Jaime Bayly: un valle de lágrimas

0 views
Skip to first unread message

Carlos Angulo Rivas

unread,
May 28, 2011, 4:11:14 PM5/28/11
to
"Cuento de apostillas: Jaime Bayly: un valle de lágrimas" publicación en UNION UNIVERSAL DE ESCRITORES Y ARTISTAS HISPANOAMERICANOS.

Para ver tu entrada de blog destacada, visita:
http://escritoresyartistashispanos.ning.com/profiles/blog/list?promoted=1&xg_source=msg_feat_blogpost



Cuento de apostillas 

Jaime Bayly: un valle de lágrimas

Carlos Angulo Rivas

-A mí me contrataron para hundir a Ollanta, ese comandantucho que quiere ser presidente. Así empezó Jaimito, entre los brazos de su amante, a relatar la historia. Haciéndome el difícil con los entusiastas ejecutivos del canal de la tele me puse caro y aceptaron. Lo que pidas me informaron, la cuestión es sepultar las aspiraciones presidenciales de Ollanta y su gente. Bajo esta consigna, siguiendo uno de los consejos de mi amigo, el señor presidente, me puse caro en grado superlativo y del mismo modo aceptaron. Tu sabes que “la plata llega sola” me dijo un día el presidente y yo no le creía, pero cuánta razón tenía. Debo reconocerlo, hoy comprobándolo sin moverme de Miami, sin mayor esfuerzo, he llenado la bolsa. Estoy admirado de su experiencia en los negocios turbios, se pasa el monumental gordo, se pasa, lo digo de a verdad. -Concretamente, a mí me interesan un rábano las elecciones, me importa un ¡carajo! quién sea presidente. A mí me interesa la plata, si pagan bien me tiro a cualquiera que me pongan por delante. Me dan la pantalla chica en hora preferencial y san se acabó, lo demás depende del libreto. Ellos ganan, yo también, así sin los negocios, por eso me encanta la libertad de expresión. ­-Mis amigos de El Comercio me otorgaron carta libre y aceptaron todos mis requerimientos. Da gusto tratar con gente de alto nivel, con los “peruanos de bien,” pues por costumbre, tú sabes, yo no me junto con la chusma ni con los marginales. La chusma tiene su lugar, eso lo tengo claro. Lo malo de este asunto está en que después de los tres primeros programas dominicales que les envié desde acá, inspirados por mí mismo frente al mar Atlántico, me vienen con la tontería de haber sido aburrido, monotemático y cansino. ¿Puedes creer, yo cansino con mi sex appeal y mi irresistible peinado a la cachetada? Hasta mi estilista Jokoko esta ofendido. Y no es para menos, cansino yo, yo cansino, por favor ¿Qué se habrán creído los peruanos?

La idea de ir a Miami a conversar con Jaimito salió del jefe de programaciones del canal cuatro. A él, primero que a nadie, se le ocurrió ir a tomar cuentas de la millonaria inversión. Tres domingos seguidos con la misma cantaleta del supuesto golpe de estado contra el gobierno democrático del presidente Toledo, desde una humilde comisaría de provincias, no había despertado mayor interés en los televidentes. La gente comentaba que un golpe de estado se da con tanques y aviones sobrevolando la capital, tomando las principales emisoras de radio y TV, el palacio de gobierno y el congreso, y no con rifles pasados de moda encontrados en una alejada comisaría a cargo de policías subalternos de tercer rango. –Para atacar a Ollanta por las acciones de su hermano Antauro, sentenciado por esos hechos insurgentes producidos cinco años atrás, esta pintado; puede estar bien la pelotudez –dijo uno de los comisionados– pero nadie cree en la teoría del golpe de estado inventada por ti, Jaimito.–

Tampoco creían en la seriedad de un periodista pagado exclusivamente para mentir y menos en Jaimito dados sus antecedentes histriónicos, bufos y chacoteros en la tele, artificios con los cuales había ganado una relativa audiencia como programa de entretenimiento, risa y diversión. El público extrañaba el diálogo directo con los invitados, el contrapunteo de la réplica, los desplantes amariconados y sus propias declaraciones de homosexual consumado que repetía, ocasionalmente, con la pretensión de escandalizar a unas cuantas mojigatas pegadas a la iglesia o a los mojigatos que no querían salir del closet arriesgando una condena del cardenal Cipriani.

–Los efectos de mi campaña de demolición no pueden ser inmediatos se quejó Jaimito indignado, tirándose el pelo para atrás con ademán agresivo. Yo les voy a demostrar que mis dardos envenenados contra el comandantucho son efectivos, están llegando al corazón del pueblo y ustedes no se dan cuenta. La derrota total de Ollanta me la van a tener que agradecer –señalo impetuoso Jaimito frente a los directivos del canal de la tele, de visita en los lujuriosos aposentos del animador en la playa sur de Miami. Vestido de bata floreada, de seda natural de fondo fucsia, Jaimito nunca había sentido en carne propia la dureza de las críticas, las malas caras de quienes creían haber sido víctimas de una tomadura de pelo; nunca tampoco había recibido una llamada de atención por la ausencia de profesionalismo en sus programas. Sin embargo, en este bautizado plan Cadete, el mundo se le venia abajo.

