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(IVÁN): EL FIN DEL PECADO ES MUERTE

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IVAN VALAREZO

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Jan 20, 2008, 6:42:25 PM1/20/08
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Sábado, 19 de enero, año 2008 de Nuestro Salvador Jesucristo,
Guayaquil, Ecuador - Iberoamérica


(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)

EL FIN DEL PECADO ES MUERTE:


Con nuestro Padre Celestial "el fin del pecado es muerte"
para el pecador y para la pecadora de toda la tierra,
asimismo como lo fue para Adán y Eva en el paraíso: "por
tanto, su dadiva divina es la misma de siempre en nuestro
Señor Jesucristo y único Árbol de vida eterna, en la tierra y
en el cielo". En buena lógica, con Adán y Eva "estamos
totalmente muertos para la vida eterna del cielo" y así
también de la tierra de nuestros días y de La Nueva Jerusalén
Santa y Gloriosa del nuevo reino de Dios.

A pesar de todo, delante de nuestro Padre Celestial "no
estamos muertos todavía, como sin esperanza de salud y de
salvación infinita", porque hemos salido de Él y de su Hijo
amado, su único Árbol de vida eterna, ¡nuestro Salvador
Jesucristo! En verdad, "somos hijos legítimos de Dios por
nuestra primera naturaleza celestial", por lo tanto, "tenemos
la semilla de nuestra vida infinita viva aún", a pesar de los
males terribles que hemos vivido desde el paraíso y hasta
nuestros días, por ejemplo, no sólo delante nuestro Padre
Celestial sino también delante de su Hijo amado y de su
Espíritu Santo.

Es decir, que nuestro Padre Celestial "siente mucho amor por
cada uno de nosotros por esa vida gloriosa que salio de él
hacia cada uno de nosotros" y, además, porque verdaderamente
hemos salido de su seno, como de su propio corazón, como de
su propio espíritu y como de su propia vida infinita y muy
antigua del cielo, por cierto. En realidad, "nuestra creación
se remonta a millares de siglos en la antigüedad en el
corazón de nuestro Padre Celestial", para posteriormente
amoldarnos espiritualmente con cada alabanza de gloria y de
honra de sus ángeles santos del cielo, por ejemplo, para
vivir infinitamente su nueva vida celestial, del nuevo reino
venidero.

Por ese motivo, cada vez que los ángeles del cielo alababan y
honraban gloriosamente a su nombre muy santo, delante de su
presencia inmortal y de su Árbol de vida eterna, también,
entonces "en su corazón sagrado nuestro Padre Celestial nos
formaba en el Espíritu de su perfección y amor para su nueva
vida eternal". En consecuencia, "cada uno de nosotros estaba
naciendo en su imagen y conforme a su semejanza celestial"
para llegar a ser su hijo legitimo o su hija legitima, en un
día como hoy, por ejemplo: "sí tan sólo invocamos su nombre
sagrado y salvador de su Hijo amado con nuestros labios".

Por eso, cada uno de nosotros, en nuestros millares,
comenzando con Adán y Eva en el paraíso, de allá en adelante,
"aún tenemos esperanza de vida y de salud infinita en nuestro
Creador Celestial, si tan sólo regresamos a él, en un momento
de oración y de fe, por medio de su fruto de vida eterna", ¡
nuestro Señor Jesucristo! Y tenemos que regresar a nuestro
Padre Celestial "únicamente por medio de su Hijo amado",
porque sin Él en nuestros corazones y en nuestras almas
infinitas, entonces no somos los seres santos, (los cuales
creo en su corazón y luego los amoldo con sus manos sagradas
para vivir su nueva vida inmortal, en su imagen y conforme a
su semejanza celestial).

Además, esta nueva vida inmortal, por la cual nuestro Padre
Celestial siempre ha buscado desde tiempos inmemoriales,
desde el cielo y desde su trono muy santo, por ejemplo, "sólo
es posible o existe en su Árbol de vida eterna, su Hijo
amado", ¡nuestro Señor Jesucristo! Porque "si comes y bebes
del Árbol de la vida eterna, ya sea en el paraíso o en la
tierra, para nuestro Padre Celestial es lo mismo", como ni
más ni menos, por ejemplo, para llenarte de bendiciones y de
vida saludable, como de la nueva vida infinita de su Nueva
Jerusalén Santa y Perfecta del cielo.

Pues entonces, "el pecado muere en ti", como en tu corazón,
en tu espíritu, en tu alma, en tu cuerpo y en toda tu vida
también, "dado que, el Espíritu de Jesucristo vive en ti para
Dios y para su nueva eternidad venidera de su nuevo reino
celestial", en la tierra y en el cielo, también, para
siempre. Verdaderamente, "el pecado habrá llegado a su fin
eterno antes de tiempo en los días de tu vida", como hoy,
para que muera el pecado y no tú, y así sigas viviendo
infinitamente en la tierra y en el paraíso, también, pero
continuamente al pie del Árbol de vida, como debió de ser
siempre, como desde tus primeros días de vida.

