Nudos:
Hay
hilos que se convierten en telarañas pegajosas e imperceptibles. Un ejemplo es
este hombre joven, autónomo
económicamente, que pudiendo no se hace cargo de pagar su prepaga. La cuota de
la misma está en manos de sus padres que, con diversas justificaciones no
aceptan soltarla. Tampoco hablan del tema, en última instancia tienen miedo al
desamor del que ven como un adolescente.
Consecuencia primera el hombre no se hace cargo
de sus asuntos con la salud. No va al médico. No toma los recaudos necesarios
para mantener su dentadura cuidada. Es notorio que su cuerpo no le pertenece,
es como si todavía fuera del pediatra y de sus padres.
¿Cómo sin ser dueño de su cuerpo puede tener
gratas experiencias sexuales?
Las telarañas son invisibles y envolventes. Este
hombre todavía no ha declarado la independencia de su territorio – cuerpo. Es
una colonia y por lo tanto todas las
demás autonomías están obstaculizadas.
C.H.
Nudos 2
Las telarañas familiares suelen ser groseras y evidentes para el observador perspicaz, dentro de ese entramado el adulto que no puede o no sabe cómo tramitar su salida hacia la exogamia tiñe el obstáculo con el título de “comodidad”.
Para sostener ese modelo suele recurrir a una genitalidad impostada, algo así como una genitalidad pregenital (parece ridículo, pero vale la pena describirla así. El riesgo de ser mal interpretado no es tan serio al respecto). Entonces apela a afiliarse al viagra desde el inicio del viaje erótico que inicia quizás tempranamente. Es decir que su erotismo se sostiene medicamentosamente, nos encontramos que en la supuesta hamaca de la comodidad la telaraña ha tejido una sexualidad transgénica. Apoyada en la pastilla azul. Por supuesto que puede seguir toda su vida así (de hecho hay muchos adultos que temen el riesgo y no conocen otra manera de mantener relaciones sexuales). Así la comodidad es pura trama de telarañas pegajosas no registradas como tales. C.H.