orgasmo...
Dopamina
Es la molécula encargada de la satisfacción y el placer. Nos permite sentir curiosidad , motivación y confianza en nosotros mismos. También llamada la molécula de la adicción, porque nos estimula a buscar actividades agradables y placenteras. Incluso hay quien la llama la molécula del amor, puesto que al comienzo de una relación, el aumento en los niveles de esta molécula genera altas dosis de energía y de euforia. Esta molécula también está relacionada con la coordinación muscular, la capacidad de atención, la memoria, la creatividad y los procesos de aprendizaje, así como con los apegos, las adicciones y algunas patologías mentales.
Cómo potenciarla: Con la comida, el sexo y, en general, todas las cosas que nos generen placer.
Oxitocina o occitocina
Es la molécula de los vínculos o del amor. Se conoce especialmente como la hormona del parto y la lactancia, y por su función de reforzar los lazos entre las madres y sus bebés. Está involucrada en todas las relaciones humanas y también los hombres la segregan. Facilita la construcción de relaciones estables, aunque también interviene en las relaciones sociales. Nos ayuda a sentir menos miedo ante determinadas situaciones, a liberarnos de la ansiedad, aumentar la confianza y mejorar la empatía.
Cómo potenciarla: Se produce de forma natural cuando hablamos con amigos o personas que nos quieren, cuando nos acarician o cuando miramos a un bebé.
Serotonina
Es la molécula del humor, del bienestar. Niveles bajos de serotonina se asocian a estados depresivos, de ansiedad, migrañas, insomnio e, incluso, agresividad. Se encarga de regular el apetito mediante la saciedad, equilibrar el impulso sexual y otras funciones relacionadas con el movimiento y el aprendizaje. Cuando está equilibrada, produce una sensación de bienestar, relajación, autoestima y enfoque.
Cómo potenciarla: Haciendo ejercicio en la naturaleza, practicando técnicas de relajación y meditación, y emprendiendo nuevos proyectos. Nuestro cuerpo no produce triptófano, un aminoácido precursor de la serotonina, por lo que hay que procurar obtenerlo a través de la dieta. Lo encontrarás en el plátano, la piña, el aguacate, las ciruelas, el cacao...
AUDIO DE 28 MTOSTERAPIAS ALTERNATIVAS : Minuto 17:20 resumen 5 estrategias:
HTTP://CARACOL.COM.CO/PROGRAMA/2016/11/29/SANAMENTE/1480454616_947190.HTML?AUTOPLAY=1 AUDIO MINUTO 6.46 VACÍOS AFECTIVOS: PRINCIPALES RESPONSABLES DE LAS ADICCIONES EMPEZAMOS POR EL CAMINO DEL GOZO, LA ALEGRÍA Y EL BIENESTAR, DESPUÉS ENTRAMOS AL CAMINO DEL VACÍO Y DEL SUFRIMIENTO, FINALMENTE NOS ADENTRAMOS A UN CAMINO MÁS AGRESIVO, LA DESTRUCCIÓN SOCIAL, FAMILIAR, LABORAL Y LA AUTODESTRUCCIÓN TOTAL.
La importancia de compartir la felicidad
Christopher André
Nuestra naturaleza nos empuja al altruismo, y lo demuestra el hecho de que cuanto más ayudamos a los otros, mejor nos sentimos. El altruismo y el bienestar se retroalimentan hasta tal punto que es la cooperación y no la competición lo que nos ha hecho evolucionar como especie. Actuar sin esperar nada a cambio y ser conscientes de los gestos de los demás nos hará a todos más felices.
Ser altruista significa ser sensible a las necesidades de los demás y ayudar al prójimo sin que forzosamente se nos haya pedido y sin esperar reconocimiento o una contrapartida. Ciertos pesimistas suelen ver la cara negativa: ayudo a los demás porque espero a cambio bienestar y placer e, incluso, una “recompensa” de parte de la persona a quien he ayudado (que me corresponderá algún día, o eso confío) o de la sociedad (que me admirará). Esto existe, sin duda, pero no tan a menudo. Y quizá se confunden las motivaciones y las consecuencias: que el altruismo provoque admiración y reconocimiento es una evidencia, pero no solo existe por eso.¿Por qué es fundamental compartir la felicidad con los demás?La supervivencia y el éxito de la humanidad se deben a que somos una especie social, capaz de comportamientos de colaboración y ayuda mutua. Los trabajos evolucionistas contemporáneos confirman que son las capacidades de cooperación y altruismo, mucho más que la tendencia a competir, las responsables del éxito de las especies animales, entre ellas la nuestra. El altruismo interviene también en la supervivencia del planeta: sin la preocupación por las generaciones futuras podríamos perfectamente devastar nuestro entorno natural. En definitiva, no estamos hablando de un concepto acaramelado de la psicología positiva que nos sirve para endulzar nuestra cotidianidad. Nuestra capacidad para el altruismo está profundamente enraizada en el cerebro: una infinidad de investigaciones han demostrado con claridad que estamos programados natural y genéticamente para el altruismo y somos alérgicos al sufrimiento de los demás y a la injusticia. Por esta razón, la naturaleza y la evolución han establecido mecanismos para reforzar esta tendencia y, sobre todo, un vínculo estrecho y de doble sentido entre el altruismo y el bienestar: cuanto más ayudamos al prójimo, más felices nos sentimos; y cuanto más felices somos, más tendencia tenemos a ayudar al prójimo.
