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De entre todas las leyendas que circulan en los medios masónicos a
efectos didácticos e iniciáticos, la figura y la muerte de Hiram ocupa
un papel central. Revisar el contenido, las implicaciones y el
nacimiento de este tema, son fundamentales para encuadrar el papel
histórico e ideológico de la masonería.
A pesar de unos pocos testimonios que remontan la leyenda de Hiram al
siglo XVII (1), se acepta unánimemente que ésta se incorporó a la
masonería especulativa entre 1720 y 1723 y lo hizo, no sin suscitar
ciertas resistencias (2). En una rama de la masonería operativa
francesa, los "Hijos del Maître Jacques", se cita al legendario
arquitecto del Templo de Salomón que resulta asesinado por unos
rivales; pero no se llama Hirám, sino "Maître Jacques" y, por lo
demás, nace y muere en Francia y, en absoluto, resucita.
No hay duda que el pastor Anderson cuando recibió el encargo de
compilar los antiguos usos y costumbres de la masonería operativa,
destruyó muchos documentos en lo que se ha calificado como auténtico
auto de fe. A partir de ese momento se hizo muy difícil reconstruir
cuales eran las leyendas y tradiciones del período anterior. Es
posible que Anderson y Desaguliers aprovecharan algunos residuos que
encontraron en estos documentos y con ellos construyeron la leyenda de
Hiram, o es posible incluso que, tomaran a este personaje secundario
en la mitología de los masones "operativos" y lo magnificaran a
efectos didácticos.
La masonería actual utiliza la leyenda de Himan en la ceremonia de
iniciación al tercer grado, el de Maestro. Como mínimo hasta 1730 esta
iniciación no era obligatoria. Prichard -un famoso autor masónico-
escribió ese año: "No hay un masón de cada cien que pague los gastos
exigidos por "The Master's Part" [el grado de maestro], si no es por
interés"(3). En 1738, la leyenda ya se había extendido por las logias
y algunas la representaban; de ésta forma, poco a poco, fue
difundiéndose por la nueva masonería especulativa. Tras conocer como
llegó la leyenda de Hiram al acervo masónico, veamos ahora la
importancia que tiene en la doctrina de la sociedad.
A lo largo del siglo XVIII se fue elaborando la doctrina masónica. Los
tres primeros grados -a decir verdad, los únicos importantes-
"aprendiz", "compañero" y "maestro", corresponden a los "tres mundos",
el mundo físico, el mundo intermedio y el mundo espiritual. Los dos
primeros grados, son una preparación para la verdadera e importante
iniciación conferida en el tercer grado, el de maestro. La iniciación
al grado de Aprendiz confiere el dominio sobre el mundo material y en
cuestiones de realidad corporal. El grado de maestro, da acceso al
mundo espiritual y supraindividual y, finalmente, el de compañero
debería de dar el dominio sobre el plano psíquico (4). Sin embargo, en
la actualidad el grado de "compañero" está reducido a un mero trámite
entre el grado de "aprendiz" y el de "maestro" y se encuentra vaciado
de contenidos. Se trata, sin embargo de un grado en el que el adepto
debería aprender a controlar su propio mundo interior y su psiquismo.
A nadie se le escapa que se trata de un grado conflictivo; la propia
leyenda de Hiram hace que éste sea muerto, precisamente, por tres
"malos compañeros", es decir por tres compañeros que no han logrado
dominar ese mundo psíquico o astral. La leyenda es como sigue.
