Gustavo Gorriti: El crimen organizado en campaña

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Julio Carmona

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Apr 8, 2011, 2:23:22 PM4/8/11
to BOSQUE DE PALABRAS
El destacado periodista de investigación Gustavo Gorriti, explica en
su última columna publicada en la revista Caretas y la web IDL
Reporteros, las razones por las cuales no debemos votar por la
candidata presidencial Fuerza 2011, Keiko Fujimori.
Entre ellas porque el gobierno del ex presidente Alberto Fujimori, del
cual se proclama heredera la candidata Keiko, significa el regreso del
“crimen organizado” y la “dictadura de gangsters”.

He aquí el mensaje:

El golpe de Estado del 5 de abril de 1992 ocurrió hace diecinueve
años, que son trágicamente cortos en algunos casos, como cuando se
extingue una vida joven antes de terminarlos; y largos en exceso en
otros, como cuando consiguen nublar la memoria y pervertir el
recuerdo.
Es difícil explicar por otra razón que no sea la perversión del
recuerdo la posibilidad de que Keiko Fujimori pueda pasar este domingo
a la segunda vuelta. Y más aún que pueda quedar en condiciones de
disputar la presidencia de la República con Ollanta Humala, cuyas
actuales declaraciones en pro de la Democracia no se han aparejado con
un deslinde claro respecto de su pasado antidemocrático.
Así, luego de diez años de democracia, que sucedieron a otros diez de
dictadura, corremos el riesgo de que aquélla se suicide por mano de
sus ciudadanos, como ha sucedido con sociedades enfermas en otros
lugares y momentos de la Historia.
Cuando vota en momentos importantes, la gente logra a veces una gran
sabiduría colectiva pero cae otras veces en una bovina torpeza. Claro
que esto último solo sucede cuando ningún líder importante está por
encima de esa torpeza.
Uno de los aspectos más penosos para mí en el debate del domingo
pasado, fue ver que ninguno de los candidatos con trayectoria
democrática se animó a hablar sobre el peligro que representa hoy el
fujimorismo.
Lo chocante, en particular, fue el silencio de Toledo al respecto.
Puedo entender que el asunto no le interese a PPK, quien no la pasó
nada mal durante los años de fujimorato, (y menos sus principales
colaboradoras de campaña, como “Lady Su”); y que Luis Castañeda esté
quizá golpeado y con resuello deficitario como para pensar con la
claridad que no tuvo en el tramo aeróbico de su campaña.
PERO Toledo, el líder de la oposición democrática el año dos mil,
parecía tener vergüenza de hablar sobre el tema, y en lugar de
explicar con fuerza y elocuencia los peligros que amenazan a la
democracia, solo se atrevió a rebatir la pregunta acusatoria que le
hizo Keiko Fujimori: ¿cuántos terroristas liberó en su gobierno? Su
respuesta: muchos menos que los que liberó tu papá (con cifras
comparativas), fue aritméticamente cierta y retóricamente efectiva
pero escasa e insuficiente en explicarle al país lo que estaba y está
en juego.
Si algo tuvo de bueno ese intercambio fue provocar la declaración
inequívoca y reveladora de Keiko Fujimori. Ella afirmó que el gobierno
de su padre fue el mejor que ha tenido el Perú y se declaró orgullosa
de ser su hija.
Lo segundo puede pertenecer al ámbito de la devoción filial, y con eso
uno no se mete. Pero la primera parte de la declaración (que hace un
complemento de la segunda) es una involuntaria confesión.
Ahí Keiko Fujimori se presentó sin equívocos como la candidata-
heredera de un régimen que busca resucitar.
Y yo pregunto: ¿queremos que nos gobierne el fujimorato resucitado?
En otras palabras, ¿queremos ver al crimen organizado de nuevo en el
poder?
¿Exagero? Veamos: el régimen de la década de 1990-2000, no tuvo uno
sino dos líderes: uno visible y el otro invisible: Fujimori y
Montesinos.
