EL USURPADOR HERÓDICO
Inocencio Sanchez
Haber oído el mensaje del usurpador a la fuerza armada exigiéndole estar pendiente de las protestas, “porque el gobierno está obligado a defender la paz del pueblo”, mientras el cardenal Urosa el mismo día denunciaba que “los niños mueren por desnutrición”, fue patético.
Para el usurpador lo que él llama la paz del pueblo es su propia paz y por eso recurre a la fuerza armada para pedirle que le garantice la paz. Vivir en paz, dormir en paz, comer en paz, sobre todo comer en paz; porque cuando los niños mueren por desnutrición, le resulta un alivio poder fantasear que todos comen como él.
El mensaje fue ‘heródico’. No, no quise decir ‘erótico’ ni heroico, sino heródico, porque cuando los niños mueren por desnutrición y se le pide a la fuerza armada acallar la protesta, se realiza un remedo de la orden de Herodes de asesinar a los niños; y cuando la orden se imparte, precisamente el 28 de diciembre “el día de los inocentes”, no queda duda. Para vivir la fantasía de la paz lo mejor es estar aislado, perder el contacto con la realidad, por eso el Palacio de Miraflores está cercado no solo por militares sino por alambres de púa. El cerco, sin embargo, es insuficiente, porque para que el aislamiento produzca el efecto de hacerle perder el contacto con la realidad, necesita que no se oiga el eco de quienes protestan desde muy a la distancia. El usurpador no quiere ser perturbado y las protestas son ruidosas. Hay que callarlas.
No pensarán mis lectores que yo me pegué el mensaje del usurpador, fue apenas unos minutos para saber por dónde vienen los tiros, porque cuando yo quiero asistir a una representación pago mi entrada; y hace ya muchísimos años que no asisto a espectáculos de entrada gratis y menos si se los quiere hacer obligatorios mediante “una cadena”.
Por esas paradojas que se producen con metódica sincronía, el pueblo, ese que protesta, al referirse a esas transmisiones, dice “el presidente se encadenó”. No, no somos nosotros los encadenados por él, es él como lo fue Chávez, porque como bien lo expresó hace ya mucho tiempo Tomas de Kempis “en cadenas y prisiones viven los adoradores de sí mismos”. La paz que predica el usurpador es la paz de los sepulcros a donde promete conducir a quienes protesten, ese es su mensaje a la fuerza amada; y desde luego es también una invitación, quiere el usurpador que la fuerza armada se le una en su propósito de silenciar toda voz de protesta que perturbe el silencio que solo puede ser interrumpido por su propia voz.
Oswaldo Páez Pumar
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Saludos
IS
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Basta un instante para forjar un héroe, pero es
preciso toda una vida para hacer un hombre de bien.
PAUL BRULAT – (1866 – 1940) - Escritor francés.
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