Luego de un rato recién se había apaciguado. Estaba allí arrinconado discutiendo y defendiéndose de los severos juicios hechos a su persona y sobre todo a su poco elaborado programa. Y como no pudo contener la avalancha de críticas, rabioso se levantó de su asiento y fue a pararse frente a la ventana de vista panorámica dándole la espalda a los comisionados. Allí se puso a mirar el horizonte sin responder las nerviosas preguntas de los visitantes. Como si no escuchara a nadie, absorto miraba la ilusoria línea divisoria entre el mar y el cielo; hasta que de súbito, lo mejor de su actuación estuvo cuando dándose impulsiva vuelta sobre sus talones comenzó a hablar. Una carraspera rebuscada, que llamaba al silencio, precedió sus palabras.

–Amigos –dijo- recuerden mi trayectoria y mis éxitos en la tele. Antes que todo les diré que yo conozco a los peruanos mucho más de lo que ustedes piensan. Son todos unos llorones, susceptibles, impresionables e ignorantes en su gran mayoría. Para ellos no hacen falta muchos argumentos sino un caballito de batalla que pegue. Por lo pronto al teniente coronel Ollanta ya lo tengo en la mira de golpista, expulsado del ejército, “chavista,” cruel asesino y facineroso. –Nosotros tenemos el poder de la prensa escrita, la tele y todos las radios de lima y provincias, Ollanta no puede ganarnos. La “guerra sucia” es total. Tenemos a nuestro favor a mi amigo, el señor presidente, y con él a nuestro lado, al servicio de inteligencia del ejército, la marina, la policía, parte del poder judicial y los jurados electorales, tenemos a Washington y el Comando Sur de los Estados Unidos, entonces, cómo y porqué perder la tranquilidad. Deben recordar cómo el monumental gordo sacó de en medio a Mario Vargas Llosa, el favorito en 1990, y puso en su reemplazo al japonés Fujimori, un desconocido en la política peruana. –Y hoy con más experiencia y poder se la juega por la hija del japonés y la libertad del padre. Deben tener confianza, él sabe hacerla, el nerviosismo no conduce a nada.

–Eres bueno para el palabreo Jaimito, de eso no nos cabe duda. Pero se necesita mucho más, la gente no cree en la honestidad de nuestra candidata ni en la de su equipo que, como sabes, es el mismísimo que el de su padre; y los lemas contra la corrupción y la inmoralidad vienen ganando terreno. Debemos hacer algo distinto, por ejemplo, atacar a Mario Vargas Llosa que esta con la ventolera de apoyar a Ollanta para salvaguardar el prestigio moral de la nación -dice- frente a los vándalos corruptos y criminales del gobierno del “chino” Fujimori. El equipo de gobierno de nuestra candidata que, como bien conoces, tiene a impresentables desesperados por regresar a sus andanzas, no ayuda. Y encima la “china” mete la pata a cada rato diciendo que “el gobierno de su padre ha sido el mejor de la historia del Perú,” luego toma distancias como la chica ingenua, inocente e infantil, que no sabía lo que pasaba; sin embargo, enseguida entra en un torbellino de contradicciones afirmando “que admira a su padre” y “que él es el mejor asesor del mundo.” Es cierto que la usamos como escudo, pero debemos reconocer sus limitaciones y sus fallas garrafales. La cuestión es ganar la segunda vuelta, después esta “china” imberbe pasará a ser un ente decorativo y nuestro alfil Rafo Rey Rey gobernará el país en coordinación directa con el “chino” Fujimori y nosotros.

Jaimito esperó todavía un rato para calmarse, sentía el bullicio de las críticas en sus oídos como un zumbido de moscones alborotados. No se le iba la inquietud ni el cosquilleo en el cuerpo. –Bueno, esta perfecto –expresó no muy convencido. –Los dos Vargas Llosa son pan comido, tienen sus flancos débiles, y yo los conozco, creo conocer la fórmula para darles de alma por la insolencia de sus palabras contra nuestra candidata, los dejaremos como unos cándidos, como unos caídos del níspero por apoyar a un “chavista” a sí ellos resalten que Ollanta ha cambiado. –En efecto, Ollanta ha cambiado, pero todo aquello es lo que menos nos importa, Jaimito. –Bueno, bueno. Tienen razón, en el próximo programa arrancamos contra los Vargas Llosa, sin embargo, debo continuar con la campaña del golpe de estado en Andahuaylas para poder culpar a Ollanta de la muerte de los cuatro policías, llamándolo sicario y asesino. Dejen este asunto de mi cuenta, la campaña debe seguir. –Jaimito cerró los ojos en actitud meditativa, empezó a reírse en entresueños y agregó: –armaré una tragedia de padre y señor mío, ya verán, ya verán. Las viejas se podrán a llorar inconsolables y andarán con la chismografía por todas partes. Siempre en la aldea limeña han sido nuestras mas aguerridas aliadas. El señor cardenal, arzobispo de Lima, como militante de la causa hará lo suyo con los párrocos en las iglesias. Debemos coordinar con el presidente, cada uno a su tarea, cada uno a su tarea. Ollanta no debe llegar, no debe llegar y misión cumplida.

