- Willkas- Horacio

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Percy Evenzaphir Piazzini Nuñez

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Jul 31, 2015, 8:19:56 PM7/31/15
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Horacio

Quintus Horatius Flaccus.
Retrato imaginario de Horacio
Nombre de nacimiento Quinto Horacio Flaco
Nacimiento 8 de diciembre de 65 a. C.
Venusia, hoy Venosa, Basilicata
Fallecimiento 27 de noviembre de 8 a. C.
Roma
Nacionalidad Antigua Roma
Ocupación Poesía
Quinto Horacio Flaco (en latín Quintus Horatius Flaccus) (Venusia, hoy Venosa, Basilicata, 8 de diciembre de 65 a. C. – Roma, 27 de noviembre de 8 a. C.), fue el principal poeta lírico y satírico en lengua latina.

Fue un poeta reflexivo, que expresa aquello que desea con una perfección casi absoluta. Los principales temas que trata en su poesía son el elogio de una vida retirada («beatus ille») y la invitación de gozar de la juventud («carpe diem»), temas retomados posteriormente por poetas españoles como Garcilaso de la Vega y Fray Luis de León. Escribió, además, epístolas (cartas), la últimas de las cuales, dirigida «A los Pisones», es conocida como Arte poética.

Índice
Era hijo de un esclavo liberto, si bien nació cuando su padre ya gozaba de la libertad. Su padre, aunque pobre, invirtió mucho dinero en la educación de su hijo, acompañándolo a Roma donde inició sus estudios de Gramática con Orbilio y, probablemente, los de retórica con Heliodoro. A los 20 años de edad se trasladó a Atenas para estudiar griego y Filosofía en la Academia con Teomnesto, donde tomó contacto por primera vez con el epicureísmo. Horacio siempre reconoció los cuidados y el gran sacrificio que su padre hizo por él, siendo la relación con su progenitor uno de los más bellos episodios de amor filial que sobreviven del periodo clásico.

Tras el asesinato de Julio César, se unió al partido republicano, formando parte del ejército que Marco Junio Bruto preparaba en Grecia para oponerse a los triunviros Octavio y Marco Antonio, siendo nombrado tribuno militar. El ejército republicano fue derrotado en la doble batalla de Filipos (42 a. C.), en la cual, dadas sus escasas aptitudes militares, hubo de escapar para salvar así su vida. Cuando Octavio decretó una amnistía a favor de aquellos que habían luchado en su contra, Horacio decidió volver a Roma, conociendo entonces la noticia de la muerte de su padre y la confiscación de sus propiedades. Sumido en la pobreza, consiguió no obstante trabajo como escribano de cuestor, un puesto que le permitió practicar su arte poético.

Con el tiempo, Horacio fue ganando el respeto y la admiración de los círculos literarios romanos, al que pertenecían Virgilio y Lucio Vario Rufo, quienes le presentaron a Cayo Mecenas (38 a. C.), amigo y consejero de César Augusto. El emperador le brindó su protección, llegándole a ofrecer un puesto como secretario personal, si bien Horacio declinó la oferta debido a sus principios epicúreos. Mecenas llegó a convertirse en su protector y amigo personal, y obsequió a Horacio con una finca en Tiber, en las montañas Sabinas (33 a. C.), donde el poeta se retiró a redactar sus obras. Su amistad fue tal que incluso fueron enterrados el uno junto al otro.

Obra
Su obra poética no se redujo al subgénero de la lírica, sino que también tocó otros aspectos del conocimiento. Los críticos proponen dos periodos de su producción.

Un primer período en el que compuso las Sátiras, poesía crítica con abundantes elementos autobiográficos que persigue un fin moral y los Epodos, composiciones de carácter lírico en las que tampoco está ausente la crítica social. El epodo es una composición de origen griego destinada al insulto y al improperio. Alguno de los epodos de Horacio conservan este carácter, pero otros son de carácter eminentemente lírico. Destaca aquel cuyo comienzo, Beatus ille, ha dado nombre a un tema literario, la alabanza de la vida en el campo.

En el segundo periodo escribiría las Odas y las Epístolas. Las odas son composiciones de carácter lírico que constituyen la obra cumbre de la lírica latina. Son cuatro libros con un total de 104 odas. En ellos se jacta de haber sido el primero en trasplantar al latín la lírica eolia en su conjunto, imitando los temas y los metros líricos griegos, sobre todo de Alceo, Safo y Anacreonte. Horacio tiene conciencia de que sus odas son lo mejor de su obra y afirma que serán más duraderas que el bronce.

