Fwd: Estatuto Docente: Una tragedia peor que el Transantiago

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Miguel Verdugo

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Sep 7, 2009, 7:03:01 AM9/7/09
to CEFF-A...@googlegroups.com
Un articulo sobre la educacion en Chile - Aterrador.


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From: Miguel Verdugo <mver...@googlemail.com>
Date: 2009/9/6
Subject: Estatuto Docente: Una tragedia peor que el Transantiago
To: Hilda Olivares <hildao...@yahoo.es>


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Se le siguió la pista a una muestra de 488 estudiantes de Pedagogía de
5 universidades nacionales. A ellos se les sometió a una prueba de
capacidades al ingreso de la carrera (en el 2002) y luego a la misma
prueba cuando egresaron, 4 ó 5 años más tarde.

Puesto crudamente, sólo el 64% de los que ingresaron a Pedagogía podía
leer un gráfico: esto mejoró a 65,4% después de obtener un título de
profesor. O sea, 1,4%. En el caso de extraer conclusiones de un texto,
la educación universitaria disminuyó la frecuencia desde 61,6% a
57,8%, un extraño fenómeno de des-educación.

La conclusión textual del trabajo: "A modo de síntesis, la situación
descrita indicaría que los estudiantes de Pedagogía ingresan a la
universidad con ciertas carencias, reflejadas en sus puntajes de
selección, y egresan, después de varios años de estudio, con las
mismas limitaciones."

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Estimados lectores: les expresaré algunas preocupaciones y
proposiciones respecto a la tragedia griega que estamos viviendo en la
educación, hipotecando el futuro nacional por décadas. No me referiré
a la LGE (imprescindible) ni al musical jarrazo, sino a los temas que
verdaderamente me preocupan. En este país no se habla la firme, y si
no nos sentamos todos a conversar sin eufemismos disfrazados de
ideología, esto no se arregla.

Las tragedias griegas terminan mal. Desde el inicio se sabe que las
circunstancias de cada actor llevan inevitablemente al descalabro.
Cada uno es producto de su historia, nadie es tan bueno ni malo, sino
que juega el juego que le tocó.

Contemos el hipotético caso de un joven que estudió hace 15 años en
una escuela municipal de regular calidad, y que obtuvo 500 puntos en
la PAA, la antigua PSU.

Para mayor claridad, 500 puntos, la mediana de la muestra, equivalía a
responder correctamente entre el 10% y el 15% de las preguntas de la
PAA. La mitad de los alumnos contestaba menos que eso. De acuerdo a
los datos del Second International Adult Literacy Survey (Sials)
-elaborado por la organización de países industrializados OCDE-,
nuestro joven de los 500 puntos con dificultad comprende hoy, ya
adulto, lo que lee.

El dueño de una escuela particular subvencionada me comentó hace poco
que cuando reciben alumnos con sólo dos años de mala enseñanza básica,
el retraso formativo comparado con sus compañeros se constata como
"casi irrecuperable". Las personas que llegan a la educación media o
la universidad sin ciertos aprendizajes en materia de lenguaje y
aritmética -que debieron obtenerse a temprana edad- difícilmente
podrán recuperarlos, por mucha "remediación" (jerga oficial) o
capacitación que se les imparta durante su carrera.

En suma, nuestro joven de 500 puntos difícilmente podría haber
encarado una carrera universitaria.

El negocio de los pedagógicos express

Sin embargo, Chile le ofreció a este joven una salida. La legislación
de educación superior -estupenda muestra del libre mercado- le
permitió ingresar a estudiar Pedagogía a una universidad de dudosa
calidad, de esas que otorgan los títulos al vapor y/o por internet.

Según una reciente investigación (ver recuadro en la página 16), a lo
largo de sus "estudios" los niveles de conocimiento de nuestro joven
mejoraron entre... 2% a 4%. No más. Pasó por la universidad y aprendió
nada. Pagó buen dinero o incluso se endeudó para comprar un título. En
su lugar, cualquiera hubiera hecho lo mismo.

No exagero. Aunque los puntajes de corte y la demanda por estos
estudios han ido en aumento, la carrera de Pedagogía Básica registró
en el proceso de admisión 2008 un puntaje PSU del último matriculado,
que en una universidad llegó a ser de… 320 puntos. Esto equivale a
responder correctamente cuatro de las 80 preguntas. Así es, 4 de 80.

