CUÁN AMABLES SON TUS MORADAS, OH SEÑOR (11)

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Juan R.

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Jul 28, 2025, 1:29:24 AMJul 28
to amor-fraterno


CUÁN AMABLES SON TUS MORADAS, OH SEÑOR (11)

 

SALMO 84

Al director de música; sobre Gitit. Salmo para los hijos de Coré.

 

“1 ¡Cuán amables son tus moradas, oh Yahvén Sebaot! 2 Anhela mi alma y languidece tras de los atrios de Yahvéh; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo. 3 Aun el gorrión halla casa, y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos, cerca de tus altares, oh Yahvéh Sebaot, Rey mío, y Dios mío. 4 Dichosos los que habitan en tu casa; siempre te alaban. Selah

5 Dichosos aquellos que tiene su fuerza en ti, que tienen en su corazón los caminos del peregrino. 6 Al atravesar el valle de Baca hacen de él un lugar de fuentes y las lluvias otoñales lo cubren de estanques. 7 Irán de fortaleza en fortaleza hasta comparecer ante Dios en Sión. 8 ¡Oh Yahvéh Sebaot, escucha mi plegaria, escucha, Dios de Jacob! 9 oh Dios, escudo nuestro, mira, pon tus ojos en el rostro de tu ungido. Selah

10 Un día en tus atrios mejor es que mil fuera de ellos. Preferiría estarme en el umbral de la casa de mi Dios más que habitar en las tiendas de maldad. 11 Porque sol y escudo es Yahvéh Dios, Él da gracia y honor. No quitará el bien a los que andan en integridad. 12 Oh Yahvéh Sebaot, dichoso el hombre que confía en ti.

 

Lo dicha de quien confía en Dios (10-12)

 

Concluida su oración intercesoria, el salmista vuelve al tema central de su cántico: el deleite de hallarse en el santuario con todo lo que ello implicaba (v. 10). Un día en los atrios del templo tenía un contenido y un significado infinitamente superior a mil días vividos lejos de ellos. Un momento de intensa comunión con Dios supera incomparablemente a todo un siglo de aridez espiritual en una vida profana. En las palabras del poeta no hay sólo intensidad; hay también humildad. Reconoce que la permanencia en la casa de Dios era prerrogativa de levitas y sacerdotes; pero él se conformaría con quedarse en el umbral del santuario. Aun ahí se sentiría más satisfecho que viviendo en los lugares más eminentes de un mundo sin Dios, pues Dios es la causa de toda bendición, “porque sol y escudo es Yahvéh Dios” (v. 11a). El sol es fuente de luz, de calor, de vida, de alegría. Esto es Dios para su pueblo. Y también es “escudo”, defensa y protección. Los enemigos pueden pulular en torno a sus santos, pero ni uno solo de sus dardos los podrá herir. Por otro lado, Dios de “gracia y honor”. Esta traducción del texto es más clara que “gracia y gloria” la cual aparece en algunas versiones y sugiere ideas ajenas al pensamiento del autor. Lo que éste quería expresar es que Dios concede generosamente sus favores a quienes le temen y que tales favores son signo de distinción y honor, en conformidad con la palabra de Dios mismo: “Yo honro a los que me honran” (1º Samuel 10:30). El resumen de cuanto la “gracia” de Dios significa lo hallamos en la segunda mitad de v. 11: “No quitará el bien a los que en integridad andan”.

Dios puede permitir que sus santos se vean privados de algunos beneficios temporales: salud, dinero, amistades, etc.; pero jamás permitirá que nos falte el bien supremo: Él mismo (cf. Salmo 16:8, 11; 17:25). Y teniéndole a él tenemos todo lo que realmente necesitamos para que se realice en nosotros el propósito de su vocación. Del apóstol Pablo hemos aprendido que “todas las cosas cooperan para bien de aquellos que aman a Dios” (Romanos 8:28). A veces lo que nosotros consideramos un bien (posesiones materiales, relaciones humanas, poder, etc.) en realidad entraña un mail. En tal caso, Dios probablemente nos quitará ese “bien” para que no nos dañe; pero del “bien” verdadero jamás nos despojará.

Continuará>

SALMOS ESCOGIDOS

José M. Martínez

 

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