Hier zunächst das spanische Original, die deutsche Übersetzung folgt
in der Antwort.
Übersetzungen in mehrere andere Sprachen sind ebenfalls verfügbar.
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Declaración de la Asamblea Nacional. (04/10/01)
DECLARACION DE LA
ASAMBLEA NACIONAL DEL PODER POPULAR
DE LA REPUBLICA DE CUBA
Hace un cuarto de siglo Cuba sufrió un crimen alevoso y repugnante, que
conmovió a toda la nación y perdura en la memoria colectiva de su
pueblo.
El 6 de octubre de 1976, un avión de la Empresa Cubana de Aviación fue
objeto de un cobarde sabotaje que lo hizo estallar en pleno vuelo cerca
de Barbados y provocó la muerte de todos sus tripulantes y pasajeros,
entre ellos nuestros jóvenes ganadores del Campeonato de Esgrima de
Centroamérica y el Caribe y un grupo de estudiantes guyaneses. Las 73
víctimas inocentes todavía aguardan que se haga justicia. Los
principales culpables, aún no han sido sancionados y continúan una
carrera criminal que no ha cesado y se extiende ya por más de cuatro
décadas.
Los que concibieron, planearon y dirigieron la acción genocida tenían un
largo expediente de terrorismo desde que, en los años sesenta, empezaron
a practicarlo a sueldo de la CIA. Sus responsabilidades en la voladura
del avión cubano y el asesinato a sangre fría de todos los que en él
viajaban, son conocidas por el gobierno de Estados Unidos que posee
sobre ello informaciones que mantiene en secreto como reconoció en un
documento oficial el 23 de junio de 1989, el Departamento de Justicia de
ese país.
Pese a sus notorios antecedentes, que incluyen graves delitos cometidos
dentro del territorio norteamericano y al dictamen contrario de la
Fiscalía General y a la oposición de importantes medios de prensa
norteamericanos, uno de ellos, Orlando Bosch, desde hace más de diez
años, por decisión del entonces presidente George Bush, reside en los
Estados Unidos y desde allí continúa su infame oficio sin que nadie lo
moleste. Convencido de que disfruta de total impunidad él y otros
conocidos terroristas, con el respaldo de la llamada Fundación Nacional
Cubano americana, anunciaron en un diario de Miami, a toda página, el
pasado 22 de agosto, que seguirían utilizando contra Cuba todos los
medios y métodos a su alcance sin excluir el terrorismo y la violencia.
El otro, Luis Posada Carriles, después de escapar de la cárcel
venezolana donde esperaba juicio por el caso del avión cubano, pasó
inmediatamente a trabajar para la Casa Blanca bajo las órdenes directas
de Oliver North en actividades clandestinas que Estados Unidos realizaba
en Centroamérica y, posteriormente, dirigió los ataques con bombas
contra varias instalaciones turísticas en Cuba y planificó un atentado
contra el presidente Fidel Castro y contra miles de estudiantes
panameños con motivo de la Cumbre Iberoamericana del año pasado.
Actualmente sigue detenido en Panamá acusado por delitos de menor
importancia y confiado que, una vez más, sus amigos le garanticen la
fuga y la impunidad.
Cuando el mundo entero repudia el brutal ataque del 11 de septiembre,
cuando en las Naciones Unidas se adoptan resoluciones condenatorias y
los gobiernos declaran la intención de castigar acciones semejantes y
evitar su repetición, la Asamblea Nacional, que junto a toda Cuba lo
condena y reitera su plena solidaridad con el pueblo norteamericano,
demanda, al mismo tiempo, que la lucha contra el terrorismo sea
verdadera, y que responda a una genuina voluntad de eliminarlo en todas
partes y en todas sus formas y manifestaciones.
Miles de cubanos han perdido sus vidas o sufren daños irreparables como
consecuencia de acciones vandálicas realizadas contra Cuba a lo largo de
más de cuarenta años, por grupos que han operado y operan desde el
territorio de Estados Unidos donde han contado con la complicidad o la
tolerancia de las autoridades de ese país. Cuba, por su parte, jamás ha
recurrido a esos deleznables métodos ni ha usado la fuerza, ni siquiera,
para castigar a los bandidos que desde el exterior han cometido
innombrables atrocidades contra su pueblo. Nos ajustamos siempre a una
política de principios. Nos defendemos sin violar jamás ni la ética ni
los principios del derecho internacional. Hemos tratado, además, que el
gobierno de Washington cumpla con su obligación de impedir esas acciones
y le hemos suministrado, incluso, las informaciones obtenidas por el
sacrificio generoso de heroicos compatriotas como los cinco cubanos que
hoy guardan injusta prisión en Miami.
