El Santo Rosario: La tarea principal del cristiano es caminar hacia la perfección

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Dec 21, 2009, 4:53:26 AM12/21/09
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Tomado de:    El Secreto del Rosario   de  San Luis          de Montfort
 

El Rosario: La meditación de sus misterios nos conforma a Jesucristo

 

[65] La tarea principal del cristiano es caminar hacia la perfección.

«Como hijos amadísimos de Dios, esfuércense por imitarlo»[75], nos dice el gran Apóstol. Es una obligación contenida en el decreto eterno de nuestra predestinación. Y constituye el único medio, ordenado para llegar a la gloria eterna.

San Gregorio de Nisa dice con gracia que somos como pintores: nuestra alma es el lienzo sobre el cual debemos aplicar el pincel: las virtudes son los colores que deben hacer resaltar la belleza del original, que es Jesucristo, imagen viva y representación perfecta del Padre del Cielo. Un pintor para hacer un retrato al natural, pone el original ante sus ojos y a cada pincelada vuelve a mirarlo. Del mismo modo, el cristiano debe tener siempre ante los ojos la vida y virtudes de Jesucristo para hacer, decir y pensar solamente lo que sea conforme a ellas.

[66] Para ayudarnos en la obra importante de nuestra predestinación, la santísima Virgen ordenó exponer a los fieles que rezan el Rosario los sagrados misterios de la vida de Jesucristo, no sólo para que adoren y glorifiquen al Señor, sino también, y sobre todo, para que regulen su vida y acciones por las virtudes de Jesús.

Ahora bien, así como los niños imitan a sus padres, viéndolos y conversando con ellos, y aprenden su lengua oyéndolos hablar, y como un aprendiz domina su arte al ver trabajar a su maestro, del mismo modo los fieles cofrades del Rosario se hacen semejantes a su divino Maestro, con el auxilio de su gracia y por la intercesión de la Virgen María, al considerar atenta y devotamente las virtudes de Jesucristo en los quince misterios de su vida.

[67] Moisés ordenó al pueblo hebreo, de parte de Dios mismo, que no olvidara jamás los beneficios de que había sido objeto. El Hijo de Dios puede con mayor razón mandarnos que grabemos en nuestro corazón y tengamos incesantemente ante los ojos los misterios de su vida, pasión y gloria, ya que con ellos quiso favorecernos y mostrarnos el exceso de su amor para salvarnos.

«Todos Uds., que pasan por el camino, miren y observen si hay dolor semejante al que me atormenta por amor suyo[76]. Acuérdense de mi pobreza y vida errante, del ajenjo y amargor que sufrí por Uds. en mi pasión»[77].

Estas palabras y muchas otras que se podrían recordar, nos convencen sobradamente de la obligación que tenemos de no contentarnos con rezar vocalmente el Rosario en honor de Jesucristo.

 

23a. Rosa

El Rosario: Memorial de la vida y muerte de Jesucristo

 

[68] Jesucristo, divino Esposo de nuestras almas, nuestro amigo dulcísimo, desea que recordemos sus beneficios, y los apreciemos más que todas las cosas. Experimenta una gloria accidental, lo mismo que la santísima Virgen y los santos del Cielo, cuando meditamos con amor y devoción los sacrosantos misterios del Rosario, que constituyen los más visibles efectos de su amor hacia nosotros, y los más ricos presentes que pudo hacernos. Pues, la santísima Virgen y todos los santos gozan por ellos de la gloria.

La Beata Ángela de Foligno pidió un día al Señor que le indicara con qué ejercicio podía honrarlo más. Se le apareció Él en la cruz y le dijo: «Hija mía, ¡contempla mis llagas!» Así aprendió del Salvador amabilísimo que nada le es más agradable que la meditación de sus sufrimientos. Jesús le mostró después las heridas de su cabeza y varias circunstancias de sus tormentos y le dijo: «He sufrido todo esto por tu salvación, ¿qué puedes hacer que iguale el amor que te tengo?».

