EL LIBRO DE LOS MÁRTIRES (260)

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Juan Rivera G.

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Aug 27, 2025, 1:31:59 AM (13 days ago) Aug 27
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EL LIBRO DE LOS MÁRTIRES (260)

Por John Foxe

 

HISTORIA DE LOS MÁRTIRES CRISTIANOS

 

Persecuciones en Inglaterra durante el reinado de la reina María

 

La señora Prest

 

Continuación:

«¿Cómo demuestras tú esto?» le dijeron ellos.

«¿Acaso no destruís vosotros almas cuando enseñáis a la gente a dar culto a ídolos, palos y piedras, las obras de las manos de los hombres? ¿Y a adorar un dios falso de vuestra factura, hecho con un trozo de pan, enseñando que el Papa es vicario de Dios, y que tiene poder para perdonar pecados? ¿Y que hay un purgatorio, cuando el Hijo de Dios lo ha purificado todo mediante Su sacrificio una vez para siempre? ¿No enseñáis a la gente a contar sus pecados en vuestros oídos, y decís que se condenarán si no los confiesan todos, cuando la Palabra de Dios dice: ¿Quien puede contar sus pecados? ¿No les prometéis treintenas, y requiems, y Misas por sus almas, y vendéis vuestras oraciones por dinero, y hacéis que compren perdones, y confiáis en estos insensatos inventos de vuestras imaginaciones? ¿No actuáis totalmente contra Dios? ¿No nos enseñáis a orar con rosarios, y a orar a santos, y a decir que ellos pueden orar por nosotros? ¿No hacéis agua bendita y pan bendito para ahuyentar a los demonios? ¿Y no hacéis millares más de abominaciones? ¿Y aún decís que venís para provecho mío, para salvar mi alma?. No, no, hay uno que me ha salvado. Adios, vosotros y vuestra salvación.»

Durante la libertad que le había sido concedida por el ya mencionado obispo, fue a la Iglesia de San Pedro, y allí vio a un perito holandés que estaba poniendo narices nuevas a ciertas bellas imágenes que habían sido desfiguradas durante el reinado del Rey Eduardo. Entonces le dijo: «¡Qué loco estás, para hacerles narices nuevas, cuando dentro de pocos días todas perderán la cabeza!» El holandés la maldijo, y la maltrató durament9 de palabra. Y ella le replicó: «Tu eres maldito, y así también tus imágenes.» El la llamó ramera. «No,» dijo ella, «sino que tus imágenes son rameras, y vas de ramería; porque ¿no dice Dios: «vosotros os prostituís tras dioses extraños, figuras de vuestras propias manos?» y tú eres uno de ellos.» Después de esto se dio orden que fuera encerrada, y ya no pudo gozar más de la libertad.

Durante el tiempo de su encarcelamiento, muchos la visitaron, algunos enviados por el obispo, y otros de su propia voluntad. Entre estos estaba un tal Daniel, un gran predicador del Evangelio, en los tiempos del Rey Eduardo, por los lugares de Cornualles y Devonshire, pero que, por la dura persecución sufrida, había recaído. Ella lo exhortó apremiantemente a que se arrepintiera como Pedro, y a que fuera más firme en su confesión.

La señora Walter Rauley y los señores William y John Kede, personas muy respetables, dieron abundante testimonio de su piadosa conversación, diciendo que a no ser que Dios hubiera estado con ella, sería imposible que hubiera podido defender con tanta capacidad la causa de Cristo. La verdad es que, para recapitular el carácter dc esta mujer, unía la serpiente y la paloma, abundando en la más alta sabiduría con la mayor sencillez. Soportó encarcelamientos, amenazas, escarnios, y los más viles insultos, pero nada pudo inducirla a desviarse; su corazón estaba fijo; había echado su anda; y no podían todas las heridas de la persecución sacarla de la roca en la que estaban erigidas todas sus esperanzas de dicha.

Continuará>

***

 

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