-Vassula, ¡déjame cantarte a ti, Mi amiga, el cántico que tengo en Mi Corazón! Escribe: Oh, pueblo Mío, Mis amigos, Mi parentela, vuestro Señor vendrá a descansar en vuestro corazón; vosotros seréis renovados en Mi Presencia pues Yo estoy decidido a rodearos a todos con canciones de liberación. Yo estoy decidido a reunir a todos los pueblos de la tierra e instruirlos. Mi Nueva Canción está escrita para honrar Mi Nombre. ¿No habéis oído que Mis intenciones son: Salvación para la humanidad? Mi Plan dura para siempre y los proyectos de Mi Corazón de edad en edad. ¡Escucha, Casa del Este! ¡No te quedes sorda a Mis gritos! tú, bienamada Casa de Oriente, aguardabas que Mi Soberanía descendiera de lo más alto del Cielo para rescatarte, y ahora Yo te digo: mañana tras mañana tú vas a crecer en tu trono, pues, mira, de tu tierra brotará un Retoño de esperanza, un Retoño de rectitud y de perfecta paz, y los habitantes de esta Casa extenderán la paz por todas partes... Hija de Mi Casa Oriental, declara esto con gritos de júbilo, ve y proclama Mis Palabras, di: Su Santa Morada, para consolar a Su pueblo y consolidar Su Iglesia". Hoy Mis Ojos están sobre un hombre de buen presagio y la corona se le dará a él. Aquel que brota de la Orilla Oriental, Me glorificará... y Mis ángeles descenderán con la insignia real en sus manos y le investirán a él para el trono como gobernante. ¡Ah, Vassula! baila y grita de alegría, pues este día está cerquísimo. Yo ya estoy actuando aquí y ahora para traeros este día de festividad 1 sobre vosotros, a fin de que todos los infortunios pasados sean reemplazados por alegría. Casa de Tradición, ¿no has oído? ¿No has comprendido todavía que desde tu Casa seré glorificado tres veces? ¿No has oído que Yo he otorgado las bendiciones del Cielo a este Retoño? Como una vez fuiste una maldición entre muchas naciones, así tengo intención de elevarte para que seas un bálsamo curativo para Mi casa del Oeste, y una bendición para las naciones. ¡Casa del Este! un Retoño victorioso está brotando para levantar Mi Casa en una. Mis Labios tiemblan de la emoción y Mi Corazón canta por el ungido... y los abismos braman de rabia al sonido de sus pasos, porque Mi Casa será una. La Casa de Occidente y la Casa de Oriente vivirán como una, porque Mi Nombre será su lazo, vistiéndolas de perfecta paz, integridad y amor. Mi Nuevo Nombre será la insignia real entre estas dos casas... Esto sucederá pronto y en vuestro tiempo, así que no digáis: "el Señor tarda otra vez". Yo te he dicho que, a causa de Mi Amor que te tengo, he decidido acelerar Mi Plan. Tengo intención de pisotear, junto con Mi Ejército, a Mi Enemigo 2 y a las dos Bestias 3 , ¡antes de lo previsto! Ven y aprende: los líderes de la destrucción son de hecho tres espíritus diabólicos 4 , formando un triángulo, uno en cada esquina, que conducen al mundo entero a su mundo sucio. Ebrios con la sangre de los santos y de todos los que testifican Mi Divinidad. ¿No ves? para completar su trabajo de destrucción y coronarlo con éxito, ellos tendrán que quitar la Silla de Pedro y al que se sienta en ella. Su designio es destruir Mi Iglesia... pero, no tengas miedo, Yo he prometido que las 'puertas del infierno no prevalecerán nunca contra ella' 5 . Sí, esto es lo que ahora está sucediendo. Los líderes de la destrucción, brillando en sus grados de erudición, están viciados, y su pestilencia cubre ahora el mundo entero. Ellos son aquellos de los que las Escrituras dicen: pueden hacer milagros 6 , seducir con su habilidad las diez torres del mundo y a partir de ellas todas las naciones de la tierra; todas están cayendo bajo su embrujo... Una vez que su ejército esté completo, levantarán su insignia 7 y, con las fuerzas de los tres espíritus inmundos, vendrán juntos para hacer la guerra contra Mi Sacrificio Perpetuo, esto es lo que las Escrituras llaman: "La guerra del Gran Día de Dios Todopoderoso..." 