En medio de una espiral de cambios, la vida de los Andrew ha vuelto a estar de cabeza. Anthony murió en medio de una cacería que Albert convocó para presentar a Candy ante la familia. Que haya sido un accidente casi común no le quita la culpa.
Su tía lo ha responsabilizado por su capricho de acoger a Candy y también deposita la culpa en ella, ya que era quien estaba presente. El dolor de ambas se suma a la carga que ahora pesa sobre sus hombros, no solo de ellas, Alistair, Archibald y hasta Vincent, el padre de Anthony, sufren por la perdida del querido muchacho.
Ya nunca le podrá volver a dar a Anthony ese abrazo que tanto esperaba, ya no se presentará ante él y le contará todas las cosas que sabe de Rosemary, ya no serán el par imparable de la economía del país.
Mientras todos se toman una pausa en sus vidas para procesar el luto, el proyecto de expansión en Londres está listo para ser puesto en funcionamiento. Apenas ha podido compartir el momento con Georges y desde la distancia presenciar el funeral, antes de subirse a un barco y cruzar el Atlántico nuevamente.
El cambio de aire le sienta bien, Londres tiene su propio ambiente y no es fácil volver al pasado cuando hay que esforzarse por adaptarse al cambio de rutina. Con la convicción de que un cambio similar traerá a los chicos una mejoría, ordenó su traslado a un internado en Londres donde concluirán sus estudios antes de que ingresen a la universidad.
El manejo desde las sombras del nuevo modelo de negocio, donde lo único que tiene que hacer es supervisar los informes y aprobar tareas o sugerir cambios, le deja tiempo libre durante el día por lo que después de días de vagar por las calles y los negocios decide emplearse en el zoológico Blue River en cuanto vio el cartel de que solicitaban personal.
Con los animales no tiene que cuidar lo que dice ni les importa quien es él siempre y cuando les traiga su comida. Los ancianos y la tía Elroy no comprenden como eso le trae paz y no las cosas que ellos tienen por "normales".
Una noche encontró una cara amiga que si lo comprende. Candy escapó del internado e inició una serie de visitas al zoológico. Fue reconfortante verla sonreír de nuevo, que llevará a sus amigos y a sus primos, incluso estaba creciendo en ella una nueva ilusión. Era el vivo estandarte de que no se equivocó con su decisión de alejarlos de Lakewood.
Con sus protegidos recuperados y el negocio marchando con éxito, se llenó de la confianza que necesitaba para hacer un descanso en sus responsabilidades y tomar una vacaciones a su gusto. Algunos de los empleados y doctores del zoológico habían estado en África, Albert escuchaba con entusiasmo de sus experiencias, así que cuando se presentó la oportunidad de unirse a una expedición no lo dudo ni un instante.