Tenemos razones y poseemos la fuerza moral necesaria para exigir que
también se haga justicia en cuanto al crimen del 6 de octubre de 1976,
para reclamar que el esfuerzo internacional contra el terrorismo sea
sincero, consecuente, sin dobles raseros, sin discriminaciones racistas,
sin prepotencias hegemónicas, sin manipulaciones fraudulentas. Sólo así
se podrá erradicar completamente ese flagelo. Sólo así se rendirá el
homenaje que merecen todas sus víctimas, en todas partes.
Hace 25 años, como a una gran familia, nos unió el dolor más profundo
ante la crueldad que segó las vidas de nuestras hermanas y hermanos.
Entonces juramos que ellos estarían siempre en nuestros corazones, que
no los olvidaríamos jamás. Aquí han estado, cada día, en el sacrificio y
la proeza, en la dignidad, y la resistencia creadora de su pueblo.
Seguiremos denunciando a sus asesinos y exigiendo su castigo.
Continuaremos luchando, indisolublemente unidos, para defender la Patria
y asegurar que una Cuba libre, independiente, justa y solidaria sea
siempre permanente tributo para ellos y para todos nuestros mártires.
Socialismo o Muerte
Patria o Muerte
Venceremos
Asamblea Nacional del Poder Popular
Ciudad de La Habana 4 de octubre de 2001
"Año de la Revolución victoriosa en el nuevo milenio"
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Quelle: http://www.cuba.cu/gobierno/documentos/2001/esp/d041001e.html
http://www.cuba.cu/gobierno/documentos/index.html
Lüko Willms http://www.mlwerke.de
/--------- L.WI...@jpberlin.de -- Alle Rechte vorbehalten --
"Kein Land kann seine Probleme in dieser globalisierten Welt allein
auf sich gestellt lösen. Entweder wir retten uns alle zusammen oder
wir gehen zusammen unter. Heute mehr denn je gilt das Wort von José
Martí: Das Vaterland ist die ganze Menschheit."
- Fidel Castro, Caracas (Veneuzuela), 3. Februar 1999
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ERKLÄRUNG DER NATIONALVERSAMMLUNG
DER REPUBLIK KUBA
4. OKTOBER 2001
Vor einem Vierteljahrhundert war Kuba Opfer eines heimtückigen und
abscheulichen Verbrechens, das die ganze Nation bewegte und in der
kollektiven Erinnerung des Volkes weiterlebt.
Am 6. Oktober 1976 wurde ein Flugzeug der Fluggesellschaft Cubana de
Aviación Ziel einer feigen Sabotage, durch die es mitten im Flug in der
Nähe von Barabados explodierte, was den Tod aller Besatzungsmitglieder
und Passagiere verursachte, darunter unsere jungen Gewinner der
Fechtmeisterschaften Mittelamerikas und der Karibik und eine Gruppe von
Studenten aus Guyana. Die 73 unschuldigen Opfer warten immer noch
darauf, daß die Gerechtigkeit siegt. Die Hauptschuldigen sind noch nicht
bestraft worden und setzen ihre kriminelle Karriere fort, die noch nicht
beendet ist und sich auf mehr als vier Jahrzehnte erstreckt.
Diejenigen, die die völkermörderische Aktion konzipierten, planten und
anleiteten, hatten eine lange terroristische Vorgeschichte, seit sie in
den sechziger Jahren begonnen hatten, im Sold der CIA den Terrorismus zu
praktizieren. Ihre Verantwortung für die Sprengung des kubanischen
Flugzeuges und die kaltblütige Ermordung aller Personen, die darin
reisten, ist der US-Regierung bekannt, die darüber Informationen
besitzt, die sie geheimhält, wie das Justizministerium dieses Landes am
23. Juni 1989 in einem offiziellen Dokument anerkannte.
Trotz ihrer bekannten Vorgeschichte, die schwerwiegende, auf dem US-
Staatsgebiet verübte Verbrechen einschließt, trotz des gegenteiligen
Richterspruchs der Generalstaatsanwaltschaft und trotz der Opposition
wichtiger US-amerikanischer Medien wohnt einer der Terroristen, Orlando
Bosch, seit mehr als zehn Jahren auf Entscheidung des damaligen US-
Präsidenten George Bush in den Vereinigten Staaten und setzt von dort
aus sein infames Handwerk fort, ohne daß ihn dabei irgend jemand
belästigt. In der Überzeugung, daß sie vollkommene Straflosigkeit
genießen und auf die Unterstützung der sogenannten Cuban American
National Foundation zählen, kündigten Bosch und andere bekannte
Terroristen am vergangenen 22. August auf einer ganzen Seite in einer
Tageszeitung aus Miami an, gegen Kuba weiterhin alle für sie
erreichbaren Mittel und Methoden zu benutzten, ohne dabei den
Terrorismus und Gewalt auszuschließen.
