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(IVÁN): SOL Y ESCUDO ES NUESTRO PADRE CELESTIAL PARA TODOS NOSOTROS:

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valarezo

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May 28, 2010, 6:05:59 PM5/28/10
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Sábado, 22 de mayo, año 2010 de Nuestro Salvador Jesucristo,
Guayaquil, Ecuador – Iberoamérica

(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)


SOL Y ESCUDO ES NUESTRO PADRE CELESTIAL PARA TODOS NOSOTROS:

Porque sol y escudo es nuestro Padre celestial cada día, para los que
le aman en espíritu y en verdad; por tanto, gracia y gloria dará
nuestro Dios a todos los que confían en su nombre santo y salvador de
su Rabino Yeshua jaMashíax, el único Santo del cielo y la tierra. No
privara jamás del bien a toda hora del día a los que andan en
integridad delante de su presencia sagrada; ni se negara jamás a sanar
sus problemas, dificultades, enfermedades y hasta muertes terribles y
eternas, sino que extenderá su diestra poderosa para redimirlos para
la nueva gloria infinita, de su nuevo reino angelical.

Oh, Padre Santo, bendito todo hombre, mujer, niño y niña que confía en
ti, por medio de la presencia santísima de tu Hijo amado, el Rabino
Yeshua jaMashíax, para que cada día de su vida sea paz, felicidad y
prosperidad eterna en la tierra y así también en el más allá, como en
la Nueva Jerusalén santa y gloriosa del cielo. Nuestro Padre celestial
será por siempre fielmente sol y escudo de todos los que invocan su
nombre santísimo, el de su Hijo amado, el Rabino Yeshua jaMashíax,
para que sus días de vida sean contados entre los que lo aman
infinitamente, como los ángeles del cielo, en el espíritu y en la
verdad gloriosa de su fruto de vida eterna.

Hoy en día, sí nuestro Padre celestial es tu sol y escudo de cada día
en la tierra y así también en el cielo, entonces Satanás jamás podrá
hablarte ni menos tocar tu vida ni la de los tuyos, porque es nuestro
mismo Padre celestial, por medio de su Jesucristo, el Rabino Yeshua
jaMashíax, quien te cuida celosamente. Y cuando nuestro Padre
celestial cuida tu vida como cuida su vida misma, entonces nadie podrá
jamás arrancarte de su seno santísimo, de donde saliste de Él, en el
día tu formación en sus manos santas e infinitamente gloriosas; por
eso con Jesucristo en tu vida, Satanás no tiene poder sobre ti para
volver a engañarte o hacerte daño alguno.

Pues éste es el deber personal de nuestro Padre celestial de cada hora
del día, de cuidarte celosamente por amor a su nombre santo, pero sólo
por medio de su Rabino Yeshua jaMashíax, para que ningún mal jamás
toque tu vida ni menos la de los tuyos, en la tierra y así también en
el paraíso, de su nuevo reino angelical. Porque nuestro Padre
celestial no es ningún irresponsable, sino todo lo contrario; nuestro
Padre celestial es justo y verdadero para con cada uno de nosotros,
obra gloriosa infinitamente grande de sus manos santísima, para que
llevemos su imagen y vivamos conforme a su semejanza celestial
eternamente y para siempre, para gloria infinita de su nombre muy
santo.

En verdad, nuestro Padre celestial jamás podrá hacer nada de nada por
ninguno de nosotros, por más que nos ame con su corazón santísimo, si
no estamos atados e injertados a la vida gloriosa de su árbol de la
vida, su Rabino Yeshua jaMashíax, el Santo de Israel y de las
naciones. En otras palabras, nuestro Padre celestial desea que cada
uno de nosotros sea una rama más del árbol de la vida así como somos
infinitamente su imagen y conforme a su semejanza celestial, para Él
mismo entonces poder tratar con cada uno de nosotros, de la misma
manera que trata a su Jesucristo o sus ángeles fieles del cielo, por
ejemplo.

Por esta razón, nuestro Padre celestial nos entrega fielmente la vida
misma de su Rabino Yeshua jaMashíax, de la misma manera que lo hizo
inicialmente con cada uno de sus siervos de la antigüedad, para que
vivamos por siempre para servirle y adorarle solamente a Él, como
nuestro Padre celestial, el Todopoderoso de nuestras almas vivientes
para su nueva eternidad venidera. Sencillamente, ningún bien nos
faltara jamás en todos los días de nuestras vidas por toda la tierra y
así también en la nueva vida infinita, de la Nueva Jerusalén santa y
perfecta del cielo, en donde todo es gloria y paz para los que le aman
a nuestro Padre celestial en el espíritu y en la verdad de su
unigénito.

Y si, hoy en día, te faltan algunos favores que legalmente te
pertenecen a ti o estás enfermo o agobiado por algún mal de Satanás o
de sus ángeles caídos, entonces sufres cruelmente cada día, porque
legalmente no le das gloria y honra a tu Dios, por medio de su fruto
de vida eterna, su Rabino Yeshua jaMashíax. Propiamente, sin el fruto
del árbol de la vida, sufres los males y agobios de vivir en carne
propia de Adán la sed y el hambre de no conocer a tu Padre celestial
que está en el cielo, en donde vive felizmente recordando siempre el
momento de tu creación en sus manos santísimas, para gloria de su
nombre glorioso.

Porque la verdad es también que en el día que nuestro Padre celestial
te crea, entonces formaba con sus palabras santísimas tus palacios y
mansiones eternas, en donde vivirás por siempre feliz, rodeado de sus
riquezas sobrenaturales con calles de oro y mar de cristal; en donde
los tuyos te amaran mucho más, gracias al amor de Jesucristo por tu
alma eterna. Y en estos nuevos lugares gloriosos y santísimos del
nuevo reino angelical, nuestro Padre celestial seguirá siendo nuestro
sol y escudo de cada hora del día de nuestras nuevas vidas infinitas,
para por siempre alumbrar nuestros pasos que demos hacia delante en la
eternidad, buscando siempre nuevas glorias y honras para su nombre
infinitamente santísimo.

Además, nuestro Padre celestial alumbrara con la luz santísima de su
rostro glorioso tus pasos de cada día, porque con las tinieblas del
rostro de Satanás y de sus malvados de siempre, entonces tropezabas en
problemas, dificultades, enfermedades y hasta peligros de muertes
terribles en la tierra y en el más allá, también, sin duda alguna.
Pero nuestro Padre celestial cambia milagrosamente todo este mal
terrible en tu vida por amor a su nombre santísimo, el cual vive en
perfecta luz y santidad infinita del corazón y de la sangre gloriosa
de su Jesucristo, para que ya no vivas más en mentiras, ni tropieces
por tu andar con el pecado de nadie, sino que seas por siempre feliz.

Infinitamente feliz en la tierra y así también en el cielo, porque tus
pasos son alumbrados ahora no por Satanás sino por Dios mismo, el
Todopoderoso, el Santo de Israel y de las naciones, nuestro Señor y
salvador Jesucristo, el que venció el pecado, a Satanás y a cada uno
de sus malvados ángeles caídos, incluyendo al ángel de la muerte.
Sinceramente, vivir una vida sin las tinieblas de Satanás, las cuales
alumbran nuestros pasos para mal eterno, para que tropecemos en sus
pecados o en las maldades de sus seguidores crueles ya, en si, es
vivir feliz y en paz en todos los lugares de la tierra y así también
en el paraíso.

Por ello, cuando la luz que nos alumbra es tinieblas entonces
tropezamos en muchos males terribles de la tierra y del más allá, pero
cuando nuestro Padre celestial es nuestro sol y escudo entonces ya no
tropezamos nunca en nada, porque su Rabino Yeshua jaMashíax está con
cada uno de nosotros, para guardarnos siempre aún en el más allá
también. Porque en los nuevos lugares que andemos del más allá, como
en la Nueva Jerusalén santa y gloriosa del cielo, por ejemplo, cada
paso que demos en nuestras vidas de cada día, realmente tendrá que ser
en los mismos pasos de su Rabino Yeshua jaMashíax, y hasta el aire que
respiremos tendrá que ser también como el de su Hijo Jesucristo.

De otra manera, ninguno de nosotros no solamente no podrá jamás entrar
a la vida eterna de la Nueva Jerusalén celestial, sino que tampoco no
podremos sostener nuestras mismas vidas jamás en ningún otro lugar de
toda la nueva creación de nuestro Padre celestial; porque sin
Jesucristo no vivimos para nuestro Padre celestial, sino para los
malos del infierno. Además, cada respiro que demos y hasta cada latir
de nuestro corazón y así como cada paso hacia delante, en nuestros
nuevos andares de la nueva eternidad celestial, entonces tendrá que
ser, sin duda alguna, como la del fruto de la vida, nuestro Rabino
Yeshua jaMashíax, para que nuestro Padre celestial siempre viva feliz
y contentó con todos nosotros.