8 . De hecho esta hora de gran iniquidad y gran angustia ya ha llegado a vosotros, pero Yo los derrotaré, pues soy el Señor de los señores y el Rey de reyes; y el Cielo, junto con todos los santos, apóstoles y profetas celebrarán su caída 9 . Yo apareceré sobre un caballo blanco, como un Guerrero de Justicia 10 y juzgaré por todos Mis santos, apóstoles y profetas 11 , contra el dragón 12 , la Bestia, el falso profeta alias la segunda Bestia y los tres espíritus inmundos 13, y con Mi espada heriré a cada uno de ellos 14 y se vendrán abajo las torres que han construido, es decir: ¡todos los seguidores de las dos Bestias bajo el nombre de Sabios! Ellos, como espinas cortadas, han penetrado ahora en Mi Cuerpo, pero Yo extirparé cada uno de ellos y los quemaré en el fuego. 15 . Y Mi aliento devorará al resto de ellos como fuego... Ya que nada se puede ocultar a Mis Ojos te digo que, la Bestia y sus seguidores, han colocado sobre cada nación un gobernador, uno de los suyos, que ha establecido su autoridad incluso sobre cada brizna de hierba. Yo estoy contigo para enseñarte cómo comprender. Escribe: La segunda Bestia, sirviente de la primera, ya está mostrando su inmenso poder arrastrando estrellas 16 del cielo constantemente y derribándolas a la tierra como higos. Escucha y comprende: su 17 poder alcanzará "hasta los ejércitos del Cielo y arrojará ejércitos y estrellas al suelo, y los pisoteará bajo sus pies. Él retará incluso el poder del Príncipe de ese ejército y abolirá el Sacrificio Perpetuo y echará abajo los cimientos de Su Santuario" 18 . Éstos son los que una vez fueron y ya no son. Éstos son los que dejaron de ser. Los ejércitos del Cielo y las estrellas fueron Míos una vez, pero decidieron dejarme y asociarse con la bestia. "Ellos son todos de una sola mente en poner su fuerza y sus poderes a disposición de la bestia" 19 . Ellos Me están vendiendo cada día y están profanándome en Mi Sacrificio Perpetuo, en el Bendito sacramento de Mi Divino Amor. ¿Ves? ¿Ves el gran desorden que se avecina? Así es que, ahora, deja que tu voz vaya por toda la tierra y Mi Mensaje llegue a los confines del mundo. Ten Mi Paz para trabajar con paz. Alábame por dar una nueva vida a tu alma. -Gloria a Dios. Te doy las gracias, Te doy las gracias de todo corazón. Yo he sido revivida y Tú me has dado un corazón de carne, mi carne ha rejuvenecido una vez más. Al elegirme, Tú me has levantado para gozar de Tu favor, permitiéndome vivir en Tu Casa todos los días de mi vida. Bendito sea Dios que me permite disfrutar cada hora Su dulzura, Su ternura y Sus gracias. La Palabra de Dios es Vida. Enseña a mi lengua para proclamar Tu bondad y alabar Tu santo Nombre, por siempre jamás. Amén. -Ven, Yo te bendigo. Seguiré nutriéndote y te cuidaré. ![]() 1 Jesús quiere decir: unidad 2 Satán 3 Ap 13,1-18 4 Ap 16,13-14 5 Mt 16,18 6 2Th 2,9 7 escuché además, al mismo tiempo, la palabra "estandarte" 8 Ap 16,14 9 Ap 18,20 10 Ap 19,11 11 Ap 18,20 12 Satán 13 Espíritus diabólicos (Ap 16,13) 14 Ap 19,20 15 Leer Ap 19,11-21 16 almas virtuosas 17 el poder de la bestia 18 Dn 8,10-11 19 Ap 17,13 |
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/swf/l.swf?video_id=v82JVdXAUUs
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), anticonceptivos, planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden no serlo, si hay atenuantes como la ignorancia.