Der andere, Luis Posada Carriles, ging unmittelbar nach seiner Flucht
aus einem venezolanischen Gefängnis, wo er wegen des Falles des
gesprengten kubanischen Flugzeuges auf seinen Prozeß wartete, dazu über,
für das Weiße Haus unter dem direkten Befehl von Oliver North an
geheimen Aktivitäten teilzunehmen, die die USA in Mittelamerika
durchführten, und später leitete er die Bombenanschläge auf zahlreiche
touristische Einrichtungen in Kuba und plante ein Attentat gegen den
kubanischen Präsidenten Fidel Castro und Tausende von panamaischen
Studenten aus Anlaß des Iberoamerikanischen Gipfeltreffens des
vergangenen Jahres. Zur Zeit sitzt er in Panama im Gefängnis, wobei er
Vergehen von geringerer Wichtigkeit angeklagt wird und einmal mehr
darauf vertraut, daß seine Freunde ihm die Flucht und die Straflosigkeit
garantieren.
Während die ganze Welt den brutalen Abschlag vom 11. September
verurteilt, während in den Vereinten Nationen verurteilende Resolutionen
verabschiedet werden und die Regierungen ihre Absicht bekunden, ähnliche
Aktionen zu bestrafen und ihre Wiederholung zu verhindern, verlangt zur
gleichen Zeit die Nationalversammlung, die gemeinsam mit ganz Kuba die
Terroranschläge verurteilt und ihre volle Solidarität mit dem Volk der
USA bekräftigt, daß der Kampf gegen den Terrorismus wahrhaft sei und
eine Antwort darstelle auf den genuinen Willen, den Terrorismus überall
und in allen seinen Formen und Ausdrucksweisen zu beseitigen.
Tausende von Kubanern haben ihr Leben verloren oder leiden an
irreparablen Schäden, als Folge von gegen Kuba gerichteten vandalischen
Aktionen über mehr als vierzig Jahre hinweg, ausgeführt von Gruppen, die
vom Staatsgebiet der USA aus operiert haben und dies bis heute tun.
Diese Gruppen haben in den Vereinigten Staaten auf die Komplizenschaft
oder Toleranz der US-Behörden gezählt. Kuba für seinen Teil hat niemals
auf diese zweifelhaften Methoden zurückgegriffen oder Gewalt eingesetzt,
nicht einmal zur Bestrafung der Banditen, die vom Ausland aus
unbeschreibliche Grausamkeiten gegen ihr Volk begangen haben. Wir halten
uns immer an eine Politik der Prinzipien. Wir verteidigen uns, ohne
jemals die Ethik oder die Prinzipien des Völkerrechts zu verletzen. Wir
haben zudem versucht, daß die Regierung in Washington ihre Verpflichtung
zur Verhinderung dieser Aktionen erfüllt, und wir haben ihr sogar die
Informationen zur Verfügung gestellt, die ermittelt wurden durch das
großmütige Opfer von heldenhaften Mitbürgern wie den fünf Kubanern, die
heute ungerechterweise in Miami im Gefängnis sitzen.
Wir haben Gründe und besitzen die erforderliche moralische Kraft, um zu
fordern, daß man auch in bezug auf das Verbrechen vom 6. Oktober 1976
Gerechtigkeit walten läßt, und um zu verlangen, daß die internationale
Anstrengung gegen den Terrorismus aufrichtig, konsequent, ohne doppelte
Standards, ohne rassistische Diskriminierungen, ohne hegemonische
Arroganz und ohne betrügerische Manipulationen vonstatten gehe. Nur so
kann man diese Geißel vollständig ausrotten. Nur so zollt man die
Achtung, die alle Opfer des Terrorismus an allen Orten verdienen.
Vor 25 Jahren einte uns wie eine große Familie der tiefste Schmerz
angesichts der Grausamkeit, mit der das Leben unserer Schwestern und
Brüder ausgelöscht wurde. Damals schworen wir, daß sie immer in unseren
Herzen sein und wir sie niemals vergessen würden. Hier in Kuba sind sie
Tag für Tag im Opfergeist und der Großtat, in der Würde und dem
kreativen Ausharren unseres Volkes präsent gewesen.
Wir werden weiter ihre Mörder anprangern und ihre Bestrafung fordern.
Wir werden weiter unauflöslich vereint kämpfen, um das Vaterland zu
verteidigen und zu gewährleisten, daß ein freies, unabhängiges,
gerechtes und solidarisches Kuba immer ein dauerhafter Tribut an sie und
alle unsere Märtyrer sei.
Sozialismus oder Tod
Vaterland oder Tod
Wir werden siegen
Nationalversammlung
Havanna-Stadt, den 4. Oktober 2001
"Jahr der siegreichen Revolution im neuen Jahrtausend"
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Quelle: http://www.cuba.cu/gobierno/documentos/2001/ale/d041001a.html
weitere Übersetzungen zu finden über
http://www.cuba.cu/gobierno/documentos/index.html
Lüko Willms http://www.mlwerke.de
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"Die Arbeit in weißer Haut kann sich nicht dort emanzipieren, wo sie
in schwarzer Haut gebrandmarkt wird." - Karl Marx 12.11.1866
Und hier die Rede von Fidel Castro vom Samstag, den 6. Oktober 2001,
vor mehr als 1 Million Menschen, die im Gedenken an den terroristischen
Anschlag vom 6. Oktober 1976 auf dem Platz der Revolution in Havanna
versammelt waren.