Históricamente, en la tierra descendimos del paraíso en el cuerpo
pecador de Adán y Eva para sufrir y morir en el último día, pero al
regresar a nuestro Padre celestial, en cualquier momento de oración y
fe, por medio de su Jesucristo, entonces somos transformados
milagrosamente al cuerpo de la carne, huesos y sangre santísima de la
salvación eterna. Y ésta salud eterna, llena de vida y de bendiciones
sin fin, de nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, es, en sí, para jamás
volver a vivir la mentira ni la maldad de nadie en el paraíso, ni en
la tierra ni mucho menos en la Nueva Jerusalén santa y perfecta del
cielo, eternamente y para siempre.

En otras palabras, cada uno de nosotros tiene que vivir desde ya como
nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, el Santo de Dios, porque toda la
creación que nuestro Padre celestial crea inicialmente, empezando con
sus ángeles fieles e infinitamente glorioso, lo crea para su fruto de
vida eterna, su Rabino Yeshua jaMashíax, y así también cada uno de
todos nosotros. Además, podemos también decir que nuestro Padre
celestial nos crea inicialmente en su corazón y en sus manos santas,
para que seamos igual que su Rabino Yeshua jaMashíax, para vivir en su
carne santa, en sus huesos inquebrantables y en su sangre bendita y
llena de vida eterna, en la tierra, en el paraíso y en La Nueva
Jerusalén del cielo.

Por esta razón, nuestro Rabino Yeshua jaMashíax ora a nuestro Padre
celestial como nuestro Cordero Escogido de la sangre reparadora y como
nuestro sumo sacerdote del cielo y la tierra, para que nuestro Padre
celestial nos guarde de todo mal, en el poder sobrenatural de su
nombre todopoderoso, porque ya no somos del mundo pecador sino del
cielo y para siempre. Hoy en día, nosotros somos obra eterna de las
manos gloriosas de nuestro Padre celestial, para que seamos cada día
de nuestras vidas delante de su presencia santísima exactamente como
su Rabino Yeshua jaMashíax, lleno de amor, gracia, santidad, riquezas,
pureza, bondad, verdad, justicia, salud y bendiciones sin fin de su
nombre sobrenatural.

En otras palabras, para nuestro Padre celestial tú no eres ya más de
pies a cabeza como Adán y Eva, sino como su Rabino Yeshua jaMashíax,
nuestro Señor Jesucristo, para que seas su hijo legitimo e hija
legitima delante de su presencia santísima, para que bendiciones del
cielo siempre desciendan sobre tu vida a cada hora del día y para
siempre. Así nosotros, como seres humanos legítimos del paraíso, de la
tierra y de La Nueva Jerusalén celestial, entonces vivamos
gloriosamente para servicio de su nombre santísimo, el cual habita en
perfecta gloria y santidad del corazón y la sangre bendita de nuestro
Rabino Yeshua jaMashíax, para ya no sufrir más para Satanás, más bien
vivir infinitamente felices con su Jesucristo.

Visto que, sólo con nuestro Rabino Yeshua jaMashíax viviendo en
nuestros corazones como su Hijo salvador, entonces es que nuestro
Padre celestial no solamente es feliz con nosotros, en nuestros
millares, de todas las razas, pueblos, linajes y tribus de la tierra,
sino que su verdad y justicia infinita de su Jesucristo y Él son
exaltadas grandemente, eternamente y para siempre. Por eso es que para
nuestro Padre celestial es importante que todos los hombres, mujeres,
niños y niñas de las naciones, empezando con Israel, entonces reciban
en sus corazones y así confiesen con sus labios solamente el nombre
salvador de su Rabino Yeshua jaMashíax, para que poderes y autoridades
sobrenaturales desciendan sobre sus vidas y la de los suyos también.

Dado que, para esto nuestro Padre celestial envía inicialmente su
Espíritu Santo al mundo, para que entre en el vientre virgen de la
hija de David, con el fin de darnos esa carne santa, esos huesos
inquebrantables, esa sangre bendita y llena de vida y de bendiciones
de salud y paz eterna, en la tierra y en el cielo, para siempre. Hoy
más que nunca, nuestro Padre celestial desea que cada uno de nosotros
comience a confesar a su Jesucristo, para que sea el Rey Mesías de su
vida delante de su presencia santa y de su Espíritu Santo, para que
así su carne santa venga a ser suya con sus huesos inquebrantables y
su sangre llena de salud y de vida eterna.

En verdad, éste es un nuevo nacimiento de cada hombre, mujer, niño y
niña de todas las familias de las naciones, comenzando con Israel,
para que dejen atrás la carne infiel, los huesos rotos y la sangre
enferma y pecadora de Adán y Eva y así se conviertan sus cuerpos
débiles al nuevo cuerpo glorioso de la salvación eterna, ¡su
Jesucristo! Por lo tanto, si hoy oyes la palabra de nuestro Padre
celestial anunciando a su Rabino Yeshua jaMashíax como su Hijo
Jesucristo, entonces no endurezcas tu corazón como lo endurecieron los
rebeldes del pasado y así no mueras en la carne infiel de Adán, sino
que vivas por siempre en la única carne santa y fiel del cielo,
¡nuestro Rabino Yeshua jaMashíax!

Porque el deseo más profundo de nuestro Padre celestial en estos días
es, sin duda alguna, que no solamente su Hijo Jesucristo sea recibido
en el corazón de todos los habitantes de las naciones, sino que
también sean todos grandemente bendecidos por los poderes
sobrenaturales de su Espíritu Santo, para que la pobreza de Satán
muera y la riqueza de Jesucristo viva. Dado que, ésta es la manera en
la cual nuestro Padre celestial no solamente va a hacer a sus siervos
muy ricos en él y en la vida gloriosa de su Rabino Yeshua jaMashíax,
sino que también removerá de las naciones las tinieblas de Satanás,
para que sólo la luz de su rostro santo brille como escudo sobre todos
nosotros infinitamente.

Por cuanto, sólo nuestro Padre celestial es nuestro sol y escudo de
cada día en la tierra y así también en la nueva vida infinita de la
Nueva Jerusalén celestial, en donde el sol de su rostro santísimo
alumbra nuestras vidas cada día, para ya no tropezar más con los
malos, sino que viviremos por siempre su felicidad celestial e
infinita. Por ello, desde el cielo, bendito es todo hombre, mujer,
niño y niña que recibe en su corazón y así confiesa con sus labios el
nombre salvador de nuestro Rabino Yeshua jaMashíax delante de la
presencia santísima de nuestro Padre celestial, para cumplir con toda
verdad y justicia del Espíritu Santo de sus mandamientos y de su
nombre infinitamente glorioso. ¡Amén!


DE BELÉN NACE EL GUÍA ANTIGUO DE ISRAEL Y LAS NACIONES, ¡JESUCRISTO!

Belén de Efrata, aunque pequeña entre las familias de Judá, de sus
tierras sale el que es gobernante eterno de Israel, y su origen es
antiguo como desde los días de la eternidad, el Santo de Israel, ¡el
Rabino Yeshua jaMashíax! Éste es el Hijo de Dios, quien nace en la
tierra escogida de Israel por nuestro Padre celestial, para que se
cumpla su voluntad santa, de llenar a su pueblo de su Espíritu Santo,
pero sólo por medio de su fruto de vida eterna, la misma vida santa y
gloriosa del reino angelical, La Nueva Jerusalén bendita y gloriosa
del cielo.

Porque nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, el Hijo de David, es el que
nuestro Padre celestial le promete entregar a Abraham, Isaac y Jacobo
cuando caminaban con él uno a uno, para que sus descendientes, en sus
millares, sean también llenos del Espíritu Santo de sus Diez
Mandamientos y de su nombre santísimo, para así regresar a la
felicidad eterna inmediatamente. Por eso, era necesario que el
Espíritu Santo de nuestro Padre celestial sé regara sobre Belén de
Efrata y sobre todo Israel también, así como se riega inicialmente en
el segundo día de la creación para subyugar a todas las tinieblas,
despertando así la luz de la vida sobre toda la tierra, por vez
primera.

Y en este día, el Espíritu Santo de nuestro Padre celestial entra en
el vientre virgen de la hija de David de la tribu de Judá, para
empezar a remover a cada una de todas las tinieblas que habitan en la
tierra de Israel y así también en cada una de todas las naciones, de
todos los tiempos. Además, nuestro Padre celestial empieza a hacer
toda esta gran misericordia por todo Israel y por las naciones por
amor a su nombre santísimo, para que el mundo de Satanás muera y el
nuevo mundo de su Rabino Yeshua jaMashíax, nuestro Señor Jesucristo,
entonces empiece a nacer entre todos nosotros para que jamás sufra ni
tenga fin alguno, para siempre.

