LOS PENSAMIENTOS CURAN MÁS QUE LOS
MEDICAMENTOS
BRUCE LIPTON.
Reclama una nueva medicina, la que tenga en cuenta la
capacidad de curar de la energía, mucho más eficaz que los
medicamentos.
Usted asegura que la medicina convencional va por muy mal camino.
¿Tan peligrosos son los medicamentos que nos
recetan?
Nos dan medicamentos para la enfermedad, pero esto causa muchos
problemas en el cuerpo. Porque esta medicina basada en la farmacología no
entiende cómo está interrelacionada toda la bioquímica del organismo. Cuando
tomo una pastilla química y la introduzco en mi cuerpo, no solo afecta a aquel
lugar donde tengo el problema, sino que afecta a muchas otras cosas a la vez.
Son los llamados “efectos secundarios”. Pero, en realidad, no son secundarios
sino directos. No entienden que el efecto de las drogas no solo crea un efecto sino múltiples. Según las estadísticas en EEUU, ¡los
fármacos matan allí a más de 300.000 personas cada año! Hay algo que no funciona
en la ciencia médica. Hace algunas cosas bien, como la traumatología, pero está
matando a mucha más gente
de la que ayuda.
¿Y qué ha descubierto sobre las células pero que no tiene en cuenta la
medicina?
Yo ya trabajaba con ellas en los años 60. Fui un pionero porque en
esa época había muy poca gente trabajando en ello. Y un experimento que hice en
esa época cambió la idea que tenía del mundo.
Entonces, la pregunta es muy sencilla, ¿qué controla el destino de las células?
Todas eran idénticas, lo único que era diferente era el entorno.
Cuando tomo células sanas y las coloco en un entorno nocivo, la células
enferman y mueren.
Si un médico las mirara, diría: “¿Qué medicina hay que darles?”
¡Pero no hace falta ninguna medicina! Les cambias el entorno nocivo, las colocas
en uno sano y saludable y las células sanan. Los
humanos somos una comunidad de 50 trillones de células, por tanto, la célula es
el ser viviente y la persona es una
comunidad.
¿Cuál es el entorno de la célula que hay que
cuidar?
Dentro de mí hay 50 trillones de células y el entorno celular para
nosotros es la sangre, por ello la composición de la sangre cambia el destino de
la célula. ¿Y qué controla la sangre? Pues el sistema nervioso, que crea una
química diferente según el sistema exterior. La
célula y el ser humano son la misma cosa. Por tanto, la medicina culpa a las
células por la enfermedad y trata de cambiar la química de las células, pero ese
no es el problema, el problema es el entorno. Y si cambias a la persona de
entorno, sin medicamentos, el cerebro cambia la química. El cerebro de la célula
y el de la persona leen y entienden el
entorno.
En un entorno sano, ¿nos curamos automáticamente? ¿Así de
fácil?
No es tan fácil, porque la mente interpreta. Puede suceder que
estemos en un entorno muy sano y que la mente lo lea como un entorno negativo o
perjudicial. Entonces crea una química que hará a mi
cuerpo enfermar. La diferencia entre la célula y el ser humano es que este tiene
una mente que hace una interpretación y la célula lee el entorno directamente.
Si metes un programa con errores en la mente, entonces la química que genera no
está en armonía con la vida. Y esto nos sirve para entender cómo funciona un
placebo. Cambio mi creencia y pienso que esto me va a sanar, tomo una píldora
porque creo que esto me va a traer salud, y me mejora y me sana, pero la píldora
podría ser de azúcar, en realidad no ha hecho nada, han sido mis creencias. Y a
eso lo llamamos pensamientos positivos y efecto
placebo.
¿Está diciendo que el efecto placebo
–creer que algo nos sanará– es más curativo que un medicamento? Pero no hay casi
investigaciones sobre eso.
Sí, tienes razón. ¿Eres consciente de que hay más de una manera de
hacer energía sin tener que depender del petróleo? Pero seguimos dependiendo del
petróleo porque no interesa el cambio a los que controlan la energía. Lo mismo
pasa con las empresas farmacéuticas. Venden fármacos y ¿poder sanar sin fármacos
es bueno o malo para la industria farmacéutica? No quieren que sanes sin comprar
sus fármacos. ¿Se puede poner energía en una cápsula? Si fuera así, las
farmacéuticas intentarían vendértela. Si puedo sanar sin usar medicamentos, la
industria que los produce no gana dinero. El dinero controla la
ciencia.
Explíquenos cómo funciona ese poder que dice que tiene la mente
para la autocuración.
