Modalidades de estructura (3)
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Cuando abrí este hilo, hace ya un par de semanas, tenía en mente una idea que presentar y debatir aquí. La idea central es que hay elementos afectivos, imaginarios, que sostienen la relación entre médico y enfermo, y que forman parte del conjunto de sentimientos que pueden registrarse bajo el epígrafe del "Amor" como "Psiché" en la fusión que describe el mito. Sin esa relación "amorosa" o "psíquica", uno a uno, caso por caso, con cada uno de los pacientes que uno ve a lo largo de su jornada, la curación o la subjetivación de la enfermedad se convierte en una operación torturante para el sujeto, pues debe resolver, con sus escasos medios, el drama de la resolución subjetiva de su enfermedad.
En el "entre tanto" del inicio de este hilo y la intervención que escribo hoy, han pasado una diversidad de cosas. Una, comprender definitivamente que la relación con "el paciente" no es una relación genérica, sino que es radicalmente individualizada, personal, absoluta y radicalmente singular y única. "El paciente" no existe. Es un constructo teórico. Y aunque intuitivamente cualquiera está dispuesto a reconocer que se da por descontado que cada paciente es único y singular, pocos asumen que esa individualización de la persona de cada paciente sólo es posible si la relación se construye, por lo general, en el campo del "Amor".
Esto del amor, que en definitiva es un mito y no en balde lo he introducido en forma mítica, es más extenso que la idea que desarrolló Laín Entralgo como fundamento de la relación médica, o "cuasi-diáda" o "diádica", como la llamó él. En la base de su concepción de la relación médica, situó Laín la parábola del buen samaritano, esto es, un relato mítico cristiano. Para deshacernos del mito, sea cual sea su origen, nos vemos obligados a utilizar argumentos racionales, axiomas y funciones de relación, que expliquen mejor aquello que queremos describir y, a la postre, controlar, por pertenecer al mundo de lo Real.
A este respecto, y puesto que el título de este hilo hace referencia a las modalidades estructurales de enfermedad, creo oportuno traer a consideración, en primer lugar, el cuadro que cumplimenté en su momento al referirme a las modalidades de verdad y refutabilidad con las que las distintas formas del conocimiento humano abordan las relaciones entre el sujeto y la verdad para construir nuestro mundo conocido:
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VERIFUNCIONALIDAD
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REFUTABILIDAD
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TOPOLOGÍA DEL SUJETO
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FALSA
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IRREFUTABLE
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CIENCIA POPPERIANA
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VERDADERA
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REFUTABLE
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METAFÍSICA Y MATEMÁTICAS
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VERDADERA
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IRREFUTABLE
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IDEOLOGÍAS
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FALSAS
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REFUTABLES
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En este cuadro, al que me refiero con frecuencia, modalicé lógicamente los modos en los que los se encuentran los criterios de verdad y falsedad en relación a los criterios de cientificidad desarrollados por Popper (veracidad y refutabilidad o falsabilidad) de las teorías a cuyo través conocemos el mundo. No fui más popperiano que Popper ni mas vapperoniano que Vappereau al desarrollar este cuadro. Como se recordará, Popper elaboró una teoría sobre la epistemología científica de modo que, de acuerdo con ella, para que un conocimiento sea considerado científico ha de ser un conocimiento verdadero y falsable, esto es, refutable. Un conocimiento, para que sea científico, es condición necesaria que se presta a ser refutado y falsado. Esta es la condición de la cientificidad de cualquier cosa: que se preste a ser "invalidado", de donde la ciencia posee un carácter eminentemente provisional e incierto (véanse las dificultades y discusiones en torno a las teorías de cuerdas en física cuántica)
Una vez modalizado el conocimiento científico, Popper consideró que el psicoanálisis (aquí en esta tabla representado por la Topología del Sujeto, que es lo que en definitiva nos interesa a los médicos), es un tipo de conocimiento falso pero irrefutable, mientras que, de acuerdo con ese criterio y ese tipo de modalización de la lógica, la metafísica y las matemáticas son indistintamente verdaderas e irrefutables, mientras que las ideologías son falsas y refutables. Como se verá, no he entrado en discutir sobre cuál es el criterio de verdad que se sigue en la elaboración de esta tabla.
Si ahora modalizo los diversos tipos de conocimiento que tenemos sobre lo Real, mediante la lógica modal alética de re (necesario, posible, contingente e imposible), en relación al estatuto del registro de lo Real que maneja cada sistema de conocimiento, esto es, qué valor se le concede al registro de lo Real, y lo añado a la tabla como las relaciones que cada tipo de conocimiento tiene con lo real, obtengo el siguiente resultado:
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VERIFUNCIONALIDAD
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REFUTABILIDAD
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LO REAL
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TOPO. DEL SUJETO
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FALSA
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IRREFUTABLE
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IMPOSIBLE
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CIENCIA POPPERIANA
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VERDADERA
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REFUTABLE
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NECESARIO
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METAFÍSICA Y MATEMÁTICAS
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VERDADERA
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IRREFUTABLE
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POSIBLE
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IDEOLOGÍA
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FALSA
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REFUTABLE
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CONTINGENTE
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Lo explico.