Entonces nuestro Padre celestial envía a su Rabio Yeshua jaMashíax que
nazca como su unigénito del vientre virgen de la hija de David, porque
es la única manera que él puede liberar a Israel y así también a la
humanidad entera del poder del maligno de este mundo en que vivimos,
así como libera a los antiguos del cautiverio egipcio inicialmente. En
otras palabras, así como nuestro Padre celestial envía a su unigénito
que se manifieste sobre el Sinaí como su árbol de la vida ardiente,
para que Moisés lo viera desde lejos y se acercara a él, así pues
también nuestro Padre celestial envía a su unigénito nuevamente para
liberar a Israel y a las naciones del mal eterno.

Puesto que, nadie puede remover las tinieblas del mal eterno de la
vida del hombre, mujer, niño y niña de Israel y así también de todas
las familias de la tierra, sino es primero por los poderes
sobrenaturales de su Espíritu Santo, manifestado grandemente por su
unigénito, su Rabino Yeshua jaMashíax, en nuestros corazones y almas
vivientes, cuando lo invocamos. Por eso, nuestro Rabino Yeshua
jaMashíax, como el Hijo de David, en verdad, es lo más importante que
nos puede suceder en nuestras vidas de cada uno de todos nosotros, de
todas las razas, familias, linajes, tribus, pueblos y reinos, para
escapar las tinieblas de Satanás y de sus malvados de siempre, en la
tierra y así también en la eternidad.

Además, nuestro Padre celestial nos entrega a su unigénito como su
Rabino Yeshua jaMashíax, para liberarnos poderosamente de todas las
tinieblas del mal eterno y así no descender al infierno, sino ascender
cada día hacia el paraíso de nuestro lugar eterno, en donde tenemos
nuestro verdadero hogar como ningún otro en la tierra y en la
eternidad, para siempre. Entonces para nosotros regresar a la vida
antigua y celestial del paraíso, pues tenemos que entrar con la carne,
los huesos y la sangre santa y reparadora de su Hijo amado y más no
con la de Adán y Eva, para que no seamos rechazados jamás por nuestro
Padre celestial, por su Espíritu Santo y por sus huestes angelicales,
por ejemplo.

Por ello, en estos días, la única manera en la cual nosotros vamos a
cambiar milagrosamente nuestra carne, huesos y sangre pecadora y
enferma por las del cielo, será creyendo en nuestros corazones y
confesando con nuestros labios, en un momento de fe y oración, el
nombre salvador de nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, el Hijo de David.
De otra manera, no podemos jamás volver a retomar la vida antigua del
paraíso, porque con la carne, huesos y sangre enferma de Adán y Eva,
entonces estamos aún en nuestros pecados delante de nuestro Padre
celestial, de su Espíritu Santo y de sus huestes angelicales, para
vivir el mal eterno para siempre en la eternidad venidera.

Sin embargo, con el Señor Jesucristo viviendo en nuestros corazones,
entonces nuestra carne, huesos y sangre viene a ser nuestra también y
para toda la eternidad, sin duda alguna, para que el cielo ya no nos
vea más como Adán y Eva, por ejemplo, sino como su mismo Hijo
Jesucristo, limpio, santo y libre para siempre del mal eterno. En
otras palabras, para que cada uno pueda vivir su vida normal, por la
cual nuestro Padre celestial lo crea en el día de su creación con sus
manos santas y conforme a su semejanza e imagen, entonces tiene que
comer y beber del Rabino Yeshua jaMashíax, para que sea como él
infinitamente, como un Hijo de Dios eterno.

Y sólo así podrá entonces entrar desde ya, como hoy mismo, todo
hombre, mujer, niño y niña de todas las familias de la tierra a su
nueva vida infinita del reino angelical, como el paraíso y como La
Nueva Jerusalén celestial, para jamás volver a oír ni menos creer
ninguna mentira de Satanás, por ejemplo. Porque los que creen a las
mentiras están vestidos de la carne, huesos y sangre pecadora de Adán
y Eva para descender en su ultimo día de vida al infierno, más los que
están vestidos de la carne, huesos y sangre santa y reparadora del
Rabino Yeshua jaMashíax, el Hijo de Dios, entonces suben al cielo para
quedarse para siempre.

En verdad, con nuestro Señor Jesucristo viviendo en nuestros
corazones, entonces nuestro Padre celestial nos ve exactamente como su
Rabino Yeshua jaMashíax, para regresar al cielo y vivir la vida eterna
junto a Él, su Espíritu Santo y sus huestes angelicales, eternamente y
para siempre. Podemos decir también que a cada hora del día nuestro
Padre celestial nos ve como a su Rabino Yeshua jaMashíax, su Hijo
Santo, limpio, puro y libre de toda macha del mal eterno, de Satanás y
de sus malvados de siempre, por ejemplo, para no ofender jamás a su
Espíritu Santo de su Ley y de su nombre glorioso.

Por eso, es bueno creer en nuestros corazones y confesar con nuestros
labios el nombre sagrado de su Hijo amado, para que todo lo que sea
tinieblas en nuestras vidas entonces se vuelvan la luz de la vida
eterna, su Rabino Yeshua jaMashíax, el Santo de Israel y de las
naciones, eternamente y para siempre. Hoy en día, si nosotros vivimos
en la carne, huesos y sangre pecadora de Adán y Eva que tiene que
comer y beber del fruto de la tierra entonces morimos, más los que
viven por fe en la carne, huesos y sangre santísima y reparadora del
Rabino Yeshua jaMashíax, nuestro Señor Jesucristo, entonces comen y
beben de la tierra del cielo.

Es decir, que con la carne, huesos y sangre santísima de nuestro Señor
Jesucristo viviendo ya por fe en cada uno de nosotros, entonces la
tierra en que vivimos ya no nos alimenta con sus frutos, sino la
tierra del árbol de la vida, nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, para
jamás morir sino vivir para nuestro Padre celestial infinitamente
felices. Porque nuestro Padre celestial comisiona a su Rabino Yeshua
jaMashíax como el Rey y gobernador eterno de la tierra escogida, para
que su cuerpo santo y así su alma bendita sea para cada uno de
nosotros, nuestra misma santidad, perfección, pureza y gloria eterna,
en la tierra y así también en el cielo, para jamás morir sino vivir
infinitamente santos.

Visto que, en nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, nuestro Padre celestial
nos comisiona a cada uno de todos nosotros también como su Hijo
legitimo tan legitimo como su mismo Hijo amado, el Santo de Israel y
de la humanidad entera, nuestro Señor Jesucristo, para vivir delante
de Él, en perfecta santidad cada día de nuestras vidas eternamente y
para siempre. Hoy en día, como en la antigüedad, nuestro Padre
celestial hace que su Hijo amado sea nuestro único y suficiente
libertador del poder de todos los males de Satanás y de sus ángeles
caídos, para que nosotros no caigamos jamás en las trampas malvadas de
sus malvados eternos, sino que vivamos cada día e infinitamente libres
en su Jesucristo.

En verdad, cuando nuestro Padre celestial libera a Israel del
cautiverio egipcio su obra no termina jamás con ellos al salir de
Egipto, ni en el desierto ni menos en la tierra prometida, sino que
sigue aún tan vigente hoy en día como en el principio de todas las
cosas, para posteriormente liberarlos de sus males escondidos cuando
invoquen a su Jesucristo. En otras palabras, la liberación hebrea y
así también de las multitudes de naciones continúa aún vigente en
nuestros días, con las mismas luchas de nuestro Señor Jesucristo en
contra de Satanás y de sus ángeles caídos en todos los lugares de la
tierra y hasta en el mismo cielo, por ejemplo, para liberar al
espíritu humano para la eternidad celestial.

Por lo tanto, todos tenemos que ser liberados aun junto con Israel de
las tinieblas terribles de Satanás y de sus ángeles caídos que andan
por todos los rincones de la tierra, para lanzarnos al abismo eterno,
es decir, si nos descuidamos de no creer en nuestros corazones y
confesar con nuestros labios el nombre salvador de nuestro Señor
Jesucristo. Por ello, hoy en día, nuestras armas de cada día, para
vencer al maligno de toda la tierra, Satanás y sus seguidores crueles,
son la carne, los huesos, la sangre bendita y reparadora del
nacimiento del Rabino Yeshua jaMashíax del vientre virgen de la hija
de David, lo que nos dan la victoria constante en contra de cada
adversidad.

Por eso, para nuestro Padre celestial con su Rabino Yeshua jaMashíax,
su Hijo amado, viviendo en nuestros corazones, entonces somos más que
vencedores en la tierra y así también en el reino de los cielos, para
que sus enemigos ya no nos hagan más daño sino que siempre escapemos
todo mal, eternamente y para siempre. Así pues, nuestro Padre
celestial escoge inicialmente a Belén de Efrata, para que su Rabino
Yeshua jaMashíax gobernara sobrenaturalmente a Israel y así también a
cada hombre, mujer, niño y niña de todas las familias de las naciones,
para que ya no vivan más para Satanás y sus maldades de siempre sino
para nuestro Padre celestial que está en el cielo.

