El juicio, la crítica y el rechazo.

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Pablo Inostroza

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Jul 20, 2015, 9:17:23 PM7/20/15
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Todo lo anterior es y debe ser producto de una evaluación, si esta tiene bases sólidas y es acotada es pertinente e incluso socialmente sano ejercerla.

La base debe estar en concordancia con el ejercicio hecho; si es racional el cimiento debe ser el conocimiento sea cual sea el medio por el que se obtuvo, desde la formación académica hasta la experiencia adquirida validarán, aun cundo en distinto grado, la evaluación de la que emana el juicio, crítica o rechazo. El "porque sí" o "porque no" invalidan de plano este ejercicio.

Mientras que al juicio anterior le llamamos objetivo, existe otro distinto pero no menos relevante: el juicio subjetivo, enormemente más complejo.

La validación de este tipo de ejercicio está centrado en la persona por lo que, quien lo hace, puede verse sujeto a su vez de evaluación externa de su ejercicio.

Si bien la filosofía se declara incompetente en este campo, lo recoge la teología y, ahora último, la psicología.

El ejercicio subjetivo de la evaluación estará en concordancia con otro tipo de razonamiento: el sentimiento. (Jung, puesto en práctica en el test de Myers y Briggs), los junguianos consideran de igual valor tanto al pensamiento como al sentimiento. La validación de este ejercicio estará dada por la proximidad vivencial del evaluador con el amor. Para los cristianos Jesús es modelo en cuanto su vivencia del amor lo lleva a emitir un juicio que acepta y perdona por lo que se le denomina redención. Sin embargo humanamente es cotidiano este ejercicio y se valida de acuerdo al sujeto que lo emite: madre - padre, amigos, hermanos, cónyuge o pareja, etc.

El otro elemento que valida el juicio es la acotación del mismo, toda generalización invalida de plano el ejercicio hecho; términos como "siempre", "nunca", "todo", "nada" quedan automáticamente excluidos.

Pero lo más importante es que  el ser mismo, la "entidad" a quién se hace alusión no puede ser tocada por el juicio hecho. La esencia pertenece a un orden superior al que ningún ser humano puede acceder sino sólo intuitivamente, dado esto emitir un juicio acerca de lo que no conocemos queda, de suyo propio, descartado. Para los teístas sólo Jesús en su condición divina (no humana) puede juzgar la esencia del ser mas, contrario a la creencia de quienes piensan que el resultado de ese juicio es el infierno, todo en las Sagradas Escrituras indica que el resultado no sólo es la salvación sino la experiencia de un plano de vida “superior” (por no encontrar otro término mejor).

En la búsqueda de la trascendencia caminamos con nuestra humanidad, no sin ella. Quien trasciende es un ser humano que sigue siendo humano sólo que en un estado de mayor consciencia de sí y del lugar en que está (tiempo-espacio), el máximo potencial que puede lograr será el de un ser humano pleno, no un dios.

El camino del Eneagrama no se queda en el conocimiento adquirido, lo que sería estático, sino que usando ese conocimiento, se “entra” en un proceso absolutamente dinámico no de búsqueda sino de encuentro, encuentro de sí mismo. Cualquier caminante de esta herramienta sabe que en algún momento sintió el juicio acompañado de una crítica que terminó en un rechazo, la experiencia fue lo suficientemente fuerte para provocar nuestra temprana inmovilidad; quedamos estáticos en un modo de operación, de percepción, de preguntas y respuestas y, finalmente, de reacción.

Una pequeña parte del Eneagrama nos muestra y define las características de cada forma de estar estático, pero la enorme riqueza es que nos muestra la forma de recuperar el dinamismo perdido advirtiéndonos de la ruta que nos dañaría aun más: es lo que conocemos como la vía de integración y la de desintegración, (en mi reflexión la palabra “flechas” dice muy poco respecto del movimiento esencial en sí, creo que más bien lo “cosifica”). Cada una de las nueve formas de permanecer estáticos tiene una motivación de déficit pero también una de logro: teme a algo y de ello quiere escapar, pero también desea algo y es aquello lo que quiere alcanzar. Lo cognitivo lo podemos abordar luego, en este momento podemos quedarnos un momento “reflexionando vivencialmente” aquello que provoca un movimiento en nosotros: el rechazo.

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