† Misal
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† Meditación diaria
Trigésimo tercer Domingo ciclo b
LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO
— El deseo de ver el rostro del Señor.
— Su venida gloriosa.
— La esperanza en el día del Señor.
I. Dice el Señor: Tengo designios de paz y no de aflicción, me invocaréis y Yo os escucharé, os congregaré sacándoos de los países y comarcas por donde os dispersé1. Son palabras de Dios que nos hace llegar el Profeta Jeremías en la Antífona de entrada de la Misa.
Jesucristo cumplió la misión que el Padre le confió, pero su obra, en cierto modo, no está aún acabada. Volverá al fin de los tiempos para terminar lo que comenzó. Desde los primeros siglos, la Iglesia confiesa su fe en esta segunda venida gloriosa de Cristo, cuando vendrá, glorioso y triunfante, a juzgar a vivos y muertos2. “La Sagrada Escritura –enseña el Catecismo Romano– nos testifica estas dos venidas del Hijo de Dios. Una, cuando, por nuestra salvación, tomó carne y se hizo hombre en el seno de la Virgen. Otra, cuando vendrá al fin del mundo a juzgar a todos los hombres; esta última es llamada día del Señor”3.
La liturgia de la Misa, cuando ya faltan pocos días para que termine el año litúrgico, nos recuerda esta verdad de fe. La Primera lectura4 nos presenta el anuncio que de ella hizo el Profeta Daniel: En aquel tiempo se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos difíciles. Y llegará la plenitud de la salvación, con la resurrección del cuerpo, para todos los inscritos en el libro. Los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida perpetua, otros para ignominia perpetua. Los sabios, quienes entendieron de verdad el sentido de la vida aquí en la tierra y fueron fieles, brillarán como el fulgor del firmamento. El Profeta anuncia a continuación la especial gloria para todos aquellos que, mediante el apostolado en cualquiera de sus formas, contribuyeron a la salvación de otros: los que enseñaron a muchos la justicia brillarán como las estrellas por toda la eternidad.
Los cristianos de la primera época, deseosos de ver el rostro glorioso de Cristo, repetían la dulce invocación: ¡Ven, Señor Jesús!5. Era una jaculatoria tantas veces repetida que incluso quedó plasmada en arameo, la lengua que hablaban Jesús y los Apóstoles, en los escritos primitivos6. Hoy, traducida a los diversos idiomas, ha quedado como una de las aclamaciones posibles en la Santa Misa, después de la consagración y adoración. Cuando Cristo se hace realmente presente sobre el altar, la Iglesia le manifiesta el deseo de verle glorioso. De esa forma, “la liturgia de la tierra se armoniza con la del Cielo. Y ahora, como en cada una de las Misas, llega a nuestro corazón necesitado de consuelo la respuesta tranquilizadora: El que da testimonio de estas cosas dice: Sí, voy enseguida”7. Y aunque no haya llegado aún el momento de estar con Él en el Cielo, anticipa este instante dichoso al venir a nuestra alma, pocos instantes después, en el momento de la Comunión. “Que la invocación apasionada de la Iglesia: Ven, Señor Jesús -pedía el Papa Juan Pablo II-, se convierta en el suspiro espontáneo de vuestro corazón, jamás satisfecho del presente, porque tiende al “todavía no” del cumplimiento prometido”8, cuando con nuestros propios cuerpos ya gloriosos encontremos la plenitud en Dios. Ahora, en la intimidad de nuestra alma, le decimos a Jesús: Vultum tuum, Domine, requiram9, buscaré, Señor, tu rostro, el que un día, con la ayuda de tu gracia, tendré la dicha de ver cara a cara.