Contrariamente a la visión bíblica que quiere que el verdadero
arquitecto del Templo de Salomón fue Dios y que El comunicó
directamente a David los planos y dimensiones a través del profeta
Natán, la leyenda masónica sostiene que Salomón recurrió al Rey de
Tiro, el cual le envió a Hiram, un maestro fundidor. Hiram separó a
los obreros en tres clases a fin de que cada uno pudiera recibir una
paga proporcionada a su mérito y a sus talentos; cada categoría
recibió signos, palabras y toques diferentes y se reunían en tres
puntos concretos del Templo. Los aprendices recibían el salario en la
Columna Jakin, los compañeros en la Columna Boaz y los maestros en la
Cámara Media. Tres compañeros descontentos quisieron forzar a Hiram
para que les diera la palabra y el signo de los maestros. Uno le
golpeó con un martillo en el hombro izquierdo, el segundo con un nivel
en el hombro derecho y el tercero le propinó un mazazo sobre la
frente. Los tres compañeros escondieron el cadáver; al cabo de siete
días Salomón ordenó a nueve maestros que lo buscaran. Quienes
inspeccionaron las tierras de Occidente vislumbraron un resplandor en
lo alto de una colina. Allí encontraron el cadáver de Hiram; plantaron
una rama de Acacia para impedir que se perdiera; cuando fueron a
enterrar el cadáver, tras tocar dos dedos y la muñeca, vieron que
estaba corrompido, entonces un maestro grito "?Mak Benah!" palabra que
pasó, a partir de ese momento, a ser la palabra sagrada del tercer
grado (5).
En el Rito de Emulación se insiste en que "El Grado de Maestro os
invita a reflexionar sobre el terrible tema y os enseña a concebir que
para el hombre justo y virtuoso la muerte es menos temible que la
mentira y el deshonor". El Rito Escocés Antiguo y Aceptado interpreta
el mito de la muerte de Hirám en términos morales: el maestro Hiram
simboliza la Justicia, el Genio y el Arte, mientras los tres malos
compañeros constituyen la perífrasis simbólica de la Ignorancia, el
Fanatismo y la Ambición (6).
En la iniciación al grado de Maestro, el candidato representa a Hiram.
Está móvil y silencioso, tendido sobre un féretro. Cerca de él la
coreografía masónica sitúa la rama de acacia y el triángulo de oro
Está cubierto por un tapiz negro y una tela ensangrentada. El
Venerable de logia que oficia la ceremonia rememora el descubrimiento
del cadáver de Hiram por los nueve maestros masones. Deposita la rama
de acacia sobre la tela. Luego, dirigiéndose a la asamblea, explica la
necesidad de abandonar las antiguas palabras y signos de
reconocimientos y propone difundirla entre los maestros. El Venerable,
ayudado por los vigilantes levanta la tela ensangrentada y el tapiz
negro. El Segundo Vigilante toma al candidato por el dedo índice de la
mano derecha rememorando el descarnamiento de la mano del arquitecto
legendario; pronuncia la palabra "Jakin", el Primer Vigilante hace
otro tanto, tomando el dedo medio y diciendo "Boaz". El Venerable toma
la muñeca derecha, pasa la mano izquierda bajo el hombro derecho,
manteniendo el pie derecho junto al pie derecho del candidato, rodilla
contra rodilla y pecho ocntra pecho; lo levanta ayudado por los
Vigilantes y dice: "Ha recibido la Vida en el seno de la Muerte". Es
entonces cuando el aspirante recibe la palabra del Maestro, "Mak
Benah", la primera parte en un oido y la segundo en el otro. Ya en su
sitial, el Venerable termina: "Hermanos, que nuestra alegría sea
grande en este día; aquel que era parecido a los muertos ha renunciado
a los vicios que podían corromperle y ha recibido una vida nueva".
Se trata de un psicodrama susceptible de muchas lecturas. La moralista
es la que parece más evidente y la más aceptada en el interior de las
logias. La dualidad muerte-resurrección se tiene como una renuncia a
los vicios que corrompen la naturaleza humana. La interpretación
espiritualista, que sostienen algunos sectores masónicos surgidos de
los medios esotéricos del siglo XVIII u ocultistas del XIX, apenas se
vislumbra por ningún sitio. El tema iniciático central -muerte del
hombre viejo y resurrección de un ser renovado- solamente es lícito si
antes, los dos primeros grados, han cumplido su función: dominio y
control sobre el cuerpo y dominio y control sobre el psiquismo. A
partir de este punto, alcanzado durante la iniciación como Compañero,
se abre la puerta a la comprensión del tercer grado: de lo contrario,
la representación de la tragedia de Hiram no deja de ser una
representación teatral necesaria para escalar los más altos grados de
la masonería, pero desprovisto de un contenido objetivo de apertura de
la conciencia a niveles más profundos. Y si esto es así, la masonería
dista mucho de ser una organización iniciática, sino que apenas es
otra cosa hoy que un club adaptado a un cierto tipo de necesidades
sociales. Y esto lleva, dramáticamente, a otro punto: la cuestión de
la regularidad masónica.
