EL PECADO DE DAVID I

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Jun 14, 2010, 5:27:36 AM6/14/10
to Amor Fraterno

EL PECADO DE DAVID I

 

Estudio: Conociendo el futuro

 

El último día planteabamos una pregunta, ¿qué debe hacer el hombre ante el pecado?

Y la respuesta es que:

Debe reconocer su pecado.

Debe acudir a Dios con arrepentimiento y pedir perdón.

Debe depositar la fe en el Señor Jesucristo, aceptándole como Señor y Salvador.

Y mencionamos un ejemplo para considerarlo hoy, el pecado del rey David.

David cometió un grave pecado de adulterio y de homicidio, y lo pasó muy mal, pero aprendió la lección. Leamos la historia de lo ocurrido en el segundo libro de Samuel.

 

1Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió a Joab, y con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén. 2Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa. 3Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo. 4Y envió David mensajeros, y la tomó; y vino a él, y él durmió con ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa. 5Y concibió la mujer, y envió a hacerlo saber a David, diciendo: Estoy encinta. 6Entonces David envió a decir a Joab: Envíame a Urías heteo. Y Joab envió a Urías a David. 7Cuando Urías vino a él, David le preguntó por la salud de Joab, y por la salud del pueblo, y por el estado de la guerra. 8Después dijo David a Urías: Desciende a tu casa, y lava tus pies. Y saliendo Urías de la casa del rey, le fue enviado presente de la mesa real. 9Mas Urías durmió a la puerta de la casa del rey con todos los siervos de su señor, y no descendió a su casa. 10E hicieron saber esto a David, diciendo: Urías no ha descendido a su casa. Y dijo David a Urías: ¿No has venido de camino? ¿Por qué, pues, no descendiste a tu casa? 11Y Urías respondió a David: El arca e Israel y Judá están bajo tiendas, y mi señor Joab, y los siervos de mi señor, en el campo; ¿y había yo de entrar en mi casa para comer y beber, y a dormir con mi mujer? Por vida tuya, y por vida de tu alma, que yo no haré tal cosa. 12Y David dijo a Urías: Quédate aquí aún hoy, y mañana te despacharé. Y se quedó Urías en Jerusalén aquel día y el siguiente. 13Y David lo convidó a comer y a beber con él, hasta embriagarlo. Y él salió a la tarde a dormir en su cama con los siervos de su señor; mas no descendió a su casa” (2º Samuel 11:1-13).

 

Mientras Joab estaba en la batalla, el rey David se quedó en palacio. Podríamos titularlo: El “enemigo” (Satanás) prepara la trampa (v. 1). A continuación, pone ante los ojos del rey la tentación (v. 2). Éste no puede resistirla y comete adulterio con Betsabé, mujer de Urías (vs. 3-4). Queda embarazada. David al conocerlo pretende esconderlo y con engaño quiere convencer a Urías de que se acueste con su mujer y tenga relación con ella. De esta forma podía hacer creer que el niño era de él. Pero Urías por fidelidad a sus tropas no va a su casa (vs. 7-9).

David lo intenta de nuevo emborranchándolo, pero tampoco consigue lo que pretendía.

 

14Venida la mañana, escribió David a Joab una carta, la cual envió por mano de Urías. 15Y escribió en la carta, diciendo: Poned a Urías al frente, en lo más recio de la batalla, y retiraos de él, para que sea herido y muera. 16Así fue que cuando Joab sitió la ciudad, puso a Urías en el lugar donde sabía que estaban los hombres más valientes. 17Y saliendo luego los de la ciudad, pelearon contra Joab, y cayeron algunos del ejército de los siervos de David; y murió también Urías heteo” (2º Samuel 14-17).

 

Cuando estamos en pecado Satanás pone una venda ante nuestros ojos, de esa forma evita que lo descubramos y consigue sus pretenciones, separarnos de Dios.

La ceguera de David era grande, como no había tenido éxito el engaño, comete algo más terrible, un detestable asesinato.

 

18Entonces envió Joab e hizo saber a David todos los asuntos de la guerra. 19Y mandó al mensajero, diciendo: Cuando acabes de contar al rey todos los asuntos de la guerra, 20si el rey comenzare a enojarse, y te dijere: ¿Por qué os acercasteis demasiado a la ciudad para combatir? ¿No sabíais lo que suelen arrojar desde el muro? 21¿Quién hirió a Abimelec hijo de Jerobaal? ¿No echó una mujer del muro un pedazo de una rueda de molino, y murió en Tebes? ¿Por qué os acercasteis tanto al muro? Entonces tú le dirás: También tu siervo Urías heteo es muerto. 22Fue el mensajero, y llegando, contó a David todo aquello a que Joab le había enviado. 23Y dijo el mensajero a David: Prevalecieron contra nosotros los hombres que salieron contra nosotros al campo, bien que nosotros les hicimos retroceder hasta la entrada de la puerta; 24pero los flecheros tiraron contra tus siervos desde el muro, y murieron algunos de los siervos del rey; y murió también tu siervo Urías heteo. 25Y David dijo al mensajero: Así dirás a Joab: No tengas pesar por esto, porque la espada consume, ora a uno, ora a otro; refuerza tu ataque contra la ciudad, hasta que la rindas. Y tú aliéntale. 26Oyendo la mujer de Urías que su marido Urías era muerto, hizo duelo por su marido. 27Y pasado el luto, envió David y la trajo a su casa; y fue ella su mujer, y le dio a luz un hijo. Mas esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová” (2º Samuel 11:18-27).

 

Una vez conocida por David la muerte de Urías, se tranquilizó y toma a Betsabé por esposa.

Pero cuando todo parecía estar tranquilo y que nadie se había enterado, a excepción de Joab, había Uno que sí lo sabía, Dios. Quien estaba muy disgustado, y a pesar de haber sido un buen siervo de Dios en el pasado y muy bendecido: Dios no hace acepción de personas.

 

1Jehová envió a Natán a David; y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. 2El rico tenía numerosas ovejas y vacas; 3pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija. 4Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él. 5Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte. 6Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia. 7Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre” (2º Samuel 12:1-7a).

 

El profeta Natán es enviado por Dios a David para hacerle ver su pecado.

Natán por medio de una parábola quiere hacerselo ver con el fin de que reaccione (vs. 1-4).

David entiende la parábola y reacciona: “el que tal hizo es digno de muerte”.

David no lo sabía en ese momento, pero se había juzgado así mismo.

Natán le dice: “Tú eres aquel hombre” (v. 7a).

Todo pecado tiene sus consecuencias. El de David lo veremos el próximo día.

 

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“Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.” (Romanos 15:4).


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