Zunächst das spanische Original, die deutsche Übersetzung folgt als
Antwort.
Übersetzungen in andere Sprachen sind zu finden bei
http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/index.html
oder auf der Titelseite der elektronischen Ausgabe von Granma:
bzw. spezifischer die Ausgabe von heute:
http://www.granma.cubaweb.cu/2001/10/07/index.html
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Discurso pronunciado en la Tribuna Abierta de la Revolución, en
conmemoración del aniversario 25 del crimen de Barbados, en la Plaza de
la Revolución, el 6 de octubre del 2001.
Compatriotas:
La historia, caprichosa, transita por extraños laberintos.
Hace 25 años, en esta misma plaza, despedíamos unos pocos féretros que
llevaban pequeños fragmentos de restos humanos y prendas personales de
algunos de los 57 cubanos, 11 guyaneses, la mayoría de ellos estudiantes
becados en Cuba, y 5 funcionarios culturales coreanos, que murieron como
consecuencia de un brutal e increíble acto de terrorismo. Especialmente
conmovedora fue la muerte de la totalidad del equipo juvenil de esgrima,
masculino y femenino, que regresaba con todas las medallas de oro
disputadas en un campeonato centroamericano de esa disciplina.
Un millón de compatriotas, tantos como hoy, con lágrimas en los ojos que
muchas veces bañaban sus rostros, despidieron de forma más simbólica que
real a nuestros hermanos cuyos cuerpos yacían en el fondo del océano.
Nadie, salvo un grupo de personalidades e instituciones amigas,
compartió nuestro dolor; no hubo conmoción en el mundo, ni graves crisis
políticas, ni reuniones en la ONU, ni inminentes peligros de guerra.
Pocos tal vez en el mundo comprendieron el terrible significado de aquel
hecho. ¿Qué importancia tenía destruir en pleno vuelo un avión civil
cubano con 73 personas a bordo? Era como algo habitual. ¿No habían
muerto ya miles de cubanos en La Coubre, el Escambray, Playa Girón y en
cientos de acciones terroristas, ataques piratas u otros hechos
similares? ¿Quién iba a prestar importancia a las denuncias del pequeño
país? Al parecer bastaba un simple desmentido del poderoso vecino y sus
medios de información, con los cuales inundaban al mundo, para olvidarse
del asunto.
¿Quién podía predecir que casi exactamente 25 años después estaría a
punto de iniciarse una guerra de imprevisibles consecuencias a causa de
un ataque terrorista igualmente repugnante, que costaría la vida de
miles de personas inocentes en Estados Unidos? Si aquella vez, como
triste augurio, murieron ciudadanos inocentes de varios países, ahora
perecerían seres humanos procedentes de 86 naciones.
Entonces como ahora apenas quedaron algunos despojos de las víctimas. En
Barbados, ningún cadáver pudo ser rescatado; en Nueva York, sólo unos
pocos y no todos identificables. En ambos casos, inmenso vacío e
infinita angustia envolvió a los familiares; dolor insoportable e
indignación profunda produjo en cada uno de los dos pueblos el horrible
crimen. No se trataba de accidentes o fallas mecánicas o errores
humanos; eran hechos intencionados, fríamente concebidos y realizados.
Hubo, sin embargo, algunas diferencias entre el crimen monstruoso en
Barbados y el insólito y siniestro ataque terrorista contra el pueblo
norteamericano: en Estados Unidos fue obra de fanáticos dispuestos a
perecer junto a sus víctimas; en Barbados, obra de mercenarios que no
corrían el menor riesgo. Aquellos evidentemente no tenían como objetivo
principal matar a los pasajeros; secuestraron los aviones para atacar
las Torres Gemelas y el edificio del Pentágono, sin importarles para
nada la muerte de las personas inocentes que viajaban en ellos; en
Barbados, el objetivo fundamental de los mercenarios era matar a los
pasajeros.
En ambos casos, la angustia de los viajeros durante los minutos finales
de sus vidas, en especial los de la cuarta nave secuestrada en Estados
Unidos -que conocían ya lo ocurrido en Nueva York y Washington- tiene
que haber sido terrible, similar a la de la tripulación y los pasajeros
en el desesperado intento de la nave cubana de regresar a tierra, cuando
era ya imposible alcanzar el objetivo. También en ambos se pudo apreciar
valentía y determinación: en Barbados, por las voces grabadas de la
tripulación cubana; en Estados Unidos, por informes llegados desde ese
país sobre la actitud asumida por los pasajeros.