Todo esto plantea una cuestión sorprendente y decisiva para juzgar a
la masonería. La iniciación -virtual o efectiva, si hemos de aceptar
la discusión en los términos planteados por René Guenon- que transmite
una organización es válida, si la organización es "regular". La
regularidad queda definida por los ritos, organización y origen. Para
que una organización sea regular sus ritos no deben haber sido
alterados, desde su fundación, al menos en lo esencial. Para ser
válidos, los ritos contienen un elemento "no-humano", que los hace
indiscutibles y, por lo mismo, intocables. El rito no es una creación
consciente de la naturaleza humana, sino algo que trasciende a esa
misma naturaleza humana y que, por tanto, no puede haber surgido de
ella. De aquí deriva la eficacia del rito: el rito es considerado por
las organizaciones iniciáticas como inefable, comparable a la de una
ley física o una fórmula química, tal que si se cumplen todas las
condiciones normales requeridas en la experiencia, se produce el
efecto esperado. Si se altera alguno de los elementos, el resultado
varía. En la cuestión de los ritos, cualquier alteración ha sido
considerada, desde la más remota antigüedad, como un sacrilegio. Los
sacerdotes romanos si cometían un error, aun involuntario, en el
desarrollo de un rito, debían realizar sacrificios expiatorios
extremadametne complejos. En la actualidad, la iglesia tradicionalista
y conservadora sostiene un contencioso con el Vaticano a raíz de la
reforma litúrgica posterior al concilio. Si para el Vaticano se trata
solo de una simple reforma, para los sectores conservadores, la
reforma ha alterado hasta tal punto los contenidos del rito que lo ha
hecho ineficaz.
Y hay que plantearse hasta qué punto, la alteración de los ritos de la
masonería operativa, la invención de nuevos temas, la creación de una
superestructura de grados (33 en el Rito Escocés, 95 en el Rito de
Menphis), la aparición constante de nuevos ritos (especialmente a lo
largo del siglo XVIII y principios del XIX) y, finalmente la
alteración misma de los mismos, no los ha convertido en ineficaces y
las organizaciones que los impartes, en irregulares. Robert Ambelain
lo plantea descarnadamente: "A fuerza de distribuir certificados de
regularidad o de negarlos, la Gran Logia Unida de Inglaterra, sucesora
de la Gran Logia de Inglaterra, la cual había nacido a su vez de la
Gran Logia de Londres y de Westminster, que fue inicialmente la Gran
Logia de Londres, ha terminado por creerse la única regular" (7).
El razonamiento de Ambelain se basa, no solo en la alteración evidente
de los ritos de la antigua franc-masonería operativa, sino en la
condición de Anderson y Desaguliers como profanos que no habían
recibido ninguna iniciación y, por tanto, no tenían autoridad para
conferirla. Tanto Anderson como Desaguliers eran clérigos protestantes
y ocupaban en la logia el cargo de capellanes que, como los médicos,
solamente asistían a las tenidas cuando sus servicios eran requeridos,
estaban allí en razón de su cargo y no en virtud de una admisión
regular. De los ocho primeros masones que constituyeron cuatro logias
en 1714 ni uno solo parece haber sido iniciado regularmente. "La nueva
Gran Logia de Londres se otorgó, como él mismo subraya, la autoridad
que no poseía, sobre todo teniendo en cuenta que había sido fundada
por profanos, no iniciados en las formas rituales y regulares" (8). En
septiembre de 1715, algunos masones operativos pretendieron asistir a
una asamblea de la Logia constituida por Anderson y Desaguliers y sus
siete compañeros. Tras serles impedido el acceso a la reunión, dieron
cuenta de los hechos a la Logia operativa de Londres. Esta declaró
ilegal la nueva formación que cambió inmediatamente de nombre pasando
a llamarse "Logia Antigüedad", expandiéndose por otros barrios
londinenses hasta la fusión de 1717 (9).