De 18 mil estudiantes que este año egresarán como profesores -con poca
esperanza de encontrar trabajo-, cerca de la mitad lo está haciendo
vía dudosas regularizaciones de estudios. Las universidades que los
imparten, incluidas algunas del Consejo de Rectores, hacen un pingüe
negocio que crece vertiginosamente: son 40 universidades e institutos
que aumentaron, en los últimos 3 años, su matrícula total formal de
12.500 a 24.600 alumnos de Pedagogía. Está bueno el mercado.

El lastre del Estatuto Docente

Luego, ya egresado y titulado, la suerte le sonrió un rato a nuestro
joven: pudo ingresar como profesor con una jornada de 44 horas
semanales a una escuela municipal. Habiendo logrado -con todas las
asignaciones - una remuneración inicial de 591 mil pesos brutos
mensuales, que con los aumentos bianuales automáticos llega
inexorablemente a 877 mil pesos, éste ya no tan joven, gracias al
Estatuto Docente y con el entusiasta apoyo de su Colegio de
Profesores, ha procurado rehuir cualquier tipo de evaluación rigurosa.

Si yo estuviera en su lugar, asegurado un ingreso intocable para mi
familia, el que no podría haber logrado de otra forma con ese nivel de
preparación, me opondría rotundamente a un cambio en la situación.
Además me sentiría bastante tranquilo, sabiendo que si el sostenedor
municipal osara pedirme la renuncia por "pésimo desempeño docente",
existiría la casi certeza de que la Inspección del Trabajo y/o los
tribunales me reintegrarían al cargo, con una indemnización de $15
millones a $25 millones. ¿La causal? "Menoscabo por desvinculación
injusta". Para perder el trabajo, este profesor debería tener más de
100 días anuales de licencia médica, cometer abuso sexual o un crimen
similar.

Digamos las cosas como son porque es sanador. Visto en retrospectiva,
el error más caro para el país en dos décadas no es el Transantiago:
es el Estatuto Docente. Como en toda tragedia, nadie es tan maligno.
Me lo relató un altísimo integrante del primer gobierno de la
Concertación: "Ubiquémonos en esa época… Pinochet comandante en jefe,
terror a la fuga de capitales, ejercicios de enlace... había que
defender la economía y la democracia a toda costa. Tuvimos que
concederles mucho a muchos, como el Estatuto Docente a los profesores
y el silencio sobre las privatizaciones a los empresarios".
Uno posiblemente hubiera hecho lo mismo.

Retomemos la historia del joven profesor. No creamos que lo está
pasando bien. Sus condiciones laborales son durísimas: agotadoras 32
horas de clases, el ambiente es agresivo, su tasa de depresiones
severas a lo largo de la vida es de 32% cuando el promedio de una
muestra de referencia es de 23%. Sus episodios de pánico o de ansiedad
superan por más del doble a la muestra de referencia. Mayor razón para
sentirse menoscabado si alguien propusiera someterlo a una evaluación
rigurosa.

Como todos sabemos, pero no decimos, la evaluación docente actual es
enteramente dudosa. Después de 4 años de resistencia, todavía no se
logra evaluar ni siquiera a la mitad de los profesores. Pero algo se
ha avanzado; es un logro, casi como poner un pie en una puerta antes
cerrada.

Pero, escarbemos en los datos que yacen tras un velo de eufemismos en
el sitio web del Ministerio de Educación: los clasificados como
"competentes" o "destacados" suman el 64% de los evaluados. Este 64%
tiene derecho a un incentivo monetario, para lo cual debe rendir una
prueba rigurosa de conocimientos, asunto no incluido en la evaluación
regular. Cerca de la mitad de los que tienen ese derecho, por alguna
"extraña" razón, se abstiene de rendir dicha prueba, aunque
recientemente se ablandaron los criterios para que más profesores lo
hagan.

Revisando los resultados de ese proceso, se concluye que en realidad
apenas el 10% del total de los profesores tiene niveles de
conocimiento comprobado que los pudieran calificar como realmente
"competentes" o "destacados".

La situación de los docentes de colegios particulares subvencionados
no es muy diferente. Según todo lo que se observa, descontado el
factor socioeconómico de sus alumnos, se constata que la realidad
educativa, emocional y salarial de los profesores y los tamaños de
aula en ambos sistemas son muy parecidos.

