
¿SABES CUANDO NACIO EL CRISTIANISMO?
Por: Juan Quintero Director de www.panamae.com
Mas de la mitad de la población mundial se hace llamar cristiano, pero la mayoría desconoce el origen y menos como nació y porqué se desarrolló entre los Judíos el cristianismo. Trataremos en forma concisa explicar sin expandirnos grandemente para darte lugar a ti a la investigación e ir a la fuente de este mensaje: LA BIBLIA y a escritos antiguos. La fuente de este escrito proviene de Klaus Wengs de la webs Relaciones Judeo- cristiana, la cual motivó al director de Panamae.com a dar a conocer a los medios hispano parlante de América este
conocimiento desconocido y mal interpretado por muchos hasta hoy. Un Cristiano lavado por la sangre de Cristo "Procura diligentemente presentarse a Dios aprobado, como obrero que No tiene de que avergonzarse que usa bien la palabra de Verdad" 2 Timoteo 2:15
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Klaus Wengs dice textualmente lo siguiente: "El cristianismo se refiere a Jesús de Nazareth. Pero no empezó con él. Jesús fue judío. Nació como judío, vivió como judío y murió como judío. Si se lo define como fundador del cristianismo, entonces fue un fundador que perteneció durante toda su vida a una religión diferente de la que se supone que fundó. Su muerte en la cruz, con la inscripción “Rey de los judíos” como causa de su ejecución, muestra que el poder romano, en la persona del prefecto Poncio Pilatos, lo ajustició como agitador judío. Esto es un hecho, aunque los romanos no hayan entendido su actuación. Los Evangelios representan a
Jesús como un judío que vivió en un contexto judío y pocas veces tuvo contacto con no judíos. Lo muestran a veces en conflicto y a veces en consenso con otros grupos judíos. Quien interprete al Jesús que aparece en los Evangelios, fuera del judaísmo -o como si hubiera trascendido o superado al judaísmo, o hubiera roto con él- sólo podrá hacerlo si ignora, desprecia o malinterpreta las fuentes judías. Esto ya está ampliamente aceptado: Jesús era judío.
Si el cristianismo no empezó con el Jesús histórico, ¿podemos decir que empezó con el Jesús resucitado del testimonio y la fe? ¿Es decir, con la Pascua? ¿O por lo menos -según el Libro de los Hechos- con Pentecostés? Pero cuando Simón Pedro, a través de una ilustrativa aparición, llegó al convencimiento de que Dios había resucitado a Jesús de entre los muertos, ¿pensó acaso: “entonces desde ahora ya no soy judío, sino cristiano”? Hacer esta pregunta ya significa negarla. Él y los demás eran judíos que no sólo alababan a Dios por haber creado el cielo y la tierra, y por haber sacado a Israel de Egipto, sino también por haber resucitado a Jesús de entre los muertos, y por lo tanto consideraban que Jesús era el Mesías. La especial importancia que el grupo daba a “los Doce” muestra su convicción de que representaban al Israel de los últimos tiempos, que creían ya iniciados. En este
sentido, es también significativo que según los relatos, todo esto transcurrió en Jerusalén, cuando muchos de ellos, especialmente los dirigentes, provenían de Galilea.
Este grupo mesiánico existió en Jerusalén como un grupo más entre otros hasta el comienzo de la guerra entre los judíos y los romanos. Que era considerado como un grupo judío también por otros judíos (puede verse en un informe del historiador judío Flavio Josefo) Él describe una situación posterior a la muerte del procurador romano de la provincia de Judea, Festo, y anterior a la asunción de su sucesor Albino (en el año 62 o, según nuevos cálculos, dos años antes). Durante tres meses hubo un vacío de poder. Un joven y enfervorizado gran sacerdote saduceo aprovechó la oportunidad para llevar a personas que no le agradaban ante el Sanhedrin, condenarlas y lapidarlas. Entre los ejecutados, Josefo nombra sólo a uno: Santiago, el
hermano de Jesús, el Mesías”. Luego señala que quienes eran más observantes de las leyes (una manera en que se refiere repetidamente a los fariseos) protestaron contra esa conducta del sumo sacerdote ante el rey Agripa II y el siguiente gobernador. Eso provocó la inmediata destitución del sumo sacerdote. Josefo, que escribió treinta años después de los hechos, los expone como un conflicto interno judío, y deja en claro que el grupo de creyentes en el Mesías tenía fuertes oponentes en los saduceos, pero no en los fariseos.
