PABLO SE PROPONE IR A ROMA

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J. Rivera

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Apr 6, 2017, 2:14:30 AM4/6/17
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Queridos hermanos en la fe y amigos, de Amor Fraterno.

Continuamos con el estudio de la Biblia, la Palabra de Dios.

Un estudio de todos los libros de la Biblia, que en su versión original se llama: “Thru the Bible” (A través de la Biblia). Preparado por el teólogo y profesor de Biblia, J. Vernon McGee. En la versión española, traducido, adaptado, y presentado por Virgilio Vangioni, profesor de Biblia.

Si dispones de unos minutos, te aconsejamos que leas o escuches estos mensajes sobre la epístola del apóstol Pablo a los Romanos. Hará bien a tu vida, porque además de adquirir conocimiento, crecerás en sabiduría en la Palabra de Dios.

Dios bendiga Su Palabra en tu corazón.

 

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PABLO SE PROPONE IR A ROMA

 

ROMANOS 15:23-27

 

Continuamos hoy nuestro estudio de este capítulo 15 de la epístola del apóstol Pablo a los Romanos. Y en nuestro programa anterior, dijimos que Pablo se había propuesto muchas veces ir a Roma, pero tuvo que completar la tarea que Dios le había dado en el territorio entre Jerusalén y Roma.

Ahora, cuando Pablo dijo que él había sido impedido muchas veces, en el versículo 22, podemos estar seguros que en verdad muchos obstáculos fueron puestos en su camino.

Continuamos, pues, hoy nuestro estudio con los versículos 23 y 24 de este capítulo 15 de la epístola a los Romanos:

23Pero ahora, no teniendo más campo en estas regiones, y deseando desde hace muchos años ir a vosotros, 24cuando vaya a España, iré a vosotros, pues espero veros al pasar y ser encaminado hacia allá por vosotros una vez que haya disfrutado de vuestra compañía.

 

Hay una pregunta en cuanto a lo que el apóstol Pablo quiso decir exactamente aquí en estos versículos. ¿Quiso decir acaso que ya no había más oportunidad para predicar el Evangelio en esta parte del Imperio Romano en la que él se encontraba? ¿Se le habían cerrado todas las puertas? ¿Se habían convertido todos? ¿Había quizá evangelizado a todos en ese lugar?

Bueno, mantenemos que la respuesta es “no”, a cada una de estas preguntas. Creemos que el Evangelio sí había sido proclamado por toda esa región. Pablo y los demás apóstoles habían sido fieles en su testimonio, para que todos, tanto judíos como no judíos oyeran, aunque todos no se convirtieron a Cristo.

En ese momento, Pablo buscaba un territorio nuevo y tenía sus ojos puestos en las fronteras del imperio. Era misionero que cumplía su ministerio de predicar el Evangelio a los no judíos por todas partes del Imperio Romano, y a aquellos que todavía no habían oído. En realidad, Roma no era su destino final. España era su meta; España constituía el límite del lejano oeste del Imperio Romano. Había estado en un extremo del Imperio y quería llegar al otro extremo. Roma era meramente una parada en su esfuerzo por alcanzar esa meta.

Ahora, ¿logró Pablo ir a España?

Bueno, si efectivamente lo hizo, no hay constancia de que fuera, pero tampoco hubo constancia de que hubiera ido a la región de Iliria. Si no se nos dijera aquí en este capítulo 15 que él fue a Iliria, nunca lo habríamos sabido. Creemos que Pablo fue a España y también al resto del Imperio Romano. Hacemos esta declaración basándonos en las Escrituras. Cuando el apóstol Pablo llegó al final de su vida, en la segunda carta que él escribió al joven Timoteo, capítulo 4, versículos 6 al 8, pudo decir: “6Yo ya estoy próximo a ser sacrificado. El tiempo de mi partida está cercano. 7He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 8Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”.

Pablo acabó la carrera, estimado lector. No creemos que Pablo pudiera haber hecho la declaración que hizo en su carta a Timoteo, al final de su vida, si no hubiera ido a España, porque España era parte de su itinerario previsto. Había acabado su carrera. Había ido a todas partes donde Dios le había indicado que fuera. No habrá muchos de nosotros que podamos decir como él dijo: “he acabado la carrera”. Él quería ir a España, y también a Jerusalén.

Bien, leamos ahora los versículos 25 y 26 de este capítulo 15 de la epístola a los Romanos:

25Pero ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos, 26porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén.

 

El apóstol quería ir al oriente hasta Jerusalén. Pablo explicó su ministerio de aquel tiempo dando así otro toque personal y conocimiento acerca de su vida.

En tiempos pasados él había perseguido a la Iglesia en Jerusalén. Pero ahora como creyente y miembro del cuerpo de Cristo, dijo que ayudaría a esta Iglesia. Pablo quería compensar a esta Iglesia por sus acciones del pasado. Había perseguido a los cristianos en tiempos pasados, y ahora quería llevarles una ofrenda. Insistió, pues, en llevar él mismo la ofrenda a Jerusalén.

Pablo llamó a esta ofrenda aquí en la epístola a los Romanos, una comunión, usando la palabra koinonia. Esta palabra fue usada para designar todo lo que los creyentes podrían compartir, es decir, Cristo, la Palabra de Dios, la oración, la cena del Señor y los bienes materiales. En el libro de los Hechos de los apóstoles, capítulo 24, versículo 17, dijo: “17Pero pasados algunos años, vine a hacer limosnas a mi nación y presentar ofrendas”.

En su segunda carta a los Corintios, capítulos 8 y 9, contó que esa ofrenda fue un gran peso en su corazón.

Continuemos, pues, con el versículo 27 de este capítulo 15 de la carta a los Romanos:

27Les pareció bueno hacerla, ya que son deudores a ellos, porque si los no judíos han sido hechos partícipes de sus bienes espirituales, deben también ellos ayudarlos con bienes materiales.

 

Pablo dejó en claro el hecho de que ésta era una ofrenda voluntaria. En su segunda carta a los Corintios, capítulo 9, versículo 7, dijo: “7Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre”.

Ésta fue la ofrenda que el apóstol recogió. Pablo hace valer también el hecho de que tenían una obligación y deuda moral que pagar. Los no judíos habían recibido el Evangelio de los judíos. En el Evangelio según san Juan, capítulo 4, versículo 22, el Señor Jesucristo le dijo a la mujer Samaritana: “22Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos”.

El Evangelio comenzó en Jerusalén. Macedonia y Acaya tenían una deuda espiritual con Jerusalén. En aquel momento los creyentes de Jerusalén estaban teniendo problemas económicos, evidentemente por causa de la persecución. Aquí vemos una situación de misiones en sentido inverso. Y vemos a la Iglesia “hija” ayudando a la Iglesia “madre”.

 

***

"Venid a mí,

todos los que estáis cansados y cargados,

y yo os haré descansar" Mateo 11:28

 

http://amorfraterno.org/


Ro. 15.23-27.mp3
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