Consiguientemente, cuando nuestro Rabino Yeshua jaMashíax nace en el
mundo como el Hijo de Dios, entonces no solamente nos da del Espíritu
Santo de su carne, huesos, sangre santísima y reparadora, sino que
también nos da, por vez primera, el nacimiento glorioso del nombre
santísimo de nuestro Padre celestial, para que lo amemos y le sirvamos
a Él cada día. Porque el templo del nacimiento y vida infinita del
nombre santísimo de nuestro Padre celestial, en el cielo y así también
en la tierra, no es un templo hecho por las manos del hombre pecador,
sino por las mismas manos santísimas de nuestro Padre celestial y por
su Espíritu Santo, en el vientre virgen de la hija de David, ¡el
Cristo!

Pues éste es el Cristo que nuestro Padre celestial nos da
inicialmente, su mismo unigénito, el Rabino Yeshua jaMashíax de los
ángeles del cielo y así también de cada hombre, mujer, niño y niña de
la humanidad entera, empezando por Israel, la tierra de su nacimiento
y gobierno para las naciones, de acuerdo a la Escritura santa de los
profetas. Dado que, él mismo es el único templo eterno del nombre
santísimo de nuestro Padre celestial, para perdonar, sanar y redimir a
todos los que creen en el nacimiento virgen, vida bendita, crucifixión
santa y ascensión gloriosa al Padre celestial que está en los cielos,
para empezar la nueva vida eterna de todos sus hermanos y hermanas,
para la eternidad.

Además, es por medio de este templo antiguo y glorioso es que nuestro
Padre celestial decide reinar sobrenaturalmente a cada hora sobre todo
Israel y las naciones de la humanidad entera, para que el pecado y
Satanás mueran eternamente junto con su ángel de la muerte, en el día
de su juicio final de todas las cosas, en el más allá. Y sin éste
templo antiguo de carne, hueso y sangre reparadora del nombre
santísimo de nuestro Padre celestial nadie puede ser perdonado ni
menos sanar de sus males ni mucho menos entrar a la nueva vida
infinita de La Nueva Jerusalén del cielo, en donde todo es gloria y
paz para los que aman el nombre santísimo de nuestro Padre celestial.

Por eso, el que recibe al Hijo de Dios en su corazón como su salvador
personal, entonces está recibiendo el nombre santísimo de nuestro
Padre celestial en su mismo altar y templo santísimo, para ser
liberado de todos sus males eternos, en la tierra y así también en el
paraíso o en la eternidad venidera, por ejemplo. Porque el que ama al
Señor Jesucristo como su Rabino Yeshua jaMashíax, entonces está amando
el templo y su altar glorioso del nombre sagrado de nuestro Padre
celestial para pasar de tinieblas a la luz viva de la nueva vida
infinita, la cual está llena cada día de bendiciones sin fin para
todos sus hijos e hijas de todas las naciones.

Por esta razón, nuestro Padre celestial escoge a Belén de Efrata, para
que desde sus humildes tierras de Judea, entonces salga humilde para
gobernar a Israel y las naciones el que vive de generación en
generación en perfecta santidad y gloria de su nombre santísimo, para
que todo aquel que lo invoque pues entonces tenga sus bendiciones
santas inmediatamente. Y esto es de renacer no de la carne de Adán y
Eva sino de la carne santa, llena de vida y de salud de nuestro Rabino
Yeshua jaMashíax, el Santo de Israel y de las naciones, para empezar a
comer y beber del mundo de arriba de sus frutos benditos del árbol de
la vida eterna, ¡nuestro Señor Jesucristo!

(Este libro es bueno para ser leído una vez más, por su gran contenido
espiritual para tu corazón y para tu alma viviente, en la tierra y por
toda la eternidad venidera. Léelo una vez más, y te bendecirá
grandemente, en el nombre glorioso de nuestro Señor y salvador
Jesucristo.)


EL CORDEL SOBRE JERUSALÉN ES EL CORDÓN UMIBILICAL DEL MESSIAS:

Yo me vuelvo con compasión hacia Jerusalén como nunca antes,
manifiesta el SEÑOR a todo su pueblo santo y escogido por Él mismo,
desde mucho antes de la fundación del cielo y la tierra. Pues en ella
será edificada mi Casa de Oración Eterna para las naciones, y el
cordel (el cordón umbilical sangriento) será tendido sobre Jerusalén
para perdón, salud y bendición sin fin de todo aquel que cree en su
corazón y así confiesa con sus labios el nombre salvador de su Gran
Rey Mesías, ¡el Rabino Yeshua jaMashíax!

Por ello, de nuevo se rebosaran sus ciudades por la abundancia del
bien que desciende del cielo, como lluvia copiosa, como del árbol de
la vida, para que abunde también la paz, el gozo, la felicidad, la
compasión y el amor eterno en el corazón y el alma viviente de cada
hombre, mujer, niño y niña de todas las naciones. Puesto que, la
bendición de nuestro Padre celestial será inicialmente para su ciudad
santa y sus pueblos de todas las razas, familias, linajes, tribus,
ciudades y reinos de la tierra, para que donde haya tinieblas entonces
sea luz por doquier, alumbrando así cada paso de sus habitantes como
de los que van en busca del SEÑOR cada día de sus vidas.

Y todo esto será para bien eterno, para gloria y honra infinita de su
nombre muy santo, el cual tiene que brillar grandemente en el corazón
de todos sus hijos e hijas, como en el corazón de los ángeles del
reino de los cielos, desde el día de su creación por el poder sublime
de su palabra viva. Infaliblemente, el nombre santísimo de nuestro
Padre celestial tiene que brillar grandemente en el corazón de su
Rabino Yeshua jaMashíax, el Hijo de David, y así también en el corazón
de cada uno de sus hijos e hijas, de los cuales salieron de su corazón
santísimo moldeados en sus manos santas en su imagen y conforme a su
semejanza celestial.

Pues, por esto nuestro Padre celestial entrega no solamente a su Hijo
amado, como el Rabino Yeshua jaMashíax para Israel y las naciones,
sino que también entrega junto con él muchas bendiciones sin fin del
Espíritu Santo de su nombre glorioso, el cual tiene que ser exaltado
por todos sus hijos e hijas así como los ángeles lo hacen grandemente
siempre. En la medida en que, su ciudad santa brillara grandiosamente
ante todas las naciones de la tierra, cuando su nombre santísimo sea
conocido desde el corazón glorioso de su Rabino Yeshua jaMashíax, su
Hijo amado, para que las multitudes brillen también con su nombre
glorioso en sus corazones eternos, para miles generaciones venideras.

Y sólo así habrá luz sobre la tierra y ya no más tinieblas como antes,
como cuando Satanás y sus ángeles caídos se rebelan inicialmente en
contra del nombre sagrado de su unigénito, en el corazón de los
malvados de la tierra, por ejemplo, para que no haya conocimiento del
Dios Santo, sino sólo tinieblas y violencia por doquier. Ciertamente,
nuestro Padre celestial manifiesta compasión sobre Jerusalén, su
ciudad santa, porque no solamente su Rabino Yeshua jaMashíax, como el
Hijo de David, vive en ella para vivir cada mandamiento de cada
palabra, cada letra, cada tilde y cada significado eterno del Espíritu
Santo de los Diez Mandamientos, sino también para expandir su gloria
infinita grandemente por toda la tierra.

Para que éste Espíritu Santo de sus mandamientos llegue y toque
grandemente el corazón de cada hombre, mujer, niño y niña de todas las
naciones y así ya no vivan más bajo el poder del pecado de transgredir
siempre su palabra sagrada, sino para que la vivan en sus corazones y
en su diario vivir completamente cumplida y glorificada. Ya que, el
que vive cumpliendo y glorificando por siempre el Espíritu Santo de
los mandamientos de nuestro Padre celestial y de su Rabino Yeshua
jaMashíax como el Hijo de David, entonces es digno de recibir no
solamente el nombre santo de su Dios y Creador, sino también sus
muchas bendiciones sin fin cada día de su vida e infinitamente.

Ya que, con nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, viviendo en nuestros
corazones como el Santo de Dios, entonces ya no vivimos más en las
tinieblas mentirosas de Satanás y de su serpiente antigua, sino que
vivimos en la vida santa y fructífera de su unigénito, su amor sin
igual, como el árbol de la vida eterna de todos nosotros para la
eternidad. Por eso, nuestro Padre celestial hace que su Rabino Yeshua
jaMashíax nazca como su unigénito, cinco millas al sur de Jerusalén,
en un lugar llamado Efrata, lleno del Espíritu Santo de vida eterna
llega a nosotros, la cual seria vivida inicialmente por él mismo en
Jerusalén y por todo Israel, y así también para toda la tierra
posteriormente por sus hermanos.