En las Odas el componente fundamental es el lírico. Podemos agrupar las odas en varios grupos temáticos: alabanza de Augusto, elogio de la amistad, tema filosófico y moral, el amor, y finalmente el campo y la naturaleza. Expone el poeta su filosofía de la vida: hay que saber hacer uso de las riquezas y ser generoso; no hay que dejarse abatir por la adversidad y debe uno gozar de los bienes presentes, que son precarios; lo mejor para ser feliz es la «áurea medianía» («aurea mediocritas»). Hay una invitación a gozar del momento presente, ya que el día de mañana es incierto: «carpe diem». Este tema tendrá gran fortuna en la literatura universal.

Las Epístolas son la poesía de la reflexión moral y filosófica. Entre éstas últimas destaca Epistula ad Pisones, más conocida como Arte poética, en la que sienta principios de preceptiva literaria que han tenido durante siglos pervivencia en nuestra cultura.

Influencia

Estatua de Horacio en Venosa.
Los temas y tópicos creados por Horacio gozarán de un respaldo universal a lo largo de la literatura posterior a su fallecimiento. Esencialmente partiendo desde el Renacimiento es difícil no hallar una sola composición influida por los tópicos o las formas horacianas. Así, destacan poetas como Ronsard, Petrarca o Garcilaso, que se vieron envueltos por la dulzura y las reflexiones horacianas. En España podemos encontrar grandes influencias horacianas en Fray Luis de León, que prácticamente lo parafrasea en algunas de sus poesías, José Cadalso o Leandro Fernández de Moratín; e incluso otros autores que seguirán el camino labrado por el poeta romano. Algunos poetas ingleses se verán también influidos por Horacio, como John Keats o John Milton.

Más adelante, en la Generación del 27, también encontraremos influencias horacianas en poetas como en el vallisoletano Jorge Guillén. Su figura sigue asociada hoy día a los tópicos a los que le asoció la Edad Media, y que ahora pueden considerarse casi más medievales que plenamente romanos: la «aurea mediocritas», el «carpe diem» y el «beatus ille». No obstante, la vitalidad de Horacio, pese a cierto anacronismo en su perspectiva que revela el siglo XXI, sigue activa como uno de los clásicos latinos más extraordinarios, junto a otros como Cicerón, Virgilio, Ovidio y demás artistas inmortales.




Su obra está dividida en cuatro grupos: Odas , Epodos , Sátiras y Epístolas . En ellas ataca directamente a personas concretas, agradece a Mecenas su apoyo, elogia los placeres mundanos y la sencillez, y hace algunas reflexiones de carácter moral. Su estilo es sencillo y equilibrado, algo por lo que será imitado en el Renacimiento. Observador perspicaz, inclinado al escepticismo, crítico y autocrítico, cuidadoso de defender su independencia de pensamiento y de acción y, precisamente por esto, amigo cabal y de toda confianza. Hombre de gustos delicados y de una exigente meticulosidad en lo que respecta a contenidos y formas, no era para nada un poeta decadente, si no más bien un artesano que supera el refinamiento indiscutible de su producción con un barniz suplementario de espontaneidad. Poseía un tacto infalible en todas las situaciones y en todos los ámbitos de la vida: así valora la gran empresa de Augusto y afirma el objetivo de sus
reformas. Después de Virgilio, llega a ser el testigo más significativo del espíritu de la época de Augusto y, junto con aquél, el creador de su estructura poética.

No es fácil establecer una clasificación clara de sus obras, ni cronológicamente ni tampoco por temas. En un mismo momento los temas desarrollados corresponden a situaciones completamente distintas, y las fechas de composición difieren enormemente.

Sus Sátiras abordan cuestiones éticas como el poder destructor de la ambición, la estupidez de los extremismos y la codicia por la riqueza o la posición social.

Aunque los Epodos aparecieron el 30 a.C., se escribieron con anterioridad, ya que reclaman con pasión el fin de la guerra civil, que terminó con la victoria de Octavio sobre Antonio en Actium en el año 31 a.C., y critican mordazmente los abusos sociales.

Odas

Pero solamente Horacio era capaz de recrear, aun en esta época de auge cultural, la primitiva lírica griega, la forma poética más excelsa e inaccesible de la poesía helénica, cuyos maestros, Píndaro y Baquílides, Anacreonte, Alceo y Safo, hacía ya mucho tiempo que no eran en su propio país más que grandes nombres; y es que Horacio era el más “griego” y precisamente por su comprensión de la manera de ser extranjera, al mismo tiempo el más romano de los poetas de Roma.

