Leo con asombro en la prensa, que A. D. ‘revalidará su nómina para no perder espacios’. No me habría permitido entrar a dar opinión sin que me hubiera sido solicitada, careciendo de derecho a hacerlo por mí mismo, de no ser porque hace unos cuantos años, en circunstancia similar, teniendo el derecho a hacerlo, manifesté a través de un escrito redactado por mí y firmado por unas cuantas personas más, cuando Copei se vio envuelto en una disputa para determinar quién o quienes debían considerarse las legítimas autoridades del partido, que fue sometida a la consideración del tsj, “que más le valía a Copei ser invalidado como partido y actuar como movimiento ilegal y por lo tanto clandestino, que tener unas autoridades tuteladas por el tsj y por lo tanto por el gobierno al que se dice combatir”.
Creo que eso, que fue escrito hace ya unos cuantos años me autoriza a decir que si para Copei, que nunca fue declarado ‘ilegal’ por la dictadura perezjimenista, más le valía ser invalidado y actuar como movimiento ilegal y clandestino, para Acción Democrática cuya historia de la resistencia en la clandestinidad durante la penúltima dictadura constituye una hermosa ofrenda a la democracia pagada en términos de exilio, cárcel, tortura y muerte es inexplicable e incomprensible. A lo mejor es inexplicable e incomprensible solo de mi parte y existen explicaciones que lo hacen comprensible.
Todo el andar nuestro en la vida está lleno de pasos que se dan sin mayor atención a razones. Es un andar casi automático que va transitando generalmente por lo que filósofos y teólogos denominan “el camino no empedrado”. Es natural que así sea. Nuestro tránsito en la vida no puede ser, ni se nos exige que sea de heroicidad tras heroicidad. Si se nos exige que sea de consistencia no tanto con lo que hemos hecho precedentemente, sino con aquello para lo cual hemos llamado a los demás para que lo hagan con nosotros.
El haber comparecido a elecciones conducidas por un árbitro fraudulento al servicio de la dictadura totalitaria no puede ser razón para aducir que nuestra única vía es electoral y democrática. Nuestro derecho a derrocar la tiranía se asienta sobre las bases más firmes del pensamiento político de nuestra civilización. Por lo tanto usar la vía electoral no puede jamás convertirse en una camisa de fuerza que proscribe cualquier otra vía. Imponérnosla a nosotros mismos como quien porta un cilicio para flagelarse y expiar las propias culpas es conceptualmente inadmisible; y políticamente ridículo o servil.
OSWALDO PÁEZ-PUMAR
Caracas, 9 de enero de 2018
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IS
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Simón Bolívar fue el primer constitucionalista de Venezuela;
redactó al menos cinco constituciones. No "libertó cinco
naciones" con su espada, sino que quiso crear cinco repúblicas.
MANUEL CABALLERO – (1931 – 2010) - Destacado historiador,
periodista, escritor y docente venezolano.
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