Además, nuestro Padre celestial hace que su Hijo amado nazca del
vientre virgen de la hija de David, lleno del Espíritu Santo de los
mandamientos, para que no solamente cumpla y glorifique grandemente su
palabra sagrada, sino también para que su nombre santo se riegue por
todo Israel y por todas naciones de la humanidad entera, para
reconciliación eterna. Porque la venida de nuestro Señor Jesucristo,
como el Gran Rey Mesías de Israel, no solamente se manifiesta como el
Rabino Yeshua jaMashíax, prometido inicialmente a los patriarcas de
Israel, sino también para que el nombre santo de nuestro Padre
celestial nazca para quedarse para siempre en Israel, para fin del
pecado y el comienzo de nuestras vidas celestiales.

Porque de esta manera nuestro Padre celestial no solamente establece
su Casa de Oración santa para las naciones, sino que también entrega
para siempre su nombre santo para que sea exaltado grandemente por
todo Israel y las naciones también en nuestros días y para siempre en
la eternidad venidera, del nuevo reino angelical. Por eso, era
necesario que el Espíritu Santo de nuestro Padre celestial entre
inicialmente en el vientre virgen de la hija de David, para que a los
nueve meses no solamente nos dé el cuerpo con los huesos, carne y
sangre santa de su Jesucristo, para que viva los mandamientos de la
Ley sin jamás transgredirlos, sino mucho más aún.

Pues, en el día que nuestro Señor Jesucristo nace del vientre virgen
de la hija de David, entonces rompe la virginidad de su madre
biológica, haciendo que su sangre expiatoria salpicara sobre su cuerpo
santificado, para que no se contaminara jamás por el pecado y la
rebelión de Israel y del hombre pecador de toda la tierra. Por lo
tanto, cuando nuestro Señor Jesucristo nace del vientre virgen de la
hija de David, rompiendo así su virginidad en el día de su nacimiento
singular, entonces fue su misma sangre purificadora la que lo recibe
en el mundo en que vivimos cada día de nuestras vidas humanas en todas
las naciones, empezando en Israel, para salvación eterna.

Y es precisamente esta misma sangre santísima y expiatoria, la cual lo
despide de entre nosotros en el día de su crucifixión, muerte,
resurrección y ascensión de regreso al Padre celestial que está en el
cielo, para convertirse eternamente y para siempre en nuestro sumo
sacerdote de cada día, para abogar por nuestras necesidades en todo
momento. En otras palabras, en el día que nuestro Rabino Yeshua
jaMashíax nace en Belén de Efrata como el Hijo de Dios, entonces nace
entre todos sus hermanos y hermanas de las doce tribus de Israel, el
nombre santísimo y sumamente todopoderoso de nuestro Padre celestial,
para quedarse para siempre entre todas las familias de las naciones de
la tierra.

Es decir, también para que el nombre santo de nuestro Padre celestial,
como nunca antes, entonces entre en nuestros corazones para perdón,
protección, salud, bendición y salvación eterna, para que de esta
manera lo que es tinieblas se vuelva luz por toda la tierra y para
siempre en la nueva eternidad venidera, de su nuevo reino angelical.
Porque la verdad es que todo aquel que cree en su corazón y así
confiesa con sus labios el nombre sagrado de nuestro Gran Rey Mesías,
el Rabino Yeshua jaMashíax como el Hijo de Dios o el Hijo de David,
por ejemplo, entonces está recibiendo en su vida el nombre glorioso y
sobrenatural de nuestro Padre celestial para salvación eterna.

Además, nuestro Padre celestial nos entrega a su Hijo amado lleno de
su nombre santísimo en su corazón y en su sangre omnipresente y
santificadora, para no solamente destruir todas las artimañas
mentirosas de Satanás y de sus malvados de siempre, sino también para
darnos todas las cosas que necesitemos en nuestro diario vivir. Porque
la verdad es que en nuestro Señor Jesucristo reina por siempre el
Espíritu Santo del nombre glorioso y sublime de nuestro Padre
celestial, para destruir nuestras tinieblas de problemas,
dificultades, enfermedades y hasta muertes eternas de los nuestros y
hasta de nuestras amistades también, en toda la tierra, para que toda
vida sea luz al fin e infinitamente.

Para que con el tiempo la tierra ya no siga siendo tinieblas por culpa
del pecado de Adán y de sus retoños, sino luz de la nueva vida
infinita manifestada entre los hombres de la humanidad entera, por el
nacimiento del nombre santo de nuestro Padre celestial, en el día del
nacimiento de nuestro Señor Jesucristo en Israel, de seguro. Porque la
verdad es que en el día que nuestro Señor Jesucristo nace del vientre
virgen de la hija de David, entonces en aquel mismo día nace entre
todos los hombres por vez primera, el nombre santísimo de nuestro
Padre celestial; algo que jamás había sucedido antes en el mundo
entero, ni así en el cielo con los ángeles, por ejemplo.

Por lo tanto, en el día que nuestro Señor Jesucristo nace en Belén de
Efrata, no solamente recibimos nuestro nuevo cuerpo glorioso lleno de
vida eterna y bendiciones sin fin, sino que también entra a nuestra
vida humana en toda la tierra el nombre santísimo de nuestro Padre
celestial, para quedarse con nosotros como nuestro único Dios eterno,
para siempre. Porque con el cuerpo, huesos y sangre santificadora de
nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, nuestro Padre celestial nos entrega
en su Hijo Jesucristo su misma vida gloriosa a cada uno de nosotros, y
ésta es una vida santísima por la cual jamás quebranta el Espíritu
Santo de los mandamientos ni menos el nombre sagrado de nuestro Padre
celestial.

Entonces nuestro Rabio Yeshua jaMashíax entra al mundo como el Hijo de
David, lleno del Espíritu Santo de los mandamientos y del nombre
sagrado de nuestro Padre celestial junto con el pan de vida y el vino,
de la sangre reparadora del holocausto eterno, para perdón y vida
eterna llena de salud y de bendiciones sin fin, para siempre. Porque
es precisamente éste pan de vida y éste vino del cielo, lo que nos da
a comer y beber del Espíritu Santo del nombre glorioso y sobrenatural
de nuestro Padre celestial, en el paraíso, en la tierra y así también
será por siempre en La Nueva Jerusalén santa y grandiosa del cielo.

Así fue como el nombre sagrado de nuestro Padre celestial nace en
Belén de Efrata, en Israel, para que sea grandemente glorificado por
todos los hombres, mujeres, niños y niñas de todas las familias de las
naciones, empezando en Jerusalén primeramente, por cumplimiento de la
Escritura, para que Satanás muera al fin y su Rabino Yeshua jaMashíax
viva perpetuamente. Además, nuestro Padre celestial hace todo esto con
Israel y sus familias, empezando con la familia de David de la tribu
de Judá, porque nuestro Rabino Yeshua jaMashíax es el Hijo de Dios, el
Santo de Israel y el templo del nombre santísimo de nuestro Padre
celestial, para establecerse en Israel como la Casa de Oración para
todas las naciones.

En verdad, en el cielo y en la tierra, nuestro Rabino Yeshua jaMashíax
es la Casa de Oración de nuestro corazón y de nuestra alma viviente,
para acercarnos a nuestro Padre celestial en perfecta santidad y
reverencia delante de su presencia santísima, para que oiga nuestras
oraciones, peticiones, ruegos e intercesiones de cada día. Firmemente,
nuestro Señor Jesucristo es nuestro verdadero templo de oración
delante de nuestro Padre celestial, para que su nombre santísimo
siempre actúe en favor de cada uno de nosotros antes las artimañas
terribles e engañadoras de Satanás y de sus ángeles caídos, en todos
los lugares de la tierra.

Por eso, nuestro Padre celestial nos ordena que aceptemos y amemos a
su Rabino Yeshua jaMashíax, nuestro Señor Jesucristo, como su Hijo
amado, para que su nombre santísimo se glorifique y siempre esté en
favor de nosotros cuando nos acerquemos a Él con todas las peticiones
de nuestros corazones de cada día, y así no nos falte ningún bien
jamás. Y esto será en oración, por ejemplo, para pedir por nuestro
bienestar, por el bienestar de los nuestros y hasta de nuestras
amistades también; porque la verdad es que nuestro Padre celestial
desea que nuestras bendiciones eternas de cada día no solamente sean
para nosotros, sino para nuestras amistades, en todos los lugares de
la tierra, sin duda alguna.

Así pues, es como nuestro Padre celestial va no solamente a expandir
la gloria de su nombre santísimo en todos los lugares más recónditos
de las naciones, sino también que tocara la vida de muchas gentes,
para salvarlos de la ira venidera del castigo eterno del fuego del
infierno, para los desobedientes y rebeldes a su pan del cielo. Y el
pan del cielo que nuestro Padre celestial nos da abundantemente cada
día es, de modo definitivo, su Rabino Yeshua jaMashíax, su unigénito,
para que nos dé de comer y así también nos dé de deber de su vino de
vida eterna, su sangre santísima en donde está nuestra verdadera vida
de todos nosotros junto con su nombre santísimo.