El informe del Sials ya mencionado contiene otro dato aterrador, pero
como los chilenos somos expertos en hacernos los lesos, esta verdad
políticamente irritante no se comenta: sólo el 8% de los egresados de
educación superior entiende completamente lo que lee.

Es fácil sospechar entonces que los profesionales que hoy comprenden
perfectamente lo que leen no son los que ingresaron a la educación
superior con 400 o incluso 600 puntos. El 8% superior en la PSU
equivale a cerca de 650 puntos. Por tanto, es difícil creer que muchos
profesores comprendan perfectamente lo que leen; luego, es difícil
imaginar que podrán enseñar a sus alumnos a comprender lo que leen o a
dividir fracciones. Perdón por la franqueza.

En suma, después de revisar informes, mirar cifras y entrevistar a
bastante gente para escribir este artículo, si se toma en
consideración el origen escolar de la mayoría de los educadores y la
calidad de la educación pedagógica que recibieron, es inevitable
concluir que, por lo bajo, un tercio de ellos no tiene la formación
esencial, los conocimientos, la pedagogía o la motivación para abordar
la titánica tarea que este país enfrenta para resolver el problema de
la calidad educacional. Peor aun en los mayoritarios casos de alumnos
y apoderados en situación vulnerable, lo que requeriría profesores con
aun mayores competencias.

Para muchos profesores motivados, nada de esto es su culpa: es este
perverso encadenamiento de circunstancias el que los ha puesto donde
estamos. Para otros, son flagrantes sus faltas a la ética al recibir
un sueldo por un trabajo que no se hace o se hace pésimo.

No cabe duda de que hay una cuota relevante de buenos y motivados
profesores, pero hay que mencionar la desmotivación y desidia de
muchos. Si yo llevara 20 años en una escuela municipal, en esas
condiciones ambientales, laborales y organizacionales, posiblemente me
sentiría igual.

La motivación de los docentes tiene una elevada correlación con el
liderazgo de los directores de escuela. Está verificado que el
liderazgo directivo es el segundo factor intraescuela, luego de las
competencias docentes, que más influye en la calidad de la educación.
Obvio.

Otra verdad inconveniente

La otra verdad inconveniente, que los parlamentarios de derecha callan
discretamente: ¿alguna vez nos explicarán con la frente en alto por
qué se opusieron por más de 15 años a cambiar el estatuto pinochetista
de "amarre", que declaró a los directores como vitalicios?

Vitalicios. Está clarito por qué: ellos también tienen su cuota de
clientelismo. Así son las tragedias. Y luego tienen cara para criticar
la calidad de la educación municipal y reclamar por la inflexibilidad
laboral del país.

A pesar de que ya se logró cambiar la dichosa norma vitalicia, los
astutos artículos transitorios introducidos por estos parlamentarios
todavía permiten la permanencia de un buen porcentaje de apernados que
no le rinden cuentas a nadie. Como me contó esta semana un sostenedor
municipal del sur: "Tengo un tercio de vitalicios; despedí a uno por
petición expresa y reiterada del Centro de Padres. Me tuve que tragar
25 meses de indemnización, más una condena de 30 millones de pesos por
menoscabo. No lo vuelvo a intentar. Simplemente no tengo la plata.
Además, pese a que la matrícula me disminuye año a año, sigo con el
mismo número de profesores".

El arreglito es más sicótico todavía: si uno de los vitalicios pierde
su concurso… el municipio debe mantenerlo contratado con el mismo
sueldo. Esa sí que es flexibilidad laboral.

Negociemos el rescate

En esta tragedia griega, como en un juego de ajedrez, al gremio de
profesores se le concedió, por medio del Estatuto Docente, la captura
de la educación municipal y la tiene de rehén. Por ende, tiene de
rehén el futuro del país.

No estoy juzgando a nadie. Son las benditas circunstancias políticas,
históricas y constitucionales. Las mismas que han permitido agarrarse
de la teta a otros grupos de poder gremial, empresarial o
universidades truchas. Las mismas que han llevado a un grupo de no más
de 200 dirigentes políticos a repartirse los cupos parlamentarios y
municipales a su gusto durante casi 20 años gracias al sistema
binominal, mecanismo inventado para mantener el statu quo y "proteger
la democracia". No hay castigo ni incentivo político alguno por
obtener resultados de largo plazo que ayuden a la ciudadanía,
educación incluida.

