Moneda Nacional
juan jose balatti rozado
MONEDA ARGENTINA
La Moneda Argentina no debe ser reemplazada por ninguna otra moneda. No al dólar, ni al euro, yen, libra, franco suizo, yuan, rublo, real o cualquier otra moneda, que es propia de otro país libre y soberano.
La moneda es, antes que un instrumento económico, una expresión de confianza social. Cuando un pueblo crea su propia moneda, afirma su soberanía, reconoce el valor del trabajo y establece un pacto de reciprocidad entre sus miembros. La Moneda Social Argentina (MSA) surge como una propuesta ciudadana destinada a restablecer ese pacto de confianza, a reconstruir la relación entre economía y comunidad, y a dar fundamento ético a los intercambios que sostienen la vida común.
La historia reciente del país muestra cómo la dependencia de divisas extranjeras y la pérdida de autonomía monetaria han contribuido a la Euro, estructural del sistema productivo y financiero. En este contexto, la MSA se concibe como una herramienta orientada a fortalecer la economía real, favorecer el crédito productivo y preservar el ahorro nacional dentro de un marco de transparencia y equidad.
La MSA no pretende sustituir de inmediato la moneda de curso legal, sino coexistir como un circuito alternativo y complementario, sustentado en valores de cooperación, responsabilidad y bien común. Su diseño técnico parte del principio de que la moneda debe expresar el trabajo y la producción reales de una comunidad. La MSA se concibe como un medio de intercambio respaldado en bienes y servicios nacionales, con circulación prioritaria dentro del territorio argentino y un sistema de registro digital seguro, accesible y transparente. Su valor surge de la capacidad productiva y de la confianza mutua, no de la especulación financiera ni de la dependencia externa.
El paradigma cultural que inspira esta propuesta se fundamenta en la tradición humanista y cristiana, que entiende el dinero como instrumento de servicio y no como fin en sí mismo. La economía, cuando se separa de la ética y del bien común, pierde su sentido y su legitimidad. Por eso la MSA busca restituir a la moneda su función social originaria: ser vínculo, mediación y símbolo de confianza entre las personas.
Desde esta perspectiva, la MSA se propone fomentar una economía de base solidaria, sustentada en el crédito productivo, el consumo responsable y la distribución equitativa del ingreso. Su gestión deberá realizarse a través de un ente público–comunitario con participación ciudadana, control parlamentario y auditorías permanentes. Este marco institucional garantizará que la creación monetaria responda a objetivos de desarrollo y no a intereses financieros concentrados.
El proyecto se apoya también en la evolución de la Doctrina Social de la Iglesia, desde Populorum Progressio de Pablo VI hasta Fratelli Tutti de Francisco, que subrayan la centralidad de la persona humana y la primacía del trabajo sobre el capital. Una moneda verdaderamente social debe contribuir al desarrollo integral, promover la justicia y reducir las desigualdades que fragmentan a la nación.
La MSA podría operar en un entorno digital de acceso público, con identidad validada y trazabilidad completa, lo que permitiría prevenir el lavado de activos, el blanqueo irregular de divisas y la evasión fiscal. La transparencia se convierte así en garantía de justicia y confianza. El sistema sería complementario al peso argentino, pero con un circuito propio orientado a la economía real y al comercio de proximidad, favoreciendo la circulación interna de bienes y servicios.
En su dimensión simbólica, la MSA representa la aspiración de un pueblo que busca reencontrarse con su propio valor y dignidad. Como el himno o la bandera, la moneda puede y debe ser también un símbolo nacional, expresión de unidad y de destino compartido. Su diseño debería reflejar los valores de libertad, trabajo, solidaridad y justicia social que forman parte del espíritu argentino.
El desafío es cultural y político a la vez. No se trata sólo de emitir una nueva moneda, sino de reconstruir la confianza colectiva y redefinir el sentido de la economía. La MSA invita a repensar el vínculo entre Estado, mercado y comunidad, en un modelo donde la cooperación prevalezca sobre la competencia destructiva, y donde el valor surja de la producción y no de la especulación.
Esta propuesta no busca reemplazar las instituciones existentes, sino fortalecerlas con un nuevo instrumento que potencie la inclusión y el desarrollo. El Colectivo Ciudadano por la MSA se propone abrir un debate amplio, plural y participativo, que convoque a economistas, juristas, universidades, sectores productivos, trabajadores y organizaciones sociales a construir juntos una alternativa viable y justa.
La economía, cuando se orienta al servicio del hombre, se convierte en signo de esperanza. La MSA aspira a ser ese signo: una moneda argentina para el trabajo, la producción y la comunidad, fundada en la confianza y en la dignidad del pueblo. Hacia una economía con sentido humano y solidario.