Además, ésta comida que nuestro Rabino Yeshua jaMashíax nos da a comer
y beber es su mismo cuerpo santísimo, su vida antigua y celestial, su
sangre santísima del holocausto perpetuo, la cual lo recibe en el día
de su nacimiento del vientre virgen de la hija de David y, luego, lo
despide en el día de su crucifixión y muerte. Ciertamente, ésta sangre
es sumamente bendita, la cual recibe al Gran Rey Mesías del vientre
virgen de su madre en el día de su nacimiento, luego lo baña
nuevamente en sangre para despedirlo de entre nosotros sobre lo alto
del monte santo de Jerusalén, y nos sigue protegiendo y bendiciendo
igual hoy en día, con todos sus poderes de salvación eterna.

Por lo tanto, nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, como el Hijo de David,
no es solamente el Hijo de Dios, sino que también es el Cordero de
Dios que quita el pecado del mundo entero con su carne, con sus huesos
y con su sangre santísima y santificadora, llena de la vida celestial
de cada uno de todos nosotros. Entonces éste pecado que nuestro Señor
Jesucristo desciende del cielo para quitarlo del mundo entero,
empezando en Israel, es la vida pecadora de cada carne, de cada hueso,
de cada sangre del hombre, de la mujer, del niño y de la niña de la
humanidad entera, para que la tierra deje de ser tinieblas y pase al
fin a ser luz.

En verdad, ésta es la renovación del cuerpo y espíritu humano de todos
los seres creados en las manos de nuestro Padre celestial, para que
lleven su imagen y vivan conforme a su semejanza celestial en la
tierra y así también en el nuevo reino venidero, por ejemplo, de su
Nueva Jerusalén santa y gloriosa del cielo. En otras palabras, nuestro
Padre celestial envía a su Rabino Yeshua jaMashíax como su Hijo amado,
para que quite la carne, los huesos y la sangre pecadora de Adán y Eva
en cada uno de nosotros de todas las naciones, familias, linajes,
tribus y reinos de la tierra, para que ya no vivamos más como Satanás,
sino sólo como Él mismo.

Porque nuestro Padre celestial nos crea inicialmente para vivir para
Él y más no (para vivir) para nadie más, como Satanás y sus malvados
de siempre, por ejemplo, en todas las naciones de todos los tiempos de
la humanidad entera. Además, la única manera en que nuestro Padre
celestial podía alcanzar su propósito divino en cada uno de nosotros,
empezando con Adán y Eva, por ejemplo, ya sea en el paraíso o en la
tierra en que vivimos, seria si su Rabino Yeshua jaMashíax desciende
del cielo para seguir siendo nuestro árbol de la vida, aunque estemos
muertos en pecado aún.

Por eso, era indispensable que nuestro Padre celestial dejara que a su
Rabino Yeshua jaMashíax lo crucificaran sobre todo lo alto del monte
santo de Jerusalén, para cumplir con toda verdad y justicia infinita
prometida a los patriarcas antiguos y así colmarnos de vida eterna,
llena de bendiciones sin fin cada día, para cada uno de nosotros y
para siempre. Porque la verdad es que como Adán y Eva no comieron del
fruto del árbol de la vida en el paraíso, en el día que nuestro Padre
celestial les ordena que lo hagan así, para bendición y salud eterna,
entonces tenían que hacerlo sobre el monte santo de Jerusalén al fin,
y esta vez para toda la eternidad venidera.

Porque ellos ni sus retoños podían regresar al paraíso para comer del
fruto de la vida, ya que una vez que cualquiera que lo rechaza en el
cielo no tiene una segunda oportunidad para retractarse de su error:
pero en la tierra si, el hombre y la mujer si pueden retractarse de su
error para retomar del fruto de vida, para siempre. Por esta razón,
Adán y Eva como palos cruzados y muertos sobre lo alto del monte santo
de Jerusalén tenían la opción obligada de recibir el fruto de vida
eterna, y esta vez con clavos y sangre santísima sobre sus cuerpos
inertes, para volver a la vida eterna, y así también sus retoños por
todas las naciones, comenzando por Israel.

Y sólo así Adán y Eva se desconectaron del cordón umbilical de Satanás
y de la serpiente antigua, para reconectarse esta vez al cordón
umbilical del árbol de la vida eterna, nuestro Rabino Yeshua
jaMashíax, el Hijo de Dios, para volver a vivir en el paraíso, y esta
vez para siempre, sin duda alguna. (Hoy en día, Adán y Eva viven
felices en el paraíso y ya no en la carne, huesos y sangre enferma y
contaminada por las mentiras de Satanás y de su serpiente antigua,
sino que viven en el mismo cuerpo del Hijo de Dios, como de su carne,
huesos y sangre santísima para sentir y vivir la salvación cada día.)

Porque solamente comiendo del fruto del árbol de la vida, su Rabino
Yeshua jaMashíax, creyendo en nuestros corazones y confesando su
nombre salvador como el Hijo de Dios, entonces vamos a abandonar la
carne, los huesos y la sangre pecadora y enferma de Adán y Eva, para
ser reemplazada por nuestra verdadera carne, huesos y sangre
celestial, ¡la de nuestro Jesucristo! Y ésta es la verdadera manera de
vivir nuestras vidas en la tierra, como en la tierra de Israel
obediente a Jesucristo, por ejemplo, o como en La Nueva Jerusalén
santa y gloriosa del cielo, para entonces vivir la felicidad sin igual
de la gloria y honra de nuestro Padre celestial y de su Espíritu Santo
rodeado perpetuamente de sus huestes angelicales.

Por eso, cuando nuestro Padre celestial nos ve desde el cielo en el
paraíso o sobre toda la tierra, entonces nos está viendo en la carne,
huesos y sangre rebelde y pecadora a Él y a su Rabino Yeshua
jaMashíax, su Hijo amado, para seguir siendo rebeldes como Adán y Eva
delante de Él y para siempre en la eternidad. Además, nuestro Padre
celestial no nos crea en su corazón santo y con sus manos gloriosas,
para que nosotros llevemos su imagen y su semejanza celestial en
rebelión y pecado eterno, sino para que seamos sus hijos e hijas como
su Jesucristo en el paraíso, en la tierra y así también en La Nueva
Jerusalén santa del cielo.

Por lo tanto, nosotros vivimos en un cuerpo humano exacto al de Adán y
Eva, como en el día que pecan al comer del fruto prohibido del árbol
de la ciencia del bien y del mal, por ejemplo, del cual jamás podemos
escapar para vivir lejos de las mentiras y enfermedades de Satanás y
de su serpiente antigua del paraíso. Sin embargo, si nosotros mismos
reconocemos en nuestros corazones y confesamos con nuestros labios el
pecado de Adán y Eva delante de nuestro Padre celestial, entonces
estamos rechazando el fruto prohibido del árbol de la ciencia del bien
y del mal, para comer y beber por siempre del fruto del árbol de la
vida, nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, ¡nuestro Señor Jesucristo!

Ahora, al comer y beber del fruto del árbol de la vida cada uno de
nosotros, en oración y fe, en nuestros millares, de todas las
familias, razas, pueblos, linajes, ciudades y reinos del mundo entero,
entonces estamos reemplazando el fruto prohibido que vive en nuestros
cuerpos para mal, por el fruto de vida eterna para bien, ¡nuestro
Señor Jesucristo! Y es así como nuestro Padre celestial, por los
poderes sobrenaturales de su Espíritu Santo, entonces puede con cada
uno de nosotros reemplazar no solamente el fruto prohibido por el
fruto de la salud eterna, sino que también reemplaza nuestra carne,
huesos y sangre pecadora por la de su Rabino Yeshua jaMashíax, su
unigénito, para vivir la felicidad eterna desde ya.

Por eso que cada vez que comemos y bebemos del fruto del árbol de la
vida, en oración y fe, delante de nuestro Padre celestial, entonces
poco a poco, pero seguro, vamos cambiando de cuerpo y sangre de Adán y
Eva por el cuerpo santísimo e infinitamente milagroso y sobrenatural
de nuestro Señor y salvador Jesucristo, ¡el Santo de Israel! Para ya
no más vivir en pecado y rebeldes delante de nuestro Padre celestial y
de su árbol de la vida eterna, sino que viviremos en amor eterno, paz,
gozo, santidad, equidad, verdad, prosperidad, justicia, compasión y en
bendiciones de muchas cosas gloriosas de cada día de nuestras vidas y
hasta que finalmente regresamos al paraíso, para quedarnos para
siempre.