II. El Señores el lote de mi heredad y mi copa, // mi suerte está en tu mano. // Tengo presente al Señor, // con Él a mi derecha no vacilaré. // Por eso se me alegra el corazón, // se gozan mis entrañas, // y mi carne descansa serena: // Porque no me entregarás a la muerte // ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción10. Este Salmo responsorial de la Misa se refiere a Cristo, como se interpreta en los Hechos de los Apóstoles11, y en él está anunciada la resurrección de nuestros cuerpos al final de los tiempos. Verdaderamente podemos decir en la intimidad de nuestro corazón que el Señor es el lote de mi heredad y mi copa, lo que me ha tocado en suerte, y se llena de alegría mi corazón, se goza lo más íntimo de mi ser, y en Él descanso sereno, ahora y al fin de los tiempos. Cristo es la gran suerte de nuestra vida. Él está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta12.
Al fin de los tiempos, leemos en el Evangelio de la Misa13, verán venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, del extremo de la tierra al extremo del cielo. Si en su Encarnación pasó oculto o ignorado, y en su Pasión se ocultó por completo su divinidad, al fin de los siglos vendrá rodeado de majestad y gloria, como anunció el Profeta Daniel, con grandes señales en la tierra y en el cielo: el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor, y las estrellas del cielo caerán, y las potestades de los cielos se conmoverán. Vendrá como Redentor del mundo, como Rey, Juez y Señor del Universo, “no para ser de nuevo juzgado –enseñan los Padres de la Iglesia–, sino para llamar a su tribunal a aquellos por quienes fue llevado a juicio. Aquel que antes, mientras era juzgado, guardó silencio, refrescará la memoria de los malhechores que osaron insultarle cuando estaba en la cruz, y les dirá: Esto hicisteis y yo callé.
“Entonces, por razones de su clemente providencia, vino a enseñar a los hombres con suave persuasión; en esa otra ocasión, futura, lo quieran o no, los hombres tendrán que someterse necesariamente a su reinado (...). Por esa razón, en nuestra profesión de fe, tal como la hemos recibido por tradición, decimos que creemos en aquel que subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin”14. Y se mostrará glorioso a quienes le fueron fieles a lo largo de los siglos, y también ante quienes le negaron, o le persiguieron, o vivieron como si su Muerte en la Cruz hubiera sido un acontecimiento sin importancia. La humanidad entera se dará cuenta de cómo Dios Padre le ensalzó y le dio un nombre superior a todo nombre, a fin de que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el infierno, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para la gloria del Padre15.
¡Cómo debemos dar por bien empleados nuestros esfuerzos por seguir a Cristo, ese cúmulo de cosas pequeñas, de servicios casi intrascendentes, que procuramos hacer cada día por Dios, y que quizá nadie ve...! Jesús nos tratará, si somos fieles, como a sus amigos de siempre. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena.
III. Me enseñarás el sendero de la vida, // me saciarás de gozo en tu presencia, // de alegría perpetua a tu derecha16, // continúa el Salmo responsorial.
La segunda venida de Cristo es designada frecuentemente en la Sagrada Escritura con el término griego parusía, que en el lenguaje profano significaba la entrada solemne de un emperador en una ciudad o provincia, donde era saludado como salvador de aquella tierra. El momento de la entrada, que siempre tenía algo de inesperado, era tenido como día de fiesta y, a veces, era el punto de partida para un nuevo cómputo del tiempo17: se quería indicar que con aquel acontecimiento comenzaba algo nuevo. Para nosotros, la llegada de Cristo será la gran fiesta, pues el alma se unirá de nuevo a su propio cuerpo, y comenzará un “nuevo cómputo del tiempo”, una nueva forma de existencia, donde cada uno –cuerpo y alma– dará gloria a Dios en una eternidad sin fin.
