“La Gracia supone la naturaleza…y la perfecciona”, (Sto. Tomás de Aquino).
Si la Gracia (Dios) habla al hombre (la naturaleza) se deduce una intención de comunicación, de contacto y de respuesta.
Las Iglesias cristianas afirman desde su existencia que Dios habla al hombre, más aun, al corazón de ese hombre. Sostienen también que Dios se revela a sí mismo en dos formas la natural, que es a través de la vida misma que ofrece a los ojos del creyente una prueba de la magnificencia de aquel que le habla, y la sobrenatural a través de los textos admitidos como Sagradas Escrituras.
Puedo constatar que hay sectores de la Iglesia que no miran con “buenos ojos” la práctica del eneagrama, no puedo evitar preguntarme por qué.
La Iglesia acepta que una persona que ha perdido parte de su capacidad de oír pueda ser asistida mediante algún instrumento, o pueda ser definitivamente sanado mediante algún tipo de cirugía correctiva. El mismo Jesús anuncia que su plan es…” traer la Buena Nueva a los pobres, anunciar a los cautivos su libertad y a los ciegos que pronto van a ver..." (Lc. 4,16ss).
Desde que conocí el Eneagrama siempre supe que es una herramienta, por un lado de conocimiento personal y, por otro, de liberación de aquello que nos impida ser más plenos; no es un fin en sí mismo.
Dios habla al hombre, pero si el hombre no puede escucharse a sí mismo ¿cómo podrá escuchar la suave voz de Dios?; para que pueda haber el diálogo amoroso propuesto por el cristianismo el hombre debe poder amarse a sí mismo primeramente, para que pueda saberse aceptado incondicionalmente por Dios debe aprender a aceptarse él mismo y, para acceder a la experiencia salvadora de Jesús el Cristo debe primero acceder a su estado natural, su ser pleno.
El camino del Eneagrama no es más que el caminar del hombre hacia su plenitud, una vez alcanzado ese punto puede dialogar amorosamente con su creador y dejarse perfeccionar por la Gracia; desde allí es un camino concerniente a la fe, antes de ese punto corresponde a la primera muestra diálogo: direccionarse hacia Dios…direccionándose primeramente hacia sí mismo, pues es desde su esencia donde puede realizarse el diálogo verdadero.