Por eso, nuestro Padre celestial se vuelve con compasión eterna hacia
Jerusalén para bendecirla y edificarla, pero no con cosas perecederas
de este mundo sino con las cosas de la vida eterna del reino
angelical, su Rabino Yeshua jaMashíax, para que sea nuestra fuente de
perdón, vida y salud eterna por toda la tierra y para muchas
generaciones venideras. Pues, en ella se manifiesta gloriosamente la
Casa de Oración de nuestro Padre celestial, porque en su día nuestro
Señor Jesucristo nace del vientre virgen de la hija de David, para
nacer bañado en sangre bendita, como en el inicio de un holocausto
infinito desde su nacimiento, el cual jamás tendrá fin delante de
nuestro Padre celestial, eternamente y para siempre.

Pues, es nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, el Santo de Israel, el que
se instala sobre todo lo alto de Jerusalén, como el cordón umbilical
sangriento para entregar bendición, salud y salvación sin fin a cada
hombre, mujer, niño y niña de Israel y de las naciones de la humanidad
entera. Pues es su vida y sangre santísima la que nos da vida y salud
cada día de nuestras vidas en el paraíso, en la tierra y así también
para la eternidad venidera de La Nueva Jerusalén celestial, para jamás
volver a vivir del cordón umbilical de Adán y Eva, sino la del Rabino
Yeshua jaMashíax, ¡nuestro Señor y salvador Jesucristo!

Y si, hoy en día, hay muchos por toda la tierra viviendo del cordón
umbilical de Adán y Eva, entonces están sufriendo males que no
deberían sufrir más, porque nuestro Señor Jesucristo desciende del
cielo para injertarnos a su cordón umbilical que nos da de su pan y
vino de vida eterna, para no sufrir ni morir más, para siempre. Por
ello, vivir cada día conectado al cordón umbilical sangriento, el cual
nuestro Padre celestial tiende con amor eterno sobre Jerusalén, para
perdón, para salud, para bendición y salvación eterna, verdaderamente
es para no volver a vivir jamás la vida pecadora de Adán y Eva, en la
tierra y así también en La Nueva Jerusalén santa y perfecta del
cielo.

Sin duda, éste es el cordón umbilical lleno de vida eterna, del cual
una vez que sale del vientre virgen de la hija de David, para darnos a
nuestro Rabino Yeshua jaMashíax como el Santo de Israel, jamás se
desconecta del Espíritu humano del hombre, empezando por todo Israel y
así también por todas las naciones de la tierra. Además, nuestro Padre
celestial lo hace así con Israel y las naciones en su día, para que
dejen de vivir en tinieblas del pecado y de la rebelión terrible hacia
su fruto de vida eterna, nuestro Señor Jesucristo, y más bien vivan
conectados por siempre a la luz de la nueva vida eterna, de su nuevo
reino angelical y universal.

Para que así nuestro Padre celestial ya no vea más al hombre en la
carne, huesos y sangre pecadora de Adán y Eva, sino para que lo vea
cada día y para siempre en la carne, huesos y sangre perfecta y
santificadora de su árbol de la vida eterna, nuestro Rabino Yeshua
jaMashíax, ¡el Santo de Israel y de las naciones! Por amor a su nombre
santo, nuestro Padre celestial aún no remueve su cordón umbilical de
su unigénito, nuestro Señor Jesucristo, alzada sobre lo alto del monte
santo de Jerusalén, para que todo aquel que crea en su corazón y así
confiese con sus labios el nombre salvador de su Rabino Yeshua
jaMashíax, entonces tenga salud eterna desde ya.

Además, esto de estar conectado al cordón umbilical de salud y de vida
eterna, en verdad, es la felicidad infinita de nuestro Padre celestial
y de sus huestes angelicales cada día de sus vidas santísimas del
reino de los cielos, para que cada uno de nosotros también la
disfrutemos en la tierra, y sin Satanás desde hoy y para siempre.
Porque desde el día en que Adán y Eva creen a las mentiras de la
serpiente antigua del Edén, entonces cada uno de nosotros, crea o no,
está conectado, por inicio, no solamente al cordón umbilical de Adán y
Eva sino también de Satanás y de su serpiente mentirosa, para seguir
sufriendo males de problemas, dificultades, enfermedades y hasta
muertes terribles.

Pero, desde el momento que comenzamos a creer en nuestros corazones y
así confesamos con nuestros labios el nombre salvador de nuestro
Rabino Yeshua jaMashíax, entonces nos desconectamos automáticamente
del cordón umbilical de Adán y Eva, para ser conectados al cordón
umbilical de la salud y la vida eterna de nuestro Señor Jesucristo,
para vivir sólo la felicidad infinita cada día. Hoy, no esperes más,
conéctate al cordón umbilical de nuestro Señor Jesucristo, para que
empieces a vivir desde ya la bendición y la felicidad eterna de una
nueva vida infinita de nuestro Padre celestial y de su Espíritu Santo,
la cual sólo te hará bien a ti y a los tuyos a cada hora de tu vida
por toda la tierra.

Porque vivir conectado al cordón umbilical de nuestro Señor
Jesucristo, entonces estás conectado a la vida angelical de nuestro
Padre celestial y de su Espíritu Santo, para recibir a cada hora tus
derechos y privilegios celestiales que te pertenecen a ti, por inicio,
desde el día en que fuiste formado en las manos de nuestro Hacedor,
para que seas su retoño infinitamente. Ciertamente, la compasión de
nuestro Padre celestial te seguirá siempre, porque crees en tu corazón
y confiesas con tus labios su obra sobrenatural que hace por ti
milagrosamente, al desconectarte del cordón umbilical de Adán y Eva,
para conectarte inmediatamente por medio del renacimiento de su
Espíritu Santo al cordón umbilical de su Jesucristo, para vivir tu
vida postreramente sin Satanás.

Y una vida sin Satanás, realmente, es una vida sumamente gloriosa a
cada hora de tu vida hasta más allá del infinito; ahora imagínate
vivir conectado a tu verdadero cordón umbilical del Hijo de Dios,
nuestro Rabino Yeshua jaMashíax, será una vida tan gloriosa en la
tierra y así también en la eternidad, sin duda, para que vivas
infinitamente feliz. Tu felicidad te la entrega nuestro Padre
celestial por la compasión que siente por Jerusalén, para que ya no
vivas más agobiado por Satanás y sus mentiras de siempre, sino para
que vivas feliz como los ángeles del cielo, los cuales sirven y adoran
a su Rabino Yeshua jaMashíax como su Hijo amado, ¡el Santo de Israel
para la eternidad!


El amor (Espíritu Santo) de nuestro Padre celestial y de su Jesucristo
es contigo.


¡Cultura y paz para todos, hoy y siempre!


Dígale al Señor, nuestro Padre celestial, de todo corazón, en el
nombre del Señor Jesucristo: Nuestras almas te aman, Señor. Nuestras
almas te adoran, Padre nuestro. Nuestras almas te rinden gloria y
honra a tu nombre y obra santa y sobrenatural, en la tierra y en el
cielo, también, para siempre, Padre celestial, en el nombre de tu Hijo
amado, nuestro Señor Jesucristo.

LAS MALDICIONES BIBLICAS, para los que obran maldad día y noche,
(Deuteronomio 27: 15-26):

“‘¡Maldito el hombre que haga un ídolo tallado o una imagen de
fundición, obra de mano de tallador (lo cual es transgresión a la Ley
perfecta de nuestro Padre celestial), y la tenga en un lugar secreto!’
Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que le reste importancia a su padre o a su madre!’ Y
todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que cambie de lugar los limites de propiedad de su
prójimo!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que desvié al ciego de su camino!’ Y todo el pueblo
dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que falsee el derecho del extranjero, del huérfano y de
la viuda!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que se acueste con la mujer de su padre, porque
descubre la desnudes de su padre!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que tenga contacto sexual con cualquier animal!’ Y todo
el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que se acueste con su hermana, hija de su padre o hija
de su madre!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que se acueste con su suegra!’ Y todo el pueblo dirá:
‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que a escondidas y a traición hiera de muerte a su
semejante, sin causa alguna!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que acepte soborno para matar a un inocente, sin causa
alguna!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

“‘¡Maldito el que no cumpla las palabras de esta ley, poniéndolas por
obra en su diario vivir en la tierra!’ Y todo el pueblo dirá: ‘¡Amén!’