Esteban
En la Iglesia hasta hoy, se considera a Esteban como el primer mártir cristiano. Pero, ¿fue Esteban un “cristiano”? Pertenecía al grupo de los “helenistas”, es decir: judíos greco parlantes de Jerusalén, que creían en Jesús como Mesías. Lucas muestra esto en Hechos 7 y 8, en el marco de una controversia interna judía. Hay algunos judíos que se enfrentan, no a “cristianos”, sino a otros judíos, cuya característica principal es que consideran a Jesús como el Mesías, y esto tiene consecuencias que provocan vehementes confrontaciones. La muerte de Esteban es descripta como un tumultuoso linchamiento masivo.
Pablo
Por su parte, Pablo, como judío, no fue “un perseguidor de cristianos” y, como predicador del evangelio de Jesucristo, no fue un “cristiano. Antes de su llamado, implementaba medidas intrasinagogales de castigo contra otros judíos. Su experiencia de Damasco tampoco lo hizo pensar “desde ahora ya no soy judío, sino cristiano”. Pablo nunca usa esta palabra. Desde luego, experimentó un cambio, pero fue un cambio de un judío definido farisaicamente a un judío que creía en el Mesías. Pablo jamás renunció conscientemente a su judaísmo. Como lo habían hecho otros predicadores, también él subraya su judeidad: “¿Ellos son hebreos? Yo también lo soy. ¿Son israelitas? Yo también. ¿Son descendientes de Abraham? Yo también” (2 Co 11,22). “Yo
mismo soy israelita, descendiente de Abraham y miembro de la tribu de Benjamín” (Romanos 11: 1). Dice de sí mismo y de Simón Pedro: “Nosotros somos judíos de nacimiento y no pecadores venidos del paganismo” (Gálatas 2: 15). Expresa enfáticamente el vínculo con los de su propio pueblo judío que no creen en Jesús como Mesías (Romanos 9:1-3), y los llama sus hermanos, una expresión que en general sólo usa al dirigirse a las comunidades de ellos.
¿Empezó el cristianismo con los gentiles que entraron a la comunidad?
En Hechos 11,19, Lucas dice que los que se habían dispersado tras la tribulación originada por la acción contra Esteban, llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía. Termina el versículo con esta observación: “sin predicar la Palabra a nadie más que a los judíos”. Aunque continúa en el versículo 20: “Pero había entre ellos algunos chipriotas y cirenenses que, venidos de Antioquía, hablaban también a los griegos y les anunciaban la Buena Nueva del Señor Jesús”. Una vez más se muestra lo que dice la Biblia que Jesús vino a salvar a los judíos y no al resto del mundo "A los suyos vino pero ellos no lo reconocieron..."
¿Cómo imaginar mejor una situación en que los judíos greco parlantes proclaman ante un público greco parlante no judío a “Jesús como Señor”? En este sentido, Lucas es menos claro. Los que llegaban de Jerusalén no habrían comenzado a hablar en el mercado de Antioquía. Los hombres provenientes de Chipre y Cirene eran judíos, y el lugar natural de contacto, por decirlo así, al que los judíos podían acudir cuando llegaban a una ciudad desconocida, era la sinagoga. Ésta no era un espacio cerrado de culto, que sólo abriera los sábados, sino el centro administrativo y de comunicación de la comunidad judía del lugar. El complejo sinagogal de edificios también tenía cuartos para que los judíos que estaban de paso pudieran alojarse. Por eso, para orientarse en una ciudad extraña y encontrar un primer alojamiento,
los judíos se dirigirían naturalmente en primer lugar a la sinagoga.
Esto también se ve en el libro de los Hechos, cuando se habla de Pablo. Al entrar a una ciudad, lo primero que hace siempre es ir a la sinagoga. No se trata de un esquema Lucaniano, sino que surge del mismo ambiente histórico-social de esa época. Los creyentes en el Mesías (que eran Judíos) y que venían desde Chipre y Cirene, llegaban a Antioquía, seguramente se dirigían en primer lugar a la sinagoga. También iban allí en el Shabbat, y “lo que llenaba sus corazones desbordaba por su boca”. Proclamaban a Jesús como Mesías advenido y erigido en Señor por Dios. Habían empezado los últimos tiempos, que pronto se harían manifiestos, y Dios colmaba ya a los bautizados en el nombre de Jesús con su Espíritu, prometido para el final de los tiempos. Esta proclamación puede haber estado apoyada por elementos carismáticos y milagrosos.
