EL CASO DE SEBNA Y ELIAQUIM
El profeta, llama la atención en este momento del relato, e introduce un documento de los archivos de Jerusalén durante el reino de Ezequías.
“15Jehová de los ejércitos dice así: Ve, entra a este tesorero, a Sebna el mayordomo, y dile: 16¿Qué tienes tú aquí, o a quién tienes aquí, que labraste aquí sepulcro para ti, como el que en lugar alto labra su sepultura, o el que esculpe para sí morada en una peña? 17He aquí que Jehová te transportará en duro cautiverio, y de cierto te cubrirá el rostro. 18Te echará a rodar con ímpetu, como a bola por tierra extensa; allá morirás, y allá estarán los carros de tu gloria, oh vergüenza de la casa de tu señor. 19Y te arrojaré de tu lugar, y de tu puesto te empujaré. 20En aquel día llamaré a mi siervo Eliaquim hijo de Hilcías, 21y lo vestiré de tus vestiduras, y lo ceñiré de tu talabarte, y entregaré en sus manos tu potestad; y será padre al morador de Jerusalén, y a la casa de Judá. 22Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá. 23Y lo hincaré como clavo en lugar firme; y será por asiento de honra a la casa de su padre. 24Colgarán de él toda la honra de la casa de su padre, los hijos y los nietos, todos los vasos menores, desde las tazas hasta toda clase de jarros. 25En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, el clavo hincado en lugar firme será quitado; será quebrado y caerá, y la carga que sobre él se puso se echará a perder; porque Jehová habló” (Isaías 22:15-25).
Versículo 15. Sebna era el mayordomo (administrador) del tesoro en la corte del rey Ezequías. Dios, a través de Isaías, le envía un fuerte mensaje.
Versículos 16 al 19. Sebna era un personaje ostentoso, estaba construyendo una tumba para perpetuar su memoria, y esto era una ironía, porque él iba a ser llevado cautivo, y moriría y sería sepultado en un país extranjero. Es decir, que sus esfuerzos de esculpirse “para sí morada en una peña”, iban a resultar inútil, porque “te arrojaré de tu lugar, y de tu puesto te empujaré”, dice el Señor.
Versículos 20 y 21: Eliaquim fue quien sucedió a Sebna. Eliaquim era lo contrario que Sebna. Era un hombre desinteresado, responsable, compasivo y con autoridad para gobernar la casa del rey Ezequías. A él se le daría “la llave de la casa de David… y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá”.
Estas palabras nos recuerdan otras palabras del Señor Jesucristo a la iglesia de Filadelfia:
“Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre” (Apocalipsis 3:7).
¡Qué maravilloso es confiar nuestras vidas en las manos de Aquel que puede cerrar o abrir cualquier puerta!
Versículo 23 al 25. Eliaquím se convierte en el “clavo en lugar firme”. Es decir, un instrumento para el mantenimiento y “asiento de honra a la casa de su padre”, y toda su familia.
Pero, “En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, el clavo hincado en lugar firme será quitado”. Llegaría el día en que Eliaquím caería también. Esta caída puede referirse a la cautividad de la casa de Judá, de la que Eliaquím era uno de los principales.
Y termina con una afirmación contundente, “porque Jehová habló”.
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“No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal. Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1ª Tesalonicenses 5:19-23).