Para que así entonces conozcas la dadiva eterna de nuestro
Padre Celestial, la cual sólo es posible en nuestros
corazones, en nuestros espíritus humanos, en nuestras nuevas
vidas infinitas del cielo, "si tan sólo creemos en su Hijo
amado, como nuestro Árbol de vida eterna y como nuestro único
salvador posible de nuestras almas infinitas", para la nueva
eternidad celestial. De otra manera, "vivimos totalmente
ciegos e infinitamente perdidos en las primeras tinieblas de
Satanás, las cuales entraron en el corazón de Eva y luego en
el corazón de Adán", para que entonces "nosotros las
recibamos como herencia eterna", en nuestros corazones, en
nuestros espíritus, cuerpos y vidas humanas, también, por
ejemplo, para "siempre morir y jamás ser felices".

Y así "no conocer jamás a nuestro Padre Celestial ni menos a
su Hijo amado, nuestro Señor Jesucristo, como nuestro único
fruto de vida y de salud eterna", en esta vida y en la
venidera, también, para siempre. Y "esto es muerte eterna
para cualquier hombre, mujer, niño y niña de todas las
naciones de la tierra, como de los que no tienen aún viviendo
en sus corazones al Señor Jesucristo", como su único y
suficiente salvador de sus vidas, para no ver, ni menos
conocer, las tinieblas de nuestros antepasados del paraíso,
sino todo lo contrario.

Y esto es, hoy en día, como en la antigüedad, como en el
paraíso y así también como en la tierra, de nuestros días y
de siempre, "de sólo conocer la única y verdadera luz de
nuestro Árbol de vida eterna", ¡nuestro Señor Jesucristo!,
(la cual nos da vida en abundancia en esta vida y en la
venidera también, para siempre). Para que así entonces
"podamos ver no solamente nuestra primera luz humana, libre
de las tinieblas de Satanás, sino también la luz infinita de
nuestro Padre Celestial y de su Árbol de vida eterna",
nuestro Señor Jesucristo, (el cual siempre está rodeado del
Espíritu Santo de Dios y de sus huestes de ángeles gloriosos
e infinitamente fieles a él).

Porque estos ángeles del cielo y así también nuestro Espíritu
Santo de Dios, pues, día a día y sin parar "acompañan a
nuestro Salvador Jesucristo en el cielo, en la tierra y por
siempre en la nueva eternidad celestial", para por siempre
bendecir toda vida humana, ya que, sólo de él renace nuestra
vida humana. Es decir, también, que estos son los ángeles que
no solamente sirven a nuestro Dios diariamente con alabanzas
de gloria y de honra a su nombre santísimo, sino que además
"son los que sirven a nuestro Señor Jesucristo para hacer su
voluntad perfecta de bendecir a sus siervos y siervas, como
de los que heredaran la salvación eterna".

Es más, "estos son los ángeles fieles, los cuales siempre han
luchado batallas antiguas en contra de Satanás y de sus
huestes de ángeles perdidos para redimir a los que creerían
en Jesucristo" en sus corazones y confesarían con sus labios
su nombre santo y salvador de sus almas infinitas, en la
tierra y para siempre en la nueva eternidad celestial. Y los
ángeles del cielo pelean por Dios y por los que aman a
nuestro Señor Jesucristo, "porque ellos son las glorias y las
alabanzas antiguas por las cuales siempre han honrado y
exaltado a nuestro Padre Celestial y a su nombre muy santo,
para que seamos nosotros libres en un día como hoy, del fin
del pecado", ¡la muerte eterna!

Además, estos corazones humanos, por los cuales los ángeles
siempre han luchado sin parar delante de Dios y de su Árbol
de vida existen, y "uno de ellos eres tú mismo", mi estimado
hermano y mis estimada hermana, desde los primeros días de la
antigüedad y hasta nuestros días, "para amar a tu Dios por
amor a su Jesucristo lealmente". Como en esta misma hora,
Satanás con sus profundas tinieblas perdidamente agarradas de
tu corazón y de tu espíritu humano, como desde los primeros
días del paraíso, "lucha insaciablemente por no dejarte
despertar a la luz de la vida eterna", (la única luz de la
verdad y de la justicia infinita de Dios y de su Espíritu
Santo, ¡nuestro Salvador Jesucristo!)

Porque Satanás sabe muy bien "que si tú despiertas a la luz
del Árbol de la vida eterna, nuestro Señor Jesucristo,
entonces nadie jamás podrá volverte a engañar con ninguna de
sus mentiras de siempre", como con las mentiras con que
engaño a Adán y a Eva en el paraíso para que pierdan sus
vidas eternas, en su pecado original. Es por eso, que nuestro
Padre Celestial anhela día y noche tenerte delante de su
presencia, "creyendo siempre en él, por medio de su Hijo
amado", nuestro Señor Jesucristo, "para que el fruto de su
vida eterna sea entonces una realidad total en tu vida y así
también en la vida de cada uno de los tuyos también y para
siempre".