Su auditorio no estaba compuesto únicamente por judíos. En las comunidades judías del mundo mediterráneo había también simpatizantes no judíos que adoptaban parcialmente, y en grados diversos, costumbres judías, y participaban en la vida judía, y especialmente también participaban, en la medida de lo posible, en los servicios del Shabbat. En el Libro de los Hechos se los define como “temerosos de Dios”. No es un invento de Lucas: realmente existieron, como lo prueban algunas inscripciones.
Los “temerosos de Dios” en el ámbito de las sinagogas
Además, existía en el mundo antiguo una actitud negativa hacia el judaísmo, que puede resumirse, en el período grecorromano, en el reproche de que los judíos mostraban “animosidad hacia la totalidad del mundo civilizado, dirigida contra las personas ajenas a la comunidad”. Puede leerse en Tácito, cómo un romano educado y distinguido veía a los judíos: una extraña mezcla de información y desinformación. Sólo mencionaré su apreciación fundamental: las costumbres religiosas introducidas por Moisés “están en contradicción con las que son comúnmente aceptadas en el mundo. Todo lo que para nosotros es sagrado, para los judíos no lo es; y las cosas que ellos permiten, para nosotros son horribles” (Hist. V 2-5). Como prueba, aduce que se colocó la sagrada imagen de un burro en el Sancta Sanctorum del Templo (4,1). Al finalizar,
dice: “El estilo de vida de los judíos es insípido y miserable” (5,5).
La misma actitud hacia el judaísmo aparece en Juvenal. Pero en su 41ª sátira, también expresa el otro aspecto: el atractivo del judaísmo sobre una parte de la sociedad grecorromana. En un contexto que describe la mala influencia de los padres depravados sobre sus hijos, que se vuelven aún peores, escribe:
“Algunos de los que tienen un padre que honra el Shabbat, rezan solamente a las nubes y a la divinidad del cielo, creen que la carne humana no es diferente de la carne de cerdo de la que se abstenían sus padres, y pronto también se hacen cortar el prepucio. Acostumbrados a menospreciar las leyes romanas, estudian rigurosamente la ley judía, la cumplen y la temen, exactamente como se las entregó Moisés en el misterioso Rollo: para no mostrar el camino a nadie fuera de los seguidores del mismo culto, para llevar sólo a los circuncidados hacia las fuentes buscadas. De modo que la culpa es del padre, que el séptimo día era un holgazán y no participaba en absoluto de la vida económica”. A estos el director de Panamae.com le llama religiosos y no Judíos ortodoxos seguidores de la tora ni de Cristo el Mesías. Al Dios desconocido se
le ora como lo hacían en sus tiempo Abraham, Moisés, Elías, Daniel, Jeremías, Ezequiel y muchos otros hombres temerosos de Dios de esa época. Al Dios desconocido no se le reza, los Judíos sabían hablar con Dios o sea orar, por lo tanto Dios les contestaba , rezar no es lo mismo que orar, por eso ellos los Judíos nunca rezaron.
Aquí vemos, desde el otro lado, una clara diferencia entre los temerosos de Dios y los prosélitos, y cómo uno puede llevar al otro. El padre observa el Shabbat y no come cerdo; los hijos se circuncidan y aprenden los mandamientos judíos.
Junto a la enemistad hacia los judíos, también existía, pues, la atracción que ejercía el judaísmo sobre algunos sectores de la sociedad no judía. Se debía, sobre todo, a dos factores: el monoteísmo y la elevada ética judía. Ambas cosas aparecen en el texto de Juvenal. “Rezan solamente a las nubes y a la divinidad del cielo”. “Las nubes” forma parte de la polémica de Juvenal, o bien es una mala interpretación del uso judío de “cielo” como una manera de referirse a Dios. Con respecto a la ética, se menciona el estudio de la ley judía. Para Juvenal, era casi inevitable que el hijo de un temeroso de Dios se volviera prosélito. Sin embargo, esto, que seguramente ocurría, difícilmente fuera la regla. Había buenas razones para que los temerosos de Dios, incluso en la segunda generación, no se convirtieran al judaísmo. Para el director de Panamae.com
los prosélitos de este tiempo se identifican fácilmente como: católicos, ortodoxos, testigos de Jehová, ateos y parte de sectas paganas no temerosas del Dios de Abraham, Isaac y de Israel.