De los horribles hechos de Nueva York quedaron imágenes fílmicas
conmovedoras; de la explosión del avión de Barbados y su caída al mar no
quedó ni podía quedar una sola foto; únicamente se pudo disponer de las
dramáticas comunicaciones entre los tripulantes de la nave herida de
muerte y la torre de control del aeropuerto de Barbados.
Por primera vez en la historia de América Latina se produjo un acto de
este tipo promovido desde el exterior.
En el ámbito de nuestro hemisferio, el uso sistemático en la esfera
política de tales prácticas y procedimientos crueles y temibles, se
inició precisamente contra nuestro país. Fue precedido desde 1959 por
otra práctica igualmente absurda e irresponsable: el secuestro y desvío
de naves aéreas en pleno vuelo, un fenómeno que en el mundo
prácticamente no se conocía hasta entonces.
El primer hecho de esta naturaleza fue el secuestro de un avión de
pasajeros DC-3 que realizaba viaje de La Habana a la Isla de la
Juventud, llevado a cabo por varios antiguos miembros de los cuerpos
represivos de la tiranía batistiana, que lo desviaron de la ruta y
obligaron al piloto a dirigirse a Miami el 16 de abril de 1959. No
habían transcurrido todavía cuatro meses del triunfo de la Revolución.
El hecho quedó impune.
Entre 1959 y el 2001 un total de 51 aviones cubanos fueron secuestrados
y casi sin excepción desviados hacia Estados Unidos. Muchos de esos
aviones secuestrados nunca fueron devueltos al país. No pocos pilotos,
custodios y otras personas fueron asesinados o heridos; varios aviones
quedaron destruidos o seriamente dañados en intentos de secuestro
frustrados.
La consecuencia fue que la plaga de secuestros de naves en pleno vuelo
no tardó en extenderse a los propios Estados Unidos, donde por las más
variadas motivaciones, en su inmensa mayoría personas desequilibradas,
aventureras o delincuentes comunes, tanto de origen norteamericano como
latinoamericano, comenzaron a secuestrar aviones con armas de fuego,
cuchillos, cocteles molotov y no pocas veces con simples botellas de
agua, aparentando ser gasolina, con las que amenazaban incendiar las
naves.
Gracias al esmero de nuestras autoridades, no se produjo un solo
accidente al aterrizar, los pasajeros recibieron siempre las debidas
atenciones y fueron devueltos de inmediato a sus puntos de origen.
La mayor parte de los secuestros y desvíos de naves aéreas cubanas se
produjeron entre 1959 y 1973. Ante el riesgo de que se produjera una
catástrofe en Estados Unidos o en Cuba, pues incluso hubo secuestradores
que, ya con el avión en su poder, amenazaron con lanzar la nave contra
la planta atómica de Oak Ridge si no se accedía a determinadas
exigencias, el Gobierno de Cuba tomó la iniciativa de proponer al
Gobierno de Estados Unidos -presidido entonces por Richard Nixon, con
William Rogers como secretario de Estado- un acuerdo para el tratamiento
de los casos de secuestro de aviones y la piratería marítima. La
proposición fue aceptada y se trabajó con premura en la elaboración de
dicho acuerdo, que fue firmado entre los representantes de ambos
gobiernos el 15 de febrero de 1973 y publicado de inmediato en la prensa
de nuestro país, dándosele amplia divulgación.
En ese acuerdo, racional y bien elaborado, se establecían sanciones
fuertes contra los secuestros de aviones y naves marítimas. Fue
disuasivo. Desde esa fecha, el secuestro de aviones cubanos disminuyó
considerablemente y durante más de 10 años sólo se registraron en
nuestro país intentos baldíos.
Este ejemplar y eficiente acuerdo recibió un golpe demoledor con el
brutal atentado terrorista que hizo estallar el avión cubano en pleno
vuelo. El Gobierno cubano, a raíz de tan insólita agresión, y tomando en
cuenta que el hecho se produjo en medio de una nueva ola terrorista
contra Cuba desatada a fines de 1975, ateniéndose a las cláusulas
estipuladas, denunció el acuerdo, aunque mantuvo inalterables las
medidas contenidas en el mismo contra los secuestros de naves
norteamericanas, entre ellas la aplicación de severas sanciones, pue en
virtud de dicho acuerdo se habían elevado hasta 20 años de prisión. Aun
antes del acuerdo, los tribunales cubanos venían aplicando las sanciones
establecidas en nuestro Código Penal contra los secuestros de aviones,
aunque las mismas eran menos severas.
A pesar de la aplicación rigurosa de las sanciones, continuaban
produciéndose algunos secuestros de aviones norteamericanos que eran
desviados hacia nuestro país. El Gobierno de Cuba, después de advertirlo
con la debida anticipación, devolvió a Estados Unidos el 18 de
septiembre de 1980 a dos secuestradores y los puso a disposición de las
autoridades de ese país.