[69] El santo sacrificio de la Misa honra infinitamente a la santísima Trinidad, porque representa la pasión de Jesucristo, y por él ofrecemos los méritos de su obediencia, sufrimientos y sangre. Toda  la corte celestial recibe con la santa Misa una gloria accidental. Varios doctores, entre ellos santo Tomás, nos dice, por la misma razón, que el Cielo se alegra de la Comunión que reciben los fieles, porque el Smo. Sacramento es un memorial de la pasión y muerte de Jesucristo, y mediante él participan los hombres en sus frutos, y avanza en el camino de la salvación.

Ahora bien, el santo Rosario, recitado con la meditación de los sagrados misterios, es un sacrificio de alabanza a Dios por el beneficio de nuestra redención y un devoto recuerdo de los sufrimientos, muerte y gloria de Jesucristo.

Por tanto, es verdad que el Rosario procura una gloria y gozos accidentales a Jesucristo, a la santísima Virgen y a los demás bienaventurados, quienes no desean nada tan importante para nuestra dicha eterna, como vernos ocupados en un ejercicio tan glorioso al Señor y saludable para nosotros.

[70] El Evangelio nos asegura que un pecador que se convierte y hace penitencia, alegra a todos los Ángeles. Si para alegrar a los Ángeles basta que un pecador abandone sus pecados y haga penitencia, ¿qué gloria no será para el mismo Jesucristo el vernos meditar devota y amorosamente en este mundo sus humillaciones, tormentos y muerte cruel e ignominiosa? ¿Habrá algo más eficaz para conmovernos y llevarnos a sincera penitencia?

El cristiano que no medita los misterios del Rosario demuestra gran ingratitud hacia Jesucristo y la poca estima que tiene a cuanto sufrió el divino Salvador para redimir al hombre. Su conducta parece decir que desconoce la vida de Jesucristo y que se preocupa poco o nada por conocer lo que Jesús ha hecho y sufrido para salvarnos. Y puede temer que, no habiendo conocido a Jesucristo o habiéndolo olvidado, sea rechazado el día del juicio con este reproche: «En verdad, ¡no les conozco!»[78]

Meditemos, pues, la vida y sufrimientos del Salvador mediante el santo Rosario. Aprendamos a conocerlo bien y a reconocer sus beneficios, para que Él nos reconozca como hijos y amigos suyos en el día del juicio.

 

24a. Rosa

El Rosario: La meditación de sus misterios es un medio eficaz de perfección

 

[71] Los santos tenían como objeto principal de estudio la vida de Jesucristo, cuyas virtudes y sufrimientos meditaban. Por este medio llegaron a la perfección cristiana. San Bernardo comenzó por este ejercicio y perseveró siempre en él. «Desde el principio de mi conversión –escribe– hice un ramillete de mirra, formado por los dolores de mi Salvador, y los coloqué sobre mi corazón, pensando en los azotes, espinas y clavos de la pasión y aplicándome con toda mi alma a meditar cada día estos misterios».

Era también éste el ejercicio de los santos mártires. Nos admira la forma cómo triunfaron de los más crueles tormentos. ¿De dónde podría venir aquella admirable constancia de los mártires –añade San Bernardo–, sino de las llagas de Jesucristo en las que meditaban frecuentemente? ¿Dónde se hallaba el alma de estos generosos atletas, mientras su sangre corría y sus cuerpos eran triturados por los suplicios? ¡Estaban en las llagas de Jesucristo y éstas los hacían invencibles!

[72] La Madre santísima del Salvador dedicó toda su vida a meditar las virtudes y sufrimientos de su Hijo. Cuando oyó a los Ángeles cantar himnos de alabanza en su nacimiento, cuando vio a los pastores adorarlo en el establo, se llenó de admiración y meditaba en tantas maravillas. Comparaba las grandezas del Verbo encarnado, con su profundo abatimiento. Las pajas y el pesebre, con su trono y el seno del Padre. El poder de un Dios, con la debilidad de un niño. Su sabiduría, con su sencillez.

Las santísima Virgen dijo un día a santa Brígida: «Cuando contemplaba la belleza, modestia y sabiduría de mi Hijo, me sentía transportada de gozo. Cuando consideraba que sus manos y sus pies habían de ser atravesados con clavos, vertía torrentes de lágrimas y el corazón se me partía de dolor y tristeza».

