Sensibilidad a los sonidos - POR TONY ATTWOOD
La observación clínica y consideraciones personales de personas con autismo y Síndrome de Asperger sugieren que hay tres tipos de ruidos que son percibidos con extrema intensidad. La primera categoría son ruidos súbitos, inesperados, que un adulto con Síndrome de Asperger describió como "punzante", como un perro ladrando, un teléfono sonando, alguien tosiendo o chasqueando el tapón de un bolígrafo. El segundo es un tono alto, un ruido continuo, particularmente el ruido de los pequeños motores eléctricos usados en cocinas, baños y equipos de jardín. La tercera categoría son sonidos desconcertantes, complejos o múltiples, como ocurre en grandes almacenes o el ruido de las reuniones sociales. Así, un padre o profesor puede tener dificultades para empatizar con la persona, ya que este estímulo auditivo puede ser percibido como excesivamente desagradable. Una analogía apropiada para que pueda entenderse lo que se siente es la natural molestia que mucha gente tiene con determinados sonidos tales como los de las uñas rasgando una pizarra del colegio. El mero pensamiento de este sonido puede causar a algunas personas escalofríos.
Las siguientes citas de personas con Síndrome de Asperger o autismo muestran la intensidad de esta experiencia. La primera es de Temple Grandin (1988):
Los ruidos fuertes e inesperados todavía me asustan. Mi reacción con ellos es más intensa que la de otras personas. Todavía odio los globos, porque nunca sé cuando van a estallar y hacerme saltar. Especialmente los ruidos con tonos altos de motores, tales como secadores del pelo y calentadores para cuartos de baño, todavía me molestan, no me molestan los ruidos de motores de baja frecuencia.
Mi madre, mis profesores, y la institutriz hicieron todo correctamente, excepto cuando no fueron conscientes de mis problemas sensoriales. Si los hubieran conocido, las rabietas y otras malas conductas habrían sido reducidas mucho más. Cuando la institutriz descubrió que los ruidos fuertes me molestaban, me castigaba cuando hacía algo mal explotando una bolsa de papel cerca de mí. Esto era una tortura. Las estimulaciones sensoriales dolorosas o angustiantes nunca deberían ser utilizadas como castigo. Yo estaba aterrada por cualquier cosa que pudiera hacer un ruido fuerte e inesperado.
El ruido era mi principal problema. Cuando me enfrentaba con un ruido fuerte y desconcertante no podía modularlo. Tenía que taparlos y apartarme, o dejarlo todo como un tren de mercancías. Para evitar los ataques, a menudo me apartaba y encerraba fuera del mundo. De adulta todavía tengo problemas modulando el ruido de la gente. Cuando uso el teléfono en el aeropuerto soy incapaz de dejar de lado el ruido de fondo sin proteger la voz en el teléfono. Las otras personas pueden usar el teléfono con mucho ruido ambiental, pero yo no, incluso aunque mi audición sea normal. Cuando era una niña, el ruido de las fiestas de cumpleaños cuando todos los alborotadores se unían era insoportable. (pág. 3).
El autor avala el comentario de Temple de que el dolor por estimulación sensorial no debería ser utilizado nunca como castigo. Darren White (White y White 1987), describe como:
Estaba también aterrada por el aspirador, la batidora y la licuadora porque sonaban como cinco veces más que actualmente. (pág. 224).
El motor del autobús arrancaba con un trueno, el motor sonaba casi como cuatro veces más de lo normal y yo tenía las manos en mis oídos para el resto del viaje (pag. 225).
El autor del siguiente extracto describe la sensibilidad auditiva (Jolliffe 1992). de esta manera:
Los siguientes son algunos de los sonidos que todavía me trastornan bastante y hacen que me tape mis oídos ya que los temo; el griterío, los lugares con mucho ruido, el polietileno si es tocado, los globos y aviones, el ruido de los vehículos en la ciudad, el martilleo y los golpes, las herramientas eléctricas cuando son utilizadas, el sonido del mar, el sonido de las puntas de fieltro o los rotuladores utilizados para dar color y la pirotecnia. A pesar de todo lo anterior, puedo leer música y tocarla y hay ciertos tipos de música que me encantan. De hecho cuando me siento enfadado y desesperado por todo, la música es la única forma de calmarme interiormente (pág. 15).
El nivel de sensibilidad puede ser realmente extraordinario. Un joven con Síndrome de Asperger estaba abandonando la clínica cuando de repente e inexplicablemente se trastornó, y fue incapaz de explicar por qué. Sin embargo el autor conocía de su sensibilidad auditiva y caminó por el pasillo en busca de la fuente de la aflicción del niño. En el baño de señoras alguien había encendido la secadora de manos, un sonido que en la clínica era imperceptible para los demás, pero claramente audible y captado con toda su intensidad por el niño.
