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¿Qué es el Liberalismo?

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povega

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Jan 14, 2000, 3:00:00 AM1/14/00
to
¿Qué es el liberalismo?

Fuente: http://www.cubaliberal.org/doc-02.htm

La primera observación que hay que hacer en torno al liberalismo tiene que
ver con su imprecisión, su indefinición y lo elusivo de su naturaleza
histórica. En realidad, nadie debe alarmarse porque el liberalismo tenga ese
contorno tan esquivo. Probablemente ahí radica una de las mayores virtudes
de esta corriente ideológica. El liberalismo no es una doctrina con un
recetario unívoco, ni pretende haber descubierto leyes universales capaces
de desentrañar primero, y luego de ordenar con propiedad, el comportamiento
de los seres humanos. Es un cúmulo de ideas y no una ideología cerrada y
excluyente.

El liberalismo, ya puestos a la tarea de su asedio, es un conjunto de
creencias básicas, de valores y de actitudes organizadas en torno a la
convicción de que a mayores cuotas de libertad individual se corresponden
mayores índices de prosperidad y felicidad colectivas. De ahí la mayor
virtud del liberalismo: ninguna novedad científica lo puede contradecir
porque no establece verdades inmutables. Ningún fenómeno lo puede desterrar
del campo de las ideas políticas, porque siempre será válida una gran
porción de lo que el liberalismo ha defendido a lo largo de la historia.

El liberalismo es un modo de entender la naturaleza humana y una propuesta
para conseguir que las personas alcancen el más alto nivel de prosperidad
potencial que posean (de acuerdo con los valores, actitudes y conocimientos
que tengan), junto al mayor grado de libertad posible, en el seno de una
sociedad que ha reducido al mínimo los inevitables conflictos. Al mismo
tiempo, el liberalismo descansa en dos actitudes vitales que conforman su
talante: la tolerancia y la confianza en la fuerza de la razón.

El liberalismo se basa en cuatro simples premisas básicas:

Los liberales creen que el Estado ha sido concebido para el individuo y no a
la inversa. Valoran el ejercicio de la libertad individual como algo
intrínsecamente bueno y como una condición insustituible para alcanzar los
mayores niveles de progreso. Entre esas libertades todas las consagradas en
la Declaración Universal de Derechos del Hombre la libertad de poseer bienes
(el derecho a la propiedad privada) les parece fundamental, puesto que sin
ella el individuo está perpetuamente a merced del Estado. Por supuesto, los
liberales también creen en la responsabilidad individual. No puede haber
libertad sin responsabilidad. Los individuos son (o deben ser) responsables
de sus actos, y deben tener en cuenta las consecuencias de sus decisiones y
los derechos de los demás. Precisamente para regular los derechos y deberes
del individuo con relación a los demás, los liberales creen en el Estado de
Derecho. Es decir, creen en una sociedad regulada por leyes neutrales que no
le den ventaja a persona, partido o grupo alguno y que eviten enérgicamente
los privilegios. Los liberales también creen que la sociedad debe controlar
estrechamente las actividades de los gobiernos y el funcionamiento de las
instituciones del Estado.

Los liberales tienen ciertas ideas verificadas por la experiencia sobre cómo
y por qué, algunos pueblos alcanzan el mayor grado de eficiencia y
desarrollo, o la mejor armonía social, pero la esencia de este modo de
entender la política y la economía radica en no señalar de antemano hacia
dónde queremos que marche la sociedad, sino en liberar las fuerzas creativas
de los grupos e individuos para que estos decidan espontáneamente el curso
de la historia. Los liberales no tienen un plan para diseñar el destino de
la sociedad. (Incluso, les parece muy peligroso que otros tengan esos planes
y se arroguen el derecho de decidir el camino que todos debemos seguir).

