La niña es aguda, sobretodo cuando viaja incomoda en la silla para niños del auto.
El proceso siempre comienza con un -¿Cuanto falta?
La respuesta del abuelo no se hace esperar: -Una pla - pla.
¡¡¡Eso es mucho tiempo abuelo!!!! Inteligente no se encapricha ya, sino que busca rebatir con argumentos que suelen dejar a sus mayores perplejos. Hasta ahora con la introducción de la pla - pla, un número indefinido e imposible de asir entre 8 y 9. La batalla del tiempo con la misteriosa pla - pla la va ganando el abuelo. Pero la niña no se da por vencida, comprender la problemática del tiempo es una prioridad. Sobre todo desde que el abuelo le regaló un reloj, en el que pese a sus afanes entre las 8 y las 9 nunca encuentra la pla - pla.
Con el silencio el abuelo se queda tranquilo, no habrá debate. Se equivoca.
-Abuelo ustedes dicen que el tiempo pasa. No es así.
-¿Vos no mirás el reloj y el movimiento del mismo? Eso es el paso del tiempo.
-Abuelo el tiempo no pasa: se queda.
¿Cómo se queda?
Si, mirá la foto de la tía Felisa en el sanatorio donde nací. Está flaca.
-¿Y eso que tiene que ver?
-Que ahora es gordaaaa, pero gorda, gorda. Esa panza es el tiempo que se quedó en su cuerpo. Si el tiempo pasara la tía seguiría siendo flaca.
C.H.