–No decimos lo que pensamos querido Jaimito. Me duele expresarlo, pero qué puedo hacer cuando no otra es la pura verdad. –Si no te digo las cosas como las veo se va perdiendo la confianza, se acaban las ganas de conversar y lo peor el amor entre nosotros. Sentados en la playa, bajo un sol intenso y un calor que traspasaba la lona de la sombrilla, los amantes no se ponían de acuerdo, discutían la evaluación del último programa del plan Cadete. –Si nos ponemos a pensar serenamente, el objetivo de hacer derramar lagrimas por los cuatro policías muertos en la asonada de Andahuaylas, no ha logrado el efecto deseado. –Yo pienso que en un país con más de setenta mil muertos, civiles y militares, producto de la feroz guerra interna, el número de familiares en línea directa de las víctimas llega a la friolera de por lo menos trescientos mil.– Seamos realistas Jaimito, a sí te molestes conmigo te estoy diciendo la verdad; pienso que utilizar las entrevistas arregladas con los padres de las cuatro víctimas policiales, con sus lloriqueos tardíos y repetitivos, significa la presentación en TV de un premeditado melodrama que no conmueven a nadie. –Este no es un lugar para conversar de estas cosas, el calor me perturba, me sofoca, no me deja pensar, además tengo la garganta seca para poder hablar. Mejor nos damos un chapuzón y luego seguimos la conversación con una cerveza adentro, en la casa –dijo Jaimito a su amante, sin deslizar muchas ganas.

-No, señorita, ya nosotros olvidamos los días de pena. Usted no sabe lo que es perder un hijo, se siente dolor en el alma, las lágrimas derramadas son de poco consuelo. Lo enterramos después del funeral lleno de buenas intenciones con representantes del gobierno y altos jefes del comando de la policía. Han pasado cinco años y hasta ahora no recibimos la paga ofrecida, la recompensa que nos ofrecieron ni siquiera el socorro para los deudos. Reclamamos una y otra vez, pero nos dicen que nuestro hijo muerto no cumple con los requisitos del reglamento y que le la falta antigüedad. –Tenemos un hijo perdido que estaba en plena juventud y nada de nada hemos recibido. Esa es la realidad señorita. –La periodista y el camarógrafo habían grabado el diálogo pero no les servía una queja contra el gobierno. – Mire, nosotros podemos aliviarles la angustia económica –les adelanto la periodista. Nuestro programa en la tele necesita vuestras declaraciones llorando y quejándose de Ollanta, el real culpable de la muerte de vuestro hijo. –No, señorita, nosotros ya olvidamos, pues, no queremos problemas. Si Ollanta llega a ser presidente nos puede castigar. –Nada les va a pasar. Mire, aquí tiene diez mil soles. Estudien y repitan estos párrafos de memoria para la entrevista que les vamos a hacer. No tienen que ser exactos pero las ideas deben quedar claras. Podemos repetir varias veces la grabación hasta que la aprobemos. No estén nerviosos, estudien bien las respuestas y regresamos mañana… –Pero, señorita, señorita… –Hasta luego, nos vemos mañana.

Después del chapuzón en las refrescantes aguas del mar, Jaimito y su amante regresaron a la casa. –Tú no me vas a enseñar los trucos de la tele, todo es manejo de la imagen. A mí no me interesan los setenta mil muertos de la guerra interna ni siquiera los cuatro policías de Andahuaylas, el objetivo es joder a Ollanta, crear en la mente de la gente que él es el autor intelectual de un vil asesinato, y si los lloriqueos de los padres me sirven repitiendo, en su idioma mal hablado, mis dramáticas versiones sobre la muerte de sus hijos, la faena está hecha. Para este trabajo, bajo mis instrucciones precisas, los técnicos de la filmación y la periodista me enviaron lo que yo quería. A ese comandantucho Ollanta lo voy a volver loco, lo voy a enterrar vivo, de eso y de nada mas se trata. Imagínate si voy a preocuparme por los -setenta mil muertos- que mencionas y hacer llorar a sus deudos, puta, puta!!! –Nos ahogaríamos en un mar de lágrimas… –Y para los Vargas Llosa ya tengo el libreto, ponerse a favor de Ollanta, qué pobres pelotudos; la “china” es la voz allí hay billete en abundancia…

 

 


Reply all
Reply to author
Forward
0 new messages