TEXTOS PARA EL DIÁLOGO:«Estamos motivados» Por Gustavo Bueno

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Dec 16, 2004, 6:07:38 AM12/16/04
to AmericaDemoc...@googlegroups.com
Cito un artículo de Gustavo Bueno, filósofo (ver Ref.*), sobre la
inhibición (enajenación, autocensura y suplantación) del lenguaje de
la vida privada por el de la vida pública, la judicialización y el
psicologismo que invade nuestra forma de pensar, y la expresión
pública en los medios.
Creo que es una buena aportación para empezar a hablar de los temas
preferidos de este Grupo: América, Democracia y Cultura.
Que lo disfruten. Esperamos vuestras aportaciones.
(©2004,ClaudioSerraBrun.Valencia-España. Puede reproducir los textos
propios, sólo citar la fuente y el Autor+link Poesur.
poe...@teleline.es http://www.poesur.com/
http://groups-beta.google.com/group/AmericaDemocraciaCultura
AmericaDemocrac...@googlegroups.com )
___________
(ver Ref.*), Referencia Gustavo Bueno:
(TOMADO DE:Los Filósofos, François Aubral (traducción y adaptación:
José Manuel Revuelta), Acento Editorial (Colección Flash), Madrid
1993, 94 págs. Página 22.
http://www.fgbueno.es/gbm/gb0dicc.htm#09
___________
Gustavo Bueno (1924-)
Filósofo español, ha enseñado en Salamanca y en Oviedo, de cuya
universidad es catedrático. En estos momentos, su posición es como la
de un islote avanzado en el generalmente monótono universo del
pensamiento español. Sus obras principales son: El papel de la
filosofía en el conjunto del saber (1970), Etnología y utopía
(1971), Ensayo sobre las categorías de la economía política (1972),
Ensayos materialistas (1972), La metafísica presocrática
(1974).Pensador controvertido, no siempre bien comprendido, es uno de
los más originales y profundos del actual paisaje español. Fundación
Gustavo Bueno www.fgbueno.es
__________
http://www.nodulo.org/ec/2004/n030p02.htm

«Estamos motivados»
GUSTAVO BUENO
Un comentario a las declaraciones
del general Sánchez, destacado en Kabul

La democracia de mercado pletórico en la que felizmente vivimos, ha
propiciado, si no iniciado, el incremento espectacular de la
judicialización de los conflictos públicos y de la psicologización
de la vida cotidiana, ya sea privada, ya sea pública.

La judicialización se lleva a efecto a costa de la neutralización de
los poderes ejecutivos; la psicologización a costa de la
distanciación de los mecanismos causales (económicos, políticos,
religiosos...) que pueden estar actuando en cada conducta.

Ambos procesos tienen sin duda conexiones profundas, en las que no
vamos a entrar. Pero tienen de común el formalismo. En virtud de este
formalismo el testigo de vista que acaba de presenciar el asesinato de
un amigo por un terrorista, ya no dirá: «Vi a un terrorista
encapuchado asesinar a mi amigo», sino: «Vi a un presunto terrorista
encapuchado disparar contra mi amigo.» Lo que de este modo se ha
logrado es evacuar los contenidos materiales del proceso, es decir,
eliminar todos los mecanismos obvios que intervienen en el escenario
del asesinato, manteniendo únicamente la forma jurídica del proceso
(es decir, como si el testigo se pusiera en el punto de vista del
juez); lo que se logra transformando en variables, mediante el adjetivo
«presunto», a los protagonistas del suceso, y encomendando a la
policía, y a los jueces, el determinar los verdaderos y no presuntos
argumentos.

Este formalismo tiene seguramente algo que ver con la inhibición que
sistemáticamente se practica, cada vez más, de los individuos
privados respecto de la vida pública, y con la ideología que
acompaña a tal inhibición: «En realidad lo verdaderamente importante
es el presunto proceso delictivo, el que se haya conculcado el
ordenamiento jurídico, rozándose un tipo delictivo bien determinado;
el agente concreto de este roce es secundario, porque en cualquier caso
la acción de ese agente es accidental, y sólo pasajeramente imputable
a él, puesto que su personalidad, en cualquier caso, se mantiene
íntegramente intacta, juntamente con sus derechos; de lo que se trata
es de reinsertar rápidamente al asesino en el plazo más breve
posible.»

