Mirando el anillo por tercera ocasión en esa hora, Albert se pregunta si no se está apresurando a entregárselo a Candy. Ella no tiene forma de saber que esa joya ha sido usada en las ultimas generaciones de su familia como anillo de compromiso, pero después de la forma en que ella lo miró ayer en la fiesta por su cumpleaños 30, quiere que las cosas avancen rápidamente para que compartan juntos el resto de su vida.
Desde luego Candy tiene muchas cosas por vivir y él apenas acaba de ser presentado ante la familia y la sociedad en general como el hombre donde converge todo el poder de los Andrew, no es momento de poner su vida privada por delante, después de tantos años de haberlo hecho.
En el último año las vidas de ambos fueron vertiginosas. Candy se separó del muchacho al que amaba, fue despedida de su trabajo, sufrió por el desempleo hasta el Dr. Martín la contrató, fue acosada por Neil Legan y hasta estuvo siendo forzada a aceptar un matrimonio con él, abandonó Chicago para regresar al hogar de su infancia.
Sin contar con los incidentes que Albert agregó a su, de por sí, convulsionada vida. Candy siguió desafiando a todos al tomarlo bajo su cuidado cuando él abandonó el hospital.
Sin un destino claro debido a su amnesia, Albert no tenía planes ni una pequeña pista de como iba a encontrar un techo o ganarse un sustento, solo caminó hasta que el parque natural de Chicago estuvo frente a él. Por primera vez en mucho tiempo se sintió en paz y dejó que la naturaleza ejerciera su poder curativo. Fue ahí, donde apenas unas horas después de que había abandonado el hospital, que Candy lo encontró. Le reveló que ella lo conocía de antes, que Albert era su real nombre y que ella estaba en deuda con él por salvarle la vida. Ella era tan sincera en su deseo de devolver la amabilidad que en el pasado había recibido de él, que le creyó, le creyó que en el pasado era una persona buena, una persona que merecía los riesgos que ella estaba a punto de correr por él y también porque Albert sabía que nunca podría abandonarla tras ver sus lagrimas rodar por sus mejillas. Contadas personas han llorado por él aunque en ese entonces no lo recordaba.
Esa joven era un reflejo de lo que era él. Ambos estaban solos y se beneficiarían mutuamente de su compañía. Haciéndose pasar por hermanos no fue difícil conseguir un apartamento, que él haya recuperado el tono rubio de su cabello ayudó bastante. Ella en esos días parecía tan feliz, llena de ilusiones por volver a ver a Terry, el amigo del que estaba enamorada, en Nueva York. Pero las cosas no fueron como esperaba y se tuvieron que separar. La persona que regresó de ese viaje era distinta aunque su bondad y amabilidad seguían intactas. Aun cuando Albert se esforzaba por ayudar, terminaba envuelto en accidentes de auto u ocultándole cosas que, al descubrirlas, le provocaban más daño.
Puede que haya sido esa tensión adicional lo que propició el regreso de su memoria. Debió contárselo a Candy en el momento en que sucedió, pero eso reveló que los unían más lazos de los que creía. Fue Albert quién acogió a Candy en el seno de la familia Andrew y si le revelaba su identidad estaría apresurando su regreso a las atribuciones que le correspondían. No era el momento de descuidar a Candy.
Se reunió en secreto con Georges y sus abogados, lo que lo llevó a enturbiar su reputación en el lugar donde vivían. Aunque se esforzaba por mantener ambas vidas separadas fue imposible no elegir una, por un lado tenía a Candy recuperándose y por el otro la familia era golpeada nuevamente por la tragedia y Stear, que se había enrolado en la fuerza área para pelear en la guerra en Europa, había sido abatido en combate.
Se despidió de Candy mediante una carta, no supo cuanto la afectaría hasta que supo que dedicó su tiempo a buscarlo. Ella estaba cerrando ciclos y heridas abiertas. Con Terry primero y con el tío abuelo William después. Aliviada de saber que Terry volvía a los escenarios después de la debacle causada por su rompimiento y que el tío abuelo William no era alguien que impusiera compromisos en contra de la voluntad de otros. Ella tomó el control de su vida y volvió al Hogar de Pony para continuar con los planes que tenía antes de cambiarlos por quedarse en Chicago para ocuparse de la recuperación de Albert.
Todo parecía estar en el orden adecuado excepto por el pequeño misterio que encerraba el broche del llamado Príncipe de la Colina de quien Candy le hablaba con tanto anhelo cuando compartían el departamento Magnolia. Las conexiones entre ellos parecían inagotables.
Albert estaba igualmente interesado en saber como reaccionaría Candy a esa revelación. ¿El interés de Candy por aquel chico se resolvería o se renovaría al conocer a la persona real detrás de esa fantasía?. Afortunadamente fue lo segundo, ella quiso saberlo todo sobre él. Llenar los huecos, conocer sus motivaciones, enternecerse con sus anécdotas y recuerdos.
Regresó el anillo a su estuche y pospuso esa decisión hasta estar de vuelta de su próximo viaje a Sao Paulo, Brasil.