[73] Después de la Ascensión, la santísima Virgen dedicó el resto de su vida a visitar los lugares que el divino Salvador había santificado con su presencia y tormentos. Meditaba allí sobre el exceso de su caridad y los rigores de su pasión.

Éste era también el ejercicio de María Magdalena durante los treinta años que vivió en San Baume[79]. Dice también San Jerónimo que ésa era la devoción de los primeros cristianos. Acudían de todos los países del mundo a Tierra santa para grabar más profundamente en sus corazones el amor y el recuerdo del Salvador de los hombres, con la vista de los objetos y lugares consagrados por Él con su nacimiento, trabajos, sufrimientos y muerte.

[74] Todos los cristianos tienen una sola fe, adoran a un solo Dios, esperan una sola felicidad en el Cielo, reconocen a un solo Mediador, Jesucristo. Deben todos imitar a este divino modelo y considerar para ello los misterios de su vida, sus virtudes y su gloria.

Es un error imaginar que la meditación de las verdades de la fe y de los misterios de la vida de Jesucristo es solo para los Sacerdotes, Religiosos y cuantos se han alejado de los estorbos del mundo. Si los Religiosos y eclesiásticos están obligados a meditar las grandes verdades de nuestra sacrosanta religión a fin de responder dignamente a su vocación, los laicos lo están igualmente a causa de los peligros en medio de los cuales se encuentran diariamente. Deben armarse, por tanto, con el recuerdo frecuente de la vida, virtudes y sufrimientos del Salvador, que los quince misterios del Rosario nos representan.

 

25a. Rosa

El Rosario: Tesoros de santificación contenidos en sus oraciones y meditación

 

[75] ¡Nadie podrá comprender jamás el tesoro de santificación que encierran las oraciones y misterios del santo Rosario! La meditación de los misterios de la vida y muerte del Señor constituye, para cuantos la practican, una fuente de los frutos más maravillosos. Hoy se quieren cosas que impacten, conmuevan y produzcan en el alma impresiones profundas. Ahora bien, ¿habrá en el mundo algo más conmovedor que la historia maravillosa del Redentor desplegada en quince cuadros que nos recuerdan las grandes escenas de la vida, muerte y gloria del Salvador del mundo? ¿Hay oraciones más excelentes y sublimes que la oración dominical y la salutación angélica? ¡Ellas encierran cuanto deseamos y podemos necesitar!

[76] La meditación de los misterios y oraciones del Rosario es la más fácil de todas las oraciones, porque la diversidad de las virtudes y estados de Jesucristo, –sobre los cuales se reflexiona– recrea y fortifica maravillosamente el espíritu e impide las distracciones. Los sabios encuentran en estas fórmulas la doctrina más profunda, y los ignorantes, las instrucciones más sencillas. Es preciso pasar por esa meditación sencilla antes de elevarse al grado más sublime de contemplación. Tal es la opinión de santo Tomás de Aquino[80]. Y tal es el consejo que nos da, cuando nos dice que es necesario ejercitarnos de antemano, como en un campo de batalla, en la adquisición de todas las virtudes, de las que son modelos perfectos los misterios del Rosario.

Porque ahí –dice el sabio Cayetano– podremos adquirir la íntima unión con Dios, sin la cual la contemplación es sólo una ilusión capaz de seducir a las almas.

[77] Si los falsos iluminados de nuestro siglo, o sea los quietistas, hubieran seguido este consejo, no hubieran caído tan vergonzosamente ni causado tantos escándalos en cuestiones de devoción. Pretender que se pueden componer oraciones más sublimes que el Padrenuestro y el Avemaría, y abandonar estas divinas oraciones que son el sostén, fuerza y salvaguardia del alma, es una engañosa ilusión del demonio.

Estoy de acuerdo en que no es necesario recitarlas siempre vocalmente, y que la oración mental es, en cierto sentido, más perfecta que la vocal. ¡Pero te aseguro que es peligroso, por no decir perjudicial, abandonar voluntariamente el rezo del Rosario, so pretexto de una unión más íntima con Dios! El alma, sutilmente orgullosa, engañada por el demonio meridiano[81], hace interiormente cuanto puede para elevarse al grado más sublime de la oración de los santos: desprecia y abandona para ellos sus métodos antiguos de orar, que juzga buenos sólo para almas ordinarias. Cierra por sí misma el oído a la oración compuesta, practicada y prescrita por Dios: «Oren así: Padre nuestro...»[82] Y así va cayendo de ilusión en ilusión y de precipicio en precipicio.