Porque nuestro Padre Celestial desea verte libre de los males
del pecado y de su espíritu de inmoralidad eterna, no sólo en
ti sino también en los hombres, mujeres, niños y niñas de la
humanidad entera, "para que la gloria de su nueva vida
infinita y de su nuevo reino celestial, entonces sea
infinitamente abundante en todos sus seres muy amados".
Porque la nueva vida eterna de su nueva Jerusalén Santa y
Perfecta del cielo "tiene que ser llena en gran medida
espiritual de la gloria y de la honra infinita de tu
corazón", lleno perpetuamente del Espíritu de alabanza y de
servicio santo a tu Dios y Fundador de tu nueva vida eterna,
¡el Todopoderoso de Israel y de las naciones!

Por ello, todo aquel que rehúsa creer en su corazón y así
confesar con sus labios que el Señor Jesucristo es su Hijo
amado, entonces ama el fin del pecado: ¡la muerte eterna!;
porque no ha creído a Dios y a su única salvación posible en
el paraíso, en la tierra y en la nueva eternidad venidera, ¡
nuestro Salvador Jesucristo! Y nuestro Padre Celestial desea
cambiar tu rumbo de vida pecadora y muerta por el poder del
pecado, la maldad, la calumnia, la falsedad y la mentira
eterna, antes hoy que mañana, "para que tu nombre sea escrito
en el libro de la vida, de su Árbol de vida eterna del
paraíso", ¡nuestro Salvador Jesucristo!

Y así ya no mueras jamás en todos los días de tu vida en la
tierra, sino que "vivas para siempre feliz con tu Dios y con
sus huestes de ángeles gloriosos de su nueva vida infinita y
de su nuevo reino celestial", como La Nueva Jerusalén Santa y
Perfecta del cielo, por ejemplo. Ciertamente, "las puertas
del cielo están abiertas hoy por ti, como lo estuvo para
muchos en el paraíso y así también desde los primeros días de
vida de la tierra, para los que aman a Dios por medio de su
Cordero Escogido", y así ya no tengan una cita con el fin del
pecado, sino una cita garantizada con la vida eterna.

PENSAR EN EL MAL ES PENSAR EN LAS TINIEBLAS DE SATANÁS

Es decir, que la baja pasión en el hombre o en la mujer de la
tierra, cuando no conoce al Señor Jesucristo en su corazón,
entonces "está expuesta su vida a los males escondidos y
terribles del espíritu de error y de gran maldad de Satanás,
para comenzar a degradar su vida y hasta la muerte, también,
en la tierra". Por ello, después de haber concebido el
espíritu de error en su corazón perdido y por cualquier razón
lo lleva acabo, entonces "da a luz a la inmoralidad"; y esta
obscenidad, una vez llevada a cabo en su vida,
"inmediatamente engendra tinieblas tras tinieblas para
descender poco a poco y desde ya al fuego eterno del
infierno, en el más allá".

Y esto sucede gradualmente en la vida del infractor de la Ley
de Dios en la tierra para morir en el más allá, como en su
segunda muerte eterna, por ejemplo, "aunque esté viviendo aún
con toda su vida en su alma y en su cuerpo humano", en
cualquier lugar del paraíso o de la tierra. Entonces "la
gente en su mayoría sufre males terriblemente y hasta casi
inconcebibles en el corazón" de cualquier hombre por más vil
que sea su vida, "porque el estado espiritual de aquella
persona o personas no está al nivel normal de la vida humana
en la tierra, sino del mismo nivel bajo" del bajo mundo de
los muertos y del infierno.

Es por eso, que "al pecador se le hace muy fácil pensar en el
mal de su vida y en la de otros también para causar, en su
momento dado: sólo daño, destrucción y hasta si fuese posible
la muerte", del mismo modo. Porque "el fin del pecado siempre
es la muerte eterna" en el corazón y en el alma viviente de
cualquier pecador o de cualquier pecadora de toda la tierra,
sin hacer excepción de persona alguna jamás.

Es decir, que ésta persona o personas "va en su descenso de
seguro al bajo mundo de Satanás para vivir su vida cruel,
dolorosa, pobre, enferma, violenta, tormentosa y mortal por
razones del pecado, aunque éste viviendo aún su vida normal
en la tierra", como cualquier otra persona común y corriente,
por ejemplo. De hecho, "éste es el estado espiritual
sumamente lejos de las ricas bendiciones de Dios y de su
Árbol de vida eterna" de aquella persona o personas, de
aquella familia o familias, de aquel pueblo o pueblos de la
tierra, por ejemplo, "para mal y degradación gradual y
constante de sus vidas y de muchos más, también".

Y sólo cuando el corazón, el espíritu, el alma y el cuerpo de
cualquier hombre, mujer, niño o niña de la humanidad entera,
"está a mucha distancia del Árbol de la vida eterna, nuestro
Salvador Jesucristo, entonces es que verdaderamente llega su
vida a su fin eterno, la muerte". "Seria como la Tierra sin
su Sol en su sistema solar", por ejemplo, para no recibir más
de la luz de sus rayos solares día y noche para sostener toda
vida humana, vegetal y animal, también, como es normal.