En el período comprendido entre septiembre de 1968 y diciembre de 1984
aparecen registrados 71 casos de secuestros de aviones que fueron
desviados a Cuba. Consta que 69 participantes en dichos secuestros
fueron juzgados y sancionados a penas de privación de libertad que se
movían entre 3 y 5 años; con posterioridad, a partir del acuerdo de
1973, las sanciones oscilaron entre 10 y 20 años.
Como resultado de estas medidas tomadas por Cuba, el hecho es que desde
hace 17 años no se ha vuelto a producir un solo secuestro ni desvío
hacia Cuba de una nave aérea norteamericana.
¿Cuál ha sido en cambio la actitud de los gobiernos de Estados Unidos?
Desde 1959 hasta hoy, las autoridades norteamericanas no han sancionado
a una sola de los cientos de personas que han secuestrado y desviado a
ese país decenas de naves aéreas cubanas, ni siquiera a las que
cometieron asesinatos para llevar a cabo el secuestro.
No se puede concebir mayor falta de elemental reciprocidad, ni mayor
estímulo al secuestro de aviones y embarcaciones. Esa política
inflexible, sin una sola excepción, se ha mantenido y aún se mantiene a
lo largo de más de 42 años.
El constructivo acuerdo entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos
sobre secuestros de aviones y naves marítimas, cuyos resultados se
pudieron apreciar de inmediato, fue aparentemente acatado por los
principales líderes de los grupos terroristas. Unos habían cooperado o
participado activamente en la organización de la guerra irregular a
través de bandas armadas que en determinados momentos se extendieron por
las seis antiguas provincias del país. La mayoría de ellos habían sido
reclutados por el Gobierno de Estados Unidos en los días de la invasión
por Playa Girón, la Crisis de Octubre y los años posteriores, para
participar en todo tipo de acciones violentas, de modo especial en
planes de atentados y acciones terroristas que no excluían ninguna
esfera de la vida económica y social, ningún medio, ningún
procedimiento, ningún arma.
Pasaron por todo tipo de instituciones, escuelas y entrenamientos, en
ocasiones para entrenarlos y en otras para entretenerlos.
Acontecimientos dramáticos como el asesinato de Kennedy dieron lugar a
investigaciones importantes como las realizadas por una comisión del
Senado de Estados Unidos, que provocaron situaciones embarazosas y
grandes escándalos, obligaron a cambios de tácticas y nunca realmente a
ningún cambio de política hacia Cuba. Es por ello que tras períodos de
relativo reflujo, surgían de nuevo olas de terrorismo.
Así ocurrió a fines de 1975. La Comisión Church había presentado su
célebre informe sobre los planes de asesinato contra dirigentes de Cuba
y otros países el 20 de noviembre de ese año. La Agencia Central de
Inteligencia no podía seguir asumiendo la responsabilidad directa de los
planes de atentados y acciones terroristas contra Cuba. La fórmula era
sencilla: el personal terrorista más confiable y entrenado asumiría la
forma de grupos independientes, que actuarían por su propia cuenta y
bajo su propia responsabilidad. Surge así, de repente, una extraña
organización coordinadora llamada CORU, compuesta por los principales
grupos terroristas que, como norma, estaban fuertemente divididos por
ambiciones de protagonismo e intereses. Se desata una ola violenta de
acciones de ese carácter. Para mencionar algunas, escogidas entre los
numerosos e importantes actos terroristas que tuvieron lugar en esa
nueva etapa, puedo señalar que en sólo cuatro meses ocurrieron las
siguientes:
Ataque de lanchas piratas procedentes de la Florida a dos barcos
pesqueros, que causó la muerte de un pescador y graves daños a las
embarcaciones, el 6 de abril de 1976.
Bomba colocada en la Embajada de Cuba en Portugal, que ocasiona la
muerte de dos funcionarios diplomáticos, heridas graves a varios más y
la destrucción total del local, el 22 de abril.
Atentado con explosivos contra la Misión de Cuba en la ONU, que ocasiona
graves daños materiales, el 5 de junio.
Bomba que estalla en el vagón que cargaba los equipajes del vuelo de
Cubana de Aviación en el aeropuerto de Kingston, Jamaica, momentos antes
de ser subidos a bordo, el 9 de julio.
Bomba que estalla en las oficinas de la British West Indies en Barbados,
que representaba los intereses de Cubana de Aviación en ese país, el 10
de julio.
Asesinato de un técnico de la pesca durante el intento de secuestro del
cónsul cubano en la ciudad mexicana de Mérida, el 24 de julio.
Secuestro y desaparición de dos funcionarios de la Embajada cubana en
Argentina, de los cuales no se volvió a tener noticias, el 9 de agosto.