Algunos de estos aspectos pueden hallarse en la descripción del centurión Cornelio en Hechos 10,2. Él era un hombre “devoto y temeroso de Dios, como toda su familia, daba muchas ofrendas al pueblo y continuamente oraba a Dios”. Según el Evangelio de Lucas, unos ancianos de los judíos le piden a Jesús que cure al siervo enfermo de un centurión; dicen de él: “Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro pueblo y él mismo nos ha edificado la sinagoga” (Lucas 7: 4-5).
Los “temerosos de Dios” como destinatarios de la proclamación mesiánica
Estas personas formaban parte del auditorio cuando los hombres de Chipre y Cirene proclamaban el mensaje mesiánico con el entusiasmo del espíritu de los últimos tiempos en la sinagoga de Antioquía. Esta prédica tuvo éxito entre muchos miembros de la comunidad de la sinagoga y simpatizantes no judíos. Pero no sin controversias.
En este punto, en el que describe la formación de las primeras agrupaciones de judíos y no judíos, Lucas es tan poco preciso que ni una sola vez menciona el lugar de la proclamación, la sinagoga; y entonces tampoco nos cuenta nada sobre las discusiones que allí tuvieron lugar, probablemente porque en el comienzo de esta evolución desea pintar un cuadro armónico y sin conflictos. Más adelante, describe repetidamente los vehementes debates que se producen en las sinagogas durante las presentaciones de Pablo. Una parte de la congregación, la más pequeña, da crédito a la proclama mesiánica; la mayor parte no lo hace. Lucas no dice nada sobre las razones de esta falta de aceptación. Consistirían principalmente en el hecho de que la venida del Mesías estaba vinculada por cierto con su señorío mesiánico y el establecimiento del reino mesiánico: y obviamente la transformación del mundo en su
conjunto no era en absoluto visible. Este conflicto surgido en la comunidad sinagogal que hizo que la fracción más pequeña formara su propio grupo.
¿Cómo podía ser de otro modo al principio en Antioquía? En este grupo, soplaba un nuevo espíritu de unidad, que iba más allá de las fronteras. Los miembros no judíos ya no se veían limitados a la segunda fila como simpatizantes, sino que eran miembros iguales de la primera fila. “Ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer”, escribe Pablo (Gálatas3: 28), transcribiendo una expresión que le había sido transmitida. Es la experiencia del primer grupo formado en Antioquía.
Aquí surge algo nuevo. Un espíritu que supera las fronteras reúne a judíos y no judíos, personas de diferentes nacionalidades y clases sociales opuestas, hombres y mujeres, y los agrupa en una nueva unidad, en la que se encuentran como iguales. Los miembros judíos se autodefinían, por supuesto, como judíos que habían encontrado a su Mesías. Pero ¿cómo se autodefinían los miembros no judíos? Ellos creían en el Dios de Israel y en su Mesías Jesús. Pero no por eso se habían vuelto judíos, sino que seguían perteneciendo a las naciones, eran gentiles. Y ya no eran simplemente huéspedes apreciados y bienvenidos de la comunidad judía, sino que convivían como iguales en un mismo grupo con los judíos. Los temerosos de Dios formaron un grupo bien
preparado de destinatarios para la proclamación mesiánica dentro del mundo no judío. Lo que les atraía del judaísmo -el monoteísmo y la ética- existía también en ese grupo. Lo que les impedía tener plenos derechos iguales ya no regía.
¿Empezó el cristianismo cuando los creyentes en el Mesías fueron llamados “cristianos”?
Lucas escribe en Hechos 11,26: “En Antioquía fue donde, por primera vez, los discípulos recibieron el nombre de christianoi, ‘cristianos’.” No se sabe con exactitud cuándo sucedió. Parece improbable que haya sido en la época que Lucas describe en este contexto, cuando Bernabé llevó a Pablo a Antioquía. Está claro que ese título fue impuesto desde afuera: ellos mismos se definían como “discípulos”. De acuerdo con su propia autodefinición, lo que caracteriza a los integrantes de las comunidades que creen en el Mesías es que son alumnos de Jesús, que asisten, por decirlo así, a la escuela de Jesús.