La esperanza en este día del Señor fue para los primeros cristianos un estímulo para perseverar y tener paciencia ante las adversidades. San Pablo lo recuerda en incontables ocasiones. También a nosotros nos ayudará a ser fieles al Señor, especialmente si alguna vez el ambiente que nos rodea es adverso y está lleno de dificultades. Debemos dar gracias a Dios en todo momento por vosotros, hermanos -escribe el Apóstol a los cristianos de Tesalónica-, como es justo, porque vuestra fe crece de modo extraordinario y rebosa la caridad de unos con otros, hasta el punto de que nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios por vuestra paciencia y fe en todas las persecuciones y tribulaciones que soportáis. Esto es señal del justo juicio, en el que sois estimados dignos del reino de Dios, por el que ahora padecéis18.
El Señor permite que en ocasiones suframos algo por ser fieles a sus enseñanzas, o que nos llegue la enfermedad o el dolor, para que aumentemos nuestra confianza en Él, vivamos mejor el desprendimiento de la honra, de la salud, del dinero..., para hacernos dignos del reino que nos tiene preparado. También para que, metidos en medio del mundo, recordemos que “el reino de Dios, iniciado aquí abajo en la Iglesia de Cristo, no es de este mundo, cuya figura pasa, y su crecimiento propio no puede confundirse con el progreso de la civilización, de la ciencia o de la técnica humanas, sino que consiste en conocer cada vez más profundamente las riquezas insondables de Cristo, en esperar cada vez con más fuerza los bienes eternos, en corresponder cada vez más ardientemente al amor de Dios, en dispensar cada vez más abundantemente la gracia y la santidad entre los hombres”19.
1 Antífona de entrada. Jer 29, 11-12; 14. — 2 Símbolo Niceno-Constantinopolitano. — 3 Catecismo Romano, 1, 8, n. 2. — 4 Dan 12, 1-3. — 5 Apoc 22, 20. — 6 Cfr. 1 Cor 16, 22; Didaché, 10, 6. — 7 Juan Pablo II, Homilía,18-V-1980. — 8 Ibídem. — 9 Sal 26, 8. — 10 Salmo responsorial. Sal 15, 5; 8-9. — 11 Cfr. Hech 2, 25-32; 13, 35.— 12 Segunda lectura. Heb 10, 11-14; 18. — 13 Mc 13, 24-32. — 14 San Cirilo de Jerusalén, Catequesis 15, sobre las dos venidas de Cristo. — 15 Flp 2, 9-11. — 16 Salmo responsorial. Sal 15, 10. — 17 Cfr. M. Schmaus. Teología dogmática, vol. VII, Los Novísimos, p. 134. — 18 2 Tes 1, 3-5. — 19 Pablo VI, Credo del pueblo de Dios, n. 27.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
La Virgen Santísima nos conceda como a su
buen devoto San Alberto,
el don de la sabiduría, para hacer mucho bien.
El primer paso para adquirir sabiduría
es
tener un gran deseo de instruirse
(S. Biblia. Proverbios).
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Fuente: Wikipédia
Eugenio de Toledo, Santo Obispo y mártir, 15 Noviembre
Obispo, escritor y
poeta español de la época visigoda. Es uno de los Padres de la Iglesia
hispánica. |
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Leopoldo de Austria, Santo Príncipe, 15 Noviembre
Noviembre
15
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Fuente:
Vatican.va
María de la Pasión, Beata Religiosa fundadora, 15 de noviembre
Maria della Passione
(1839-1904)
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José Mkasa Balikuddembé, Santo Mártir, 15 Noviembre
En Mengo, lugar de
Uganda, san José Mkasa Balikuddembé, mártir, que siendo al consejero del rey
por lo administraba el palacio real, recibió el bautismo y ganó a muchos
jóvenes para Cristo y defendió a los niños de la corte de las pasiones
viciosas del rey Mwenga, y, debido a esto, el rey, enfurecido, ordenó
degollarle a los veinticinco años de edad (1885). |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: www.iesvs.org
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