Publicado en El País https://elpais.com/mexico/2024-12-03/la-persecucion-a-cuatro-libros-en-argentina-abre-el-debate-sobre-la-censura-en-la-fil.html
Censura en Argentina, indignación en la FIL: la caza de brujas a cuatro libros, a debate en la gran feria
Un grupo de escritores opina sobre la persecución que sufren algunas obras en las escuelas de la provincia de Buenos Aires
GEORGINA ZEREGA
Guadalajara (México) - 03 DIC 2024
ACTUALIZADO: 03 DIC 2024
La
persecución que sufre la literatura en Argentina ha encendido una mecha del
debate en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Una de las premiadas
de este año, Gabriela Cabezón Cámara, que recibe este miércoles el Sor Juana
Inés de la Cruz, es una de las cuatro autoras que resisten estos días los embates
de los grupos conservadores en su país. Una fundación, secundada por el
Gobierno de Javier Milei, busca que se retiren de las escuelas de la provincia de Buenos Aires los ejemplares de cuatro obras: Las aventuras de la China Iron, de
Cabezón Cámara;
Cometierra , de Dolores Reyes;
Las primas, de la fallecida
Aurora Venturini; y Si no fueras tan niña, de Sol Fantin.
Un grupo de escritores,
que visita la mayor cita de la literatura en español, discute sobre los límites de la
censura y las secuelas que deja esta en una democracia.
Las cuatro autoras argentinas habían recibido ya el apoyo de la comunidad
literaria nacional, que se reunió masivamente hace unos 10 días en defensa de
los libros señalados y de las escritoras, que han sido víctimas de amenazas,
insultos y acusaciones de “pedófilas” y “pornógrafas” por parte de los grupos
conservadores. La opinión de los autores consultados por este periódico ha
hilado en el mismo tono de apoyo y la posibilidad de que esas obras sean
retiradas de las bibliotecas escolares ha saltado como una alerta del
“autoritarismo” que acampa en Argentina y preocupa a la comunidad literaria
internacional.
Para el escritor Sergio Ramírez, la censura es “la señal más pésima que hay de
un gobierno que prescinde de las reglas del juego democrático”. El
nicaragüense, que ha tenido que exiliarse en España después de una
persecución brutal por parte del régimen de Daniel Ortega, distingue entre los
gobernantes arbitrarios que están contra los libros pero que no perturban la
estabilidad del país y los gobernantes que tienen una concepción “más
ideológica del poder”, que convierten todo lo que no es el discurso oficial en
algo subversivo, como el sexo. Este último es el caso de Argentina, dice.
Ramírez nombra al sexo en referencia a algunas escenas de los libros, que han
sido las cuestionadas por los grupos conservadores. Cometierra es una novela
que trata de una joven que traga tierra y puede visualizar a mujeres
desaparecidas. Después de haber recibido reconocimiento internacional, ha
sido víctima de una cruzada por un párrafo en el que describe una relación
sexual consentida. Las primas, un éxito editorial que relata la vida de una familia
disfuncional en voz de una joven con discapacidad, retrata escenas en las que un
par de niñas son víctimas de abuso sexual. O el libro de Fantin, una docente que
ha reconstruido en su obra los abusos que sufrió cuando era menor de edad,
que fue señalado por la vicepresidenta, Victoria Villarruel, por exaltar la
pedofilia y sexualizar a los niños. “¡Con nuestros niños no te metas!”, publicó en
sus redes sociales.
Aroa Moreno Durán afirma que la persecución es parte de “esa batalla cultural
que le interesa imponer a la derecha y a la extrema derecha, que tiene que ver
con los derechos de las mujeres, la igualdad, la lucha contra la violencia de
género y la diversidad”. Para la escritora española, la literatura tiene que
cuestionar, incomodar y desafiar el orden establecido, “y creo que estos libros lo
hacen, son libros que inducen a un pensamiento crítico”. La cacería sucede
ahora porque hay una batalla “porque las mujeres no escriban, no cuenten la
realidad que nos han perseguido durante siglos, que tiene que ver con la
violencia, con mantenernos en la oscuridad, con mantenernos silenciadas y
calladas”, dice la autora y periodista.
Lucía Lijtmaer, nacida en Argentina y crecida en España, señala que todas las
obras perseguidas tienen un componente feminista “muy claro y evidente”. “Es
un paso más sobre lo que se puede y lo que no se puede escribir. Sobre que las
mujeres hemos ido demasiado lejos, no solo en la lucha por nuestros derechos,
sino también en la literatura”, dice. La autora de Ofendiditos critica que se ha ya
creado un “relato de pedofilia con respecto a las escritoras”, y que se les haya
colgado “el peor fantasma que le puedes colgar a cualquier persona”, que es el
de pedófilas. A las feministas se las acusaba antes de ser puritanas, ahora se las
acusa de pornógrafas. “Lo que importa no es la verdad, lo que importa en los
últimos tiempos es que se instale un discurso que parezca verdad”.
Al guatemalteco Arnoldo Gálvez le sorprende la contradicción entre el discurso
libertario que ha tenido
el Gobierno de Milei y la persecución de la literatura.
“Estos poderes suelen ser bastante iletrados y no terminan de entender que los
actos de censura terminan provocando una suerte de promoción y de
posicionamiento de los libros”, comenta. “No es un consuelo, porque el costo
que se paga en términos de libertades, de regresiones autoritarias, es muy alto”.
Nicolás Giacobone cree que la reacción que ha tenido el mundo literario ante lo
sucedido en Argentina es porque “no se puede creer” que pase algo así. “Hay
que estar atentos, está bien reaccionar, pero tengo la esperanza de que no sean
más que palabras para generar reacciones, ruptura, y que no sea más que eso,
que no llegue a ser una ley que implique censura sólida”. El argentino, guionista
de la galardonada película Birdman, agrega: “Sucede porque evidentemente la
política se dio cuenta de que le sirve para conectar con una sección de la
sociedad que es mucho más grande de lo que pensábamos a lo que era”.
Clement teme que la consecuencia de esta persecución acabe siendo la
autocensura, incluso de manera inconsciente. Lo que sucede en estas
situaciones es que las escritoras mismas se empiezan a censurar y eso es
terrible”, afirma. Moreno Durán no comparte esa idea. “Esto revela una
ignorancia absoluta por parte de los políticos en el poder, porque la literatura es
indestructible”, dice, “cuanto más censuren, lejos de conseguir que nos
autocensuremos, nos encontraran en frente con la palabra y los libros como
armas”