Altruismo en los genes
Trabajos ya antiguos muestran que el simple hecho de ser invitado a un trozo de pastel o de encontrar una moneda nos incita a ayudar más a las personas con las que nos cruzamos a continuación. Un estudio reciente ha explorado incluso los comportamientos de ayuda y las donaciones: tras haber evaluado el bienestar emocional de 805 personas, los investigadores les daban una pequeña suma (ocho euros) en compensación por el tiempo invertido respondiendo a los cuestionarios. Les explicaban que podían quedarse con el dinero o bien depositar una parte en una caja a la salida, y que la cantidad final se daría a una asociación humanitaria. Los resultados mostraron una correlación neta entre el bienestar y la importancia de las donaciones realizadas.
Así pues, la mayoría de las personas tiene una profunda tendencia a compartir y distribuir la felicidad. ¿Mediante qué mecanismos? Son múltiples: el placer de los agradecimientos (personalmente, me gusta detenerme para dejar pasar a los peatones en los pasos sin semáforo: así suelo tener derecho a sonrisas o a pequeños gestos de agradecimiento), la satisfacción de haber complacido y, sin duda, un sentimiento más profundo, la impresión de haber sembrado una pequeña semilla, de haber motivado quizá a la otra persona para que ella misma sea un poco más amable y altruista.
Un desafío urgente: ¿cómo desprendernos del materialismo occidental?
Es importante reflexionar sobre cómo favorecer estas conductas en este periodo de crisis, materialismo e individualismo galopante. Si el altruismo no adquiere, poco a poco, un lugar destacado en nuestras mentes y en nuestras sociedades, el género humano podría sufrir numerosas desgracias, como señaló Martin Luther King en su último discurso: “Debemos aprender a vivir juntos como hermanos; de lo contrario, moriremos todos juntos como idiotas”.
¡No seamos idiotas: seamos altruistas! Eso nos hará más felices.
6 consejos prácticos para ser más altruista
Ser más altruista no solo implica compartir la felicidad. Implica conocer a los demás en profundidad, prestarles el tiempo y el espacio suficientes para que se sientan cómodos en nuestra compañía. Pero, ¿qué consejos prácticos hay para fomentar esta sintonía?
1. Fíjate en las pequeñas cosas
No sirve de nada querer lanzarse a un altruismo excepcional y de sacrificio: deja esto para los santos y conténtate con un altruismo cotidiano y ordinario, hecho de pequeños gestos simples, ¡y eso ya será perfecto!
2. Sonríe a la vida
Estar de buen humor incita al altruismo. Con la mayor frecuencia posible, sonríe y mira todo lo que ocurre a tu alrededor.
3. Habla con tus actos
El altruismo descansa en el afecto hacia los demás, en un deseo sincero y feliz de ayudar al prójimo: siéntete contento de echar una mano. Los individuos siniestros dan lecciones de moral, los felices las ponen en práctica sin demasiados discursos.
4. Piensa en lo que has recibido
Reflexiona habitualmente, antes de dormir por ejemplo, sobre las cosas que otras personas han hecho durante ese día por ti y que te han complacido: recordar esas pequeñas atenciones te inspirará una gratitud que alimentará tu propio altruismo.
5. Haz de ello una decisión personal
No esperes a que te pidan ayuda para ayudar; no esperes a que te lo agradezcan para continuar ayudando. Comienza por prestar oído y atención; después, ya verás si puedes hacer más o no.
6. Dale todo el valor que tiene
Recuerda su triple “utilidad”: es benéfico para la persona a la que ayudas, para ti y para el mundo (¡cada pequeño gesto de altruismo hace el mundo mejor y más habitable!).
Las endorfinas son unas sustancias (Péptidos opioides endógenos) que produce nuestro cuerpo, de forma natural, para conseguir atenuar el dolor y/o producir una sensación de bienestar. Es por eso que las endorfinas son conocidas también como hormonas de la felicidad.