Sería oportuno que cada comunidad, en un domingo del Año
litúrgico, renovase su compromiso en favor de la difusión,
conocimiento y profundización de la Sagrada Escritura: un
domingo dedicado enteramente a la Palabra de Dios para
comprender la inagotable riqueza que proviene de ese diálogo
constante de Dios con su pueblo. Habría que enriquecer ese
momento con iniciativas creativas, que animen a los creyentes a
ser instrumentos vivos de la transmisión de la Palabra.
Ciertamente, entre esas iniciativas tendrá que estar la difusión
más amplia de la lectio divina, para que, a través de la lectura
orante del texto sagrado, la vida espiritual se fortalezca y crezca.
La lectio divina sobre los temas de la misericordia permitirá
comprobar cuánta riqueza hay en el texto sagrado, que leído a la
luz de la entera tradición espiritual de la Iglesia, desembocará
necesariamente en gestos y obras concretas de caridad13.
Necesitamos transformar y renovar nuestra mente y nuestro entendimiento para hacer las cosas de una manera diferente pero basados en principios y leyes universales
de la nueva carta de el Papa Francisco