La de mayor calado es la que defiende el libre mercado en lugar de la
planificación estatal. Ya desde la década de los veinte el pensador liberal
austríaco Ludwig von Mises demostró cómo en las sociedades complejas no era
posible planificar el desarrollo mediante el cálculo económico, señalando
con toda precisión (en contra de las corrientes socialistas y populistas de
la época) como cualquier intento de fijar artificialmente la cantidad de
bienes y servicios que debían producirse, así como los precios que deberían
tener, conduciría al desabastecimiento y a la pobreza. Von Mises demostró
que el mercado (la libre concurrencia en las actividades económicas de
millones de personas que toman constantemente millones de decisiones
orientadas a satisfacer sus necesidades de la mejor manera posible),
generaba un orden natural espontáneo infinitamente más armonioso y creador
de riqueza que el orden artificial de quienes pretendían planificar y
dirigir la actividad económica. Obviamente, de ahí se deriva que los
liberales, en líneas generales, no crean en controles de precios y salarios,
ni en los subsidios que privilegian una actividad económica en detrimento de
las demás.

En lo absoluto. Cuando las personas, actuando dentro de las reglas del
juego, buscan su propio bienestar, suelen beneficiar al conjunto. Otro gran
economista, Joseph Schumpeter, también de la Escuela Austríaca, demostró
cómo no había estímulo más enérgico para la economía que la actividad
incesante de los empresarios y capitanes de industria que seguían el impulso
de sus propias urgencias sicológicas y emocionales. Los beneficios
colectivos que se derivaban de la ambición personal eran muy superiores al
hecho también indudable de que se producían diferencias en el grado de
acumulación de riquezas entre los distintos miembros de una comunidad. Pero
quizás quien mejor resumió esta situación fue uno de los líderes chinos de
la era posmaoista, cuando reconoció, melancólicamente, que por evitar que
unos cuantos chinos anduvieran en Rolls Royce, condenamos a cientos de
millones a desplazarse para siempre en bicicleta.

En esencia el rol fundamental del Estado debe ser mantener el orden y
garantizar que las leyes se cumplan, mientras se ayuda a los más necesitados
para que están en condiciones reales de competir. De ahí que la educación y
la salud colectivas deben ser preocupaciones básicas del Estado liberal. En
otras palabras: la igualdad que buscan los liberales no es la de que todos
obtengan los mismos resultados, sino la de que todos tengan las mismas
posibilidades de luchar por obtener los mejores resultados. Y en ese sentido
una buena educación y una buena salud deben ser los puntos de partida para
poder acceder a una vida mejor.

De la misma manera que los liberales tienen ciertas ideas sobre la economía,
asimismo postulan una forma de entender el Estado. Por supuesto, los
liberales son inequívocamente demócratas y creen en el gobierno de las
mayorías dentro de un marco jurídico que respete los derechos inalienables
de las minoras. Esa democracia, para que realmente lo sea, tiene que ser
multipartidista y debe estar organizada de acuerdo con el principio de la
división de poderes.

Aunque no es una condición indispensable, los liberales prefieren el sistema
parlamentario de gobierno, por cuanto suele reflejar mejor la variedad de la
sociedad y es m s flexible para generar cambios de gobierno cuando se
modifican los criterios de la opinión pública.

Por otra parte, el liberalismo contemporáneo cuenta con agudas reflexiones
sobre cómo deben ser las constituciones. El Premio Nobel de Economía
Frederick von Hayek es autor de muy esclarecedores trabajos sobre este tema.
Más recientemente, los también Premio Nobel de Economía Ronald Coase,
Douglas North y Gary Becker han añadido valiosos estudios que explican la
relación entre la ley, la propiedad intelectual, la existencia de
instituciones sólidas y el desarrollo económico.

Los liberales creen que el gobierno debe ser reducido, porque la experiencia
les ha enseñado que las burocracias estatales tienden a crecer
parasitariamente, o suelen abusar de los poderes que les confieren y
malgastan los recursos de la sociedad. A mayor Estado, mayor corrupción y
dispendio.