La formación de la palabra christianoi puede explicarse por analogías con el latín. En latín encontramos con mucha frecuencia la combinación del nombre de un hombre con la extensión iani, y esto siempre marca la afiliación de ese hombre a un partido político. Por lo tanto, la designación “cristianos” probablemente haya sido acuñada por las autoridades administrativas de la provincia romana de Antioquía. En el fondo, refleja la aspiración romana de mantener el control sobre todas las agrupaciones, por el temor de que pudieran causar disturbios o revueltas. Ahora observaban las reuniones de judíos v temerosos de Dios fuera de la sinagoga, en casas particulares, donde se hablaba de “Christus”. Entonces los llamaron “cristianos”. La definición externa precede a la interna.
En Hechos, esa designación externa aparece sólo una vez más, en boca de una persona de afuera, y no como una autodefinición (Hch 26,28). Esto excluye la posibilidad de que haya sido ya una autodefinición en el contexto de Lucas. También aparece una sola vez más en todo el Nuevo Testamento, en 1Pe 4,16. Aquí puede verse cómo la designación externa se volvió interna. En el versículo 15, se dice a los oyentes que si son acusados, no debe ser por criminales, ladrones, malhechores, o entrometidos. Pero si se los acusa de ser “cristianos”, prosigue el versículo 16, no deben avergonzarse, sino glorificar a Dios por llevar ese nombre. Por su forma de vivir diferente a la de los demás, y no participar demasiado de la vida que la mayoria consideraba normal, los creyentes en el Mesías eran considerados culpables de todos los males imaginables. Sin embargo, si llegaban a juicio, no podían probarles nada, salvo que eran “cristianos”. Así
fue como en un contexto martirológico, una designación externa se volvió interna. Pero tampoco esto constituye el comienzo del cristianismo.
¿Vivir como judíos o como cristianos?
En escritos no neo testamentarios, procedentes del primer tercio del siglo II, puede verse claramente cómo surge una identidad cristiana separada a través de la formación de ritos específicos que contrastan con los ritos exclusivos del judaísmo.
El ayuno
La regla más antigua de la Iglesia que se conserva, la Didaché o “Enseñanza de los doce apóstoles”, estipula en 8,1 que el ayuno no debe practicarse los mismos días en que ayunan “los hipócritas”. “No ayunéis juntamente con los hipócritas, que ayunan el segundo y el quinto día de la semana. Ayunad el día cuarto y el de la preparación que es el sexto”. El lunes y el jueves son los días de ayuno de los judíos. Si dicen que no debe ayunarse junto con “los hipócritas” en esos días, están llamando hipócritas a los judíos como grupo. El Director de Panamae.com sugiere en este punto leer Isaías 58 que se refiere al verdadero ayuno. También leer El Ayuno que Dios Reprueba que se encuentra en Zacarías 7
La oración
En la sección siguiente, la Didaché también insiste en una práctica conscientemente diferenciada. “Tampoco oréis como los hipócritas, sino como lo enseñó el Señor en su Evangelio” (8,2). Luego se transcribe la Oración del Señor, y se hace la siguiente exhortación: “Orad así tres veces al día” (8,3). Los judíos oran las Dieciocho Bendiciones tres veces al día. No deben ser menos, como tampoco son menos los días de ayuno. Pero la diferencia se expresa ahora en una plegaria distinta. Hay cierta ironía en el hecho de que la Oración del Señor, que es también una plegaria profundamente judía, sea tomada como una marca distintiva en confrontación con las Dieciocho Bendiciones. El director de Panamae.com te sugiere leer las escrituras porque en ellas encontrarás evidencias sustanciales que te mostrarán que Dios nunca hizo acepción de personas, tampoco lo hace ahora por lo
que te puedes acercar confiadamente al trono de la gracia ya que la muerte de Jesús te da la potestad de acercarte al Dios de Israel. Mira que te digo: Potestad y no rezar, venerar la cruz ni los que tienen ojos y no ven, boca y no hablan, píes y no caminan. La palabra de Dios al referirse a estos diciendo claramente: Semejante a ellos son todos lo que los hacen.
La celebración dominical
El origen de la celebración dominical permanece oscuro. Como día de la resurrección de Jesús, el primer día de la semana probablemente ya tuvo importancia en un período temprano. Pero de ninguna manera representaba automáticamente una competencia con el Shabbat. Tampoco aparece en la Didaché como una oposición explícita al Shabbat. En 14,1 sólo se dice: “En el día del Señor reuníos y partid el pan, y dad gracias, después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro”. Sin embargo, en su Carta a los Magnesios, Ignacio de Antioquía (9,1) presenta la celebración del Shabbat y la vida según el Día del Señor como contrarios. Esto también ocurre en la Epístola de Bernabé (15,8).