Pues así es la vida de todo hombre, mujer, niño y niña de la
humanidad entera, "sin la presencia del Espíritu del Árbol de
la vida en su corazón, en su espíritu, alma y cuerpo humano,
entonces estaría tan lejos de su fuente de vida que moriría
sin duda alguna", como los que mueren día y noche en el
infierno. Es decir, también, que cada vez que el pecador o la
pecadora piensa en su maldad para llevarla acabo en su vida o
en la vida de cualquier otra persona, entonces "es el
espíritu de error el cual está obrando en su corazón, para
comenzar a destruir a como de lugar su vida humana,
alejándola así más de Dios".

Porque es el mismo espíritu de error de Satanás, el cual
actuó en el corazón de Adán y Eva para comenzar a alejarlos
del fruto del Árbol de la vida eterna y, en realidad, "es el
que comienza a hacer de las suyas, como de costumbre, para
llenar de tinieblas la vida de aquel hombre o mujer para
entonces destruirla por completo". A ciencia cierta, éste es
el gran secreto de Satanás desde el comienzo de todas las
cosas, "alejar a sus victimas lo más lejos posible de Dios y
de su Árbol de vida eterna y entonces comenzar a destruirlas
poco a poco y hasta llevarlas a su día final", en el más
allá, como al fuego eterno del infierno, por ejemplo.

Muchas veces podemos ver, a todas luces, cada vez que una
persona o personas, familia o familias "están sufriendo males
comunes y hasta terribles también, pues, seriamente es el
espíritu de error y de gran maldad de Satanás que está
actuando con libertad de acción en sus vidas para acabar con
ellas", por sus poderes aterradores de sus tinieblas
antiguas. Y todas estas personas o familias ingenuas e
inexpertas de toda verdad, pues, "viven sus vidas de mal en
peor sin jamás ver ningún bien alguno al final de sus caminos
en la tierra, es decir, si no son ayudados lo más antes
posible por la invocación de Dios, en el nombre glorioso de
su fruto de vida eterna", ¡nuestro Señor Jesucristo!

Porque es el Señor Jesucristo quien realmente ayuda a cada
una de estas personas o familias o pueblos de la tierra "ha
escapar de los poderes escondidos y terribles de las
profundas tinieblas antiguas de Satanás y de sus ángeles
caídos, para parar de sufrir y así parar de morir", en sus
corazones y en sus cuerpos eternos, también. Porque la verdad
es que cada vez que la persona o personas, familia o
familias, pueblo o pueblos, "se alejan de los males de las
profundas mentiras de Satanás, por el poder glorioso y
majestuoso del nombre salvador de nuestro Señor Jesucristo",
entonces "sus muchos males dejan de ser casi
instantáneamente, o poco a poco comienzan a desaparecer de
sus vidas".

Por cuanto, es el mismo Espíritu de Dios y de su Árbol de
vida eterna, el cual comienza a hacer sentir su presencia
cada vez más y más en sus vidas humanas y delante de sus
millares de ángeles por amor a su salvación sagrada, "para
darles vida y en abundancia en esta vida y en la venidera,
también, para siempre". Y cuando esto sucede, milagrosamente,
en la vida de cualquier persona o personas, familia o
familias, pueblo o pueblos, "entonces esto significa que los
poderes terribles de los males de Satanás y de sus ángeles
caídos están disminuyendo, y la luz de la verdad, de la
justicia y del derecho de conocer a Jesucristo son cada vez
mucho más que antes".

Verdaderamente, el alma humana del hombre, de la mujer, del
niño o de la niña, "vuelve a nacer y a sentir a Dios y a sus
bendiciones por si mismo, como nunca antes, para ver la vida
eterna" del Fundador de su nueva vida en el paraíso y así
también en La Nueva Jerusalén Santa y Perfecta del cielo, por
ejemplo. Es decir, que "todas estas vidas de gentes,
familias, pueblos de la tierra están despertando de sus
tumbas antiguas por vez primera, como del hoyo de la tierra,
para no ver más tinieblas como antes, sino sólo la luz de la
vida eterna" del Espíritu Santo y de su Glorioso e
Infinitamente Respetable Árbol de la vida eterna, ¡nuestro
Salvador Jesucristo!

Ahora, cada vez que el hombre, la mujer, el niño o la niña de
toda la tierra, "se aleja de los males del pecado original,
en el nombre sagrado de nuestro Señor Jesucristo,
efectivamente, las tinieblas que estaban actuando en su
corazón, en su alma, en su espíritu y cuerpo humano, dejaran
de actuar por completo" y milagrosamente mueren. Realmente,
"Satanás dejara de actuar en la vida de estas personas,
familias o naciones del mundo entero, porque la luz real de
Dios ha vuelto a tomar su lugar de vida, paz y de salud
infinita", como en el paraíso, por ejemplo, "para no sólo
conocer la vida y la felicidad eterna, sino también conocer
su nueva vida infinita del cielo".

Y esto es gloria y honra eterna para nuestro Padre Celestial,
"porque todas estas vidas", las cuales iban hacia sus muertes
eternas, absolutamente "han dejado de sufrir y de morir, en
el nombre glorioso y sumamente sagrado de su Hijo amado,
nuestro Señor Jesucristo", para estar y vivir por siempre
felices cerca de él y de su nuevo reino sempiterno. Es por
eso, que para nuestro Padre Celestial "todo aquel que rechaza
su dadiva de vida y de salud eterna, entonces está rechazando
la vida misma de su Hijo amado", nuestra única salvación
posible en el paraíso, en la tierra y así también en la nueva
era venidera del nuevo reino celestial, nuestro Árbol de vida
eterna, ¡el Señor Jesucristo!