El éxito que tuvieron las Odas entre el público romano no respondió en absoluto a las esperanzas que el poeta había alimentado. Desilusionado abandona Horacio la “alta” poesía y emprende de nuevo los sermones filosofantes en torno al año 23 a.C., si bien no representan para él la poesía verdadera. Posteriormente, entre los años 17 – 13 a. C. escribe el libro 4º de sus Odas , que nos muestra a Horacio en su madurez.

Uno de los bloques más sólido dentro del corpus lírico es el que se ocupa de divulgar la moral epicúrea como ideal de vida del hombre sabio.

Horacio vio en las Odas la cima de su arte poético. En cambio el lector moderno halla la mayor dificultad en aproximarse a la lírica horaciana.

La amistad, la patria, la descripción de los lugares amenos, todo un sinfín de argumentos y paisajes desfilan ante la vista o el oído del lector. Pero lo que convirtió a Horacio en un poeta clásico no fue el uso de un color poético u otro, fue el modo de combinarlos, de estructurarlos y de darles transparencia. Utiliza recursos como la repetición de sílabas que reproducen el sonido de instrumentos musicales, la casi exacta simetría de sonidos, la mezcla de letras iguales al principio y al final de un verso... La forma conforma un todo absolutamente armónico.

Libro 1º, Oda XX

Donde Horacio se comunica más inmediatamente es en las poesías sobre la amistad, como en algunas odas a Mecenas, por ejemplo la Oda XX del libro 1º. En ella Horacio invita a Mecenas a degustar un vino modesto pero con un importante significado: es del mismo año en que Mecenas se libró de una grave enfermedad. La insistencia en la humildad del convite es un tópico literario que se da en todos los poemas de este tipo. Es una sabia precaución decirle al huésped que la cena a la que se le invita no será lujosa, si no frugal, como el anfitrión. Le dice a Mecenas que vaya a probar un vino modesto que Horacio ha guardado, sabiendo que está acostumbrado a vinos de más categoría que no están a su alcance.

XX

Ven a probar con sencillos vasos un sabino
modesto que yo mismo, una vez tapado en un ánfora griega,
me ocupé de sellar, cuando en el teatro se te tributó,
ilustre caballero Mecenas,
aquel aplauso tal que al unísono las riberas
del río de tus antepasados y el jocoso eco
de la colina Vaticana te devolvieron
las aclamaciones.
Luego tu continuarás bebiendo cécubo y uva pisada
en una prensa calena: mis copas, en cambio, no las llenan
ni las vides filtradas de Falerno ni tampoco
las colinas de Fornias.

Libro 2ª, Oda X

Hay también poemas dedicados a los valores humanos, a la moral; como la Oda X del libro 2º . Es esta una oda llamada a la moderación, a la famosa aurea mediocritas , llamada que por cierto no halló el eco que por la belleza del poema cabría esperar. Su destinatario, Licinio Murena, hombre ambicioso, y emparentado con Mecenas, participó en una conspiración contra Augusto, que le iba a costar la vida.

El tema es: darás a tu vida el rumbo adecuado si no te diriges mar adentro y si evitas la proximidad de los peligros de la costa. El acierto está en el término medio. Cuanto más arriba llegues, más dura será la caída. Y si hoy no tienes suerte mañana llegará el cambio, igual que ocurre con las estaciones. Soporta las dificultades cuando lleguen y no te confíes porque los vientos soplen favorables.

X

Acertarás más en la vida, Licinio, si no estás siempre
aventurándote hacia alta mar y si no te acercas
en exceso a la costa poco fiable por recelo
y horror al temporal.
Todo aquél que escoge la áurea moderación
se siente amparado y preservado de la sordidez
de un techo ruinoso, se siente alejado y preservado
de la envidia que causa un palacio.
Es más frecuente que los vientos agiten los pinos
más altos, y que las torres elevadas caigan
con más serias consecuencias, y que los rayos castiguen
las cumbres de los montes.
Un espíritu bien preparado espera
un cambio de suerte en momentos adversos, lo teme
en los propicios, si Júpiter es quien vuelve a traer
los ingratos inviernos, él mismo
hace que se alejen. No porque hoy vaya mal, en el futuro
también habrá de pasar lo mismo: de vez en cuando despierta
a la musa silenciosa con su cítara, que no sólo el arco
sabe templar Apolo.
En las dificultades muéstrate decidido
y valiente. Igualmente, ten la sensatez
de replegar velas cuando las hinche un viento
demasiado favorable
Quinto Horacio Flaco.jpg
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