Pero el hecho de que un gobierno sea reducido no quiere decir que debe ser
débil. Debe ser fuerte para hacer cumplir la ley, para mantener la paz y la
concordia entre los ciudadanos, para proteger la nación de amenazas
exteriores y para garantizar que todos los ciudadanos aptos dispongan de un
mínimo de recursos que les permitan competir en la sociedad.

Los liberales piensan que, en la práctica, los gobiernos real y
desgraciadamente no suelen representar los intereses de toda la sociedad,
sino suelen privilegiar a los electores que los llevan al poder o a
determinados grupos de presión. Los liberales, en cierta forma, sospechan de
las intenciones de la clase política, y no se hacen demasiadas ilusiones con
relación a la eficiencia de los gobiernos. De ahí que el liberalismo debe
erigirse siempre en un permanente cuestionador de las tareas de los
servidores públicos, y de ahí que no pueda evitar ver con cierto
escepticismo esa función de redistribuidor de la renta, equiparador de
injusticias o motor de la economía que algunos le asignan.

Otro gran pensador liberal, el Premio Nobel de Economía James Buchanan,
creador de la escuela de public choice, originada en su cátedra de la
Universidad de Virginia, ha desarrollado una larga reflexión sobre este
tema. En resumen, toda decisión del gobierno conlleva un costo perfectamente
cuantificable, y los ciudadanos tienen el deber y el derecho de exigir que
en la medida de lo posible el gasto público responda a los intereses de la
sociedad y no a los de los partidos políticos.

Eso lo que quiere decir es que los liberales prefieren que esa búsqueda
descanse en los esfuerzos de la sociedad civil y se canalice por vías
privadas y no por medio de gobiernos derrochadores e incompetentes que no
sufren las consecuencias de la frecuente irresponsabilidad de los burócratas
o de los políticos electos menos cuidadosos.

En última instancia, no hay ninguna razón especial que justifique que los
gobiernos necesariamente se dediquen a tareas como las de transportar
personas por las carreteras, limpiar las calles o vacunar contra el tifus.
Todo eso hay que hacerlo bien y al menor costo posible, pero seguramente ese
tipo de trabajo se desarrolla con mucha más eficiencia dentro del sector
privado. Cuando los liberales defienden la primacía de la propiedad privada
no lo hacen por codicia, sino por la convicción de que es infinitamente
mejor para los individuos y para el conjunto de la sociedad.

El idioma inglés ha tomado la palabra liberal del castellano y le ha dado un
significado distinto. En líneas generales puede decirse que en materia
económica el liberalismo europeo o latinoamericano es bastante diferente del
liberalismo norteamericano. Es decir, el liberal americano le suele quitar
responsabilidades a los individuos y asignarlas al Estado. De ahí el
concepto del estado benefactor o welfare que redistribuye por vía de las
presiones fiscales las riquezas que genera la sociedad. Para los liberales
latinoamericanos y europeos, como se ha dicho antes, ésa no es una función
primordial del Estado, puesto que lo que suele conseguirse por esta vía no
es un mayor grado de justicia social, sino unos niveles generalmente
insoportables de corrupción, ineficiencia y derroche, lo que acaba por
empobrecer al conjunto de la población.

Sin embargo, los liberales europeos y latinoamericanos sí coinciden en un
grado bastante alto con los liberales norteamericanos en materia jurídica y
en ciertos temas sociales. Para el liberal norteamericano, así como para los
liberales de Europa y de América Latina, el respeto de las garantías
individuales y la defensa del constitucionalismo son conquistas
irrenunciables de la humanidad. Una organización como la American Civil
Liberties Union, expresión clásica del liberalismo americano, también podría
serlo de los liberales europeos o latinoamericanos.

La socialdemocracia pone su acento en la búsqueda de una sociedad
igualitaria, y suele identificar los intereses del Estado con los de los
sectores proletarios o asalariados. El liberalismo, en cambio, no es
clasista y pone por encima de sus objetivos y valores la búsqueda de la
libertad individual.