LOS ÍDOLOS SON UNA OFENSA / AFRENTA A LA LEY PERFECTA DE DIOS

Es por eso que los ídolos han sido desde siempre: un tropiezo a la
verdad y al poder de Dios en tu vida. Un tropiezo eterno, para que la
omnipotencia de Dios no obre en tu vida, de acuerdo a la voluntad
perfecta del Padre celestial y de su Espíritu Eterno. Pero todo esto
tiene un fin en tu vida, en ésta misma hora crucial de tu vida. Has de
pensar quizá que el fin de todos los males de los ídolos termine,
cuando llegues al fin de tus días. Pero esto no es verdad. Los ídolos
con sus espíritus inmundos te seguirán atormentando día y noche entre
las llamas ardientes del fuego del infierno, por haber desobedecido a
la Ley viviente de Dios. En verdad, el fin de todos estos males está
aquí contigo, en el día de hoy. Y éste es el Señor Jesucristo. Cree en
Él, en espíritu y en verdad. Usando siempre tu fe en Él, escaparas los
males, enfermedades y los tormentos eternos de la presencia terrible
de los ídolos y de sus huestes de espíritus infernales en tu vida y en
la vida de cada uno de los tuyos también, para la eternidad del nuevo
reino de Dios. Porque en el reino de Dios su Ley santa es de día en
día honrada y exaltada en gran manera, por todas las huestes de sus
ángeles santos. Y tú con los tuyos, mi estimado hermano, mi estimada
hermana, has sido creado para honrar y exaltar cada letra, cada
palabra, cada oración, cada tilde, cada categoría de bendición
terrenal y celestial, cada honor, cada dignidad, cada señorío, cada
majestad, cada poder, cada decoro, y cada vida humana y celestial con
todas de sus muchas y ricas bendiciones de la tierra, del día de hoy y
de la tierra santa del más allá, también, en el reino de Dios y de su
Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo!, ¡El Todopoderoso de Israel y de las
naciones!

SÓLO ÉSTA LEY (SIN ROMPERLA) ES LA LEY VIVIENTE DE DIOS

Esta es la única ley santa de Dios y del Señor Jesucristo en tu
corazón, para bendecirte, para darte vida y vida en abundancia, en la
tierra y en el cielo para siempre. Y te ha venido diciendo así, desde
los días de la antigüedad, desde los lugares muy altos y santos del
reino de los cielos:

PRIMER MANDAMIENTO: “No tendrás otros dioses delante de mí”.

SEGUNO MANDAMIENTO: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo
que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas
debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni les rendirás
culto, porque yo soy Jehová tu Dios, un Dios celoso que castigo la
maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la
cuarta generación de los que me aborrecen. Pero muestro misericordia
por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos”.

TERCER MANDAMIENTO: “No tomarás en vano el nombre de Jehová tu Dios,
porque Él no dará por inocente al que tome su nombre en vano”.

CUARTO MANDAMIENTO: “Acuérdate del día del sábado para santificarlo.
Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día será
sábado para Jehová tu Dios. No harás en ese día obra alguna, ni tú, ni
tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu animal, ni el
forastero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días Jehová
hizo los cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y
reposó en el séptimo día. Por eso Jehová bendijo el día del sábado y
lo santificó”.

QUINTO MANDAMIENTO: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días
se prolonguen sobre la tierra que Jehová tu Dios te da”.

SEXTO MANDAMIENTO: “No cometerás homicidio”.

SEPTIMO MANDAMIENTO: “No cometerás adulterio”.

OCTAVO MANDAMIENTO: “No robarás”.

NOVENO MANDAMIENTO: “No darás falso testimonio en contra de tu
prójimo”.

DECIMO MANDAMIENTO: “No codiciarás la casa de tu prójimo; no
codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su
buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo”.

Entrégale tu atención al Espíritu de Dios y déshazte de todos estos
males en tu hogar, en tu vida y en la vida de cada uno de los tuyos,
también. Hazlo así y sin más demora alguna, por amor a la Ley santa de
Dios, en la vida de cada uno de los tuyos. Porque ciertamente ellos
desean ser libres de sus ídolos y de sus imágenes de talla, aunque tú
no lo veas así, en ésta hora crucial para tu vida y la vida de los
tuyos, también. Y tú tienes el poder, para ayudarlos a ser libres de
todos estos males, de los cuales han llegado a ellos, desde los días
de la antigüedad, para seguir destruyendo sus vidas, en el día de hoy.
Y Dios no desea continuar viendo estos males en sus vidas, sino que
sólo Él desea ver vida y vida en abundancia, en cada nación y en cada
una de sus muchas familias, por toda la tierra.

Esto es muy importante: Oremos junto, en el nombre del Señor
Jesucristo. Vamos todos a orar juntos, por unos momentos. Y digamos
juntos la siguiente oración de Jesucristo delante de la presencia
santa del Padre celestial, nuestro Dios y salvador de todas nuestras
almas:

ORACIÓN DEL PERDÓN

Padre nuestro que estás en los cielos: santificada sea la memoria de
tu nombre que mora dentro de Jesucristo, tu hijo amado. Venga tu
reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo así también en la
tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Perdónanos nuestras
deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos
metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el
poder y la gloria por todos los siglos. Amén.

Porque sí perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre celestial
también os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres,
tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

Por lo tanto, el Señor Jesús dijo, "Yo soy el CAMINO, y la VERDAD, y
la VIDA ETERNA; nadie PUEDE VENIR al PADRE SANTO, sino es POR MÍ”.
Juan 14:

NADIE MÁS TE PUEDE SALVAR.

¡CONFÍA EN JESÚS HOY!

MAÑANA QUIZAS SEA DEMASIADO TARDE.

YA MAÑANA ES DEMASIADO TARDE PARA MUCHOS, QUE NO LO SEA PARA TI Y LOS
TUYOS, EN EL DÍA DE HOY.

- Reconoce que eres PECADOR en necesidad, de ser SALVO de éste MUNDO y
su MUERTE.

Dispónte a dejar el pecado (arrepiéntete):

Cree que Jesucristo murió por ti, fue sepultado y resucito al tercer
día por el Poder Sagrado del Espíritu Santo y deja que entré en tu
vida y sea tu ÚNICO SALVADOR Y SEÑOR EN TU VIDA.

QUIZÁS TE PREGUNTES HOY: ¿QUE ORAR? O ¿CÓMO ORAR? O ¿QUÉ DECIRLE AL
SEÑOR SANTO EN ORACIÓN? -HAS LO SIGUIENTE, y di: Dios mío, soy un
pecador y necesito tu perdón. Creo que Jesucristo ha derramado su
SANGRE PRECIOSA y ha muerto por mi pecado. Estoy dispuesto a dejar mi
pecado. Invito a Cristo a venir a mi corazón y a mi vida, como mi
SALVADOR.

¿Aceptaste a Jesús, como tu Salvador? ¿Sí _____? O ¿No _____?

¿Fecha? ¿Sí ____? O ¿No _____?

Sí tu respuesta fue Sí, entonces esto es solo el principio de una
nueva maravillosa vida en Cristo. Ahora:

Lee la Biblia cada día para conocer mejor a Cristo. Habla con Dios,
orando todos los días en el nombre de JESÚS. Bautízate en AGUA y en El
ESPÍRITU SANTO DE DIOS, adora, reúnete y sirve con otros cristianos en
un Templo donde Cristo es predicado y la Biblia es la suprema
autoridad. Habla de Cristo a los demás.

Recibe ayuda para crecer como un nuevo cristiano. Lee libros
cristianos que los hermanos Pentecostés o pastores del evangelio de
Jesús te recomienden leer y te ayuden a entender más de Jesús y de su
palabra sagrada, la Biblia. Libros cristianos están disponibles en
gran cantidad en diferentes temas, en tu librería cristiana inmediata
a tu barrio, entonces visita a las librerías cristianas con
frecuencia, para ver que clase de libros están a tu disposición, para
que te ayuden a estudiar y entender las verdades de Dios.

Te doy las gracias por leer mí libro que he escrito para ti, para que
te goces en la verdad del Padre celestial y de su Hijo amado y así
comiences a crecer en Él, desde el día de hoy y para siempre.

El salmo 122, en la Santa Biblia, nos llama a pedir por la paz de
Jerusalén día a día y sin cesar, en nuestras oraciones. Porque ésta es
la tierra, desde donde Dios lanzo hacia todos los continentes de la
tierra: todas nuestras bendiciones y salvación eterna de nuestras
almas vivientes. Y nos dice Dios mismo, en su Espíritu Eterno: “Vivan
tranquilos los que te aman. Haya paz dentro de tus murallas y
tranquilidad en tus palacios, Jerusalén”. Por causa de mis hermanos y
de mis amigos, diré yo: “Haya paz en ti, siempre Jerusalén”. Por causa
de la casa de Jehová nuestro Dios, en el cielo y en la tierra:
imploraré por tu bien, por siempre.

El libro de los salmos 150, en la Santa Biblia, declara el Espíritu de
Dios a toda la humanidad, diciéndole y asegurándole: - Qué todo lo que
respira, alabe el nombre de Jehová de los Ejércitos, ¡el Todopoderoso!
Y esto es, de toda letra, de toda palabra, de todo instrumento y de
todo corazón, con su voz tiene que rendirle el hombre: gloria y loor
al nombre santo de Dios, en la tierra y en las alturas, como antes y
como siempre, para la eternidad.


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http://radioalerta.com

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