[78] ¡Créeme, querido cofrade del Rosario! ¿Quieres llegar a altos grados de contemplación sin menoscabo de la oración y sin caer en las ilusiones del demonio, tan frecuentes en personas de oración? Recita, si puedes, todos los días, el santo Rosario o, por lo menos, la tercera parte de él[83]. Quizás hayas llegado ya a esos grados, por gracia de Dios. Si quieres permanecer en ellos y crecer en humildad, persevera con fidelidad en la práctica del santo Rosario. Porque una persona que recite su Rosario cada día, no caerá jamás formalmente en la herejía ni será engañada por el demonio. ¡Con mi sangre rubricaría esta afirmación! Si Dios, no obstante, en su infinita bondad, te atrae tan poderosamente durante el Rosario como a algunos santos, déjate conducir por su atracción, deja a Dios actuar y orar en ti, y recitar el Rosario a su manera. Y que esto te baste en ese día.

Pero, si hasta ahora te hallas en la contemplación activa o en la oración ordinaria, de quietud, de presencia de Dios y de afecto, tienes aún menos razón para dejar tu Rosario, ya que, muy lejos de retroceder en la virtud y la oración, el recitarlo te servirá más bien de ayuda maravillosa y será la verdadera escala de Jacob[84], con quince escalones, por los cuales irás subiendo de virtud en virtud y de luz en luz, hasta llegar fácilmente y sin engaño a la perfección en Jesucristo.

 

26a. Rosa

El Rosario: Oración sublime

 

[79] Evita cuidadosamente el imitar la obstinación de aquella devota de Roma, de quien tanto hablan «Las maravillas del Rosario»[85]. Era persona tan piadosa y ferviente que con su vida santa confundía a los Religiosos más austeros de la Iglesia de Dios.

Quiso consultar a santo Domingo. Se confesó con él. Le impuso el santo como penitencia rezar un Rosario y le aconsejó que lo rezara todos los días. Se excusó ella diciendo que tenía todos sus ejercicios ya organizados: Cada día ganaba las indulgencias de las estaciones de Roma, llevaba cilicios, tomaba disciplina varias veces por semana, y hacía tantos ayunos y mil otras penitencias. El santo la volvió a exhortar a seguir su consejo. Pero ella se negó a ello y salió del confesionario casi escandalizada por el proceder del nuevo director que quería hacerle aceptar una devoción contraria a su gusto.

Hallándose cierto día en oración y arrebatada en éxtasis, vio su alma obligada a comparecer ante el Juez Supremo. San Miguel colocó en un platillo de la balanza todas sus penitencias y oraciones, y en el otro sus pecados e imperfecciones.

El platillo de las buenas obras subía y subía sin lograr equilibrar al otro. Alarmada, imploró misericordia. Se dirigió a la santísima Virgen, abogada suya, quien dejó caer en el platillo de las buenas obras el único Rosario que por penitencia había rezado. Este pesó tanto, que equilibró el peso de los pecados y las buenas obras. La santísima Virgen la reprendió, al mismo tiempo, por no haber seguido el consejo de su servidor Domingo, de rezar el santo Rosario todos los días. Al volver en sí, corrió a arrojarse a los pies de santo Domingo. Le contó lo ocurrido, le pidió perdón de su incredulidad, prometió rezar todos los días el santo Rosario, y llegó por este medio a la perfección de cristiana y a la gloria eterna.

Alma piadosa, ¡aprende, pues, cuál es la eficacia, valor e importancia de la devoción del santo Rosario y la meditación de sus misterios!

[80] ¡Quién más elevado en oración que santa Magdalena, que era transportada siete veces[86]cada día al Cielo por los Ángeles! ¡Y había estado en la escuela de Jesucristo y de su santísima Madre! Sin embargo, cuando pidió a Dios un medio eficaz para adelantar su amor y llegar a la más alta perfección, el Arcángel San Miguel vino a decirle de parte de Dios que no conocía ninguno distinto, que considerar, ante una cruz que colocó a la entrada de su cueva, los misterios dolorosos que ella había contemplado con sus propios ojos.

