EL LIBRO DE LOS MÁRTIRES (258)
Por John Foxe
HISTORIA DE LOS MÁRTIRES CRISTIANOS
Persecuciones en Inglaterra durante el reinado de la reina María
La señora Prest
Por la cantidad de personas condenadas en este fanático reinado, es casi imposible obtener el nombre de cada mártir, ni detallar la historia de cada uno de ellos con anécdotas y ejemplos de la conducta cristiana. Gracias sean dadas a la Providencia, nuestra cruel tarea comienza a llegar a su fin, con el fin de este reinado de terror papal y de derramamiento de sangre. Los monarcas que se sientan en tronos poseídos por derecho hereditario deberían, más que nadie, considerar que las leyes de la naturaleza son las leyes de Dios, y que por ello la primera ley de la naturaleza es la preservación de sus súbditos. Las tácticas de persecución, de tortera y de muerte deberían dejarlas a aquellos que han alcanzado la soberanía por el fraude o la espada; pero, ¿dónde, excepto entre unos pocos locos emperadores de Roma y los pontífices romanos, encontraremos a nadie cuya memoria esté tan «maldita a una fama eterna» como la de la Reina María? Las naciones lloran la hora que los separa para siempre de un gobernante amado, pero, por lo que respecta al María, fue la hora más bendita de todo su reinado. El cielo ha ordenado tres grandes azotes por pecados nacionales: la plaga, la pestilencia y el hambre. Fue voluntad de Dios en el reinado de María de lanzar un cuarto azote sobre este reino, bajo la forma de persecuciones papistas. Fue un tiempo angustioso, pero glorioso; el fuego que consumió a los mártires ha minado el papado; y los estados católicos, actualmente los más fanáticos y entenebrecidos, son los que se encuentran más bajos en la escala de la dignidad moral y de la relevancia política. ¡Que así permanezcan, hasta que la pura luz del Evangelio disipe las tinieblas del fanatismo y de la superstición! Pero volvamos a nuestro relato.
La señora Prest vivió durante un tiempo en Comualles, donde tenía a su marido e hijos, cuyo fanatismo la obligaba a frecuentar las abominaciones de la Iglesia de Roma. Resolviendo actuar conforme le dictaba su conciencia, los abandonó y comenzó a ganarse la vida hilando.
Después de un tiempo, volviendo a su casa, fue denunciada por sus vecinos, y llevada a Exeter, para ser interrogada ante el doctor Troubleville y por su canciller Blackston. Por cuanto esta mártir era considerada de inferior inteligencia, la pondremos en competición con el obispo, para ver quién tenía un mejor conocimiento conducente a la vida eterna. Al llevar el obispo el interrogatorio a su desenlace acerca del pan y el vino, que él afirmaba eran carne y sangre, la señora Prest dijo: «Os preguntaré yo a vos si podéis negar vuestro credo, que dice que Cristo está perpetuamente sentado a la diestra de Su Padre, en cuerpo y alma, hasta que vuelva; o que Él está en el cielo como nuestro Abogado, para interceder por nosotros ante Dios Su Padre. Si es así, Él no está en la tierra en un trozo de pan. Si Él no está aquí, y si no mora en templos hechos con manos, sino en el cielo, ¿qué?, ¿le buscaremos aquí? Si Él no ofreció Su cuerpo una vez para siempre, ¿por qué hacéis otra nueva ofrenda? Si con una ofrenda lo hizo todo a la perfección, ¿por qué vosotros con una falsa ofrenda lo hacéis todo imperfecto? Si él debe ser adorado en espíritu y en verdad, ¿por qué adoráis un trozo de pan? Si Él es comido y bebido en fe y verdad; si Su carne no es provechosa para estar entre nosotros, ¿por qué decís vosotros que hacéis que Su carne y sangre, diciendo que es provechosa tanto para el cuerpo como para el alma? ¡Ay! Yo soy una pobre mujer, pero antes que hacer lo que decís, prefiero no vivir más. He acabado, señor.»
Obispo. Tengo que decir que eres una protestante a carta cabal. ¿Puedo preguntarte en qué escuela te has educado?
Continuará>
***