Bomba que estalla en las oficinas de Cubana de Aviación en Panamá, que
causa daños de consideración, el 18 de agosto.
Como puede observarse, una verdadera guerra. Varios ataques apuntaban a
las líneas aéreas.
El New York Times y la revista U.S. News and World Report, dos órganos
de los más prestigiosos de Estados Unidos, lo calificaron como una nueva
ola de terrorismo contra Cuba.
Los grupos que integraban el CORU -que comenzó a operar desde los
primeros meses de 1976, aunque no fue constituido formalmente hasta
junio de ese año- hacían declaraciones públicas en Estados Unidos
adjudicándose cada uno de los actos que realizaban. Enviaban los partes
de guerra -así los calificaban- desde Costa Rica a la prensa de Miami.
Uno de sus órganos publicó en el mes de agosto un artículo titulado con
ese mismo nombre: "Parte de guerra", que narraba la destrucción de la
Embajada cubana en Colombia. Ese fue el día que no vaciló en publicar un
comunicado que es clave, firmado por los cinco grupos terroristas que
formaban el CORU: "Muy pronto atacaremos aeronaves en vuelo."
Para ejecutar sus golpes, los terroristas del CORU utilizaron sin
dificultades como principales bases de operaciones los territorios de
Estados Unidos, Puerto Rico, Nicaragua bajo el gobierno de Somoza y
Chile bajo el de Pinochet.
Faltaban menos de ocho semanas para que fuese destruido en pleno vuelo
el avión de Barbados con 73 personas a bordo.
Hernán Ricardo y Freddy Lugo, dos mercenarios venezolanos que colocaron
la bomba en el trayecto de Trinidad-Tobago a Barbados y se bajaron del
avión en este punto, volvieron a Trinidad, fueron arrestados y
confesaron de inmediato su participación.
El superintendente de la Policía de Barbados declaró ante una comisión
investigadora que Ricardo y Lugo confesaron que trabajaban para la CIA.
Añadió que Ricardo había sacado una tarjeta de la CIA y otra donde se
explicaban las reglas para el uso del explosivo plástico C-4.
El 24 de octubre de 1976, el New York Times comentó que "los terroristas
que lanzaron una ola de atentados en siete países, durante los dos
últimos años, fueron productos e instrumentos de la CIA".
El periódico Washington Post manifestó que los contactos confirmados con
la Embajada de los Estados Unidos en Venezuela "hacían dudar" de la
declaración formulada el 15 de octubre por el Secretario de Estado de
los Estados Unidos, Henry Kissinger, en el sentido de que "nadie
relacionado con el Gobierno norteamericano había tenido que ver con el
sabotaje del avión" cubano.
El corresponsal del periódico mexicano Excelsior comentó entonces desde
Puerto España que "con la confesión de Hernán Ricardo Lozano, el
venezolano detenido aquí en Trinidad, de su responsabilidad en el
atentado contra un avión de Cubana que se estrelló frente a las costas
de Barbados con 73 personas a bordo, está a punto de descubrirse una
importante red terrorista anticastrista, que en alguna forma está
vinculada con la CIA".
Le Monde dijo que eran públicamente conocidas las vinculaciones de la
CIA con grupos terroristas de origen cubano que se movían en suelo
estadounidense.
Muchos de los órganos más serios de la prensa internacional se
expresaron en el mismo sentido.
Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, autores intelectuales del crimen
terrorista, vinculados a la CIA desde 1960, son arrestados y sometidos a
un proceso tortuoso plagado de irregularidades, en medio de colosales
presiones. La jueza venezolana Delia Estaba Moreno inició el proceso
judicial contra ellos por asesinato, fabricación y uso de armas de fuego
y forja y porte de documentos falsos. Su digna postura suscitó violenta
reacción de la mafia política de la extrema derecha cubano- venezolana.
El general Elio García Barrios, presidente de la corte marcial, mantuvo
una conducta firme y decidida, gracias a la cual ambos terroristas
tuvieron que guardar prisión durante varios años. La mafia terrorista de
Miami se vengó acribillando a balazos a uno de sus hijos en 1983.
Posada es rescatado por la Fundación Nacional Cubano Americana, que
envía 50 mil dólares a través de Panamá para financiar la fuga; escapa
el 18 de agosto de 1985. En cuestión de horas aparece en El Salvador.
Allí lo visitaron, apenas arribó, los principales líderes de la
Fundación. Eran los días de la guerra sucia en Nicaragua. De inmediato
comienza a realizar importantes tareas bajo la dirección de la Casa
Blanca en el suministro por aire de armas y explosivos a las bandas
contrarrevolucionarias en Nicaragua.
La fría cifra de 73 personas inocentes asesinadas en Barbados, no lo
dice todo en cuanto al sentido y magnitud de la tragedia.