Porque esta dadiva de vida era lo que Dios le estaba dando a
conocer a Adán y a cada uno sus descendientes, en el día que
lo llevo de la mano a los pies del Árbol de la vida eterna,
"para que conozca a su Jesucristo (su única vida verdadera e
infinita del cielo y de su Nueva Jerusalén Sagrada). Porque
ésta nueva Jerusalén Santa y Perfecta del cielo, "nuestro
Padre Celestial la viene creando en su corazón muy santo,
desde mucho antes que comenzase a fundar los cielos y la
tierra" y así también a todo hombre, mujer, niño y niña en
sus manos hábiles, como en su imagen y conforme a su
semejanza celestial, por ejemplo, para la eternidad.

Además, porque "sólo su Hijo amado es el gran rey Mesías del
paraíso, de la tierra" y, a la vez, su único fruto de vida
eterna para su corazón y para su alma viviente y así también
para Adán y para cada uno de sus descendientes de la
humanidad entera. Para que únicamente entonces ninguno de
ellos, en sus millares, de todas las razas, familias,
pueblos, linajes, tribus y reinos de la tierra, "no se aleje
más de su Árbol de vida eterna, su Hijo amado, ni de su nueva
vida infinita, ni mucho menos de su nuevo reino celestial,
por ejemplo".

Pero como Adán rechazo esta gran verdad en su corazón,
entonces "él paso de la luz de vida del paraíso para vivir
las tinieblas del bajo mundo de Satanás y de sus ángeles
caídos, para no comer jamás de su fruto de vida eterna, ni
menos conocer a su Dios" en su corazón y en todos los días de
su vida. Por lo tanto, "rehusar conocer al Señor Jesucristo
es, realmente, para nuestro Padre Celestial, desear vivir en
las profundas tinieblas de Satanás y de sus ángeles caídos",
en el paraíso, en la tierra y así también en el infierno,
para siempre.

Y "esto es iniquidad, maldad, inmoralidad delante de Dios y
de su Espíritu Santo para muerte eterna", ya sea en el
paraíso o en la tierra, de nuestros días, por ejemplo, para
cualquier hombre, mujer, niño y niña de la humanidad entera.
Verdaderamente, éste es el primer pecado original de Adán,
"el cual nuestro padre Celestial abomina profundamente" en su
corazón y en la vida de la humanidad entera: "que su Hijo
amado no sea honrado y exaltado, como debe de ser delante de
su presencia sagrada y de sus millares de sus huestes
angelicales del reino de los cielos, por ejemplo".

Por ello, el pecado original de no honrar a nuestro Señor
Jesucristo "es, realmente, el mismo espíritu del fruto
prohibido del Árbol de la ciencia del bien y del mal obrando
para mal eterno" en la vida de aquel hombre, mujer, niño o
niña, para comenzar a destruir su vida, como con las mismas
profundas tinieblas del paraíso. Y estas tinieblas mortales
no son tanto del infierno o del mundo de los muertos, por
ejemplo, sino "de las que se encontraban en los labios de la
serpiente antigua y en el paraíso, al mismo tiempo, para
llevar acabo la voluntad malvada de Satanás" no tanto en
contra del hombre, sino de Jesucristo.

Porque "es Satanás quien realmente siempre le lleva la
contraria con mentiras, con ídolos y con calumnias terribles
a la Ley Eterna y a nuestro Señor Jesucristo", nuestro Árbol
de vida eterna, en nuestros corazones día y noche y hasta que
él mismo muera por fin en el más allá, entre las llamas
violentas del lago de fuego eterno, por ejemplo. Entonces son
estas mismas tinieblas de Satanás, "las que comenzaron a
invadir el corazón de Eva y luego de Adán, las que están en
los corazones de cada pecador y de cada pecadora de la
tierra" (como de los que no creen en sus corazones, ni
confiesan con sus labios el nombre milagroso del fruto de la
vida, ¡nuestro Salvador Jesucristo!).

Es por esta razón, que los males terribles de las tinieblas
de Satanás "actúan día y noche en las vidas de muchas
personas con toda confianza, y sólo porque el Señor
Jesucristo no es su fruto de vida eterna en sus corazones y
en sus vidas delante de nuestro Padre Celestial y de su
Espíritu Santo", por ejemplo. Y nuestro Dios desea que
nosotros "escapemos", antes hoy que mañana, "de todos estos
males escondidos de las profundas tinieblas de Satanás y de
la serpiente antigua del Jardín del Edén", de las cuales Adán
junto con cada uno de sus descendientes recibieron en el
paraíso, para mal y confusión eterna de sus corazones
infinitos.

