El silencio del amor
César Hazaki
El silencio del amor
Ya se dijeron todas las palabras que cada uno tiene para describir, sentir, pintar, el amor. Frases musicales, sonoras, a veces susurros, otra veces gritos destemplados de –Un te quiero. Sollozado, implorante. Un amante que grita desesperado tratando de detener la huida de Cenicienta, otras ella le implora a Ulises que detenga su nave.
Han sostenido muchos años una pasión desaforada, audaz, siempre cerca de lo interminable y, en consecuencia, desfalleciente a cada instante que renace como el Ave Fenix. Sin ponerse de acuerdo, sin un programa establecido sobre el amor, estos intensos amantes que han estado muchas veces en la cuerda floja de las idas y las vueltas, de otros amores que los separaron por períodos largos, de intereses que requerían su salida, su mutis por el foro tienen una historia nueva para vivir. Se separaron, cierto, pero nunca, nunca se abandonaron, ya hace largo tiempo que volvieron y están escalando una pared lisa de la que no se ve la cima. Tratan de trepar por el lado más difícil: el silencio del amor.
Hace ya tiempo que se desnudan, se abrazan y se acarician para iniciar una siesta. Duermen un rato cada uno, sin duda una experiencia de cuidado, el que duerme primero cuando se despierta espera que su oso o su ninfa, se duerma. Cada uno al cuidar respira suave y hace pequeñas caricias en un brazo o en la espalda para dar noticia de que el guardián/ guardiana está en su posición. El o la que duerme se sumerge en sus ronquidos, en sus extremidades que saltan imprevistamente. Es nítido para quien cuida cómo sus sueños se dibujan en su cuerpo. Los amantes saben que sueñan y también que no tienen pesadillas. Para ambos este nuevo estadio los sorprende, pero no le temen, no lo ahuyentan. Claro no saben de las palabras que lo simbolizan. Una mañana lluviosa (¿podría ser de otra manera?) Cenicienta se levanta abrigada en la bata de su amante y va a la cocina a hacer un té.
Cuando vuelve beben envueltos en un silencio profundo y cálido, ella termina el té y dice: -Estamos descubriendo juntos el silencio del amor. Él sabe que solamente ella podría haber puesto tan potentes palabras, lo más interesante es que las dijo susurrando.
C.H.