He hablado de que la mente controla: si piensa de una manera, se
va en una dirección y, si piensa de otra, se va en otra. Por ejemplo, cierro los
ojos, los abro y veo a alguien a quien amo. Entonces mi cerebro segrega
dopamina, oxitocina, etc. Lo puedo sentir en mi cuerpo, puedo sentir el amor, y
esa química trae salud a las células. Por eso, quien se enamora se siente tan
bien. Pero si abro los ojos y veo algo que me asusta, segrego hormonas del
estrés. Y estas hacen dos cosas. La primera es que frenan el crecimiento del
cuerpo. Porque si me está persiguiendo un león, necesito toda la energía para
poder escaparme, y mi organismo apaga todo lo que no sea imprescindible para
correr más rápido, así que se paraliza todo lo que tiene que ver con el
crecimiento. La gente no lo sabe, pero tienes que crecer todos los días, porque,
si no, te mueres. Cada día cientos de billones de células mueren y tienes que ir
produciendo nuevas. Cada tres días, el sistema digestivo renueva sus
células, pero si se interfiere con ese crecimiento, entonces
no puedo estar sano porque estoy perdiendo demasiadas células al día, por eso la
quimioterapia hace que se caiga el pelo y crea problemas de digestión, porque
mata todas las células, no solo las del cáncer. La segunda consecuencia de las
hormonas del estrés es que se cierra todo aquello que usa energía, y el sistema
inmunitario usa muchísima energía: cuando estás enfermo, te sientes muy cansado
porque tu energía la está usando el sistema
inmunitario.
Explíquenos qué es la medicina cuántica o medicina de la
energía.
Las hormonas del estrés apagan el sistema inmunitario, incluso la
medicina usa este efecto en algunas ocasiones. Por ejemplo, si me trasplantaran
un corazón, mi sistema inmunitario lo rechazaría. En esos casos, los médicos dan
hormonas del estrés y eso impide que funcione el sistema inmunitario. Es tan
claro que suprime el sistema inmunitario que lo usamos como un medicamento.
Cuando la persona está bajo estrés, afecta de dos maneras: la primera es que
deja de haber crecimiento y la segunda es que se apaga el sistema inmunitario.
De esta forma, virus nocivos pueden atacarme fácilmente. Cuando estás bajo mucho
estrés, te enfermas. Y debo decir que, si tomamos una muestra de sangre de cada
persona, descubrimos que todos tenemos células cancerígenas. Las tenemos
siempre, pero si está funcionando el sistema inmunitario, no pueden crecer. Una
vez que se apaga el sistema inmunitario, proliferan. Es como el catarro: no
tienes que coger el virus, ya lo tienes dentro. Son organismos oportunistas.
Como decía, la primera razón por la que la medicina de hoy es cuestionable es
porque los médicos no saben cómo funcionan las células. La segunda es que la
medicina está basada en la física de Newton. No reconoce la energía, esa parte
invisible, las señales electromagnéticas. Pero, a principios del siglo XX,
apareció la física cuántica, que dice que todo es energía, lo que podemos ver y
también lo invisible. Si miras dentro del átomo, hay electrones, protones,
neutrones. ¿Y qué hay dentro? Energía. La ciencia más reciente indica que el
cuerpo responde a la física cuántica, no a la newtoniania. La medicina dice que
quiere cambiar la química del organismo con drogas y la nueva medicina dice que
hay que cambiar la energía. Y esta nueva medicina, la cuántica, es mucho más
poderosa, porque responde primero el campo energético que el
físico.
Y eso enlaza con la física cuántica. Si todo es energía, ¿los
pensamientos también? ¿Cómo influyen en nuestra
salud?
La mente es energía. Cuando piensas, transmites energía, y los
pensamientos son más poderosos que la química. Así que esto es peor para las
empresas farmacéuticas porque no lo pueden vender. Por tanto, no les interesa
una conexión entre la mente y el cuerpo. Pero es cierto que las propias
creencias se convierten en un campo energético, una transmisión, y esta se
transforma en una señal que es capaz de cambiar el organismo. Y así es como
funcionaba la sanación antes del desarrollo de la medicina. La gente sanaba con
los chamanes, con las manos... pero eso no puede vender y por eso la medicina no
quiere ir por ese camino. Y es la razón por la que yo cambié mi carrera. Estaba
enseñando en la universidad que hay que seguir con drogas y sabía que eso no era
verdad. La medicina lo conoce, pero no habla de ello. Sabe que el pensamiento
positivo, el placebo, puede sanar, y también que el pensamiento negativo puede
matar. En realidad, no es que sea positivo o negativo, es la manera de pensar.
Si el médico te dice que tienes cáncer, aunque no
tengas cáncer, si lo crees, crearás la química que generará cáncer. Por tanto,
el problema no es tanto el entorno real sino el que tú interpretas. Por eso no
funciona la medicina, porque no reconoce la ciencia cuántica. No mira hacia ahí
porque el dinero está en otro lado.
Usted ha explicado que, en la mente, quien realmente tiene el
poder es el subconsciente, ¿por eso es tan difícil cambiar hábitos de pensamiento?
Es millones de veces más poderoso y más importante que la mente
consciente. Utilizamos el subconsciente el 95 por ciento del
tiempo.