Entonces "el hombre moderno y de siempre vive en confusión de
su corazón, porque el espíritu de error y de las tinieblas
mentirosas de Satanás mora en él permanentemente", y sólo
hasta que la luz de Cristo brille en su frente delante de
Dios y de su Espíritu Santo, como debe de ser, como en el día
de su creación. Y "éste bien de Dios sólo es posible en tu
corazón y en toda tu vida también, hoy mismo, mi estimado
hermano y mi estimada hermana, sí tan sólo le dices sí a tu
Dios y Creador de tu vida, por medio de su Árbol de vida
eterna", ¡nuestro Salvador Jesucristo!

Y sí lo haces así, complaciendo así toda verdad, justicia y
derecho a comer por siempre del fruto del Árbol de la vida
eterna, entonces "muchas tinieblas que están actualmente
actuando en tu vida y de los tuyos, también, para hacerte
daño, ciertamente dejaran de actuar milagrosamente para
gloria y para honra infinita de nuestro Creador que está en
los cielos". Porque las tinieblas de Satanás por más
poderosas que sean, "cuando la presencia del nombre del Señor
Jesucristo se hace una realidad en el corazón del hombre, de
la mujer, del niño o de la niña de la humanidad entera,
entonces ya no pueden seguir haciendo el mal de siempre,
porque llegan a su fin", mueren como algo muy normal.

Y el fin de cada una de las tinieblas, en sus millares, "es
nuestro Señor Jesucristo, asimismo como sólo él es el fin del
ángel de la muerte", en la tierra y en el más allá, también,
eternamente y para siempre, entre las llamas eternas y
tormentosas del lago de fuego, por ejemplo. En otras
palabras, nadie puede matar a Satanás, ni ninguna de sus
muchas tinieblas tampoco, ni mucho menos al ángel de la
muerte en la vida del hombre, la mujer, el niño o la niña de
la tierra, "sino sólo nuestro fruto de vida eterna, el Hijo
de David, el Hijo de Dios, nuestro único Salvador Mesías", ¡
nuestro Señor Jesucristo!

Es decir, que las tinieblas de Satanás dejan de hacer lo que
estaban haciendo siempre para destruir gradualmente la vida
de aquel hombre o mujer, "porque la luz del Espíritu Santo y
del Árbol de la vida las ciega por completo, para que no vean
más nada de nada y así ya no puedan seguir haciendo sus males
de siempre". Por ello, nuestro Padre Celestial nos entrego a
su Hijo amado, "como nuestro gran rey Mesías, como nuestro
Cordero Escogido para el sacrificio eterno, como a nuestro
sumo sacerdote, como a nuestro único suficiente salvador y
Árbol de la vida para cada uno de nosotros", en nuestros
millares, de todas las familias, razas, pueblos, linajes,
tribus y reinos de la tierra.

Para que entonces ya no pensemos más en el espíritu de error
con nuestras mentes y con nuestros corazones, "sino que
pensemos siempre con su Espíritu Santo, como con su Sagrada
Escritura, para que los frutos de vida y de salud sean una
realidad no sólo en nuestras vidas sino también en las de
muchos, para gloria infinita de nuestro Creador". Y sólo así
entonces "ya no maquinemos más pecados y maldades del
espíritu de error de Satanás en nuestros corazones y en
nuestras mentes humanas, que ciertamente sólo aumentan la
iniquidad y la inmoralidad en nuestras vidas y en las vidas
de muchos", en muchos lugares del mudo, "sino que sólo
pensemos con su Espíritu Santo para el bien eterno".

Además, "nuestro Padre Celestial desea parar en su totalidad
el avance del espíritu de error y de sus muchos frutos de
pecados", como mentiras, corrupciones, maldades, desmanes,
traiciones, calumnias, contratiempos, daños, impurezas,
perversidades, libertinajes, iniquidades, inmoralidades,
comenzando contigo hoy mismo, "si tan sólo crees en tu
corazón en el Espíritu del nombre sagrado de su Hijo amado",
¡nuestro Señor Jesucristo! Para que por fin confieses con
confianza su nombre muy santo y milagroso en tu corazón y con
tus labios, mi estimado hermano y mi estimada hermana, "para
que las hondas tinieblas del espíritu de error se alejen para
siempre de tu vida y de la vida de los demás, también, hoy en
día y por los siglos de los siglos".

Y así ya no pienses más en tu mal ni menos en el mal de
nadie, "sino sólo en el bien eterno de su Hijo amado, en el
corazón, en el espíritu y en la vida humana de cada hombre,
mujer, niño y niña de la humanidad entera", para honra y para
gloria infinita de nuestro Padre Celestial. Porque "sólo
nuestro Señor Jesucristo es todo el bien que nuestro Padre
Celestial y su Espíritu Santo siempre ha deseado para ti", en
el paraíso, en la tierra y así también para su nueva era
venidera de su reino sempiterno: en donde nadie muere, y su
gran rey Mesías reinara supremo sobre los ángeles, sobre
Israel y la humanidad entera.


El amor (Espíritu Santo) de nuestro Padre Celestial y de su
Jesucristo es contigo.


¡Cultura y paz para todos, hoy y siempre!