Luego, todo lo que deriva de este histórico arranque de la masonería
especulativa, a excepción de las logias estuardistas que se habían
formado en los regimientos exiliados en Saint Germain en Laye en torno
al pretendiente, tienen un carácter irregular y sus ritos de
iniciación son inválidos... El hecho de que la masonería fundada en
1717 y cuyas bases se habían establecido en 1714 y aprobado finalmente
en 1723, consiguiera imponer su autoridad y criterio sobre las
antiguas hermandades operativas, se basó solo en una cuestión de
número, más que de autoridad de origen. La virulencia con que Ambelain
carga contra la masonería inglesa le lleva incluso a decir que "ni
siquiera se trata de una obediencia bastarda, puesto que los bastardos
poseen la sangre y la raza que les reconocían las leyes de la
nobleza"... palabras muy duras para alguién que ostenta una alta
dignidad masónica y martinista.
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NOTAS
(1) Goblet d'Alviella en su estudio sobre "Los orígenes del grado de
Maestro en la Franc-masonería" (Edicomunicación, Barcelona, 1991, pág.
69-70) reconoce que "la leyenda de Hiram, tal como se representa en
nuestras Cámaras del Centro, parece haber sido ignorada por la
francmasonería operativa". Alviella cita el manuscritu
"Regius" (1390), uno de los documentos más importantes, que se
disponen sobre la masonería operativa, no habla ni de Hiram, ni del
Templo de Salomón. El manuscrito "Dowland" menciona solo al rey de
Tiro y el "Cooke" lo considera hijo del Rey de Tiro. Alviella reconoce
que que, durante el siglo XVII, el personaje de Hiram se situaba
completamente en segundo plano: "Si Hiram Abif hubiese figurado, en
ese período en las ceremonias o las tradiciones del oficio, las
Constituciones manuscritas de la época no guardarían como lo hacen un
silencio uniforme e ininterrumpido sobre la existencia real o
legendaria de un personaje tan preminente en la historia y la leyenda
posteriores de la Orden".
(2) En 1725 en uno de los anexos publicados al texto "The Grand
Mystery discovered" se denunciaba que en algunas logias londinenses
"se cuentan extrañas y necias historias a propósito de un árbol que
habría salido de la tumba de Hiram, con hojas maravillosas y un fruto
de una calidad asombrosa, a pesar de ignorar cuándo ni dónde falleció
y sin saber sobre su tumba más que sobre la de Pompeya" (citado por
Goblet d'Alviella, op. cit., pag. 72).
(3) Goblet d'Alviela, op. cit., pág. 71.
(4) Este tema ha sido brillantemente desarrollado por nuestro amigo
Alexandr Duguin en su libro "Rossia, zagadka Evrazii", traducido con
el título "Rusia, el misterio de Euro-asia", Editorial Grupo Libro 88,
SA, Madrid 1992, traducción de Arturo Marián Llanos, págs. 190-2
(5) Existen múltiples versiones detalladas de esa leyenda, nosotros
hemos seguido la expuesta por Pierre Mariel en su libro "Rituales e
iniciaciones en las sociedades secretas", Espasa Calpe, SA, Madrid
1978, págs. 35-42. También puede encontrarse una versión más detallada
en "El Secreto Masónico", Robert Ambelain, Editorial Martínez Roca,
Barcelona 1987, págs. 39-51. Si se desea consultar un texto masónico,
puede recurrirse a "Francmaçonnerie, Ritual du Grade de Maûtre" por J.-
M. Ragon, edición original Teissier, París 1859, págs. 9-15,
recientemente reeditado en edición facsímil por Les Rouyat, Ventabren
1976.
(6) "Dictionnaire de la Franc-maçonnerie", elaborado bajo la dirección
de Daniel Ligou, Presses Universitaires de France, París 1987, vocablo
"Hiram", pág. 577.
(7) Robert Ambelain, "El secreto masónico", op. cit., pág. 219.
(8) Op. cit., pág. 222.
(9) Ambelain, op. cit., pág. 121-122.