Para la ciencia occidental, lo real es lo necesario. Lo que quiere decir que todos los enunciados que se construyan y se les otorgue el estatuto de científicos, tienen como último referente la respuesta válida de la pregunta hecha a lo Real mediante el experimento. Lo Real no sólo es la referencia última y absoluta, sino que, además, no puede no estar o fallar. En ciencia se le confiere a lo Real (lo en sí, por sí y para sí) el estatuto de referente con el que se juzga la verdad de los enunciados. Lo Real es, por tanto, lo necesario. En la ciencia, las fórmulas (enunciados científicos) obligatoriamente no pueden ser contradictorias con lo Real. Como dice Carlos Bermejo: "En la ciencia, lo simbólico que encaja empíricamente con lo real es lo necesario: 'es necesario que sea válido'. Por contra, lo simbólico o, con más precisión, la significación-denotación obtenida con sus tópicas que no encaja con lo real, es lo imposible: 'es imposible que sea válido'". En la ciencia, la verdad va de lo real a lo simbólico, esto es, es lo real quien informa a lo simbólico sobre la verdad. De ahí que se diga que la ciencia es la paranoia exitosa, puesto que implica necesariamente que se suponga que en la naturaleza hay leyes y que la naturaleza habla con el lenguaje de las matemáticas.
De modo muy distinto es lo que ocurre en psicoanálisis o, de acuerdo con nuestra conveniencia, lo que ocurre con la "topología del sujeto". En la lógica del pensamiento primero (inconsciente), en su relación con el pensamiento segundo o consciente, lo real es lo imposible de alcanzar, porque no hay saber sobre lo real. Para el psicoanálisis, lo real no habla, no se manifiesta, no es simbolizable, carece de leyes. El estatuto de la verdad no es el mismo que en la ciencia, puesto que si no hay saber posible sobre lo real, difícilmente puede aplicarse ningún experimento cuya respuesta vaya a decir nada sobre la verdad de lo construido. Entonces, ¿cómo saber la verdad en una topología del sujeto, que es aquello con lo que el médico se encuentra en la sala de espera, antes y después de que el "paciente" haya atravesado la puerta de su consulta?
Este punto es clave, crucial. Es el punto crítico, el escollo en el que zozobran quienes se proponen psicoterapias o poseer ningún saber sobre lo real del sujeto, esto es, lo que impide cualquier psicología (de la clase que sea) que se proponga como saber sobre el sujeto, su causa y su deseo. El estatuto de la verdad en una topología del sujeto proviene de lo que digo, en tanto que hablo. Es la verdad que viene "en tanto yo, hablo", y es una verdad que, al contrario de la verdad en la ciencia que va de lo real a lo simbólico, en la topología del sujeto la verdad parte de lo simbólico (del hecho de hablar) y, en consecuencia, nunca alcanza lo real (espacio denso e infinitamente pequeño: los límites de Leibniz y Newton) Lo simbólico nunca alcanza lo real, mientras que para la ciencia, lo real "habla" el lenguaje de las matemáticas. La verdad, pues, es inseparable del hecho de hablar y, en tanto dicha, es una verdad lógica, deductiva e inductiva, abductiva en el caso de la medicina, y del sentido. Es una verdad del discurso, lógica. No es una verdad empírica, comprobable, referenciada en algo por fuera del habla y del sujeto.
Por otra parte, las matemáticas y la metafísica mantienen con lo real una relación de posibilidad, en tanto, por un lado, es el ser de lo real el que se realiza en un ente concreto tanto en las matemáticas como en la metafísica y, por otro, una parte de ese ser queda por formular en tanto no es posible ir más allá del ente concreto en la deducción del ser. De ahí que las matemáticas no tengan un final. Ahora bien, la metafísica, se dice, ha concluido su andadura así que se inició con Aristóteles aunque, no obstante, fue Heidegger quien le puso punto final. Heidegger concluyó la cuestión del ser con un "ser para la muerte", es decir, con un "no todo todavía", con una posibilidad de ser en un instante. Así que, según yo, las matemáticas y la metafísica, mantienen con lo real una relación de posibilidad.
Finalmente, las ideologías "pasan" de lo real. Son independientemente de lo real. Lo real puede estar incluido o excluido en las ideologías. No importa lo real. No es concluyente ni sirve de contrastación de lo empírico Antes bien, lo que importa es un constructo en torno a lo real que llamamos realidad. Pero en cualquier caso se tratará de una realidad de ficción, innecesaria a lo real.
Pero esto ha sido una forma de asentar unas bases para construir un edificio sobre los modos en los que se resuelve o se construye la enfermedad humana. ¡Qué ingenuos quienes piensan que con un antibiótico han resuelto el problema! Ingenuos o, malpienso, maliciosamente ignorantes de la verdad.
JM Gasulla