Dígale al Señor, nuestro Padre Celestial, de todo corazón, en
el nombre del Señor Jesucristo: Nuestras almas te aman,
Señor. Nuestras almas te adoran, Padre nuestro. Nuestras
almas te rinden gloria y honra a tu nombre y obra santa y
sobrenatural, en la tierra y en el cielo, también, para
siempre, Padre Celestial, en el nombre de tu Hijo amado,
nuestro Señor Jesucristo.

LOS ÍDOLOS SON UNA OFENSA / AFRENTA A LA LEY PERFECTA DE DIOS

Es por eso que los ídolos han sido desde siempre: un tropiezo
a la verdad y al poder de Dios en tu vida. Un tropiezo
eterno, para que la omnipotencia de Dios no obre en tu vida,
de acuerdo a la voluntad perfecta del Padre Celestial y de su
Espíritu Eterno. Pero todo esto tiene un fin en tu vida, en
ésta misma hora crucial de tu vida. Has de pensar quizá que
el fin de todos los males de los ídolos termine, cuando
llegues al fin de tus días. Pero esto no es verdad. Los
ídolos con sus espíritus inmundos te seguirán atormentando
día y noche entre las llamas ardientes del fuego del
infierno, por haber desobedecido a la Ley viviente de Dios.
En verdad, el fin de todos estos males está aquí contigo, en
el día de hoy. Y éste es el Señor Jesucristo. Cree en Él, en
espíritu y en verdad. Usando siempre tu fe en Él, escaparas
los males, enfermedades y los tormentos eternos de la
presencia terrible de los ídolos y de sus huestes de
espíritus infernales en tu vida y en la vida de cada uno de
los tuyos también, para la eternidad del nuevo reino de Dios.
Porque en el reino de Dios su Ley santa es de día en día
honrada y exaltada en gran manera, por todas las huestes de
sus ángeles santos. Y tú con los tuyos, mi estimado hermano,
mi estimada hermana, has sido creado para honrar y exaltar
cada letra, cada palabra, cada oración, cada tilde, cada
categoría de bendición terrenal y celestial, cada honor, cada
dignidad, cada señorío, cada majestad, cada poder, cada
decoro, y cada vida humana y celestial con todas de sus
muchas y ricas bendiciones de la tierra, del día de hoy y de
la tierra santa del más allá, también, en el reino de Dios y
de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo!, ¡El Todopoderoso de
Israel y de las naciones!

SÓLO ESTA LEY (SIN ROMPERLA) ES LA LEY VIVIENTE DE DIOS

Esta es la única ley santa de Dios y del Señor Jesucristo en
tu corazón, para bendecirte, para darte vida y vida en
abundancia, en la tierra y en el cielo para siempre. Y te ha
venido diciendo así, desde los días de la antigüedad, desde
los lugares muy altos y santos del reino de los cielos:

PRIMER MANDAMIENTO: "No tendrás otros dioses delante de mí".

SEGUNO MANDAMIENTO: "No te harás imagen, ni ninguna semejanza
de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni
en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas
ni les rendirás culto, porque yo soy Jehová tu Dios, un Dios
celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos,
sobre la tercera y sobre la cuarta generación de los que me
aborrecen. Pero muestro misericordia por mil generaciones a
los que me aman y guardan mis mandamientos".

TERCER MANDAMIENTO: "No tomarás en vano el nombre de Jehová
tu Dios, porque Él no dará por inocente al que tome su nombre
en vano".

CUARTO MANDAMIENTO: "Acuérdate del día del sábado para
santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero
el séptimo día será sábado para Jehová tu Dios. No harás en
ese día obra alguna, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu
siervo, ni tu sierva, ni tu animal, ni el forastero que está
dentro de tus puertas. Porque en seis días Jehová hizo los
cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y
reposó en el séptimo día. Por eso Jehová bendijo el día del
sábado y lo santificó".

QUINTO MANDAMIENTO: "Honra a tu padre y a tu madre, para que
tus días se prolonguen sobre la tierra que Jehová tu Dios te
da".

SEXTO MANDAMIENTO: "No cometerás homicidio".

SEPTIMO MANDAMIENTO: "No cometerás adulterio".

OCTAVO MANDAMIENTO: "No robarás".

NOVENO MANDAMIENTO: "No darás falso testimonio en contra de
tu prójimo".

DECIMO MANDAMIENTO: "No codiciarás la casa de tu prójimo; no
codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su
sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu
prójimo".

Entrégale tu atención al Espíritu de Dios y deshazte de todos
estos males en tu hogar, en tu vida y en la vida de cada uno
de los tuyos, también. Hazlo así y sin mas demora alguna, por
amor a la Ley santa de Dios, en la vida de cada uno de los
tuyos. Porque ciertamente ellos desean ser libres de sus
ídolos y de sus imágenes de talla, aunque tú no lo veas así,
en ésta hora crucial para tu vida y la vida de los tuyos,
también. Y tú tienes el poder, para ayudarlos a ser libres de
todos estos males, de los cuales han llegado a ellos, desde
los días de la antigüedad, para seguir destruyendo sus vidas,
en el día de hoy. Y Dios no desea continuar viendo estos
males en sus vidas, sino que sólo Él desea ver vida y vida en
abundancia, en cada nación y en cada una de sus muchas
familias, por toda la tierra.