¡Que el ejemplo de San Francisco de Sales, ese gran director de almas espirituales en su tiempo, te estimule a incorporarte en una cofradía tan santa como la del Rosario! Pues, no obstante ser santo, hizo voto de rezar el Rosario completo todos los días de su vida.

San Carlos Borromeo lo recitaba igualmente todos los días, y lo recomendaba con insistencia a sus sacerdotes, a sus seminaristas y a todo su pueblo.

San Pío V, uno de los Papas más eminentes de la Iglesia, rezaba todos los días el Rosario, santo Tomás de Villanueva, arzobispo de Valencia, San Ignacio, San Francisco Javier, San Francisco de Borja, santa Teresa, San Felipe Neri y muchos otros grandes hombres que no menciono, se distinguieron por esta devoción. ¡Sigue sus ejemplos! Tus directores quedarán satisfechos, y si los informas de los frutos que puedes sacar del rezo del Rosario, se apresurarán a animarte a su recitación.

 

27a. Rosa

El Rosario: Sus beneficios

 

[81] Para animarte aún más a abrazar esta devoción de las grandes almas, añado que el Rosario, recitado con la meditación de los misterios:

1) nos eleva insensiblemente al perfecto conocimiento de Jesucristo;

2) nos purifica del pecado;

3) nos da la victoria sobre nuestros enemigos;

4) nos facilita la práctica de las virtudes;

5) nos inflama en el amor a Jesucristo;

6) nos enriquece con gracias y méritos;

7) nos proporciona los medios para cancelar a Dios y a los hombres todas nuestras deudas;

8) y finalmente, nos obtiene toda clase de gracias.

[82] El conocimiento de Jesucristo es la ciencia de los cristianos y de la salvación. Supera –dice San Pablo[87]– a todas las ciencias humanas en precio y excelencia:

1) gracias a la dignidad de su objeto, que es un Hombre-Dios, en cuya presencia todo el universo no es más que una gota de rocío o grano de arena:

2) por su utilidad, ya que las ciencias humanas sólo nos llenan de vanidad y humo de orgullo;

3) por su necesidad, pues no es posible salvarnos, si no conocemos a Jesucristo. El que ignore todas las ciencias se salvará, con tal que esté iluminado por la ciencia de Jesucristo.

¡Dichoso Rosario que nos da la ciencia y conocimiento de Jesucristo, al permitirnos meditar su vida, su muerte, pasión y gloria!

La reina de Saba, admirada ante la sabiduría de Salomón, exclamó: «¡Felices tus gentes! ¡Felices tus servidores, que están siempre junto a ti y escuchan tus santas palabras!»[88] Pero más dichosos son los fieles que meditan atentamente la vida, virtudes, sufrimientos y gloria del Salvador, porque, gracias a este medio, adquieren la ciencia perfecta en la que consiste la vida eterna[89].

[83] La santísima Virgen reveló al Beato Alano que tan pronto como santo Domingo empezó a predicar el Rosario, los pecadores empedernidos se convirtieron y lloraron amargamente sus crímenes. Hasta los niños hicieron penitencias increíbles. Dondequiera que predicaba el Rosario, fue tal el fervor, que los pecadores cambiaron de vida y edificaron al mundo con sus penitencias y enmienda de vida.

Si sientes la conciencia cargada de pecados, toma el rosario y medita una parte del mismo en honor de algunos misterios de la vida, pasión y gloria de Jesucristo. Y convéncete de que, mientras meditas y honras estos misterios, Él en el cielo mostrará al Padre sus llagas sacrosantas, intercederá por ti y te alcanzará la contrición y el perdón de tus pecados.

El Señor dijo cierto día al Beato Alano: «¡Si esos miserables pecadores rezaran frecuentemente mi Rosario, participarían de los misterios de mi pasión, y yo, como abogado suyo, aplacaría la justicia divina!»