Cada uno de estos puntos puede parecer de poco peso, pero tomados en conjunto, muestran que se producen acciones tendientes a diferenciarse de la identidad judía. Como miembros de una comunidad en la que regían tales acciones, los judíos se veían forzados a practicar su piedad en formas decididamente antijudías. Esto significa que una comunidad de esta clase, que construía su identidad directamente en antítesis con el judaísmo, sólo podía ser una comunidad no judía, independientemente del hecho de incluir miembros judíos de nacimiento, o de su número.
Ignacio de Antioquía, a quien hemos mencionado porque opone el “Día del Señor” al Shabbat, señala en su obra el contraste entre “vivir de acuerdo con el cristianismo” y “vivir en forma judía” (Magnesios 10,1-3). Esto anticipa ya un modelo de sustitución del judaísmo por el cristianismo. “El cristianismo -escribe- no creyó en el judaísmo, sino el judaísmo en el cristianismo, en el cual toda lengua que creyó fue reunida” (ibid).
El Director de Panamae.com agrega: Hoy hay muchos por allí pregonando la conversión de cristianos al judaísmo !Cuidado! por que eso no proviene de Dios el que envió al Mesías o sea a Cristo en quién nosotros consideramos Dios y lo aceptamos como tal porque por la fe en él hemos creído y por la fe sabemos que iremos al cielo junto a él.
Los cristianos temerosos de Dios debemos estar seguros de quien nos da potestad de entrar al cielo, y ese es solo Jesús el Cristo vivo el que resucito entre los muertos para darnos vida eterna y soberanía celestial, dice el director de Panamae.com Es importante entonces dice Klaus Wengs: Exhortar y eliminar lo que pertenece a lo viejo (es decir, al judaísmo), con una referencia explícita a la costumbre judía de desechar la levadura en Pésaj: “Así que desechad la mala levadura, que se puso vieja y agria, y volveos hacia la nueva levadura, es decir, Jesucristo” (10,2; cf. Filadelfios 6,1). En
estos pasajes, Ignacio presenta el uso más antiguo del término “cristianismo” que ha llegado hasta nosotros. Este concepto surge en primer lugar cuando la comunidad creyente en el Mesías se autodefine como antijudía, y se convierte así en la Iglesia de los gentiles. De acuerdo con esto, el término “cristianismo” aparece aquí directamente opuesto a “judaísmo”.
El director de Panamae.com te dice: No somos judíos, ni en la carne ni en el espíritu, Somos cristianos adoptados por la sangre de Cristo y no la de Jesús el Judío. Hay una diferencia marcada entre ser cristiano temeroso de Dios o Judío Mesiánico, este segundo termino es sólo para los Judíos tanto los que están adentro de Israel y fuera de él. No te dejes confundir por muchos que andan por allí pregonando doctrinas de hombres para justificar sus errores, inmoralidades y sus pecados. Jesús murió por ti para justificarte de tus errores y pecados por eso es que hoy te puedes llamar lavado por la sangre y temeroso de Dios.
Ahora quiero decirte como Director de Panamae.com y temeroso de Dios, lavado por la Sangre del Cordero, el Santo de Israel o sea El Mesías Jesús, quien lavó con su sangre mis pecados que No claudiques en defender tu fe, Sé que no fue gratis, que llegar al Señor te costó lagrimas, dolor, tristeza, rechazo y muchas cosas más, es por eso que te animo a continuar peleando la buena batalla de la fe en Cristo Jesús tu Dios y Señor. Sin él no somos nada y con él somos más que vencedores, no lo olvides. Muchos se hacen llamar cristianos en esta época, sin embargo, lo niegan al mostrar sus actitudes y aptitudes en público. Resiste a las presiones de tus amistades, de tus compañeros de trabajo, y hasta las de tu propia familia, es tiempo de ponerte las armaduras de Dios para resistir las violentas amenazas proveniente de tus debilidades y también las que provienen del infierno. Tú eres especial para Dios, Tú eres la
persona por la que Cristo volverá a la tierra, Tú eres la persona por la que el Todopoderoso envió a Jesús a esta tierra, como vez eres importante para el Señor de Señores.
Te bendecimos desde Panamá en el nombre de Jesús y que la paz de Cristo sea contigo y tu familia.
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