Todos los días el caballo salvaje saciaba su sed
en un río poco profundo. Allí también acudía un
jabalí que, al remover el barro del fondo con el
hocico y las patas, enturbiaba el agua.
El caballo le pidió que tuviera más cuidado, pero
el jabalí se ofendió y lo trató de loco. Terminaron
mirándose con odio, como los peores enemigos.
Entonces el caballo salvaje, lleno de ira, fue a buscar
al hombre y le pidió ayuda:
«-Yo enfrentaré a esa bestia -dijo el hombre- pero
debes permitirme montar sobre tu lomo.»
El caballo estuvo de acuerdo y allá fueron, en busca
del enemigo. Lo encontraron cerca del bosque y, antes
de que pudiera ocultarse en la espesura, el hombre
lanzó su jabalina y le dio muerte.
Libre ya del jabalí, el caballo enfiló hacia el río para
beber en sus aguas claras, seguro de que no volvería
a ser molestado. Pero el hombre no pensaba desmontar:
«-Me alegro de haberte ayudado -le dijo-. No sólo maté
a esa bestia, sino que capturé a un espléndido caballo.»
Y, aunque el animal se resistió, lo obligó a hacer su
voluntad y le puso rienda y montura. Él, que siempre
había sido libre como el viento, por primera vez en su
vida tuvo que obedecer a un amo.
Aunque su suerte estaba echada, desde entonces se
lamentó noche y día:
«-¡Tonto de mí! ¡Las molestias que me causaba el jabalí
no eran nada comparadas con esto! ¡Por magnificar un
asunto sin importancia, terminé siendo esclavo!»
A veces, con el afán de castigar el daño que nos hacen,
nos aliamos con quien sólo tiene interés en dominarnos.
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Publicado por AMPA 'Hilarión Eslava' para
AMPA 'Hilarión Eslava' (Conservatorio 'Francisco Guerrero') el 5/07/2007 10:01:00 AM