"Captura" es lo que ocurre cuando un grupo de agentes, empresas o
personas logran apropiarse de una institución o sistema -por conductos
formales o informales- para su propio beneficio. Las capturas se
resuelven por rescate armado o por negociación. Siendo impensable la
primera opción, ¿por qué no inventamos una negociación en la firme,
para salir de este embrollo? Pongamos números gruesos, por ejemplo, a
lo que costaría modificar radicalmente el Estatuto Docente.

Supongamos retiros anticipados -dignos y programados- a lo largo de
cinco años, por unos 15 meses de salario además de lo que establece el
Código del Trabajo, para unos 20.000 docentes que no tengan una buena
y rigurosa evaluación, y que hoy mal-educan a unos 800 mil niños. No
es tan loco considerando que recientemente nueve mil se acogieron a
retiro.

Agreguemos el cese inmediato -con pensión razonable- de todos los
vitalicios que siguen desmotivando a sus profesores y que no ganen su
concurso. Estaríamos sumando unos mil millones de dólares. Esto es
inversión por una vez.

Suponiendo el cierre inmediato de carreras pedagógicas de calidad
inaceptable y la imprescindible creación de un examen nacional de
habilitación para ejercer la pedagogía en cualquier tipo de escuela,
deberemos sumar el costo de devolverles la plata que malgastaron en
matrículas a unos 10.000 estudiantes de pedagogía express en estos
últimos años: serían unos cien millones de dólares más.

Agreguemos un programa para crear o fortalecer institutos pedagógicos
dignos de ese nombre, con postgrados de nivel internacional, etc.:
otros cien millones de dólares. Por una vez. Ya vamos en 1.200
millones de dólares.

Finalmente, lo más caro. Inmigración inmediata de dos o tres mil
profesores extranjeros bilingües con experiencia en aula. Beca robusta
para todo estudiante con PSU arriba de 650 puntos que ingrese a
estudiar Pedagogía a una carrera acreditada, con una promesa salarial
40% superior al valor actual, y de 70% para aquellos que obtengan un
magíster acreditado en Pedagogía o una materia específica. Lo mismo
para egresados de Ingeniería, Derecho o cualquier ciencia, que
obtengan un magíster acreditado en Pedagogía. En España, por cierto,
esta última es la única manera de ser profesor de secundaria.
Agréguele inducción, apoyo y mentores para todos los profesores que
inicien sus labores. Súmele 100% de aumento salarial para atraer
buenos directores de escuela.

Suponiendo un programa paulatino, que comience hoy, estaremos hablando
de un gasto adicional que a la vuelta de una década puede llegar a ser
del orden de mil  millones a mil doscientos millones de dólares
anuales, algo así como el 0,5 % del PGB que Chile debería tener para
esa época. Números gruesos, por supuesto. Todos los profesores del
sistema municipalizado continuarían, si lo desean, siendo miembros del
Colegio de Profesores: eso ni se discute. Pero con un renovado y
flexible Estatuto Docente, con incentivos asociados a una evaluación
rigurosa y a una salida expedita para los casos de flagrante abandono
de deberes. Yo pagaría feliz más impuestos para financiar semejante
revolución.

Por cierto, éste no es sólo un llamado a los profesores. Para que haya
negociación deben existir dos partes. La otra es el Poder Ejecutivo y
todos los partidos del espectro político, abandonando por una vez las
rencillas y creando el consenso necesario para avanzar con los
maestros y no contra ellos.

Pongamos esa plata arriba de la mesa y todos ganan, incluyendo los
profesores, que habrán recuperado su histórico sitial en la sociedad.
Se crea una carrera docente de estándar internacional. Se desarrolla
un nuevo concepto de evaluación, cuyo foco es el perfeccionamiento de
profesores que ingresaron a la carrera cumpliendo estándares mínimos.
Se fortalece la educación pública que muchos añoramos. Los que más
ganarían son nuestros hijos y nietos. Por eso, si quieren, subamos el
monto de los retiros anticipados al doble, pagaderos en cómodas cuotas
a 10 años. ¿Hay trato? Me convencí que el resto es música… con
minúscula.


Por  Mario Waisbluth


Mario Waissbluth, profesor de la Universidad de Chile y afín a la
Concertación, se abocó a revisar un sinnúmero de estudios y cifras, y
a conversar con expertos en educación, directores y sostenedores de
colegios. La idea era arribar a un balance, sin eufemismos ni clichés,
sobre la calidad de los profesores y de la educación en Chile y los
factores que influyen en ésta. He aquí las dramáticas conclusiones.

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