HECHOS DE LOS APÓSTOLES 179
TESTIMONIO DE PABLO 2
Hechos 22:17-21
“17 Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino un éxtasis. 18 Y le vi que me decía: Date prisa, y sal prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí. 19 Yo dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba y azotaba en todas las sinagogas a los que creían en ti; 20 y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo mismo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban. 21 Pero me dijo: Ve, porque yo te enviaré lejos a los gentiles”.
En esta sección de su discurso antes de que los judíos le interrumpieran, Pablo aportó datos nuevos acerca de su visita a Jerusalén: mientras estaba orando en el templo tuvo un éxtasis en el que Jesús le ordenó que saliera de la ciudad santa. Por otro lado, los hermanos de Jerusalén informados de un complot contra Pablo le llevaron a Cesarea primero para que marchara a Tarso (9:30). Se unen la orden divina con la acción humana en perfecta sincronía.
Su éxtasis en oración, vv. 17-18.
Éktásis, “fuera de sí misma”, expresa una situación de la persona como si estuviera “muerta” aunque hay matices según el contexto en que se halla. Por ejemplo, Pedro tuvo uno estando en Jope (10:10) y luego lo explica en 11:5. En este caso se trataba de alguien puesto fuera del estado mental normal. En cambio, el caso de Pablo es el de un aturdimiento mental. Es la diferencia entre ellos. Sin embargo, en ambos casos estaban orando y se relaciona con una visión. Pedro ve un lienzo y oye una voz y de ahí saca la lección. Pablo ve y oye un mensaje directo. En las otras ocasiones en que aparece en el Nuevo Testamento significa asombro o estupor.
Su resistencia a marcharse, vv. 19-21.
El Señor había indicado a Pablo que los judíos no recibirían su testimonio y éste había objetado que todos conocían sus antecedentes por lo que haría que su cambio pareciera más impresionante. Esta referencia en su defensa tenía por objeto demostrar a sus acusadores que si su ministerio era entre los gentiles se debía a un mandato del Señor y no a una decisión propia. Pero esto era algo que ellos no estaban dispuestos a admitir. El apóstol había tenido la osadía de decirles que en el templo Jesús le había hablado a semejanza de cómo Dios se había revelado a alguno de los profetas de Israel. Y además el mensaje que había recibido directamente de Jesús estaba relacionado con su misión entre los gentiles, aspecto éste que había provocado todo aquel altercado.
La extensión del evangelio fuera de Palestina era la misión de Pablo, misión que había cumplido admirablemente. No por ello descuidó predicar también a los judíos, como demuestra Hechos.
***
Hechos de los Apóstoles de Pedro Puigvert. 1995