EL SEGUNDO HIJO DE ISAÍAS COMO SEÑAL

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Juan R.

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Mar 30, 2015, 2:48:53 AM3/30/15
to amor-fraterno

EL SEGUNDO HIJO DE ISAÍAS COMO SEÑAL

 

El capítulo 8 de Isaías, que comenzamos, contiene la profecía de la invasión de la tierra de Emanuel por parte del rey de Asiria. Dios había evitado las invasiones de naciones extranjeras contra Su pueblo por más de 500 años. Pero ahora, Él permitiría que el enemigo cubriera la tierra como una inundación. El pueblo, en lugar de esperar la ayuda de Dios, trabajaba para formar una confederación.

El capítulo termina con una advertencia contra el espiritismo como último recurso de un pueblo que había rechazado el consejo de Dios y se volvió desesperadamente al mundo satánico. El final les traería problemas, oscuridad y angustia.

 

“1Me dijo Jehová: Toma una tabla grande, y escribe en ella con caracteres legibles tocante a Maher-salal-hasbaz. 2Y junté conmigo por testigos fieles al sacerdote Urías y a Zacarías hijo de Jeberequías. 3Y me llegué a la profetisa, la cual concibió, y dio a luz un hijo. Y me dijo Jehová: Ponle por nombre Maher-salal-hasbaz. 4Porque antes que el niño sepa decir: Padre mío, y Madre mía, será quitada la riqueza de Damasco y los despojos de Samaria delante del rey de Asiria” (Isaías 8:1-4).

 

Versículo 1. El nombre del primer hijo de Isaías era: Sear-jasub (Isaías 7:3). Aquí se menciona el nombre de su segundo hijo: Maher-salal-hasbaz.

Ambos nombres nos resultan raros, sin embargo, había una razón para que Dios quisiera que Isaías les pusiera a sus hijos nombres tan inusuales. La razón se encuentra en el versículo 18 de este capítulo 8, que dice:

“He aquí que yo y los hijos que me dio el Señor somos por señales y presagios en Israel, de parte del Señor de los ejércitos, que mora en el monte Sión”.

 

Ambos hijos eran señales, y sus nombres transmitían un mensaje.

Maher-salal-hasbaz, quería decir: “apresuraos a tomar el despojo”. Esto simplemente significaba que Dios estaba contra quienes estaban a su vez en contra de Su pueblo.

Éste también era el mensaje para el rey Acaz. Él era un hombre sin Dios, y Dios estaba tratando de alcanzarle. Le dijo a Isaías que tomara una tabla grande, y escribiera en ella con caracteres bien legibles. Después tenía que colocarla en un lugar bien visible, como un anuncio que todos pudieran leer. Dios quería que el nombre de aquel joven estuviese escrito allí donde la persona más humilde del reino pudiera verlo, leerlo y comprenderlo. Dios estaba tratando de alcanzar al rey Acaz, primero por medio de Sear-jasub (un remanente volverá), y después a través de Maher-salal-hasbaz (apresuraos a tomar el despojo). El nombre del segundo hijo de Isaías aseguraría al rey Acaz que Dios se ocuparía de los enemigos de Su pueblo.

 

Versículo 2. Notemos lo significativo de los nombres de los personajes:

Urías significa: “El Señor es mi luz”. Zacarías quiere decir “El Señor recuerda”. Y Jeberequías se traduce como: “El Señor bendecirá”.

En todas las acciones de Isaías, en todo lo que él estaba haciendo, había un mensaje para el pueblo. Es decir, que él estaba representando gráficamente su mensaje para que la gente lo comprendiera.

El libro de Isaías es como una parábola ilustrada. El Señor Jesucristo también utilizó ese método. Y una de las razones era la siguiente: La gente podría observar una figura, una imagen. Dios conoce las inclinaciones de la humanidad y Él intentó comunicar un mensaje a ese pueblo por medio de imágenes.

 

Versículo 3. Aquí, “la profetisa”, es la esposa de Isaías. Ella dio a luz un hijo, y el nombre del niño le fue dado antes de nacer, Maher-salal-hasbaz, como dijo el Señor.

 

Versículo 4. El Señor continúa diciendo: “Porque antes que el niño sepa decir: Padre mío, y Madre mía…”.

Es decir, antes que Maher-salal-hasbaz aprenda a hablar, los Asirios invadirían Damasco (Siria) y Samaria. El enemigo del norte que estaba planeando invadir el reino de Judá iba a ser llevado cautivo.

La victoria se debería a la soberana gracia de Dios. No se debería a la capacidad militar del rey Acaz, ni en el diseño de su estrategia. La victoria se debería a la soberana gracia de Dios, y Él lo estaba dejando perfectamente claro.

 

***

“No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal. Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1ª Tesalonicenses 5:19-23).


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