Queridos amigos
Este año quiero compartir con ustedes algunos sucesos y emociones que han sido muy significativas para mí y que me han dejado muchas lecciones de vida.
Un especial aprendizaje de este año es la partida liberadora de una de mis hermanas. La partida de los mayores es dolorosa, aunque algo entendible; pero la partida de un hermano menor es menos fácil de asumir. Apoyar su viaje, facilitar la expresión de sus sentimientos al comprender su nueva realidad, genera un tipo de dolor especial pero, también, una paz interior que libera al ser querido. Qué triste que ella no esté en este plano terrenal, pero qué bueno que superó su estado y voló a otro plano, caminando de regreso a fundirse en la divinidad de donde salió.
Otro aprendizaje de este año es reconocimiento: cómo doy reconocimiento a otros y cómo otros me lo dan a mí. Definitivamente, el reconocimiento debería ser algo totalmente interno, personal, de mí para mí, sin esperar que venga de fuera; porque ese reconocimiento externo es, la mayoría de las veces, adulación al ego y no la correcta calificación de mi propia conducta… solo yo sé la motivación que tuve para que un acto específico se diera y, tanto la motivación como el resultado, son las que producen felicidad y paz.
La fuerza de la cohesión y de la buena voluntad en las actividades laborales fue un ejemplo inmenso que recibí este año de mi equipo, al realizar nuevas tareas y enseñar a otros cómo trabajamos, cómo ser equipo y cómo producir y presentar resultados. Da inmensa gratificación su gestión, gracias a todos ellos.
La cercanía con mis amigos, compañeros, colegas y particulares, me ha permitido asegurar que mi espíritu de servicio siempre esté a la orden del día para ellos, buscar la manera que les sea útil en sus requerimientos y sentirme que aporto un granito de amor en sus vidas. Gracias a todos por permitirme compartir su camino.
Y, por último, el tesón y el empuje en sus actividades personales y profesionales de mi esposa y mis hijos, y la loca alegría de mis nietos, son ejemplo de vitalidad que me lleva a diario a mantener mi ritmo de vida; son ellos quienes constituyen mi gran misión de vida. Gracias a El-De-Adentro por el regalo de compartir con ellos su caminar en este plano terrenal.
Que esta Navidad sea de mucha paz interior y amor, y que construyamos un 2020 con esa paz interior y ese amor y, también, con mucha sabiduría y espiritualidad.
Abrazo cálido para todos,
AlbertoBR, en unión con mi esposa Claudia,
Con mis hijos David y Claudia, Alberto y Alexandra,
y con mis nietos Simón y Pablo