HECHOS DE LOS APÓSTOLES 177
DEFENSA DE PABLO
Hechos 21:37-22:5
“37 Cuando comenzaron a meter a Pablo en la fortaleza, dijo al tribuno: ¿Se me permite decirte algo? Y él dijo: ¿Sabes griego? 38 ¿No eres tú aquel egipcio que levantó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto los cuatro mil sicarios? 39 Entonces dijo Pablo: Yo de cierto soy hombre judío de Tarso, ciudadano de una ciudad no insignificante de Cilicia; pero te ruego que me permitas hablar al pueblo. 40 Y cuando él se lo permitió, Pablo, estando en pie en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo. Y hecho gran silencio, habló en lengua hebrea, diciendo:
1 Varones hermanos y padres, oíd ahora mi defensa ante vosotros. 2 Y al oír que les hablaba en lengua hebrea, guardaron más silencio. Y él les dijo:
3 Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros. 4 Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres; 5 como el sumo sacerdote también me es testigo, y todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados”.
Mientras introducían a Pablo en la fortaleza, tuvo ocasión de hablar con el tribuno y sacarle de dudas sobre su persona al haber sido confundido con un egipcio. Aprovechó la circunstancia para dirigirse a la multitud y relatar su conversión.
Ante el tribuno, vv. 37-40.
Al dirigirse al tribuno en griego y de manera extremadamente educada, éste se extrañó de que hablara en este idioma porque lo había confundido con un egipcio que hacía poco había iniciado una revuelta con cuatro mil sicarios -de “sica”, puñal-. Josefo escribió acerca de este egipcio que Claudio Lisias confundió con Pablo (cf. Guerra, 2.13.6). Según Josefo, dicho egipcio desapareció sin dejar huella, de ahí que al producirse un alboroto importante el tribuno pensara que de nuevo salía a la luz. Con el mismo tono que al principio de su conversación, Pablo explica sus orígenes y cortésmente solicita poder dirigirse al pueblo. Una vez concedida la autorización y después de hacer señal con la mano para que se guardara silencio empezó a hablar en arameo.
Ante el pueblo, vv. 22.1-5.
Destaca el uso del término apología traducido por defensa. Esta palabra ha adquirido un sentido teológico y desde los primeros siglos de la iglesia fue usada para describir la defensa de la fe ante los ataques del paganismo. En general apología designa la defensa oral o escrita de la verdad cristiana (cf. 1ª Pedro 3:15). Sin embargo, aquí se trata de la defensa personal del apóstol para salir al paso de las acusaciones de los judíos con un discurso biográfico. Aunque nacido en la ciudad de Tarso, pasó su infancia en Jerusalén donde a la edad habitual, probablemente a los trece años, ingresó en la escuela rabínica de Gamaliel. Fue educado en la más estricta ortodoxia judía y, en cierto modo, había pasado por la experiencia de fanatismo religioso como el que ahora manifestaban sus oyentes, en su etapa de perseguidor de la iglesia. Su biografía incluye su conversión. Ésta es la segunda vez en Hechos que se relata tal acontecimiento. Precisamente tuvo lugar cuando se dirigía a Damasco con la autorización del Sanedrín al que hace referencia como testigos de aquellos hechos. Es natural que tanto el sumo sacerdote como algunos de los ancianos presentes en su defensa no fueran los mismos porque habían pasado más de veinte años, pero sin duda conocerían la historia.
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Hechos de los Apóstoles de Pedro Puigvert. 1995