Aunque en el análisis económico suele haber cierta coincidencia entre
liberales y conservadores, ambas corrientes se separan en lo tocante a las
libertades individuales. Para los conservadores lo más importante suele ser
el orden. Los liberales están dispuestos a convivir con aquello que no les
gusta, siempre capaces de tolerar respetuosamente los comportamientos
sociales que se alejan de los criterios de las mayorías. Para los liberales
la tolerancia es la clave de la convivencia, y la persuasión el elemento
básico para el establecimiento de las jerarquías. Esa visión no siempre
prevalece entre los conservadores.

Aún cuando la democracia cristiana moderna no es confesional, entre sus
premisas básicas está la de una cierta concepción trascendente de los seres
humanos. Los liberales, en cambio, son totalmente laicos, y no entran a
juzgar las creencias religiosas de las personas. Se puede ser liberal y
creyente, liberal y agnóstico, o liberal y ateo. La religión, sencillamente,
no pertenece al mundo de las disquisiciones liberales (por lo menos en
nuestros días), aunque sí es esencial para el liberal respetar profundamente
este aspecto de la naturaleza humana.

Por otra parte, los liberales no suelen compartir con la democracia
cristiana (o por lo menos con alguna de las tendencias de ese signo) cierto
dirigismo económico al que normalmente se le llama socialcristianismo.


--
=============
Pedro O. Vega
http://www.geocities.com/CapitolHill/5398/

redflag

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Jan 16, 2000, 3:00:00 AM1/16/00
to

povega wrote:
>
> ¿Qué es el liberalismo?
>
> Fuente: http://www.cubaliberal.org/doc-02.htm
>
> La primera observación que hay que hacer en torno al liberalismo tiene que
> ver con su imprecisión, su indefinición y lo elusivo de su naturaleza
> histórica. En realidad, nadie debe alarmarse porque el liberalismo tenga ese
> contorno tan esquivo. Probablemente ahí radica una de las mayores virtudes
> de esta corriente ideológica. El liberalismo no es una doctrina con un
> recetario unívoco, ni pretende haber descubierto leyes universales capaces
> de desentrañar primero, y luego de ordenar con propiedad, el comportamiento
> de los seres humanos. Es un cúmulo de ideas y no una ideología cerrada y
> excluyente.

Podriamos decir que la habilidad que tiene el camaleon de poder confundirse
con su trasfondo, de poder cambiar de color segun le conviene, es una
gran "virtud." Despues de todo, esa habilidad le asegura la supervivencia.

El camaleonismo del liberalismo de povega no goza de la misma reputacion.
En vez de ser una virtud es un vicio. Un vicio engañador. Pretende ser
"all things to all men" en la esperanza de capturar al incauto y de
preservar las relaciones sociales que enjendran injusticias.

"En realidad, nadie debe alarmarse porque el liberalismo tenga ese
contorno tan esquivo."

!La verdad que nos pide demasiado! ¿Que no nos alarmemos por la
duplicidad, no, la multiplicidad de caras que nos presenta el
liberalismo?! Hoy el liberalismo es una cosa y mañana es otra, segun
le conviene al que se pone el antefaz de liberal.

La ambiguedad y lenguaje equivoco del liberal es una arma que usa para
engañar a su presa. Realmente el camaleon no tiene muchos enemigos
naturales. Su "virtud" de confundirse con el medioambiente es una arma
para confundir a sus presas y asi poder comerselas.

--
"Nowadays, atheism is itself *culpa levis*, as compared
with criticism of existing property relations."

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gopher on the Internet at gopher://gopher.slp.org:7019
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Raymond Falcon-Lugo

unread,
Jan 16, 2000, 3:00:00 AM1/16/00
to

redflag dice que povega es un "camaleon":

>
>Realmente el camaleon no tiene muchos enemigos
>naturales. Su "virtud" de confundirse con el medioambiente es una arma
>para confundir a sus presas y asi poder comerselas.

A mi no me interesa si es o no camaleon !!!
A mi lo que me interesa es discusion concreta e inteligente.

Aplicate el refran: "No mires la paja en el ojo ajeno. Mira la VIGA en el
tuyo"
Geeesh!

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