Un crimen es importante como delito, y no por el criminal, que pudiera
serlo cualquiera. A la manera, podría añadirse, como un presunto
enfermo de legionela o de sida es importante por las bacterias o virus
que transporta, cuando se supone que la medicina podrá curar al
enfermo en el plazo más breve posible, lo que es un modo de decir que
no hay enfermos, sino enfermedades. Así, tampoco habrá criminales,
sino crímenes.

La judicialización es, en todo caso, un proceso paralelo al de la
psicologización de la vida. Si la judicialización representa la
«toma de protagonismo», en todo cuanto concierne a los problemas
públicos, de los jueces -el «juez» es de hecho, entre los tres
poderes, el supremo, el que tiene la última palabra-; la
psicologización representa la «toma de protagonismo», en todo cuanto
se refiere a los asuntos personales, del psicólogo, que sería quien
dice la última palabra, el que tiene la solución última. Un tren
descarrila, una casa se incendia: allí acudirá de inmediato el equipo
de psicólogos, para «dar cobertura» a las víctimas. Los psicólogos
sustituyen aquí a los clérigos, como los jueces a los políticos.

Pero el formalismo psicologista va mucho más allá, y penetra, como
ideología, en los mismos agentes responsables de la marcha de las
instituciones sociales o políticas, de las instituciones deportivas o
de las instituciones militares, por ejemplo. El entrenador de un equipo
de fútbol de primera división manifiesta, ante las cámaras, al
enfrentarse con los problemas de la preparación del próximo
campeonato de liga: «Mis jugadores no están todavía suficientemente
motivados.» El general jefe de las tropas que van a la zona de Kabul
declara, según recoge la prensa del 19 de agosto de 2004: «Estamos
motivados.» No dice: «tenemos motivos, o buenas razones (entre ellas
las patrióticas, las económicas, las religiosas) para ir a
Afganistán»; o bien: «tenemos motivos, o buenas razones (entre ellas
las económicas, es decir razones materiales) para participar en las
acciones militares con todas nuestras fuerzas»; o en su caso, para
jugar en el campeonato deportivo «dando todo lo mejor de nosotros
mismos». No dice el general «tenemos motivos», sino que dice
«estamos motivados», que es como decir: «los motivos nos tienen a
nosotros.»

Entrenadores de fútbol y generales, jugadores y soldados dirán ante
las cámaras de televisión, en el mejor de los casos: «Estamos
motivados.» Es decir, asumirán la perspectiva del psicólogo
conductista o del etólogo cuando logra haber motivado a la rata para
que pulse una palanca. Porque la motivación es una categoría
etológica de carácter formal o genérico, a la que se llega mediante
la evacuación de los contenidos específicos, es decir, de las causas
motoras, o de los motores específicos o motivos (objetos motivos, se
decía en la tradición escolástica).

No importa que estos motivos, en las ratas, sean bolas de alimento real
o sean bolas de alimento simulado; lo importante es que desencadenen,
tras el entrenamiento adecuado, la reacción deseada. No importan
tanto, en consecuencia, las causas o razones objetivas (los motores o
las razones motoras), las causas o razones reales que son capaces de
mover justificadamente a la acción a jugadores o soldados.

Lo que importa es que los jugadores o los soldados estén formalmente
motivados tras los entrenamientos correspondientes, cualquiera que sean
las causas objetivas, aquellas que precisamente se cuidan muy bien los
entrenadores o generales de poner entre paréntesis, porque no hace
falta «meterse en berenjenales» acerca de las causas o razones
específicas por las que se celebra un campeonato de fútbol o por las
que comienza o se entretiene una guerra en Afganistán.

Con el peligro de pasarse ellos mismos, entrenadores y jugadores,
generales y soldados, una vez abandonadas las perspectivas deportivas o
políticas, al punto de vista propio del psicólogo conductista o del
etólogo, es decir, una vez lograda la transformación de los jugadores
o de los soldados en una especie de palomas o de ratas de Skinner.
© 2004 www.nodulo.org

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