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LA LIBERTAD DE PRENSA EN BOGOTÁ
Hace algunos años escuchaba que cuando un gobierno irrespetaba la
libertad de prensa y pretendía acallarla con leyes, mensajes o
simplemente con imposiciones arbitrarias, era eso la representación
sencilla de un estado fascista. Esas palabras se las escuche a un
hombre que provenía de izquierda, que había dejado las armas y que
estaba comprometido hasta los tuétanos con la democracia y la
libertad, a pesar de estar viviendo en un país como el nuestro que
adolece de expresiones que atentan contra la libertad a destajo.
El claro ejemplo de autoritarismo lo percibimos bajo el régimen que
vivimos por ocho años, una práctica de por sí autocrática que tildaba
a todo aquel que opinaba diferente al “sagrado mensaje” como
terrorista y amigo o compinche de las FARC. Es innegable que lo que ha
pasado en Venezuela no está muy alejado de esa línea y claro lo que ha
pasado en Ecuador no se queda atrás.
En el caso particular de Ecuador desde esta tribuna me uno a la
exigencia de la WAN para que se elimine la figura del desacato
aplicado a la crítica de los medios del ordenamiento jurídico
ecuatoriano y que no se recurra a la vía penal en las acciones contra
los periodistas, enviándole un mensaje a los funcionarios públicos
para que toleren la crítica.
Internacionalmente estas acciones, tan cercanas al fascismo, son
aborrecidas por todos los que consideramos la libertad como nuestro
bien más preciado; la libertad es algo que no nos entregaron las armas
y que de por si no son ellas las que la defienden; estamos convencidos
que la libertad, ese bien que nos enorgullece en demasía, la
defendemos con nuestros actos, nuestras formas de vida, nuestras
formas de asumir los problemas y de gozarnos la existencia.
Hace pocos días en el noticiero que dirige Yamid Amat, CM& Noticias,
lanzaron fuertes críticas contra el alcalde Gustavo Petro, por enviar
unos pregrabados a los medios en lugar de dar declaraciones y permitir
la contra pregunta, decía la denuncia hecha por el medio. De igual
forma se generó un velo con oscuras intenciones donde se atacaba a la
administración de los Progresistas de atentar contra la libertad de
prensa.
A este tipo de denuncias Petro desde su medio preferido, el twitter, y
al día siguiente en el diario El Espectador, logró aclarar a la
ciudadanía que los ataques que le lanzaban no tenían fundamento.
Claro, falto aclarar que el problema era que se había metido de frente
con las corridas de toros, ese acto vil e inmisericorde que algunos se
atreven a llamar “fiesta”, y que era obvio que los fanáticos de esa
desastrosa muestra de sangre y odio, utilizarían todos los medios para
desprestigiar un proceso que hasta el momento ha hecho las cosas bien.
Es evidente que la libertad de prensa está estipulada para que los que
tienen alguna vinculación con algún medio de comunicación puedan
expresar sus comentarios sin temor a ser vetados o vedados; está de
por si expreso que si alguien se siente afectado siempre puede
recurrir a las vías legales, pero lo que no se puede permitir es que
por acuerdos exijan que un columnista, un bloguero o cualquiera que
escriba o hable en un medio de comunicación calle su voz para no
molestar a alguien.
Es por ello que hago un llamado al señor alcalde, al que acompañé en
la campaña de forma irrestricta, que le informe a sus subalternos que
la libertad es y seguirá siendo una de las banderas de esta
administración.