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[ From: Jose Miguel Garrido Urzua <ch...@antonia.webhost.cl> ]
[ Subject: El Sindrome de Beaucheff ]
[ Newsgroups: uch.ing.cursos.cc10a04 ]
[ Message-ID: <6v6g3l$r5p$1...@ict.uchile.cl> ]
EL SINDROME DE BEAUCHEFF
Al principio en la escuela uno no notaba nada extraño. El primer
semestre parecía pasar sin daño alguno, uno era un polluelo recién
ajustándose al nido. La ausencia de mujeres era aceptada como los
horarios, los cursos, el edificio, como parte de esta situación nueva: La
Universidad. Las movidas del colegio se mantenían y una mujer no pasaba a
ser más que eso, una mujer. Hacia el segundo semestre las cosas empezaban
a cambiar, notábamos elementos de sexo femenino entre nosotros, incluso
encontrábamos que una tenía bonitos ojos u otra buen trasero. Pero las
cosas se complicaban con la llegada del Verano y las vacaciones
desfasadas, en ese entonces, para Febrero. Una niña bonita en traje de
baño se nos hacía en esos días de últimos exámenes algo tan irreal y
difuso como un sueño febril, unas vacaciones en el Caribe o conducir un
Porsche Turbo. Tras el primer verano sin playas las cosas iban mal.
Muchas niñas de la escuela, antes ignoradas, empezaron a entrar en la
categoría de posibles. Providencia con sus minas enfundadas en deliciosos
pantalones se nos empezó a antojar sucursal del paraíso.
Así el tiempo pasó por nosotros. La guatita crece, el carrete ya
no se esfuma como por arte de magia al día siguiente, todas las mañanas
frente al espejo hacemos inventario del pelo que nos queda y empezamos a
ir a clases los sábados por la mañana.
Nos avejentamos. La salida del fin de semana ya no era tan vital
como para el musulmán sus tres oraciones diarias en dirección a la Meca.
Nos volvimos quietos como aguas estancadas, es decir profundas pero
sucias, cada año más libidinosos. Podríamos hacer un experimento: pasear
una niña aceptable por el patio y conectar la mente de los estudiantes de
ingeniería que la observan a pantallas de video.
Las imágenes que veríamos darían escalofríos a Jack el
destripador. Ensayemos la situación inversa: imaginemos a uno de nuestros
muchachos paseando por una escuela de diseño, arquitectura o ingeniería
comercial. Parecería un ratón hambriento, recién materializado en una tienda
de quesos finos.
No hay caso, nuestro sujeto se vuelve con el tiempo cada vez más
urgido. Ya la cuestión no es elegir, la idea es conseguir algo, lo que
sea, cualquier cosa. Se quiere un cuerpo para saciar en parte los
obscenos deseos, pero también un alma que te cobije y te relaje.
Desgraciadamente las movidas, las oportunidades de conocer mujeres,
decrecen con el tiempo.
Aquellos con hermanas menores las esconden de sus condiscípulos y
como a princesas medievales, preferirían verlas sacrificadas antes que
entregadas a los hunos, es decir a sus compañeros de escuela.
Más estos son sólo síntomas. La tensión nerviosa, el
deslumbramiento frente a cualquier falda, el llegar al día siguiente
comentando la mina del último comercial de televisión, el llegar al fin
de semana y sentir que te tiritan las patas, el escribir verdaderos
tratados de ginecología en los baños de la escuela, ese ir
progresivamente perdiendo la decencia y el buen gusto para con una escala
cada vez menos exigente para evaluar al sexo débil. Estos son sólo los
síntomas, nada irrecuperable ha sucedido aún. Todavía nos mantenemos de
pie. El síndrome de Beaucheff sólo se convierte en enfermedad terminal,
uno de nuestros muchachos sólo cae definitivamente desde el momento en
que empieza a pololear, enamorado hasta las patas como buen ingeniero,
con una niña de la escuela. Se les observa pasear por el patio y los
amigos bajan la cabeza como si pasara un cortejo fúnebre. -Pobre, era tan
bueno-. Como aquellos soldados a los que ha quebrado la tensión del
combate y abrazan la locura, nuestro amigo pasa junto a nosotros
enamorado hasta las patas. Pero así es la cosa, los muchachos de
ingeniería no se caracterizan por agarrar bellezas, pero eso sí,
tradicionalmente les hacemos el quite a las "cabeza hueca". Porque, ¿a
quién le interesa una morena de ojos verdes dotada de figura perfecta,
rostro inocente y voz sensual, si es incapaz de elevados razonamientos
abstractos? ¿A quién?, ¡dígan!, ¿a quién le interesa?. ¡¡¡A mí!!!
(Teodor Kausel 2, primavera 1989)
--
Jose Miguel Garrido Urzua | "Vivo en un rincon donde a ratos
ch...@webhost.cl | llega el sol, pienso que no pienso
http://www.webhost.cl/~chano | lo que debes tu pensar..."
ICQ: 8928984 | (Cinema - 1986)
--
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