Recientemente se ha originado un gran revuelo en torno a las palabras de uno de los desarrolladores de Raspberry Pi en una entrevista para la revista Linux Magazine. El nombre de este desarrollador es Eben Upton, es fundador y persona fiduciaria de la fundación Raspberry Pi y director técnico y arquitecto ASIC para Broadcom.
En dicha entrevista, afirma, entre otras cosas, que a la salida de Raspberry Pi, se pusieron en contacto con ellos los responsables de muchas distribuciones de GNU/Linux para poder llevar sus sistemas a dicho dispositivo. Sin embargo, Canonical no hizo tal cosa. La cuestión es que ver el escaso interés que mostró Canonical les defraudó y extrañó a partes iguales, ya que, anunciar el soporte de Ubuntu, fue precisamente una de las primeras maniobras publicitarias del proyecto Raspberry Pi.
De hecho, Raspberry Pi puede correr Ubuntu hasta Ubuntu 9.04 Jaunty, pero no las siguientes versiones compatibles con ARM, ya que, por alguna misteriosa razón, Canonical dejó de dar soporte a los procesadores ARMv6 para pasarse a soportar únicamente ARMv7. Esto, como es lógico, dejó a Raspberry Pi sin nuevas versiones de Ubuntu. Y esta es una de las razones entre las cuales, el señor Upton lanza sangrantes opiniones sobre Canonical, diciendo cosas del estilo a “Canonical es el mal“.
Y pese a lo duro de la afirmación, mucha razón no le debe faltar. Canonical muestra una preocupante tendencia a intentar desvincular su distribución del proyecto GNU y el núcleo Linux, como si pretendiera que la gente no hablase de Linux, sino de Ubuntu, para dar más peso a su marca, tal y como hace Google con Android.
Eso es algo que, mostrando algo de empatía empresarial, se puede perdonar, ya que, si quieren competir en un cara a cara con Windows tienen que utilizar técnicas de marketing similares. El problema es que esas interesadas reticencias a evitar utilizar el término ‘Linux’ a la hora de darse a conocer no está muy bien visto en el mundillo de GNU/Linux.
En cualquier caso, uno se puede llegar a preguntar qué necesidad iba a tener Canonical de dar soporte a una placa como la de Raspberry Pi cuando su «target» está en los ordenadores de sobremesa y portátiles para tanto para casa como para la oficina.
Y lo digo en especial porque teniendo Debian (Raspbian) para Raspberry Pi yo al menos no siento ninguna necesidad de instalar Ubuntu, por no mencionar que no es un dispositivo especialmente diseñado para la productividad, por lo que tener funcionando un Raspberry Pi con un entorno gráfico con GNOME —o quién sabe si incluso una versión ligera de Unity— sería como intentar arrastrar un remolque con una bici.
En cualquier caso, existe una versión no oficial de Ubuntu para Raspberry Pi llamada Dax OS coordinada magistralmente por un grupo de hispanohablantes, que, además, incluirá Enlightenment (E17) como entorno de escritorio por defecto y que parece que va a dar mucho de hablar de aquí hasta su salida. Los interesados podéis informaros aquí.