¿Quién de los dos fue el más importante? La relación, casi hasta el
final, fue simbiótica, entre quien fue primariamente el autor
intelectual: Montesinos; y quien fue básicamente el autor material:
Fujimori.
Keiko Fujimori y sus colaboradores intentan presentar a Montesinos
como una limitada aberración en un gobierno que, aparte de eso, era
bueno. Que ganó espacio gracias a la ingenuidad de su padre, Alberto.
Ese no es un error sino una mentira. Como las que decía, en 1990, 1991
y 1992, el propio Fujimori en sus conferencias de prensa con la
asociación de prensa extranjera. Cada vez yo le preguntaba sobre el
papel de Montesinos en su gobierno y cada vez Fujimori mentía sin
mover un músculo de la cara. No, Montesinos no trabajaba para él… sí,
pues, trabajaba un poquito, pero como un funcionario de bajo nivel…
no, Montesinos no tuvo nada que ver con la planificación y la
ejecución del golpe de Estado…
Pero Montesinos fue desde el comienzo mucho más que un asesor.
Cogobernó con Fujimori encargándose del manejo del aparato de
inteligencia que, bajo su control, sometió y dirigió al resto del
Estado: al Ejecutivo, Legislativo, Poder Judicial y Poder Electoral. Y
lo hizo desde 1990 hasta el año dos mil.
Así que en los hechos, el régimen que Keiko Fujimori exalta e intenta
resucitar fue el del cogobierno de Montesinos y Fujimori.
Enumeraré algunas cosas en las que el gobierno de Fujimori-Montesinos
fue el mejor:
• Fue el régimen que robó mejor. Como ninguno. Y eso, que no han
faltado gobiernos corruptos. Pero este, comparativamente, le ganó
hasta al de Echenique. Cientos de millones de dólares probadamente
robados al Perú y a su gente en cada transacción importante. La regla
del juego fue la trampa;
• Fue el régimen que prostituyó y traicionó mejor los valores que
proclamaba más importantes. Si las compras de armamento luego del
desafortunado conflicto con Ecuador fueron el pretexto para el robo a
inmensa escala en la compra de armas a Bielorrusia y en la compra a
Rusia; y si se afectó así terriblemente la defensa nacional, ¿qué
área quedaba libre de robos por parte de la mafia en el poder?
Ninguna.
• Fue el régimen que disfrazó mejor su participación en el
narcotráfico: si puso al propio Vladimiro Montesinos, el narcoabogado
y narcoestratega de los más importantes narcotraficantes de su tiempo
(entre los cuales Pablo Escobar, según recuerda en sus memorias el
hermano de éste, Roberto Escobar), a cargo de la “lucha” contra el
narcotráfico, ¿qué más había que decir? Por eso, cuando el “Vaticano”
confesó a gritos, antes de ser torturado y acallado, que había tenido
que pagarle cupos a Montesinos para que éste le permita seguir
exportando cantidades masivas de pasta básica de cocaína, no hizo sino
revelar parte de una longeva verdad.
ASÍ que lo que gobernó el país durante una década fue el crimen
organizado. Y para robar, expoliar y dañar impunemente necesitó poder
mentir y fabricar supercherías. Por eso se apuró en derrocar la
Democracia y por eso el periodismo de investigación fue su peor
enemigo.
Es esa dictadura de gangsters la que Keiko Fujimori pretende
resucitar, en una campaña en la que la mediocridad de unos y la
complicidad de otros le permitió mantenerse tranquila en su nicho de
voto autoritario para amenazar ahora con el pase a la segunda vuelta.
Hay que impedir esa tragedia. Con la más intensa movilización en los
días que quedan. Con viralidad adrenalínica en las redes sociales y en
los medios de comunicación. Llamar a votar por quien tenga la mejor
posibilidad de representar una alternativa democrática en la segunda
vuelta. Sin pensar, en ese rato, que se va a votar por un líder
mediocre, sino pensando que se vota por la Democracia, la razón de
ser, el principio fundacional de nuestra nación.



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