El modelo BPS de enfermedad es un modelo lógico (1)
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En el hilo de discusión que acabo de concluir (si no hay más
intervenciones) y que titulé "Otra vez con las matemáticas y la
medicina (II)" [ver -->
http://groups.google.com/group/la-enfermedad/browse_thread/thread/d5863f4ed0b2cf20/ce35eac990afca4e#ce35eac990afca4e
] advertía de que el modelo biopsicosocial (BPS) de enfermedad es un
modelo lógico. Aquí insisto en la idea, pero lo voy a explicar paso a
paso, de la forma más sencilla posible (para médicos, vaya, je, je)
Espero que a medida que transcurra la explicación, se vayan
adquiriendo conceptos nuevos que no sólo van a resultar útiles aquí.
Para quienes ya saben esto, pues podrán seguir si hay errores u
omisiones, o sea, se podrán adjudicar el papel de fiscales.
Haremos una brevísima incursión por la epistemología científica, es
decir, por la teoría del conocimiento científico; esto es, saber cómo
se sabe lo que se sabe y qué valor tiene y por qué se sabe.
Y el principio no puede ser más sencillo. Se trata de la curiosidad
humana, del ansia de saber y de predecir lo que vaya a ocurrir, y por
qué ocurren las cosas.
No todo el mundo tiene estas inquietudes. Ni siquiera entre muchos de
los llamados científicos, o sea, aquellos que cobran por hacer ciencia
y experimentos. Estas cosas son más bien cosas de filósofos que, ya se
sabe, justifican lo que hacen (y si cobran, lo que cobran)
calentándose la cabeza y haciendo complicadas las cosas sencillas.
Pero algunos, además de algunos filósofos, sí que tienen (o tenemos)
esas inquietudes por entender el mundo que nos rodea y el porqué de
las cosas. Esto que hay en esta página, y todo lo que hemos escrito y
se va a seguir escribiendo, está dirigido a esas personas que quieren
saber más, el cómo, el qué y el por qué.
Pues cuando uno quiere saber (y aquí viene a modo de píldora
comprimida lo que podría desarrollarse en un curso completo de
epistemología científica), lo más inmediato, lo más primario con lo
que cuenta, es con dos series de cosas: por un lado, el objeto que
quiere conocer, aquello sobre lo que quiere saber algo y, por otro,
con el lenguaje con el que se hace preguntas y, de últimas, se dará
respuestas y adquirirá conocimientos sobre la parte del mundo que le
interesa. No hay más: el objeto que se quiere conocer, y un lenguaje
con el que hacer preguntas y con el que empezar a pensar. De ahí parte
cualquier conocimiento posible del mundo: son sus ingredientes
básicos.
Pensamos. Así pues, que cuando queremos saber o entender algo,
pensamos. ¿Y qué es el pensamiento? Imágenes, sueños, ideas,
impresiones sensoriales. Todo eso es pensamiento, o sea, actividad
mental; pero todo eso es muy poco útil para pensar sobre el qué de las
cosas. Una imagen, un recuerdo, es útil para recordar, pero inútil en
relación al conocimiento ("positivo") que uno quisiera tener sobre las
cosas que le rodean.
Entonces, cuando uno piensa, además de tener sensaciones e imágenes,
piensa en palabras mediante un lenguaje que llamamos "lenguaje
natural" o que también otros llaman "lenguaje materno", pero mejor
dejarlo en "natural" o también "lenguaje común".
De modo que cuando nuestros pensamientos son más útiles, es cuando
pensamos mediante un lenguaje natural en vez de con imágenes, aunque
las imágenes van a jugar su importantísimo papel en nuestro
conocimiento del mundo.
Con ese lenguaje natural o común formulamos todos nuestros
pensamientos y, sobre todo, deducimos, hacemos especulaciones,
calculamos los pasos a dar, sacamos conclusiones y adquirimos y
almacenamos nuestros conocimientos.
Pero el lenguaje natural posee una estructura. No es cualquier cosa.
Si podemos hacer predicciones sobre el futuro, y acertar, si podemos
hacer cálculos sobre cómo curar una enfermedad, y lograrlo, lo
conseguimos porque el lenguaje está estructurado para obtener un
sentido sobre el mundo. Aprendemos de la experiencia mediante el
instinto y a palos, como los perros. Vale. Si. También. Pero ese
conocimiento instintivo o empírico es ínfimo en comparación con el
conocimiento que adquirimos mediante el lenguaje.
Además, por un lado, en vez de utilizar los objetos a los que nos
referimos, con lo que nuestras acciones de comunicación serían
prácticamente imposibles, la evolución nos ha llevado a utilizar la
capacidad de emitir ruidos, sonidos, y articularlos de modo que en vez
de esos objetos, utilizamos palabras que los representan.
Sonidos que son palabras, y palabras articuladas gramaticalmente,
mediante una sintaxis, para conseguir mayores logros, como, por
ejemplo, decir quién es el encargado de ir a cazar y no regresar hasta
que no vuelva con una pieza cobrada, o con los tomates, las patatas y
las lechugas para hacer la ensalada.
Pues con ese lenguaje hacemos la ciencia. La ciencia no es más que
lenguaje. Un lenguaje un poco especial, no obstante, porque mientras
que si le decimos algo a alguien en un lenguaje común, y que hable
nuestro mismo idioma, probablemente nos entienda muy bien si no
complicamos demasiado lo que le decimos, si le mostramos una ecuación
diferencial, o cualquier otra ecuación matemática, a pesar de que
esté escrita con el mismo lenguaje que el natural, lo más probable es
que no entienda nada.
¿Cómo pasamos del lenguaje natural al lenguaje científico? ¿Es que el
lenguaje natural no sirve para la ciencia y hay que inventarse otro?
Pues si y no, y al darle un breve repaso a la historia de esta
cuestión, probablemente comprenderemos en qué va a consistir nuestro
modelo BPS que, avanzamos ya, tendrá que admitir tanto el lenguaje
natural como los lenguajes científicos, para poder ser útil según
nuestros propósitos que, recuérdese, no han dejado de ser el
formalizar ese objeto de la medicina general que es la persona total
de la que hablaba Balint, y que nosotros "proyectamos" en un modelo
formal biopsicosocial.