CUÁN AMABLES SON TUS MORADAS, OH SEÑOR (12)

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Juan R.

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Aug 25, 2025, 1:55:38 AMAug 25
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CUÁN AMABLES SON TUS MORADAS, OH SEÑOR (12)

 

SALMO 84

Al director de música; sobre Gitit. Salmo para los hijos de Coré.

 

“1 ¡Cuán amables son tus moradas, oh Yahvén Sebaot! 2 Anhela mi alma y languidece tras de los atrios de Yahvéh; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo. 3 Aun el gorrión halla casa, y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos, cerca de tus altares, oh Yahvéh Sebaot, Rey mío, y Dios mío. 4 Dichosos los que habitan en tu casa; siempre te alaban. Selah

5 Dichosos aquellos que tiene su fuerza en ti, que tienen en su corazón los caminos del peregrino. 6 Al atravesar el valle de Baca hacen de él un lugar de fuentes y las lluvias otoñales lo cubren de estanques. 7 Irán de fortaleza en fortaleza hasta comparecer ante Dios en Sión. 8 ¡Oh Yahvéh Sebaot, escucha mi plegaria, escucha, Dios de Jacob! 9 oh Dios, escudo nuestro, mira, pon tus ojos en el rostro de tu ungido. Selah

10 Un día en tus atrios mejor es que mil fuera de ellos. Preferiría estarme en el umbral de la casa de mi Dios más que habitar en las tiendas de maldad. 11 Porque sol y escudo es Yahvéh Dios, Él da gracia y honor. No quitará el bien a los que andan en integridad. 12 Oh Yahvéh Sebaot, dichoso el hombre que confía en ti.

 

Lo dicha de quien confía en Dios (10-12)

 

Continuación:

La conclusión del salmo no podía ser más lógica: “Oh Yahvéh Sebaot, dichoso el hombre que confía en ti” (v. 12). El fundamento de esta dicha es la fidelidad de Dios, de la que el creyente tiene plena certidumbre (Salmo 25:3).

Con esta seguridad y con gozo inenarrable el peregrino llegaba al final de la festividad y se disponía a emprender el regreso al lugar de su residencia habitual. También esa hora resultaba memorable. Las palabras de Flavio Josefo relativa a la clausura de la fiesta celebrada con motivo del traslado del arca al templo de Jerusalén son ilustrativas al respecto: “Cumplidas satisfactoriamente todas las solemnidades y no faltando nada por hacer del culto divino, cada cual se fue a su casa, con la venia del rey, a quien antes bendijeron por la atención con que los había tratado y por la obra que había realizado, rogando a Dios que les conservara a Salomón como rey durante muchos años. Se retiraron llenos de júbilo, y riendo y cantando himnos a Dios olvidaron las fatigas del viaje”.

Durante un año más el peregrino viviría con el gozo de la experiencia reciente y con el de la esperanza de una nueva peregrinación al año siguiente. En el intervalo, lejos del templo de Dios, seguiría sintiéndose cerca del Dios del templo, disfrutando de todo el bien que su mano divina le había otorgado.

Un gozo semejante experimenta el cristiano que, ausente del Señor, vive, sin embargo, en él, en una comunión que hace enriquecedora toda experiencia, y fuente de estímulo la esperanza de su llegada a la Jerusalén celestial.

 

SALMOS ESCOGIDOS

José M. Martínez

 

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