[84] Nuestra vida es de guerra y tentación continuas[90]. Tenemos que luchar no contra enemigos de carne y sangre, sino contra las mismas potestades infernales[91]. ¿Qué mejores armas podemos empuñar para combatirlos, que la oración dominical enseñada por nuestro propio capitán, y la salutación angélica, que ahuyentó a los demonios, destruyó el pecado y renovó el mundo? ¿Las habrán mejores que la meditación de la vida y pasión de Jesucristo, pensamientos que debemos tener habitualmente presentes –como lo ordena San Pedro[92]– para defendernos de los mismos enemigos que Él ha vencido y que nos atacan todos los días?

«Desde que el demonio –dice el Cardenal Hugo– fue vencido por la humanidad y pasión de Jesucristo, apenas si se atreve a atacar a una persona que medita estos misterios o, si la ataca, es vencido por ella ignominiosamente». «Protéjanse con toda la armadura que Dios les ha dado»[93].

[85] ¡Empuña el arma de Dios, que es el santo Rosario! ¡Con ella destrozarás la cabeza del demonio y podrás resistir todas las tentaciones. De aquí proviene que aún el rosario material sea tan terrible al diablo, y que los santos se han servido de él para encadenarlo y arrojarlo del cuerpo de los posesos, como atestiguan tantas historias.

[86] Cierto hombre –refiere el Beato Alano– había ensayado inútilmente toda suerte de devociones para librarse del espíritu maligno, que había tomado posesión de él. Resolvió ponerse al cuello el rosario. Y con esto se alivió. Pero cuando se lo quitaba, el demonio volvía a atormentarlo cruelmente. Decidió, entonces, llevarlo al cuello noche y día. Así logró arrojar para siempre al demonio, que no podía soportar tan terrible cadena. El Beato Alano atestigua que libró a muchos posesos, poniéndoles al cuello el rosario[94].

[87] El R.P. Juan Amat, de la Orden de santo Domingo, predicaba la cuaresma en una comarca del reino de Aragón. Le presentaron cierto día una muchacha posesa. Intentó él varias veces exorcizarla, pero inútilmente. Al ponerle al cuello el rosario, ella empezó a gritar y aullar espantosamente, diciendo: «¡Quítenme! ¡Quítenme esos granos que me atormentan!» El sacerdote por compasión con la pobre joven, le quitó del cuello el rosario.

La noche siguiente, mientras el Padre descansaba en su lecho, los mismos demonios que poseían a la muchacha se arrojaron rabiosamente contra él para apoderarse de su persona, pero, con el rosario que tenía en la mano, no obstante los esfuerzos que hicieron para quitárselo, azotó y echó fuera a los demonios, diciendo: «¡santa María, Virgen del Rosario, socórreme!»

Cuando, a la mañana siguiente, se dirigía el Sacerdote a la iglesia, encontró a la joven aún posesa. Uno de los demonios empezó a gritar burlándose de él: «Hermano, si no hubieras tenido tu rosario, ya hubiéramos acabado contigo!» Entonces el Padre arrojó de nuevo el rosario al cuello de la joven, diciendo: «Por los nombres sacratísimos de Jesús y María, su Madre santísima, y por la virtud del santísimo Rosario, ¡les conjuro, espíritus malignos, a que salgan inmediatamente de este cuerpo!» Los diablos tuvieron que obedecer y la joven quedó libre.

Estos hechos ponen de relieve cuál es la fuerza del santo Rosario para vencer toda clase de tentaciones diabólicas y toda suerte de pecados, porque las cuentas benditas del rosario los ponen en fuga.

 

28a. Rosa

Saludables efectos que producen el meditar la Pasión

 

[88] Afirma San Agustín[95] que no hay ejercicio tan fructuoso y útil para la salvación, como pensar con frecuencia en los sufrimientos del Señor.

San Alberto Magno, maestro de santo Tomás, supo por revelación que el simple recuerdo o la meditación de la pasión de Jesucristo es más meritorio para el cristiano que ayunar durante todo un año a pan y agua todos los viernes o disciplinarse sangrientamente cada semana o rezar el Salterio todos los días. ¿Cuál no será, entonces, el mérito del Rosario, que conmemora toda la vida y pasión del Señor?