Albert usa su sensibilidad auditiva para saber cuándo un tren ha llegado a la estación, varios minutos antes de que lo oigan sus padres. Él decía "Siempre puedo oírlo, mamá y papá no pueden, siento el ruido en mis oídos y en mi cuerpo" (Cesaroni y Garber 1991, pág. 306). Otro niño tenía un interés especial por los autobuses. Antes de poder ver el vehículo, podía identificar la marca del motor. También percibía los sonidos originales de los motores de cada autobús que recorría cada parte de la ciudad. Así, podía identificar el numero del autobús siguiente que venía aunque no se viese. También tenía aversión a jugar en el jardín de su casa. Cuando se le preguntaba el por qué, respondía que odiaba el ruido del "clak-clak" de las alas de las mariposas.
Una de las características de la aguda sensibilidad al sonido son los grados de variación de la sensibilidad. Unos días los sonidos se perciben con insoportable intensidad, mientras que otros son molestos pero tolerables. Esta variabilidad es descrita por Darren (White y White 1987):
Otro truco jugando con mis oídos era cambiar el volumen de los sonidos que me rodean. Algunas veces cuando los otros niños me hablaban difícilmente podía oírlos y otras veces sonaban como balas (pág. 224).
Sin embargo la sensibilidad más común al ruido son los ladridos de los perros. El ir de compras y los paseos familiares pueden llenarse de tensión y ansiedad si hay un encuentro con un perro; y la persona se desvela por las noches, consciente de que los ladridos del perro están a cierta distancia de su casa. Algunos adultos con Síndrome de Asperger han pasado su vida evitando los perros y escribiendo cartas de queja a los ayuntamientos y sociedades contra el ruido.
¿Cómo se protege la persona con Síndrome de Asperger de la sensibilidad sensorial?. Algunos aprenden a apagar o bajar el tono de ciertos sonidos, como describía en el párrafo anterior Temple Grandin. Las técnicas implican la condena, el zumbido o el enfoque sobre un particular objeto. Candy describió como "ciertos ruidos son difíciles de apagar o están por todas partes, y solo recientemente han sido identificados como los culpables de la angustia". Así, la distracción, el aislamiento o la mala conducta pueden ser una reacción a sonidos que el profesor o los padres pueden considerar insignificantes. Algunos sonidos pueden ser evitados; por ejemplo, si el ruido del aspirador es muy intenso, se puede utilizar cuando el niño se ha ido al colegio. Nosotros observamos que una niña no podía tolerar los ruidos de las sillas cuando se arrastran sobre el suelo de su clase. Este ruido se evitó poniendo un fieltro en cada pata de la silla. Al final se pudo concentrar en los trabajos del colegio. También podemos utilizar un obstáculo para reducir el nivel de la estimulación auditiva tal como tapones en los oídos, guardados en el bolsillo y listos para ser colocados cuando el ruido se vuelve intolerable.
Otra estrategia es la sugerida en la siguiente cita "…cuando me siento enfadada y desesperada de todas las cosas, la música es la única forma de volver a sentirme con calma interior" (Jolliffe 1992). Estamos empezando a reconocer que el oír música utilizando unos auriculares puede camuflar el ruido que percibe tan intensamente y permiten a la persona dar un paseo tranquilo en una tienda o concentrarse en su trabajo en una clase ruidosa. De hecho, el tener la oportunidad de oír música varias veces al día puede reducir significativamente las respuestas anormales al sonido (Bettison 1996). Hay también una nueva técnica denominada entrenamiento auditivo o entrenamiento para la integración auditiva. Este nuevo tratamiento fue desarrollado en sus principios por Guy Berard en Francia y supone diez horas escuchando una música especialmente modulada (Berard 1993). Los resultados preliminares de evaluaciones independientes son alentadores (Bettison 1996, Rimland y Edleson 1995). Sin embargo, es un tratamiento muy caro y no comprobado, el coste es de más de mil dólares por tratamiento.
También se podría ayudar si se conoce la causa y duración del sonido que es percibido como insoportable. Las Historias Sociales de Carol Gray son extremadamente versátiles y pueden ser adaptadas para enfocar la sensibilidad auditiva. Una historia social para un niño que era muy sensible al ruido de las secadoras de mano de los lavabos incluyó la descripción del funcionamiento y contenido de la máquina, y la comprobación de que se apagaría automáticamente después de un rato.
Ciertamente, es importante para los padres y profesores el conocer la sensibilidad auditiva e intentar minimizar los niveles de los ruidos inesperados, reducir los sonidos de fondo de las conversaciones de otras personas, y evitar determinados sonidos que se sabe que son percibidos con una intensidad insoportable. Esto puede reducir los niveles de ansiedad y permitirles concentrarse y socializarse.
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