Seguramente los norteamericanos lo comprenderán mejor comparando la
población de Cuba de hace 25 años con la de Estados Unidos el 11 de
septiembre del 2001. La muerte de 73 personas en un avión cubano hecho
estallar en el aire es lo que significaría para el pueblo de Estados
Unidos que siete aviones de las líneas aéreas norteamericanas, con más
de 300 pasajeros cada uno, fuesen destruidos en pleno vuelo el mismo
día, a la misma hora, por una conspiración terrorista.
Si vamos un poco más lejos y tomamos en cuenta los 3.478 cubanos que han
muerto durante más de 42 años por las acciones agresivas, incluidas la
invasión de Playa Girón y todos los actos terroristas que ha sufrido
Cuba originados en Estados Unidos, es como si en ese país hubiesen
muerto 88.434 personas, una cifra casi igual al número de
norteamericanos que murieron en las guerras de Corea y Viet Nam juntas.
Todo cuanto aquí denuncio no está inspirado en sentimientos de odio o
rencor. Comprendo que los funcionarios norteamericanos no desean ni oír
hablar de estos embarazosos temas. Dicen que hay que mirar hacia
delante.
Sería ciego no volver la vista para ver dónde están los errores que no
deben repetirse, cuáles son las causas de grandes tragedias humanas,
guerras y otras calamidades que pudieron tal vez evitarse. No tiene por
qué haber muertes de inocentes en ninguna parte del planeta.
Hemos convocado este grandioso acto contra el terrorismo como un
homenaje y un tributo a la memoria de nuestros hermanos muertos en
Barbados hace 25 años, pero es también una expresión de solidaridad con
los miles de personas inocentes que murieron en Nueva York y Washington,
y de condena al brutal crimen cometido contra ellos, buscando caminos
que conduzcan a la erradicación real y duradera del terrorismo, a la paz
y no a una sangrienta e interminable guerra.
Albergo la más profunda convicción de que las relaciones entre los
grupos terroristas creados contra Cuba en Estados Unidos en los primeros
15 años de la Revolución y las autoridades de ese país, nunca se
rompieron.
Un día como hoy, tenemos derecho a preguntarnos qué medidas se tomarán
con Posada Carriles y Orlando Bosch, responsables del monstruoso acto
terrorista de Barbados, y con los que planearon y financiaron las bombas
que se pusieron en los hoteles de la capital y los intentos de asesinato
a dirigentes de Cuba, que no se han detenido un minuto en más de 40
años.
No es mucho pedir que se haga justicia con los profesionales del
terrorismo que desde el propio territorio de Estados Unidos no han
cesado de aplicar sus deleznables métodos contra nuestro pueblo para
sembrar terror y destruir la economía de un país hostigado y bloqueado,
desde cuyo territorio no ha salido nunca un artefacto terrorista, ni
siquiera un gramo de explosivos para hacerlo estallar en Estados Unidos.
Jamás un norteamericano ha sido muerto o herido, ni una sola
instalación, grande o pequeña, en ese inmenso y rico territorio, ha
sufrido el menor daño material por alguna acción procedente de Cuba.
En la lucha contra el terrorismo a escala mundial con la que estamos
comprometidos a participar junto a la Organización de Naciones Unidas y
el resto de la comunidad internacional, nos asiste toda la autoridad
moral necesaria y el derecho a reclamar que cese el terrorismo contra
Cuba. La guerra económica a que ha sido sometido nuestro pueblo durante
más de 40 años, una acción genocida y brutal, también debe cesar.
Nuestros hermanos muertos en Barbados ya no son solo mártires; son
símbolos en la lucha contra el terrorismo, se yerguen hoy como gigantes
en esa batalla histórica para erradicar el terrorismo de la faz de la
Tierra, ese repugnante método que tanto daño ha causado a su país y
tanto ha hecho sufrir a sus seres más queridos y a su pueblo; un pueblo
que ha escrito ya páginas sin precedentes en los anales de su Patria y
de su época.
No ha sido inútil el sacrificio de sus vidas. La injusticia comienza a
temblar ante un pueblo enérgico y viril que hace 25 años lloró de
indignación y dolor, y hoy llora de emoción, de esperanza y de orgullo
al recordarlos.
La historia, caprichosa, lo ha querido así.
Compatriotas:
En nombre de los mártires de Barbados:
¡Socialismo o Muerte!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
------------------ schnapp --------------------------------
Lüko Willms http://www.mlwerke.de
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"Nach meiner Ansicht besitzt die Presse _das_ _Recht_,
Schriftsteller, Politiker, Komödianten und andere öffentliche
Charaktere zu _beleidigen_. Achtete ich [so einen Angriff gegen mich]
einer Notiz wert, so galt mir in solchen Fällen der Wahlspruch: à
corsaire, corsaire et demi [auf einen Schelmen anderthalben]."
- Karl Marx 17.11.1860 (Herr Vogt, Kapitel XI)