La santísima Virgen reveló un día al Beato Alano de la Rupe, que después del santo sacrificio de la Misa, primera y más viva memoria de la pasión de Jesucristo, no hay oración más excelente ni meritoria, que el Rosario, segunda memoria y representación de la vida y pasión del Señor.

[89] El R.P. Dorland refiere[96] que la misma santísima Virgen dijo cierto día al Venerable Domingo, cartujo, devoto del santo Rosario, residente en Tréveris, en el año 1431: «Cuantas veces rezan los fieles el Rosario, en estado de gracia, meditando los misterios de la vida y pasión de Jesucristo, obtienen plena y completa remisión de sus pecados».

La santísima Virgen dijo también al Beato Alano: «Ten por cierto que, aunque ya son muchas las indulgencias concedidas a mi Rosario, yo añadiré muchas más por cada tercera parte de él a quienes lo recen en estado de gracia, de rodillas y devotamente. Y a quienes perseveren en su devoción, en tales condiciones y meditaciones, les obtendré al final de su vida, como recompensa por este servicio, la remisión total de la pena y de la culpa por todos sus pecados».

«Y que esto no parezca imposible: es fácil para mí, pues soy la Madre del Rey del Cielo, que me llamó “llena de gracia”. Y como tal haré también amplia efusión de ella a mis queridos hijos».

[90] santo Domingo estaba tan convencido de la eficacia y méritos del santo Rosario, que no imponía casi nunca penitencia distinta del rezo del Rosario a quienes se confesaban con él, como vimos en la historia de la dama romana a quien impuso por penitencia un solo Rosario.

Los confesores deberían también, para seguir el ejemplo de este gran santo, imponer a sus penitentes la recitación del Rosario con la meditación de los sagrados misterios, en lugar de otras penitencias de menor mérito y no tan agradables a Dios ni tan eficaces para adelantar en el camino de la virtud e impedir la caída en el pecado. Además, al rezar el Rosario, ganas muchas indulgencias que no están concedidas a otras devociones.

[91] «Ciertamente –dice el Abad Blosio– el Rosario, unido a la meditación de la vida y pasión del Señor, resulta agradabilísimo a Jesucristo y a la santísima Virgen, y muy eficaz para obtener cuanto deseas. Podemos recitarlo por nosotros mismos, por quienes se han encomendado a nosotros y por la Iglesia».

«Recurramos, pues, a la devoción del santo Rosario en todas nuestras necesidades, y obtendremos infaliblemente cuanto pidamos a Dios para nuestra salvación».

 

29a. Rosa

El Rosario: Instrumento de salvación

 

[92] Nada más divino –según San Dionisio–, nada más noble ni agradable a Dios que cooperar a la salvación de las almas y a derrumbar los planes que el demonio pone en juego para perderlas. Para ello descendió a la tierra el Hijo de Dios, que con la fundación de la Iglesia destruyó el dominio de Satanás. Pero el tirano rehizo sus fuerzas y esclavizó con cruel violencia a las gentes mediante la herejía de los albigenses, los odios, disensiones y vicios abominables que durante el siglo XI hizo reinar en el mundo.

¿Cuál sería el remedio para tan graves males? ¿Cómo derribar las fuerzas de Satanás? La Virgen santísima, protectora de la Iglesia, ofreció la Cofradía del Rosario como el medio más eficaz para apaciguar la cólera de su Hijo, extirpar la herejía y reformar las costumbres de los cristianos. Los hechos lo comprobaron: se reavivó la caridad, se volvió a la frecuencia de los sacramentos como en los primeros siglos de oro de la Iglesia, y se reformaron las costumbres de los cristianos.

[93] El Papa León X dice en su Bula[97] que esta Cofradía fue fundada para honrar a Dios y la santísima Virgen, y como un baluarte para contener las desgracias que iban a caer sobre la Iglesia. Gregorio XIII añade que el Rosario fue ofrecido por el Cielo como medio para aplacar la cólera divina e implorar la intercesión de la santísima Virgen.

Julio III afirma que el rosario fue inspirado para abrirnos más fácilmente el Cielo, gracias a la intervención de la santísima Virgen.

