[juan jose balatti rozado]

NAVIDAD 2025 UNA HOMILÍA SOCIAL

Hermanas y hermanos:
Cada domingo decimos:
“Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo.”
Y muchas veces lo recitamos sin advertir que esta frase contiene la base completa de la Doctrina Social de la Iglesia: la dignidad humana, el bien común, la justicia, la opción por los pobres, la fraternidad, la paz.
Hoy, frente a la Argentina herida por la pobreza creciente, la violencia social, el endeudamiento injusto y la fragmentación, esta frase del Credo se vuelve una llamada urgente a la conciencia social cristiana.
1. “Su único Hijo” – dignidad inviolable de todo ser humano
Si Cristo es el Hijo único, entonces cada persona —cada niño, cada joven, cada adulto— posee un valor sagrado.
No derivado de la economía, de su productividad, de su educación, ni de su condición social.
Benedicto XVI decía: “La dignidad del hombre nace de la misma dignidad del Hijo.”
La Doctrina Social enseña que esa dignidad es innegociable.
Por eso, en nuestra patria donde:
un alto porcentaje de niños son pobres,
miles viven en barrios vulnerables con derechos básicos negados,
muchos jóvenes quedan atrapados en adicciones,
ancianos y trabajadores sufren ingresos indignos,
la Iglesia proclama una verdad que ningún sistema puede borrar:
Cada argentino vale lo que vale Cristo.
Y por eso, cualquier política —económica, social, judicial— debe estar al servicio de esa dignidad.
2. “Nuestro Señor” – sólo Cristo puede ordenar la vida social
Confesar a Jesús como Señor es reconocer que:
la economía no es señor,
el mercado no es señor,
el Estado no es señor,
el poder no es señor,
la violencia no es señor.
Sólo Cristo es el Señor.
Cuando otros “señores” ocupan ese lugar, la sociedad se quiebra.
Cuando el dinero manda, las personas se vuelven descartables.
Cuando la política se idolatra, se fractura el bien común.
Cuando la violencia gana, se destruye la paz social.
Francisco dice: “El verdadero señorío es el servicio.”
Jesús es Señor porque sirve, cura, incluye, levanta.
Su señorío no excluye: integra.
La Doctrina Social llama a esto caridad política: poner el poder al servicio de la vida y de los más débiles.
3. “Concebido por obra y gracia del Espíritu Santo” – Dios comienza lo nuevo desde lo humilde
La concepción virginal es un mensaje social profundo.
Dios elige lo pequeño, lo que no cuenta, para cambiar la historia.
No comienza en Roma, ni en Jerusalén, ni en el templo, ni en el palacio: comienza en una casa pobre de Nazaret.
Dios actúa donde nadie mira.
Así hoy, en nuestra Argentina:
en el comedero de barrio,
en la cooperativa que da trabajo digno,
en el docente que acompaña,
en el voluntario que abraza,
en el cura que visita casas rotas,
en la madre que no se rinde,
el Espíritu sigue engendrando futuro.
La Doctrina Social nos enseña que la transformación social se inicia desde abajo:
en la cultura del encuentro, en el tejido comunitario, en la solidaridad concreta.
La fe cristiana no espera la justicia sólo de arriba: la genera.
4. Llamado social para este tiempo
Desde esta frase del Credo, la Doctrina Social proclama:
a) Prioridad absoluta de los pobres
Si Cristo se abajó hasta nacer en pobreza, la Iglesia no puede mirar para otro lado cuando los pobres se multiplican.
b) Economía al servicio de la persona
Si Cristo es el Señor, la economía no puede esclavizar ni descartar.
c) Bien común por encima de intereses sectoriales
Si todos somos hermanos en el Hijo único, ninguna ideología justifica la división o la violencia.
d) Paz social fundada en la justicia
La violencia —callejera, institucional, doméstica— no se cura sola: se cura con justicia real, inclusión y esperanza.
5. Oración final
Señor Jesús,
Hijo único del Padre,
Señor de nuestra historia,
obra del Espíritu en el seno de María,
mira a esta patria que sufre.
Que nadie sea descartado.
Que ningún ídolo gobierne nuestra vida.
Que tu Espíritu renueve nuestras comunidades
y nos haga artesanos de justicia y de paz.
Que la fraternidad vuelva a ser posible
y que los pobres recuperen su dignidad y su alegría.