Esto es muy importante: Oremos junto, en el nombre del Señor
Jesucristo. Vamos todos a orar juntos, por unos momentos. Y
digamos juntos la siguiente oración de Jesucristo delante de
la presencia santa del Padre Celestial, nuestro Dios y
salvador de todas nuestras almas:

ORACIÓN DEL PERDÓN

Padre nuestro que estás en los cielos: santificada sea la
memoria de tu nombre que mora dentro de Jesucristo, tu hijo
amado. Venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el
cielo así también en la tierra. El pan nuestro de cada día,
dánoslo hoy. Perdónanos nuestras deudas, como también
nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en
tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el
poder y la gloria por todos los siglos. Amén.

Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre
Celestial también os perdonará a vosotros. Pero si no
perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará
vuestras ofensas.

Por lo tanto, el Señor Jesús dijo, "Yo soy el CAMINO, y la
VERDAD, y la VIDA ETERNA; nadie PUEDE VENIR al PADRE SANTO,
sino es POR MÍ". Juan 14:

NADIE MÁS TE PUEDE SALVAR.

¡CONFÍA EN JESÚS HOY!

MAÑANA QUIZAS SEA DEMASIADO TARDE.

YA MAÑANA ES DEMASIADO TARDE PARA MUCHOS, QUE NO LO SEA PARA
TI Y LOS TUYOS, EN EL DÍA DE HOY.

- Reconoce que eres PECADOR en necesidad, de ser SALVO de
éste MUNDO y su MUERTE.

Disponte a dejar el pecado (arrepiéntete):

Cree que Jesucristo murió por ti, fue sepultado y resucito al
tercer día por el Poder Sagrado del Espíritu Santo y deja que
entré en tu vida y sea tu ÚNICO SALVADOR Y SEÑOR EN TU VIDA.

QUIZÁ TE PREGUNTES HOY: ¿QUE ORAR? O ¿CÓMO ORAR? O ¿QUÉ
DECIRLE AL SEÑOR SANTO EN ORACIÓN? -HAS LO SIGUIENTE, y di:
Dios mío, soy un pecador y necesito tu perdón. Creo que
Jesucristo ha derramado su SANGRE PRECIOSA y ha muerto por mi
pecado. Estoy dispuesto a dejar mi pecado. Invito a Cristo a
venir a mi corazón y a mi vida, como mi SALVADOR.

¿Aceptaste a Jesús, como tu Salvador? ¿Sí _____? O ¿No
_____?

¿Fecha? ¿Sí ____? O ¿No _____?

Si tu respuesta fue Si, entonces esto es solo el principio de
una nueva maravillosa vida en Cristo. Ahora:

Lee la Biblia cada día para conocer mejor a Cristo. Habla con
Dios, orando todos los días en el nombre de JESÚS. Bautízate
en AGUA y en El ESPÍRITU SANTO DE DIOS, adora, reúnete y
sirve con otros cristianos en un Templo donde Cristo es
predicado y la Biblia es la suprema autoridad. Habla de
Cristo a los demás.

Recibe ayuda para crecer como un nuevo cristiano. Lee libros
cristianos que los hermanos Pentecostés o pastores del
evangelio de Jesús te recomienden leer y te ayuden a entender
más de Jesús y de su palabra sagrada, la Biblia. Libros
cristianos están disponibles en gran cantidad en diferentes
temas, en tu librería cristiana inmediata a tu barrio,
entonces visita a las librerías cristianas con frecuencia,
para ver que clase de libros están a tu disposición, para que
te ayuden a estudiar y entender las verdades de Dios.

Te doy las gracias por leer mí libro que he escrito para ti,
para que te goces en la verdad del Padre Celestial y de su
Hijo amado y así comiences a crecer en Él, desde el día de
hoy y para siempre.

El salmo 122, en la Santa Biblia, nos llama a pedir por la
paz de Jerusalén día a día y sin cesar, en nuestras
oraciones. Porque ésta es la tierra, desde donde Dios lanzo
hacia todos los continentes de la tierra: todas nuestras
bendiciones y salvación eterna de nuestras almas vivientes. Y
nos dice Dios mismo, en su Espíritu Eterno: "Vivan tranquilos
los que te aman. Haya paz dentro de tus murallas y
tranquilidad en tus palacios, Jerusalén". Por causa de mis
hermanos y de mis amigos, diré yo: "Haya paz en ti, siempre
Jerusalén". Por causa de la casa de Jehová nuestro Dios, en
el cielo y en la tierra: imploraré por tu bien, por siempre.

El libro de los salmos 150, en la Santa Biblia, declara el
Espíritu de Dios a toda la humanidad, diciéndole y
asegurándole: - Qué todo lo que respira, alabe el nombre de
Jehová de los Ejércitos, ¡el Todopoderoso! Y esto es, de toda
letra, de toda palabra, de todo instrumento y de todo
corazón, con su voz tiene que rendirle el hombre: gloria y
loor al nombre santo de Dios, en la tierra y en las alturas,
como antes y como siempre, para la eternidad.


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