Pablo III y San Pío V[98] declaran que el Rosario fue establecido y dado a los creyentes para que pudieran obtener en forma más eficaz la paz y el consuelo espirituales.

¿Quién podrá, entonces, descuidar el inscribirse en una Cofradía instituida con tan nobles fines?

[94] El P. Domingo, cartujo, devotísimo del Rosario vio un día el Cielo abierto y toda la corte celestial ordenada admirablemente. Oyó cantar el Rosario con arrobadora melodía, honrando en cada decena un misterio de la vida, pasión o gloria de Jesucristo y de la santísima Virgen. Y advirtió que cuando los bienaventurados pronunciaban el santo nombre de María, hacían inclinación de cabeza, y al nombre de Jesús, una genuflexión[99], y daban gracias a Dios por los grandes beneficios concedidos al Cielo y a la tierra mediante el santo Rosario. Vio igualmente a la santísima Virgen y a los santos que presentaban a Dios los Rosarios que los cofrades recitaban en la tierra, y que rogaban por cuantos practicaban esta devoción. Vio también innumerables coronas de bellísimas y perfumadas flores preparadas para los que rezan devotamente el Rosario, y que cuantas veces lo rezan, hacen una corona con la que serán adornados en el Cielo.

La visión de este devoto cartujo armoniza con la visión del discípulo amado, cuando vio una multitud incontable de Ángeles y santos, que alababan y bendecían a Jesucristo por cuanto hizo y sufrió en el mundo para salvarnos[100]. Ahora, ¿no es esto lo que hacen los cofrades del Rosario?

[95] No te imagines que el Rosario sea solamente para las mujeres, los niños y los ignorantes. Es también para los hombres, para los más grandes hombres.

Tan pronto como santo Domingo dio cuenta al Papa Inocencio III de la orden recibida del Cielo de establecer la Cofradía, el santo Padre la aprobó, exhortó a santo Domingo a predicarla y quiso formar parte de ella. Los mismos Cardenales la abrazaron con gran fervor, de suerte que López no dudó en escribir: «Ningún sexo, edad ni condición social pudo sustraerse a la oración del Rosario»[101].

Efectivamente, en la Cofradía se han inscrito toda clase de personas: duques, príncipes, reyes, prelados, cardenales y Soberanos Pontífices. Larga sería su enumeración en este resumen.

Y si tú, lector amado, entras en la Cofradía, tendrás parte en su devoción y sus gracias sobre la tierra, y en su gloria en el Cielo: asociado con ellos en la devoción, lo estarás también en la dignidad.

 

    El Apostolado Mundial de San Miguel invita a usted a asistir a la próxima Vigilia del Rosario o a la Hora Santa del Domingo que tienen lugar en el Santuario de Nuestra Señora de las Rosas, María Auxilio de las Madres.  Abrir ventana (click) aqui para las direcciones y el calendario de servicios de oración
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 Al usar este Rosario, ¡ayudas a salvar vidas!
Recítalo como acostumbras, sólo se pide que sea:
 
CON AMOR EN TU CORAZÓN Y HASTA SU TERMINACIÓN.
 
De esta manera, cada Avemaría en estas cuentas (lágrimas), salvará a un bebé de la muerte por aborto. Al terminar cada decena di:
 
¡JESÚS, PROTEGE Y SALVA A LOS NO NACIDOS!
 
Nuestra Madre Bendita nos pide que se diga esta pequeña oración con frecuencia y al terminar cada decena del Rosario, después de la oración de Fátima.
 


 
Nicolás Stier
¡¡¡CAMPAÑA NACIONAL POR LA VIDA!!!


La oración lo puede todo...

Este tiempo de adviento es de espera y conversión para la venida del Niño Jesús...

que mejor que esperarlo rezando el Santo Rosario...

y que mejor que ofrecerle el día de su venida un millón de rosarios en el pesebre...

1 millón de rosarios para que no haya nunca abortos en la Argentina...

que todos los niños puedan ver la vida como Él en Navidad... y que sean Santos...


Sumate a esta Cruzada Mariana!!!


Todos los argentinos, en todos los hogares y parroquias nos unimos en el rezo de esta intención particular... Si ne tu casa o en tu parroquia no lo hacen organizalo...



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