Por Mario Serrano
—Señor —contestó Simón Pedro—, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. (San Juan 6:67-68)
Cuando la palabra de vida llena tu corazón puedes realmente sentirte satisfecho. En los tiempos de Jesús, había muchos voceros de Dios y quienes supuestamente hablaban en nombre de él, pero solo Jesús a través de sus palabras llenas
de amor y autoridad traía vida espiritual y satisfacción a los corazones hambrientos y necesitados.
Por ello Pedro dijo “¿A quién iremos?”. Había otras opciones, pero las palabras y el ministerio de Jesús tenían algo especial, de sus labios y de su ser fluían la gracia, la vida y el poder de Dios. Las enseñanzas de Cristo eran más que simples ponencias, charlas,
consejos o tips. Él dijo las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.(Juan 6:63) cada aliento expulsado y expresado por sus labios en palabras tenia sustancia espiritual e impartía vida y poder divino. Cuando las cargas de la vida parezcan demasiado
pesadas, cuando la maldad y el pecado procuren con todos sus impulsos derribarte, cuando estés abatido y sin fuerzas, cuando te sientes vacío ¿Adónde iras?...
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